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28A | Elecciones generales

La alta participación electoral no es sinónimo de victoria de la izquierda

Papeletas de voto en un colegio electoral de Pamplona.

Con las elecciones a la vuelta de la esquina, las firmas demoscópicas están a pleno rendimiento. En las últimas semanas, varias empresas encuestadoras han hecho públicos sondeos en relación con los comicios generales del próximo 28 de abril. Todos ellos sitúan al PSOE como ganador de la contienda electoral, seguido por el PP, Ciudadanos, Unidos Podemos y Vox. Además, las encuestas coinciden en que ni el bloque de izquierdas ni el de derechas serán capaces de recabar los apoyos necesarios como para disponer de una mayoría absoluta en el Congreso. Sin embargo, difieren en cuanto a la participación estimada en la cita con las urnas. Algunos calculan que podría rondar el 70%, superando la registrada en los comicios del 26J. Otros, que podría ser menor que la del año 2016. Por lo general, se establece una correlación entre una alta afluencia y un buen resultado de las formaciones de izquierdas. Sin embargo, los expertos consultados por infoLibre consideran que en un escenario de enorme polarización esta regla no escrita puede saltar por los aires.

A casi un mes de que los ciudadanos estén llamados a las urnas por tercera vez en año y medio, los partidos pisan el acelerador. Mientras Vox continúa polarizando al máximo la campaña con polémicas declaraciones y debates estériles que, sin embargo, consigue colocar en los medios de comunicación, el PP fía su éxito en la cita electoral al “voto patriótico” de “los españoles preocupados por la vuelta de Pablo Iglesias”. Mientras tanto, el líder de Podemos aprovechó su primer acto público tras su baja por paternidad para hacer autocrítica, calificar el 28A como unas elecciones “constituyentes” y cargar tanto contra el “trío de Colón” como contra un PSOE al que, dijo, “le tiemblan las piernas”. Y los socialistas, con las encuestas sonriéndoles, no se cansan de llamar a la participación masiva. “Urnas vacías significa involución y urnas llenas, progreso para todos”, ha proclamado por activa y por pasiva el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, que cree que la movilización puede dar a los socialistas una victoria “por goleada” y que a la derecha solo le queda una carta: la abstención.

Algunas de las últimas encuestas publicadas ofrecen estimaciones sobre participación bastante dispares. Los dos primeros trackings de IMOP Insights para El Confidencial están hechos sobre una afluencia calculada –sin contar el voto exterior– de entre el 65% y el 65,5%, más de cuatro puntos por debajo de la registrada en las elecciones de junio de 2016 –69,83% sin tener en cuenta los sufragios de los españoles residentes en el extranjero–. Un poco por encima, aunque sin alcanzar el nivel de 2016, se sitúa la participación estimada por la demoscópica NC Report en el sondeo que el diario La Razón publicó el pasado 18 de marzo –66,7%– y por el último de Metroescopia –67%–. En el caso de la encuesta elaborada por 40 dB y publicada el pasado domingo en el diario El País, el dato que se ofrece en la información es que “más de dos tercios de los sondeados” dan por “absolutamente seguro” que irán a votar, pero desde la firma demoscópica concretan que la afluencia que calculan se mueve en torno al 70%. Son los únicos tres sondeos publicados en los últimos días que ofrecen este dato.

“La participación electoral puede tener efectos mixtos”

Los socialistas están llamando a la movilización masiva con la vista puesta, sobre todo, en las elecciones del pasado 2 de diciembre en Andalucía. En aquella cita con las urnas, la participación se situó en el 58,6%, casi cuatro puntos por debajo de la registrada en los anteriores comicios autonómicos y el segundo dato de afluencia más bajo en unas autonómicas en suelo andaluz –el suelo lo fija el 55,3% registrado en 1990–. Los socialistas arrancaron en la comunidad históricamente roja 33 escaños, 14 menos que en los comicios del año 2015. Y el PSOE tuvo que ceder la Junta al PP y Ciudadanos, respaldados por Vox. En el 2D, la baja participación aupó a la derecha a San Telmo y hundió a Susana Díez. Así lo constató, un par de meses después, el estudio postelectoral del Centro de Investigaciones Sociológicas sobre Andalucía. El 42,1% de los abstencionistas aseguró que había decidido no participar en las elecciones mucho antes de que diera comienzo la campaña electoral. Entre ellos, un 22,7% afirmó que, de haber votado, habría introducido en la urna la papeleta del PSOE.

