El alumnado vasco se reparte al 50% entre la pública y la concertada: los agujeros de un modelo único en Europa

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En 1914, el empresario y filántropo Miguel Muñoa fundó la primera escuela en la que se enseñaba euskera. La Euskal-Ikastetxea estaba ubicada en un convento de los carmelitas en Donostia. Fue la primera ikastola. Con el paso de los años se multiplicarían por toda Euskal Herria. Tras la Guerra Civil, la dictadura intentó acabar con ellas, pero no fue capaz. Eran, en aquel momento, el único reducto educativo donde seguía siendo posible estudiar en una lengua que no fuera el castellano. Se contraponían, así, a la llamada escuela nacional, en el sentido más franquista de la palabra, como explica el exdirector del Instituto Vasco de Evaluación e Investigación Educativa (ISEI-IVEI), Francisco Luna, que vincula esta historia a la que vivió, paralelamente, Cataluña. Aun así, su objetivo entonces no era ser la alternativa, sino lo oficial. "Su perspectiva era la de convertirse en el modelo público del sistema educativo", cuenta Luna. Pero la mayoría, más de un siglo después, todavía no lo ha hecho.

No ha sido porque no hayan podido. Según recuerda el experto, se les dio la oportunidad de integrarse en la red pública, por ejemplo con Fernando Buesa (PSE-EE), asesinado por ETA en el año 2000, al frente de la Consejería de Educación. "Pero sólo lo hizo un pequeño porcentaje de centros que tenían problemas económicos para sobrevivir. El resto se mantuvieron como centros concertados", señala el experto.

Retrotraernos tantos años atrás en el tiempo es imprescindible. Esta fue una de las semillas que convirtieron en único al modelo educativo vasco. En España y en Europa. En ningún otro lugar su alumnado se reparte de la misma manera: prácticamente al 50% entre los centros públicos y los concertados. "Esto es completamente anormal, ni siquiera ocurre en países tan católicos como Italia, que tiene al 81% de su alumnado escolarizado en escuelas públicas", señala Luna. "La situación es excepcional. En algunos municipios, incluso, tan sólo hay oferta de centros concertados", apunta por su parte el doctor en Educación Daniel Turienzo.

"Estas cifras se explican por una cuestión histórica. Una gran parte de los colegios concertados vienen de ahí. El resto, de esos centros religiosos que tradicionalmente han tenido mucho peso", continúa Luna.

La que más financia estas escuelas

Vayamos a los datos concretos. Las últimas estadísticas del Ministerio de Educación —publicadas el pasado 3 de abril— revelan que en el curso 2022-2023 había 213.040 niños y niñas matriculados en Primaria y en ESO —las enseñanzas no universitarias obligatorias. De todos ellos, 106.423 lo estaban en centros públicos y 104.569 en concertados. En porcentaje, la proporción es de 50% frente a 49,1%. Prácticamente un empate estadístico en el que, además, la privada casi no tiene presencia, con tan sólo un 1% de los niños y niñas matriculados en sus centros. "No es como Madrid o Cataluña, donde la concertada tiene mucho peso pero también la privada pura. El del País Vasco es un modelo propio que nada tiene que ver", añade Turienzo.

Hay más datos que ayudan a entender la situación: los relativos a la financiación. Según también las cifras oficiales, el 28,1% del total de gasto público en educación del País Vasco ha ido a parar a la enseñanza privada concertada. Es la que más le destina. Por detrás le sigue Madrid, con un 27,3%, casi un punto menos. Después se encuentra Cataluña, con un 21%. "El País Vasco es la comunidad con el gasto en concertada más alto, pero también la que ofrece mejores condiciones económicas y de recursos a los centros", explica Luna.

Una ley que lo equipara

Aun así, la situación a la que se llegó por una cuestión meramente histórica, según señalan los expertos, ahora se ha apuntalado. El pasado mes de diciembre el Parlamento autonómico aprobó la Ley de Educación vasca. Había estado tres años en negociaciones y su antecedente fue el pacto que PNV, EH Bildu, PSE-EE y Elkarrekin Podemos-IU (el 90% de los parlamentarios) habían firmado en abril de 2022. En resumidas cuentas, además de establecer que la educación se estructuraría como "un sistema plurilingüe cuyo eje es el euskera", el documento contemplaba distintas medidas para reforzar el peso de la escuela pública y para combatir la segregación.

Sin embargo, en cuanto a lo último, los expertos señalan que el texto definitivo consiguió lo contrario. De hecho, EH Bildu y Elkarrekin Podemos-IU se descolgaron en la votación final de la ley, rompiendo así el consenso que se había alcanzado en el pacto firmado meses antes. Una de las razones fue precisamente considerar que la nueva norma iba a "reforzar el sistema más privado de Europa", criticó Miren Gorrotxategi, parlamentaria de la formación morada.

Luna y Turienzo opinan igual. "Lo que se ha hecho es equiparar la concertada y la pública, hablando únicamente de servicio público de educación y considerando como tal todas aquellas escuelas que reciban fondos del Gobierno, independientemente de su titularidad", explica el exdirector del ISEI-IVEI. "Desde algunos sectores pensábamos que era el momento de empujar la escuela pública, pero finalmente el texto no ha sido lo que esperábamos", lamenta.

