"¡Lo gané todo con el sudor de mi frente!". "¡Nadie me ha regalado nada!". Todos hemos oído estas frases (o incluso las hemos dicho). Son expresiones comunes, en realidad. Pero, ¿se sostienen? Sin negar que haya casos en que sean ciertas, los datos desaconsejan tomarlas como regla general. Además, es conveniente pasarles dos filtros: uno territorial y otro de género.
¿De qué datos hablamos? De los recogidos y analizados para el informe El ascensor social en España. Un análisis sobre la movilidad intergeneracional de la renta, que el think tank Esade Ecpol publicará este martes dentro de su línea de investigación Desigualdad y fiscalidad. El trabajo es una síntesis detallada de un trabajo académico más amplio que realiza Javier Soria, investigador doctoral en la París School of Economics y profesor en el Instituto de Estudios Políticos de París (Science Po). Su estudio, centrado en los niños españoles que alcanzaron la edad adulta (30-36 años) en 2016, se basa en el análisis de una base de datos de declaraciones fiscales que ligan a millones de padres e hijos. Dicho conjunto de datos, con 2,7 millones de observaciones, sale del proyecto Atlas de Oportunidades de las fundaciones Cotec y Felipe González.
El informe no sólo acredita que el ascensor social está averiado, sino que demuestra cómo dicha avería castiga especialmente a la España pobre –o menos rica– y a las mujeres.
El informe se centra en la movilidad intergeneracional de la renta, que mide hasta qué nivel de ingresos llegan los hijos en función de los ingresos de sus padres. Es un indicador clave para saber si funciona el llamado "ascensor social", cuyo correcto engranaje es "un desafío central para la sociedad española", señala el informe. Y no sólo por "equidad", sino por eficiencia económica y estabilidad política, dado que "una sociedad en la que los hijos de las familias más pobres tienen menos oportunidades tiende a unos mayores niveles de segregación y polarización, lo cual está relacionado con una mayor inestabilidad política".
La avería del ascensor social es un hecho asumido por el propio Gobierno, que en su plan España 2050 recoge la necesidad de "reactivar" su funcionamiento: "En el pasado, España logró poner en marcha un potente ascensor social que permitió que muchas personas progresasen y lograsen una posición social mejor que la que habían tenido sus padres. A partir de mediados de los 90, sin embargo, fue oxidándose". De modo que España está lejos de ser una sociedad óptima en cuanto a movilidad intergeneracional, que sería aquella en la que la profesión y el sueldo de papá y mamá no influirían nada a la hora de colocarse en la vida. ¿Creíble? Seamos francos: no. La completa neutralización del origen en el logro económico es una hipótesis lejana. Siempre hay una desviación, por más igualitarista que sea una sociedad. Lo que hace este informe de profundidad inédita de Esade Ecpol es medir la magnitud de esa desviación en España, cuyo Estado del bienestar ha acreditado una insuficiente capacidad de corrección de las desigualdades de origen.
El estudio concluye que la renta de los padres influye "en gran medida". Y aquí hay que hacer una precisión: no se está hablando del patrimonio, que también será más voluminoso en los hijos de las familias más ricas, sino de los ingresos. Renta y riqueza están conectadas, pero no son lo mismo. Este estudio es sobre movilidad intergeneracional de la renta. Y deja datos como estos:
– Hay diferencias de hasta 23.000 euros entre el ingreso medio alcanzado por los hijos de las familias más ricas y las más pobres.
– Los hijos del 1% con mayores ingresos (top 1) acaban con una renta media más de 20.000 euros superior que los hijos de una familia media (percentil 50).
– Menos de 4 de cada 100 miembros del top 1 de ingresos viene de familias que empezaron en el 10% más pobre.
Los que mejor se lo montan son los ricos entre los ricos. Este gráfico muestra cómo la relación entre los percentiles de los padres y de los hijos es casi lineal excepto en los más altos –los de familias más ricas–, donde aumenta más rápido, lo que indica "un mayor persistencia intergeneracional de los ingresos en la cúspide de la distribución de la renta".