A pesar de estos datos, que parecen confirmar la correlación entre alta afluencia de votantes y buenos resultados de las formaciones de izquierdas, los expertos consultados por este diario piden ser “cautos”. Pablo Simón, profesor de Ciencias Políticas en la Universidad Carlos III de Madrid, señala en conversación telefónica con infoLibre que “la participación electoral puede tener efectos mixtos”. En este sentido, explica que una afluencia masiva no tiene por qué indicar que los que están acudiendo en masa a votar son electores progresistas que habían permanecido desmovilizados. “La participación alta es, sobre todo, muy indicativa de un contexto de polarización”, apunta el politólogo, que pone como ejemplo los comicios catalanes de diciembre de 2017, una cita con las urnas tras la aplicación del artículo 155 de la Constitución que dejó el mayor dato de afluencia de la historia: un 81,95%. Teniendo esto en cuenta, y viendo cómo se está planteando la campaña para el 28A, Simón tiene la intuición de que la participación “será superior” a la del año 2016.

Un mito roto en varias ocasiones

Es cierto que en los años 1980 y 1990 la afluencia elevada en las urnas coincidía, en la mayoría de casos, con buenos resultados de los socialistas. Como ejemplo, las generales de 1982, en las que la participación se situó en el 80% y el PSOE consiguió 202 escaños en el Congreso de los Diputados. O, en el extremo contrario, las del año 2000, en las que la afluencia de votantes fue del 68,7% y fueron los conservadores los que se hicieron con el Gobierno. Sin embargo, la socióloga y directora de la firma demoscópica 40dB, Belén Barreiro, afirma que esa correlación “se ha roto varias veces”. Sólo hay que mirar los comicios de 1996, en los que se registró el tercer mayor dato de participación desde la recuperación democrática –77,4%– y el claro vencedor fue el PP de José María Aznar, aunque sin mayoría absoluta. O los de 1989, con una afluencia por debajo del 70% pero de los que salió un gobierno socialista. “A nivel autonómico, las de 2008 en la Comunidad Valenciana, en las que subió muchísimo la participación pero el que se benefició fue el PP, que movilizó mucho por el rechazo a Zapatero”, recuerda Simón.

La participación en las elecciones generales a las 18 horas es del 60,75%, casi 10 puntos más que en 2016

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Con todos estos elementos sobre la mesa, y con la vista puesta en las elecciones del 28 de abril, el profesor de Ciencias Políticas en la Universidad Carlos III de Madrid rechaza el “mito persistente” y asegura que una gran movilización “no necesariamente” beneficiará “solo a las izquierdas”. En este sentido, recuerda que en la actualidad hay votantes muy elásticos que deciden su voto a última hora, sobre todo en los nuevos partidos y, muy concretamente, en el partido que lidera Santiago Abascal: “En el último postelectoral del CIS se decía que más del 40% de los votantes de Vox en Andalucía decidieron su voto en las últimas dos semanas”. “Una participación electoral alta puede beneficiar al PSOE, que es uno de los polos de la movilización, pero por otro lado también a Vox, lo que significaría que parte de los sectores abstencionistas más duros, que no confiaban en el PP, ahora estarían saliendo a votar”, apostilla Simón, que sentencia que si bien en el caso de Andalucía la abstención “fue de izquierdas”, de cara a las elecciones del próximo 28 de abril hay que ser “más cautos”.

La profesora de Ciencias Políticas en la Universidad de Barcelona Eva Anduiza explica que “la izquierda ha sido tradicionalmente un poco más sensible que la derecha a los cambios en los niveles de participación en España”. Sin embargo, añade que esta “no es una asociación automática” y recuerda que “ahora hay una variable nueva que es la mayor fragmentación en la derecha”. “Hubiera sido estupendo que el CIS hubiera preguntado en el barómetro por la intención de participar, pero no lo ha hecho. (...) Total, que solo tenemos los que contestan a la intención directa de voto como que no votarán, es decir, con una subestimación importante”, lamenta la politóloga. Con estos datos, y excluyendo a los que no dicen su autoubicación ideológica, Anduiza señala que “los niveles mayores de abstención están en las posiciones 5 y, especialmente, 6, es decir en el centro derecha”. “La derecha (7 y 8), eso sí, un poquitín, casi inapreciable, más movilizada que la izquierda”, sentencia.

Barreiro, por su parte, explica que en los sondeos que están realizando en 40dB calculan “una participación más alta que en las últimas generales, de en torno al 70%, pero por debajo de la media de todos los procesos electorales”. “Ahora estamos en un periodo en el que no se alcanzan esas cotas de participación que se registraban”, apunta la expresidenta del Centro de Investigaciones Sociológicas. No obstante, añade que hasta la fecha los sondeos que han realizado no han dado señales de que la izquierda o la derecha estén más o menos movilizadas. “Lo que nos sale es que todos los electorados están prácticamente igual de movilizados. Quizá Ciudadanos algo menos y los extremos un poco más”, asevera Barreiro. Un escenario que, por el momento, impide dilucidar con claridad si un incremento de la afluencia de electores beneficiaría a un bloque u otro.

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