Terrorismo
Amedo acusa a Francia de dar cobertura a los GAL
Los ministros franceses de Interior tendrán que hablar y decir lo que sabían, es la advertencia que lanza el excomisario de policía español José Amedo Fouce, 30 años después de los atentados cometidos por los GAL en el País Vasco francés, que causaron 27 muertos y que dejaron 30 personas heridas entre 1983 y 1987.
Condenado en 1991 a 108 años de cárcel –pena que quedó reducida a 12 años– por su participación en los GAL, el policía de Bilbao provocó la caída de sus superiores: Julián Sancristóbal, ex gobernador civil de Vizcaya, Rafael Vera, subsecretario del Ministerio de Interior y luego secretario de Estado de Seguridad (1986-1994), y José Barrionuevo, ministro del Interior (1982-1988), dos hombres a los que Felipe González (presidente entre 1982 y 1996) acompañó a las puertas de la cárcel en la que ingresaron, en febrero del 2003. Rafael Vera fue condenado en el 2009 por ingresar dinero en Suiza destinado a comprar el silencio de Amedo y de otros funcionarios.
José Amedo Fouce ha decidido volver a hablar de los atentados cometidos por los GAL, grupo concebido para combatir el terrorismo de ETA, pero que en realidad buscaba desestabilizar el País Vasco francés, donde se refugiaban los comandos terroristas vascos. En su segundo libro, Cal viva, explica con detalle cuál fue la participación, que tilda de decisiva, de los funcionarios franceses. Entre ellos, había uno llamado Jean-Louis, supuestamente encargado de supervisar los ataques más sanguinarios, como el atentado contra el hotel Monbar, en Bayona, que dejó cuatro muertos en 1985. Hasta ahora, Jean-Louis es un hombre sin identificar. Y sin rostro.
La justicia francesa solo procesó a unos pistoleros o a cómplices, sin identificar a ningún comando francés. Además, la mayoría de los casos ya han prescrito en Francia, no así en España. En el juicio contra el exjefe de la brigada de información de Bilbao, Miguel Ángel Planchuelo (absuelto), en 2011, el fiscal de la Audiencia Nacional, Pedro Rubira, se refirió a la necesidad de aclarar el papel de un funcionario llamado Jean-Louis en las acciones de los GAL.
Además, según Amedo, altos cargos franceses filtraban informaciones a España para proteger de la justicia a miembros de los GAL.
Mediapart: Se sabía que los GAL eran una organización impulsada por el gobierno español, pero ahora se descubre que también existió una estructura clandestina francesa. Da la impresión de que los GAL no habrían podido actuar de no ser por esta ayuda…
José Amedo Fouce. Jamás. Hubiera sido todo muchísimo más complicado. Porque si tú actúas, en esta zona pequeña, amparado por una infraestructura propia, integrada por profesionales franceses, que saben donde están los etarras, que saben cuáles sus movimientos, que saben cuáles son sus puntos débiles…, todo eso simplifica las cosas. Había operaciones que se organizaban de un día para otro, precisamente por esa razón, gracias a la participación de funcionarios franceses en la infraestructura de los GAL. Todo esto lo hacía más operativo.
Al comienzo, desde la cúpula socialista se dieron órdenes de actuar
Antes de que llegase al poder, a Felipe González ya le rondaba esa idea por la cabeza. Recuerdo las palabras que le dijo, antes de ser presidente, al periodista de izquierdas Martín Prieto. Le dijo: “¿Qué te parece si los matamos?”. Sabía que la recién nacida democracia española podía verse fracturada si las fuerzas del Estado se quedaban de brazos cruzados ante ETA. Parte de la fuerza de la banda terrorista, que mataba de forma regular a agentes de la ley y el orden, estaba en la posibilidad que tenían de entrar en Francia, de esconder en ese país a los miembros de sus comandos después de haber atentado en España. Felipe González le pidió a Mitterrand, por activa y por pasiva, que lo ayudase. Mitterrand no quiso. Y fue entonces cuando tomaron esta decisión.
Después de la reunión definitiva en Madrid, donde se acordó iniciar las operaciones en Francia, me reuní con Julián Sancristóbal, quien luego sería director general de Seguridad del Estado, en su despacho. Me explicó que se trataba de una acción orquestada por el gobierno, dirigida por Felipe González. Sancristóbal me comentó que esta decisión se había tomado porque la democracia estaba en peligro. A mí me sorprendió, pero compartía la decisión. Aquí en España, el 90% de los españoles hubieran aceptado una acción de estas características, porque se producían muertes cada semana, sin que nosotros fuésemos capaces de hacer nada.
