Apenas a unas horas de que finalice la campaña electoral más extraordinaria de la historia de Cataluña, las grietas en el bloque independentista no hacen más que agrandarse. A lo incierto del resultado —el margen de error de las encuestas mantiene viva pero no garantiza la posibilidad de una victoria en escaños de las fuerzas que impulsaron la proclamación de la república independiente de Cataluña— se suma la incógnita acerca de cómo se repartirá el voto soberanista entre Junts per Catalunya, Esquerra y la CUP. Las tres formaciones coinciden en el rechazo al artículo 115 y a la persecución judicial de los promotores de la independencia pero discrepan en casi todo los demás. Esa circunstancia, especialmente visible en los últimos días, se ha manifestado abiertamente en torno a la cuestión de la unilateralidad, una estrategia de ruptura con España que en este momento sólo asume claramente la CUP, y el problema de quién debe ser presidente, en el caso de que la aritmética parlamentaria les sea favorable.
Carles Puigdemont ha construido su campaña desde Bruselas en torno a una idea fija: las elecciones deben servir, exclusivamente, para devolver al Govern a él mismo, en calidad de president, y al resto de los consellers que fueron cesados por el Gobierno de Mariano Rajoy. Y a partir de ahí, forzar una negociación con el Estado sobre la base de la república ya proclamada.
El cabeza de cartel de Junts per Catalunya no se ha desviado un milímetro de ese objetivo a pesar de que ERC ya dio muestras desde el principio de no compartir esa estrategia, empezando por su negativa a formar una candidatura de unidad. La llamada lista del president ha hecho de Puigdemont un símbolo de las aspiraciones de la Cataluña soberanista con el objetivo de atraer al máximo número posible de ciudadanos partidarios de la proclamación de la república. Y no le ha ido mal: desde que empezó la precampaña, las expectativas de JuntsxCat han ido a más, en perjuicio precisamente de Esquerra, aunque las encuestas siguen situando a los de Puigdemont por debajo de los republicanos.
El president cesado repite casi cada día que su objetivo es volver a la Presidencia y a Cataluña con el apoyo de ERC y la CUP. Su discurso pide conseguirlo, restaurar lo que él llama el Govern legítimo y poner fin a la persecución judicial de los promotores de la independencia.
Su directora de campaña, Elsa Artadi, dejó bien claro este lunes, por si alguien tiene dudas, que JuntsxCat no investirá “a ningún president diferente a Puigdemont”. Lo hizo apenas unas horas después de que Rac1 emitiera una entrevista con Oriol Junqueras, grabada telefónicamente desde la prisión madrileña en la que permanece desde hace casi siete semanas, en la que el que líder de Esquerra marca distancias con los huidos a Bruselas al proclamar que está en la cárcel porque no se "esconde" nunca de lo que hace y porque es consecuente con sus actos. Y, lo que es más importante, en esas declaraciones Junqueras anunció que no tiene intención alguna de dar la Presidencia a Puigdemont. “Espero poder ir a la sesión de investidura y poder formar Govern, que seguro que formaremos, y que si así lo decide el Parlament tendré la posibilidad de presidir”, subrayó. En coherencia con ese planteamiento, Esquerra desplazará este martes a sus principales candidatos a pocos metros de la cárcel de Estremera (Madrid) para escenificar el respaldo a su candidato a la Presidencia.
Las palabras de Junqueras no hacen sino confirmar la estrategia de ERC de liderar el bloque independentista que está en el origen de la decisión de no aceptar que el soberanismo se presentase a las elecciones bajo el paraguas de una lista única. Las relaciones entre el líder republicano y Puigdemont ya estaban muy deterioradas en los días previos a la proclamación de la república y la gestión que cada uno hizo de su situación personal tras la destitución del Govern (uno huyendo a Bruselas y el otro afrontando en España las acusaciones de los tribunales) anticipó las propuestas muy diferentes con las que ambos se han presentado a las elecciones: JuntsxCat proponiendo volver al día de la intervención de Cataluña; ERC renunciando a la unilateralidad.
El mensaje de Junqueras, reclamando para ERC la Presidencia si su partido es el más votado en el bloque soberanista, llegó poco después de que trascendiera, este fin de semana, que la ANC había pedido a sus asociados que el jueves 21 voten a Puigdemont como ul único presidente legítimo.
El president de la Generalitat cesado, Carles Puigdemont, también en una entrevista emitida por Rac1, evitó el enfrentamiento directo, pero insistió en la necesidad de conseguir la restauración del Governrestauración, lo que significa que sigue defendiendo que los tres grupos soberanistas le devuelvan la Presidencia. “La única manera de derrotar el 155 de Mariano Rajoy es que las cosas sean lo más parecidas posibles a lo que se quiso cargar”, insistió.
Marta Rovira, número dos de ERC por Barcelona, intentó quitar hierro a las palabras de Junqueras prometiendo que los soberanistas se pondrán “de acuerdo como siempre” han hecho. "ERC siempre será leal a los mandatos democráticos”, señaló.