Los hijos de familias en el top 10 de ingresos acaban de media en el percentil 62, equivalente a un ingreso de 29.590 euros, mientras que los hijos del 10% más bajo acaban en el percentil 43 (16.775 euros). Los hijos del top 1% acaban en el percentil 69 (cerca de 40.000 euros), marcando una diferencia de 20.000 euros respecto a una familia media y de unos 23.000 en comparación al percentil más pobre.
También es elocuente el porcentaje de niños que acaban en el top 1 de ingresos. Los que vienen de familias de los percentiles más elevados, sobre todo del top 1, tienen una "enorme facilidad relativa" para llegar a la posición más alta. En una sociedad igualitaria, el porcentaje de hijos de familia del top 1 que son ellos mismos top 1 sería del 1%. En la realidad, es de más del 9%. Los hijos del top 10 que acaban en el top 1 deberían ser –de nuevo en esta hipotética sociedad totalmente igualitaria– del 10%, pero son casi del 39%. En el envés de la moneda, el porcentaje de hijos de hogares del 10% más bajo que acaban en el top 1 es de un 3,77%, cuando debería ser de un 10%.
Analizando la "ventaja extra" del top 1 se llega a esta conclusión: es 24 veces más fácil acabar en el top 1 de ingresos viniendo del percentil más alto que saliendo del decil más bajo. Por eso conviene arquear la ceja cuando alguien dice: "Llegué solo a lo más alto".
Este otro gráfico muestra el quintil de ingresos de los hijos en función del quintil de ingresos de los padres. Es decir, a qué salario llegas en función del que tuvieron tus padres.
Si ponemos el foco en los porcentajes en gris, se ve que de los niños crecidos en familias del quintil más rico, el 33% siguen ahí cuando son adultos. En cambio, sólo un 12% de los que nacen en el quintil más pobre alcanzan el más rico de mayores. Si miramos el naranja, concluimos que es mucho más probable nacer en el quintil más pobre y permanecer en él (25%) que acabar siendo pobre naciendo rico (15%).
De Cádiz a Barcelona, del sur de Estados Unidos a Escandinavia
España no está sola en este problema. El informe sitúa a nuestro ascensor social "en un punto intermedio entre los países de alta movilidad intergeneracional, como Australia o Suiza, y los de baja movilidad, como Estados Unidos o Italia".
Donde el informe lanza la alerta no es pues en las diferencias entre España y otros países, sino en las diferencias dentro de la propia España. ¿En qué sentido? Hay dos Españas en lo referente al ascensor social.
La primera, la más móvil, estaría representada por Cataluña, que es la comunidad con mayor nivel de movilidad en sus dos tipos: 1) movilidad absoluta, que grosso modo mide hasta qué punto los niños de un entorno social específico están mejor que sus padres cuando son adultos; 2) movilidad relativa, que sirve para calcular la diferencia de ingresos de los hijos de familias ricas y pobres cuando son adultos. Los índices de movilidad en Cataluña son similares a los de los países escandinavos, señala el informe. En el otro lado de la balanza están Andalucía y Canarias, con números de movilidad absoluta –entre hijos y padres– y relativa –entre pobres y ricos– "cercanas a los estados sureños de Estados Unidos", escribe Soria.
Esta gráfica muestra el percentil medio alcanzado por los hijos de familias del cuartil más pobre.
¿Qué se ve? Las zonas que consideramos más móviles, es decir, con mayor movilidad intergeneracional de ingresos, se sitúan en el norte/noreste del país, mientras que las menos móviles están en el sur/suroeste. Las dos provincias más destacadas son Barcelona y Lleida. Sólo un tono menos de azul presentan Tarragona, Madrid, Zaragoza, La Rioja, Guadalajara, Soria y Palencia. Ojo, como aclara Javier Soria, no hay que interpretar de la misma manera los azules de provincias como Barcelona y Palencia, ya que en el segundo caso la mayor movilidad intergeneracional se debe a la mayor emigración desde la provincia de origen a otras más dinámicas económicamente, como la propia Barcelona o Madrid. "Ni Soria ni Guadalajara son paraísos de la movilidad social. Lo que ocurre es que hay mucha emigración", explica a infoLibre el investigador.