Sancristóbal sabía que yo tenía una red de colaboradores en Francia, esencialmente informadores. La tenía por razones muy sencillas. Llegué a Bilbao a los 2 años, estaba completamente integrado, por mi acento, por mi ubicación, en el meollo vasco. Los funcionarios que venían de fuera del País Vasco vivían recluidos, por miedo, en las casas cuartel o en las comisarías. Ni se les ocurría cruzar la frontera francesa que yo franqueaba con la mayor naturalidad del mundo.
Por aquel entonces, gracias a un empresario francés, Pierre Guerracague, yo había conseguido reunirme en un caserío con dirigentes etarras, del comando Polimi, para propiciar el inicio de las conversaciones. Ya tenía cerrada aquella entrevista, cuando en Madrid decidieron, desde arriba, ir a Francia a secuestrar etarras, a matar etarras.
Así que empezaron a reclutar en Francia…
Lo que me pidió Sancristóbal en su despacho es que movilizase a toda esta red de funcionarios de policía franceses, que ganaban más dinero con lo que pagamos nosotros que con lo que les pagaba el Estado francés. Se trataba de comprar voluntades, gente vinculada con servicios que controlaban la lucha antiterrorista, que nos entregaban documentación sobre los etarras arrestados en Francia, bajo cuerda, de manera oculta. Aquello se pagaba muy bien. En Bayona, San Juan de Luz, Biarritz, yo contaba con una red de funcionarios: hablamos de muchos. Venían también a España, invitados, de celebración, de fiesta, se veían con prostitutas, lo que ellos querían…
Uno de esos funcionarios franceses tuvo un papel clave, Jean-Louis. Lo introduce un policía de la Policía de fronteras, Guy Metge.
Sí, al comienzo, le expliqué a Guy Metge lo que se pretendía hacer en Francia, lo que a mí me habían explicado, y le empieza a dar vueltas, él y los otros. Había que seguir trabajando con los informadores pero al mismo tiempo dedicarse a poner en marcha este nuevo operativo. Sabían que iban a ganar mucho más dinero. Metge me presentó a Jean-Louis. Lo conocí con este nombre, pero no sé si realmente era esa su identidad. Era un tipo que tomaba muchas precauciones. Era frío, calculador, retorcido, muy capacitado. Preguntó si se podía atentar contra un miembro de Iparretarrak. Le dijimos que sí [uno de los primeros atentados organizados por Jean-Louis apuntaba a Xabier Manterola, líder de Iparretarrak, el 1 de febrero de 1985]. Jean-Louis se presentó como policía, inspector. Según dijo, Iparretarrak había matado a un compañero suyo. Era el más resolutivo de los franceses que actuaron con nosotros. Trabajaba con personal que él mismo traía. Metge seguía colaborando, pero Jean-Louis les fue ganando el terreno a todos, dado su carácter resolutivo.
¿En qué momento le pareció decisiva su intervención?
En octubre de 1985, Jean-Louis diseñó una operación que se había dicho que tenía que tener un número determinado de víctimas. Había localizado tres miembros de ETA en un bar, en Biarritz. Antes de operar, tenía que llamar aquí, por teléfono. Llamó a España. Le dijeron que no, que tenían que ser por lo menos cuatro los objetivos, que era necesario que fuese una operación de más importancia. Los que estaban dispuestos a llevarla a cabo, que son Lucien Mattei y Pierre Frugoli, dieron marcha atrás. Al día siguiente, las instrucciones que recibió se las transmitió de forma inequívoca a los pistoleros. A partir de este momento se fue con su gente a la calle Pannecau de Bayona y atacó el Monbar. Lo soluciono, en cuestión de horas. El comando mató a cuatro personas.
¿Esta llamada a España siempre se producía?
El ok, sí.
¿A quién?
Alguien llamaba al Ministerio del Interior. En un caso como este por ejemplo, estaba todo perfectamente organizado. La llamada, primero. Era una cuestión de segundos. Se avisaba de que iba a pasar algo: “Ya está dispuesto”, “ya está organizado”, “va a pasar esto”. Segundos antes, se analizaba el número de victimas. Para los políticos, los que mandaban en los GAL, Sancristóbal y sus superiores, los daños colaterales llegaron a estar incluidos en las operaciones.
Sancristóbal quería poner coches bomba en Francia, lo que implicaba la muerte de mucha gente. Si se producían daños colaterales, el impacto en la opinión pública francesa, vascofrancesa en este caso, era mucho mayor y se sensibilizaba a las autoridades locales para influir en las decisiones que se tomaban en París.
