Crisis del coronavirus
El auge del virus en Almería y la Costa del Sol desata las alertas en Andalucía
No hace tanto, en junio, se llegó a poner de moda en la narración sobre el coronavirus en Andalucía una expresión: “cuádruple cero”. Es decir, cero positivos confirmados con PCR, cero hospitalizaciones, cero ingresos en UCI y cero muertes. Sobresalía Almería, la provincia más oriental, cuyas malas comunicaciones habían contribuido a proteger de la expansión del virus. Era un territorio que se había convertido en emblema de la buena posición relativa de la gran comunidad del sur para encarar la desescalada. Ahí están los datos del 22 de junio, primer día tras el fin del estado de alarma. La Junta de Andalucía comunicó aquel día al Ministerio de Sanidad nueve casos en toda la comunidad y dos dos hospitalizaciones. Nadie entró la UCI y nadie murió. En cuanto a la provincia de Almería, logró un “cuádruple cero”, según los datos comunicados aquel día. Menos de dos meses después, hoy Almería es, por delante de la Costa del Sol, el principal problema sanitario de Andalucía, comunidad en la que las autoridades han cambiado de discurso, hasta ahora basado en exaltar la “seguridad” de las costas andaluzas para el turismo, para pasar a reconocer ahora una situación delicada e incluso advertir de medidas duras.
La delegada de la Junta de Andalucía en Almería, Maribel Sánchez, admitió este jueves que, con 1.846 casos activos, están “tensos”. “La ciudadanía no puede permitir que esto se vaya de las manos”, afirmó, poniendo el foco en el comportamiento de la población. Ha sido una constante de la lectura oficial de los datos, que ha puesto más el foco en el ocio que en las situaciones de hacinamiento laboral en una provincia con fuerte sector agrícola. Los frentes abiertos en Almería son varios. El más grave es el de la residencia de mayores de El Zapillo, en la capital, que suma ya tres muertos. El Ejido, tierra de invernaderos, cuenta 325 casos activos. Un brote surgido en la noche de Mojácar totaliza 94. Las cifras contrastan con los felices tiempos del “cuádruple cero”.
Es sencillo observar la evolución negativa en las curvas de casos diarios del Instituto de Salud Carlos III. El dibujo suele ser parecido en casi todas las provincias y coincide con el del conjunto de España. Son, grosso modo, letras U con la segunda parte de la letra más corta que la primera, a pesar de que ahora se hacen muchas más PCR. Las excepciones a este modelo son conocidas por la gravedad de la situación, caso de Zaragoza, donde se detectan más casos en agosto que en a finales de marzo, cuando se alcanzó el máximo. Madrid va camino de poner la segunda parte de la letra tan alta como la primera.
Pero no hay una gráfica como la de Almería. La primera parte de la U es bajísima, mayo y junio son casi planos, y ahora se ha lanzado hacia arriba. En realidad, no es una U, como puede verse en la gráfica que encabeza esta información.
Los datos de incidencia acumulada, es decir, los casos por cada 100.000 habitantes que va recogiendo el Instituto Carlos III, también invitan a la inquietud. En la semana del 10 al 16 de agosto, Almería alcanzaba los 106,72. Esta situación es peor que la de Barcelona, 70,9. Además, mientras Barcelona mejoraba (venía de 82,14) con respecto a la semana anterior, Almería empeora (de 88,31 a 106,72). Sólo tienen más incidencia acumulada Zaragoza, Huesca, Madrid, Burgos, Vizcaya, Álava, Guipúzcoa y La Rioja.
Evolución de los casos detectados en la provincia de Almería desde el 8 de marzo.
Otra fotografía interesante se toma desde las tablas del Instituto de Estadística y Cartografía de Andalucía (IECA). De los 3.154 casos confirmados con PCR en Almería en total, 1.422 lo han sido en los últimos 14 días, con datos actualizados este mismo jueves. Es decir, el 45,08% en sólo dos semanas. Y eso en una provincia que el 20 de marzo, cuando España alcanzó el pico de la curva con cerca de 11.000 casos, hubo sólo 9 confirmaciones con PCR y había en total sólo 53 casos conocidos en total.