Más presencia privada: más segregación

Vayamos ahora al segundo punto que incluía el pacto que alcanzó el apoyo del 90% de los parlamentarios vascos: combatir la segregación. El texto final, en este aspecto, remarca que los centros que presten el servicio público vasco de educación "deberán garantizar la libertad sexual y de género y la laicidad", así como regirse por una serie de "principios"; entre ellos, "la no discriminación, transparencia, carencia de ánimo de lucro, atención al alumnado vulnerable y a la diversidad, y el compromiso contra la segregación y la igualdad de oportunidades".

Sin embargo, Turienzo señala que un mayor peso de la privada —esté o no sostenida por fondos públicos— siempre conlleva más segregación, aunque otras fuentes matizan que resulta reduccionista vincular la segregación únicamente a la titularidad, obviando por ejemplo la segregación puramente residencial. En cualquier caso, un informe elaborado por Save The Children y EsadeEcPol a raíz de los datos de las últimas pruebas PISA sí que apuntaba a que existe en el País Vasco. Y de forma destacada.

Las tres comunidades que más porcentaje educativo público destinaban a la escuela concertada eran, por este orden, País Vasco, Madrid y Cataluña. Según la investigación publicada por estas dos organizaciones el pasado mes de diciembre, son estas tres precisamente las autonomías con mayor segregación escolar por origen migrante. Esta vez en un orden diferente, no obstante: Cataluña, País Vasco y Madrid.

La lengua

Esta conclusión a la que llegaron los autores del estudio es fundamental. Y enlaza precisamente con el último punto en el que la gran mayoría del arco parlamentario vasco estaba de acuerdo en su pacto firmado en 2022: articular el sistema educativo como "un sistema plurilingüe cuyo eje es el euskera".

El sistema educativo vasco tiene tres modelos lingüísticos establecidos en un decreto de 1983:

  • El A, en el que todas las materias, exceptuando el euskera, se imparten en castellano.
  • El B, un modelo mixto en el que las asignaturas se imparten en castellano y en euskera.
  • El D, en el que todas las enseñanzas, excepto la lengua castellana, se imparten en euskera.

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Actualmente, y según el avance de datos del curso 2023-2024 que ofrece el Instituto Vasco de Estadística (Eustat), la gran mayoría de estudiantes lo hace bajo el modelo D. En concreto, en el conjunto de Euskadi, lo hacen 256.814 alumnos, el 70% del total de los 371.798 que estudian en la comunidad. Afinando un poco más, por titularidad del centro, ese porcentaje se incrementa hasta el 82,3% en el caso de las escuelas públicas y se reduce hasta el 54,2% en el caso de las privadas, que son casi al 100% concertadas.

Como explica Luna, esto ha sido un proceso gradual, puesto que el reparto no siempre ha sido así. Según señala, el modelo A decreció por una cuestión política, mientras que el B lo hizo porque muchas familias no estaban conformes con el nivel de euskera que se alcanzaba en él. "El sistema euskalduniza a la población, y sobre todo el público", señala el experto. Sin embargo, es al que en su mayoría acude la población inmigrante. Según los datos de Educación, el 66% del alumnado extranjero acude a la pública mientras que el 33% lo hace a la concertada.

El primer porcentaje, por tanto, estudia casi en su totalidad en euskera, provocando un "problema muy grave de resultados", señala Luna. Para verlo hay que volver al último informe PISA. Y al análisis de Save The Chidren y EsadeEcPol, que concluye que un alumno de origen migrante saca de media 32,5 puntos menos en la prueba de matemáticas que uno de origen nacional. Esa es la media en España, pero en el País Vasco la diferencia es muchísimo mayor. De hecho, es la más alta: un estudiante de origen nativo saca hasta 70 puntos más que uno extranjero. "Se han fijado unos objetivos lingüísticos que han creado la tormenta perfecta, puesto que la población inmigrante de Euskadi es la que peores resultados tiene de toda España", incide Luna.

En 1914, el empresario y filántropo Miguel Muñoa fundó la primera escuela en la que se enseñaba euskera. La Euskal-Ikastetxea estaba ubicada en un convento de los carmelitas en Donostia. Fue la primera ikastola. Con el paso de los años se multiplicarían por toda Euskal Herria. Tras la Guerra Civil, la dictadura intentó acabar con ellas, pero no fue capaz. Eran, en aquel momento, el único reducto educativo donde seguía siendo posible estudiar en una lengua que no fuera el castellano. Se contraponían, así, a la llamada escuela nacional, en el sentido más franquista de la palabra, como explica el exdirector del Instituto Vasco de Evaluación e Investigación Educativa (ISEI-IVEI), Francisco Luna, que vincula esta historia a la que vivió, paralelamente, Cataluña. Aun así, su objetivo entonces no era ser la alternativa, sino lo oficial. "Su perspectiva era la de convertirse en el modelo público del sistema educativo", cuenta Luna. Pero la mayoría, más de un siglo después, todavía no lo ha hecho.

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