Y en las altas esferas, ¿se transmitía este tipo de informaciones entre franceses y españoles? De forma oficial, existía una estrecha amistad con los responsables franceses. También había sobres. Lo mismo que yo, sobre el terreno. Tenía información, porque tenía gente sobre el terreno, en Francia. Jesús Martínez Torres (excomisario general de Información) también le daba dinero al responsable de la lucha antiterrorista en Francia y automáticamente recibía información. Un ejemplo. La policía francesa, de acuerdo con un juez francés, iba a esperarnos a nosotros, a un lugar determinado, para detenernos. Un responsable antiterrorista francés llamó a Martínez Torres para avisarnos de que se sabía de nuestra cita en la frontera francesa. Y Martínez Torres llamaba a Miguel Planchuelo (jefe superior de la policía de Bilbao) que me decía : “No vayas, porque te van a arrestar». Nos avisaban desde arriba para que no fuésemos, lo que confirma que había una implicación a alto nivel para tapar aquellas cosas.
Después del atentado contra el Monbar, la policía francesa buscó fotos de la gente que se encontraba en la zona en esos moomentos, pensando que podía haber cómplices… Jean-Louis estaba muy cerca de ahí. Llegó a decir por teléfono, cuando se inició el asalto al Monbar : “Parece que dentro están armados, porque hay un tiroteo, es como si hubiese fuegos artificiales en Bayona”.
La participación de dos mujeres jóvenes en las operaciones de los GAL, “la dama negra” y la “dama rubia”, muy preparadas y muy vinculadas a Jean-Louis, permanece como el episodio más misterioso de esta historia…
En marzo 1985, la primera operación de la dama negra la dirigió Castets [Jacques, otro policía francés] cuando entró en el bar Lagunekin de la calle Pannecau, por una puerta trasera. Dejó a dos etarras gravemente heridos. Después se ocupó Jean-Louis. Cuando me hablaron de ellas, dije ¿pero de que me están hablando? Fue en Bayona. Dominique Thomas, la dama negra, debía tener preparación militar previa, era de origen vietnamita, su padre era militar francés. A la otra que vino, la rubia, llamada Margaret, la entrenaba Dominique.
Ha facilitado una foto de la “dama rubia”, que nunca fue identificada…
Nunca. Yo tengo su nombre y apellido.
¿La intervención de estas pistoleras no implica la participación de los servicios de inteligencia en los GAL?
De hecho, el dinero era algo que no les importaba ni lo más mínimo. Cobraban, pero no discutían. Eran impresionantes. Sobre todo la primera, Dominique, sobre todo tras los hechos del bar Lagunekin, el halo de misterio que dejó detrás, el terror que provocó a los etarras. Ver surgir a una chica así, menuda, con un arma automática, en la calle Pannecau, que era el feudo, el epicentro de ETA, una calle muy estrecha, que es prácticamente un callejón sin salida… Estas mujeres estaban preparadas, se disfrazaban, dejaban sus disfraces tirados. Una vez, le lanzó un órdago a un etarra y dejó la peluca encima de su victima. Sin lugar a dudas, para llevar a cabo este tipo de acciones, psicológicamente hay que estar muy preparado. Y, de hecho, nunca las pillaron. Aunque acusaron a Dominique. Le hicieron probarse unos zapatos abandonados por la dama rubia y gracias a eso fue exculpada.
En 1991, la dama negra sólo fue condenada a tres años de cárcel por asociación de malhechores… Sí, y un hombre sigue preso en Francia, Jean-Philippe Labade por su implicación en los GAL, en algo menor, como informador. La condena a cadena perpetua que se le ha aplicado es una de las mayores injusticias que se han cometido. Me parece terrible que pese a tener una implicación mínima, lo haya pagado tan caro. El fallo de Labade fue conocer a Patrick de Carvalho –uno de los pistoleros de los GAL–, cuando iba a actuar. Puesto que se dedicaba a vender locales, le facilitó las llaves de uno en Ciboure, una ubicación perfecta para atacar a un etarra (Alberto Aldana Barrena). Carvalho estaba preparando este atentado con una ballesta, para lanzarle a la cabeza una flecha que llevaba la firma de los GAL. La policía estaba detrás de Carvalho, investigando y creyeron que Labade había participado en las operaciones que llevó a cabo Carvalho [en febrero de 1984, Carvalho había matado, entre otros, a Eugenio Gutiérrez Salazar, llamado El Tigre, con un fusil de mira telescópica y, en marzo, a Pérez de Arenaza].