En cuanto a las provincias con menor movilidad, las cuatro más rojas son de Andalucía occidental –Huelva, Cádiz, Málaga y Sevilla– y Canarias. El resto son naranjas: Andalucía oriental, las dos provincias extremeñas y Pontevedra (Galicia).
Vayamos a los dos casos extremos. La provincia en la que los hijos de familias pobres consiguen ascender más alto es Barcelona, donde llegan de media al percentil 53, equivalente a una renta media de 20.556 euros. Esto supone una diferencia de casi 6.000 euros con Cádiz.
El siguiente gráfico muestra la llamada "elasticidad intergeneracional" del percentil de ingresos en cada provincia, lo que nos permite ver cómo de fuerte es la influencia del ingreso familiar en el ingreso futuro. En la provincia de Soria, es sólo del 0,12, lo que indica una baja influencia del entorno económico, aunque en este caso debido a la emigración. En el extremo contrario nos encontramos con Cádiz, con una elasticidad de 0,21. Este 0,21 significa que hay una diferencia de hasta 21 percentiles entre los hijos de las familias con mayor y menor renta.
Las provincias que muestran altos niveles de movilidad absoluta (las que ofrecen más oportunidades a los niños que provienen de familias pobres) tienden a mostrar también altas tasas de movilidad relativa (es decir, la diferencia de ingresos entre los niños nacidos en familias pobres y en familias ricas es menor). Provincias como Barcelona, Lleida o Soria ofrecen grandes oportunidades de ascenso y al mismo tiempo consiguen diferencias entre hijos de familias ricas y pobres relativamente bajas. De nuevo, Cádiz sobresale en el otro extremo. Pero se trata, señala el informe, de "un fenómeno bastante común en todas las provincias de Andalucía". De nuevo, las dos Españas.
La "curva del Gran Gatsby"
El autor detecta una relación entre movilidad intergeneracional y desigualdad de ingreso a nivel territorial. Es lo que se llama curva del Gran Gatsby. ¿Qué significa? Que cuanta más desigualdad hay en una zona –más diferencia entre ricos y pobres–, menos movilidad intergeneracional absoluta hay –menos consiguen los hijos superar a sus padres–.
No es sólo que la disfunción del ascensor social incube desigualdad, es que la desigualdad provoca disfunciones en el ascensor social. Lo expresa así el autor del informe: "Las desigualdades estructurales son una barrera para un ascensor social funcional". Este gráfico acredita una clara asociación negativa entre el percentil medio alcanzado en una determinada provincia por hijos pobres (movilidad absoluta) y el nivel de desigualdad de la renta, medido con el conocido como "índice Gini".
Es un círculo vicioso, descrito así por Soria: "Una mayor desigualdad magnifica las consecuencias de las diferencias materiales innatas [...], cambia los incentivos y las instituciones que forman, desarrollan y transmiten las características y las habilidades valoradas en el mercado laboral; y cambia el equilibrio de poder para que algunos grupos estén en posición de estructurar políticas o de apoyar a sus hijos, independientemente del talento de estos". El resultado global es que a priori "la generación de niños nacidos" en los 80, que alcanza su edad laboral teóricamente más estable en la presente década, "experimentará un grado menor de movilidad intergeneracional de los ingresos que el de las generaciones anteriores, que se criaron en una época con menor desigualdad".
Los frutos de la migración
El informe se hace una pregunta: si la movilidad intergeneracional está marcada por la provincia de origen, ¿cambiarse a otra sirve para prosperar? Los datos, a partir de las declaraciones de ese 13% de individuos en la base de datos que viven fuera de su provincia de origen, apuntan a una respuesta afirmativa.