Los signos de división, sin embargo, son muy evidentes. El número tres por Barcelona de la CUP, Vidal Aragonés, aprovechó un acto en Cornellà de Llobregat (Barcelona) para enviar un aviso a ERC y JuntsxCat: “Si generamos la mínima duda sobre que es necesario avanzar, nos arrasará la derecha españolista”. La gente que votó el 1-O “no se merece un paso atrás”. Por esa razón, proclamó, la CUP no coincidirá con quienes no quieran seguir adelante con la república de manera unilateral, informa Europa Press.
Una unilateralidad en la que los cupaires ya no ven a ERC pero tampoco a JuntsxCat y sin la cual, después del 21D, no están dispuestos a hacer presidente a nadie.
El día después, según Rovira
Sobre ese escenario, el que vendrá después de votar en el caso de que el independentismo conserve la hegemonía parlamentaria que conquistó en 2015, Marta Rovira dio este lunes algunas pistas. Si el independentismo consigue un “mandato muy incuestionable”, explicó, en el exterior tendrá que ser leído como una victoria inequívoca. “Es fundamental”, explicó en un acto organizado por la agencia Efe, “comunicar el resultado a nivel internacional, ver cómo es leído a nivel internacional y, a partir de aquí, estudiar cómo abrimos una vía bilateral, con quién abrimos esta vía bilateral y quién nos quiere acompañar a abrir esta vía bilateral”.
Con ayuda de esa “mediación” o “acompañamiento” internacional para garantizar que "todo el mundo" asume el resultado electoral, ha dicho Rovira, habrá que "ver si este acompañamiento permite abrir una vía dialogada, honesta y sincera que respete el mandato democrático" emanado de las urnas.
Las tensiones en el bloque independentista crecen espoleadas por lo apretado de las previsiones de las encuestas y de los últimos datos conocidos, que hablan de un incremento de los indecisos y afirman que la mayoría soberanista no está garantizada. Un escenario que tampoco contribuye a sembrar la paz en el bloque constitucionalista, muy dividido desde el comienzo de la campaña.
Miquel Iceta (PSC) reafirmó, una vez más, su rechazo a pactar con Puigdemont o con Junqueras, aunque sí señaló que, en su opinión, el líder republicano “está preparando el terreno para ampliar ERC a sectores menos radicales como los que ha representado hasta ahora”. Y volvió a señalar su convencimiento de que es el candidato no independentista mejor situado para conseguir la combinación de apoyo y abstenciones que hacen falta para ganar la investidura en el Parlament.
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En busca de que el voto útil contrario a los independentistas le asegure ser la candidatura más votada, Ciudadanos insistió este lunes en sembrar dudas entre los potenciales votantes del PSC. “Nuestros votantes no nos perdonarán nunca haber dejado pasar esta oportunidad”, aseguró su candidata a la Presidencia, Inés Arrimada, en un acto organizado por El Períódico. “Nos preocupan los vetos de otras formaciones políticas, especialmente el PSC”, señaló. “Pensamos que es una preparación para un acuerdo con ERC”, lo que en su opinión implicaría alargar el proceso independentista.
En el extremo del arco parlamentario, el PP se aplicó en un único mensaje: la economía catalana está sufriendo las consecuencias del gobierno independentista. Se puede recuperar, coincidieron en defender al unísono el ministro Luis de Guindos, el candidato Xabier García Albiol y el delegado del Gobierno Enric Millo, pero hace falta un cambio de rumbo político.
En medio de ambos bloques, Catalunya en Comú-Podem sigue pugnando por abrirse hueco con un escenario de izquierda transversal. El secretario general de Podemos, Pablo Iglesias, insistió en su apuesta y avisó a PSC y ERC de que si mantienen sus vetos mutuos, serán los responsables de una repetición electoral que cada vez más empieza a pesar como una amenaza en los estados mayores de los partidos.
Apenas a unas horas de que finalice la campaña electoral más extraordinaria de la historia de Cataluña, las grietas en el bloque independentista no hacen más que agrandarse. A lo incierto del resultado —el margen de error de las encuestas mantiene viva pero no garantiza la posibilidad de una victoria en escaños de las fuerzas que impulsaron la proclamación de la república independiente de Cataluña— se suma la incógnita acerca de cómo se repartirá el voto soberanista entre Junts per Catalunya, Esquerra y la CUP. Las tres formaciones coinciden en el rechazo al artículo 115 y a la persecución judicial de los promotores de la independencia pero discrepan en casi todo los demás. Esa circunstancia, especialmente visible en los últimos días, se ha manifestado abiertamente en torno a la cuestión de la unilateralidad, una estrategia de ruptura con España que en este momento sólo asume claramente la CUP, y el problema de quién debe ser presidente, en el caso de que la aritmética parlamentaria les sea favorable.