En esta misma investigación se sospechó de la implicación del policía Guy Metge. Labade tenía el teléfono de Guy Metge. Entonces se empezó a sospechar de Metge y alguien decidió que había que eliminarlo, para que la policía francesa no se viese salpicada. ¿Jean-Louis es el que le explica que han matado a Metge cuando oficialmente se ha dicho que murió en un accidente de tráfico?
Exacto. Lo hacen gracias a un dispositivo que pusieron en la caja de cambios de su coche. Jean-Louis no fue muy preciso. Yo no sé quién se encargó de esa operación. Más arriba, los servicios franceses y españoles hacían todo lo posible y se comunicaban para no aparecer involucrados en ese asunto.
Un tal Jacques, que nunca ha aparecido, pero del que usted muestra una foto, parecer haber sido el artífice del grupo.
Sí, Jacques era el responsable de este tema.
Al final de esta serie de atentados, Sancristóbal le dijo: "De Jean-Louis no hablas". ¿El dirigente español tuvo un contacto directo con el francés?
Sí. Supe que hablaban entre ellos. Había algo. Sancristóbal intervino directamente en algunas operaciones. Era muy impetuoso. Vino al lugar del secuestro de Segundo Marey [secuestrado en diciembre 1983 y liberado cuando los GAL se dieron cuenta que no tenía nada que ver con ETA], ¡un político! ¡Encontró los secuestradores, fue con ellos! Se entrevistó con Mohand Talbi en el monte cuando estaba secuestrado Marey para animarlo. Sancristóbal se implicaba mucho. Mucho. Decía "quiero sangre", quería muertos en Francia.
Al principio, en 1983, se prestó ir a ver a un delincuente, Morcillo, para matar a alguien en España. Sancristóbal también fue al principio, cuando se planeó poner un coche bomba en San Juan de Luz, en el bar Mingo, frecuentado por muchos etarras. A un hombre de los GAL, Jean-Pierre Echalier, le dieron una bomba con tres kilos de dinamita y dos kilos de clavos. Con ese material, se podía reventar toda la casa. Luego, Echalier se echó atrás y nunca se le volvió a ver. Y el atentado nunca se cometió.
¿Hasta dónde llega esta cadena de mando?
En España intervienen responsables al máximo nivel, una operación de la que está al corriente el Rey. No nos olvidemos que después de la tentativa de golpe de estado de 1981, los militares exigen que se actúe contra ETA en Francia. De no participar mandos del más alto nivel, nunca se habría hecho.
Hasta ahora, González lo ha negado.
Hace un año o dos, González dijo : “Pude volar la cúpula de ETA en Francia”. Esto es empezar a decir algo. Todo el mundo sabe que está González detrás. Igual que cuando ETA deje las armas y se disuelva, lógicamente ETA y el PNV van a pedir que el Estado español reconozca que también atentó contra ellos. Lo van a pedir. No lo va a reconocer el Gobierno de ahora, porque el máximo jefe de Alianza Popular de la época, Manuel Fraga Iribarne, también fue informado por Felipe González.
Y el Rey también lo sabía. El Rey llamó al juez Garzón para decirle que no investigara los GAL porque era un asunto de estado. Creo que Rafael Vera lo va a contar cuando ETA sea historia. Y creo que González también.
¡Cuidado! Sería bueno que los ministros franceses del Interior franceses reconociesen también que ellos lo sabían. A mí, Sancristóbal, en la cárcel, me dijo que cuando era secretario de Estado, un alto cargo de los servicios de inteligencia franceses, íntimo amigo de él, tenía la grabación de un encuentro de Felipe González con François Mitterrand para hablar de los GAL. En esencia, Mitterrand le pedía a González que pusiese fin a las operaciones.
El gobierno francés sabía que el ejecutivo español estaba detrás de los GAL. Cuando llegó Chirac al poder en 1986, le dijo a González que todo se había terminado. Y luego, durante las investigaciones judiciales, los franceses eran los encargados de dar el chivatazo: “Oye no vayas por aquí que te vamos a dar caza". De esta forma se seguía colaborando. El estado francés también protegía a los GAL.
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¿Porque el título Cal viva?
No tenía intención de publicar este libro con motivo del 30º aniversario de los GAL, sino coincidiendo con el final de las primeras acciones. Zabala y Lasa, raptados en Bayona, fueron enterrados en cal viva, cerca de Alicante. A Segundo Marey también quisieron enterrarlo en cal viva, pero me opuse. Habían comprado hasta la cal.
La entrevista con José Amedo se hizo en Madrid el 7 de diciembre. Las fotos de este artículo son de Daniel Vélez, fotógrafo del diario Sud-Ouest y corresponsal de AFP, que cubrió estos atentados así como los juicios posteriores.