Hay un "patrón inequívoco": los hijos que se mudan acaban, de media, en un percentil más alto en comparación que los que se quedan en su provincia.
Se conforma así una España con “áreas de oportunidades”, es decir, zonas que promueven la ascensión social de los más pobres, y "áreas de desigualdad persistente", donde el origen familiar influye sustancialmente en los resultados económicos de los hijos.
Veamos estos tres mapas de calor. En el primero, se ve a qué percentil de ingresos llegan los hijos de familias pobres. Cuanto más azul, más alto llegan. Cuanto más rojo, menos. Abajo a la izquierda, se muestra esta misma medida sólo para los hijos que nacen en una provincia y siguen viviendo ahí cuando son adultos. Como se ve, hay poco azul y mucho rojo y naranja. Abajo a la derecha, en cambio, se muestra la misma medida pero sólo para los hijos que nacen en esa provincia y viven en otra distinta cuando son adultos. Mucho azul. Las excepciones son los que se van de Barcelona y Madrid, tractores económicos.
"Los datos muestran un claro abandono del sur y de lo que podríamos llamar la España vaciada", explica Soria, que alerta de la consolidación de un fenómeno: "El principal mecanismo para subir en la escalera social es irte de la provincia". Ante esto, cree que la vía correcta de actuación política es "invertir en factores que aumenten las oportunidades en terrenos de baja movilidad intergeneracional", en vez de generar las condiciones para incentivar una emigración masiva a los grandes polos económicos.
Una brecha de género
Ellas sufren una movilidad intergeneracional "sistemáticamente más baja" que ellos, señala el informe. Y lo precisa con un dato: las niñas que crecieron en hogares con ingresos en la media nacional terminan, en promedio, en el percentil 46, mientras que los hijos de esas mismas familias alcanzan el percentil 52. Esto se corresponde con una brecha de ingresos media de 2.796 euros, un 13% de la renta media nacional, según el informe.
Hay más datos que acreditan un peor funcionamiento del ascensor social para las mujeres. De los hijos que nacen en el quintil más pobre, un 15% llega al más rico frente a un 10% de las hijas. El porcentaje de hijos que nacen en el quintil más rico y que acaban siendo ricos es mayor para los hombres (36%) que para las mujeres (30%).
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La brecha de género se agrava con la territorial. Las diferencias entre hombre y mujer "tienden a ser mayores en las provincias que presentan una baja movilidad relativa".
En el siguiente gráfico, en el bloque de la izquierda vemos a los hombres. En el de la izquierda, a las mujeres. En gris se ve el porcentaje que llega al quintil más rico según el quintil de ingresos de los padres. El porcentaje siempre es mayor para ellos que para ellas, en todos los tramos de renta familiar (15-10; 17-11; 21-14; 26-19; 36-30).
El autor del informe señala que "la movilidad ocupacional ascendente, especialmente hacia las categorías más altas (puestos profesionales, directivos y ejecutivos) es mucho más común para los hombres que para las mujeres, aunque la brecha se ha reducido para la generación más joven". ¿Por qué existe esta brecha de género en la movilidad intergeneracional, a pesar de que las mujeres tienen un mejor comportamiento en el sistema educativo, tanto en repetición y abandono como en resultados en PISA y notas universitarias? "La rigidez del mercado laboral español (donde conceptos como el trabajo desde casa, la conciliación de la vida laboral y familiar, la igualdad de derechos en los permisos de maternidad y el cuidado de los hijos son todavía poco frecuentes) podría explicar por qué el gran avance educativo en términos de paridad no se ha traducido en resultados ocupacionales", responde el autor.
"¡Lo gané todo con el sudor de mi frente!". "¡Nadie me ha regalado nada!". Todos hemos oído estas frases (o incluso las hemos dicho). Son expresiones comunes, en realidad. Pero, ¿se sostienen? Sin negar que haya casos en que sean ciertas, los datos desaconsejan tomarlas como regla general. Además, es conveniente pasarles dos filtros: uno territorial y otro de género.