Cualquier comparación de la actual situación con la de marzo a abril obliga a aclaraciones. Fundamentalmente, porque ahora hay más control y seguimiento. Ahora se realizan más PCR, con lo que se detectan más casos, y ello pese a que Andalucía se encuentra a la cola en porcentaje de test por cada mil habitantes, con 51,6. Como resultado del mayor número de test en comparación a la primera oleada, hay mayor cantidad de positivos asintomáticos y son muchos menos que antes los que ahora son hospitalizados. No hay más que ver la fotografía actual del covid-19 en Andalucía para comprobarlo. Algunos datos. Actualmente hay 234 hospitalizados, 35 en UCI, y han muerto 8 personas en los últimos siete días. Es cierto por lo tanto que ha habido una subida desde el 22 de junio, con el fin del estado de alarma, cuando había sólo 44 hospitalizados, 9 de ellos en UCI. Pero no es una subida de la misma magnitud que la producida en en cuanto casos. El 22 de junio se notificaron 9, este jueves fueron 586.
Costa del Sol
Almería es el punto en peor situación. Pero no es la único que preocupa a la Junta. Ahí está la Costa del Sol, capital del sector económico que el presidente Juanma Moreno (PP) llama “nuestra industria”: el turismo. A pesar de que el mensaje más insistente de las autoridades ha sido el de la “seguridad” de los destinos andaluces, lo cierto es que la gráfica de la Costa del Sol va inequívocamente a peor. De los 1.728 confirmados por PCR en la Costa del Sol, 739 (42,76%) lo han sido en los últimos 15 días y 409 en los últimos siete.
En Marbella, la joya de la corona del turismo, marca protegida a toda costa por las autoridades, de los 852 casos confirmados por PCR, más de un 47% (403) lo han sido en los últimos 14 días, con datos del IECA. Ello ha llevado al cierre de las playas por la noche, para evitar que se traslade allí la diversión con el cierre de las discotecas y los pubs
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Con el mes de agosto encarando la recta final y el inicio de curso a la vuelta de la esquina, el Gobierno andaluz ha ido relegando el discurso del “turismo seguro” para empezar a dar voces de creciente alarma. Otra vez, los contrastes. El consejero de Salud y Familias, Jesús Aguirre (PP), afirmaba el 30 de junio que la situación estaba “controlada”. El 6 de julio, el vicepresidente Juan Marín (Cs) decía: “Andalucía es el destino más seguro del mundo”. La música ahora es otra. “Estamos muy preocupados por la evolución de la pandemia”, admitía este jueves Aguirre, dando cobertura a una advertencia realizada el día anterior por Juanma Moreno: “No me va a temblar el pulso para tomar las decisiones que tenga que adoptar, por muy dolorosas que sean”.
Comparada con la situación de otras comunidades, como Madrid, Andalucía sale bien parada. Incluso con la media nacional. Los responsables de la Junta suelen alegar que Andalucía tiene menor incidencia acumulada. Y es verdad. En los últimos 14 días, Andalucía ha tenido 66,3 casos por cada 100.000 habitantes, cuando la media son 142,27 (una relación de 2,15 a 1). Pero, viendo la evolución, Andalucía ha perdido terreno. El 22 de junio, la incidencia acumulada en Andalucía era de 1,13 casos por cada 100.000 habitantes, frente a 8,3 en España, (una relación de 7,34 a 1).
El catedrático de Métodos Cuantitativos de la Universidad de Huelva Juan José García del Hoyo, que hace un seguimiento diario de los casos en Andalucía, afirma que la situación en la comunidad, atendiendo a las hospitalizaciones, presenta un razonable nivel de control, aunque no suficiente para encarar con garantías el inicio del curso, que le preocupa sobremanera. “El número de hospitalizados semanalmente sobre el número de positivos era a finales de marzo del 55%, ahora es de poco más del 5%”, subraya para pedir calma. No obstante, García del Hoyo advierte claramente sobre la excepción almeriense –que a su juicio se explica fundamentalmente por el regreso de temporeros que han estado en las campañas realizadas en Lleida– y, en menor medida, en la Costa del Sol. “Es previsible que ahora se ralentice el nivel de contagio, porque esta quincena va a haber menos turismo que en la primera, como ya se está viendo. Eso sí, es preocupante la vuelta de la actividad educativa, ahí puede haber un repunte fuerte”, señala.