La distancia que separa el Palacio de la Zarzuela del de la Moncloa apenas llega a los seis kilómetros. Un trayecto de siete minutos en coche. Un paseo por un Madrid de monte verde, de ciervos, de cielo azul velazqueño, alejado del estruendoso ruido del centro de la capital. Un hilo entre la Jefatura del Estado y la Presidencia del Gobierno que a veces se tensa, se enrolla y se desembrolla a pesar de que las palabras y los gestos en público siempre son impecables. Y al calor de una oposición que busca apoderarse de la figura de Felipe VI como un elemento más de desgaste del Ejecutivo de coalición.
En los últimos meses, esa relación ha vivido fricciones que se han evidenciado en público, como la visita a la zonas afectadas por la dana en Valencia y la ausencia de los reyes en los actos de reapertura de la catedral de Notre Dame en París. Todo ello en el arranque de una nueva etapa en la Casa Real, que ha sufrido una profunda reestructuración interna en sus principales cargos. Un momento en el que Zarzuela también quiere marcar su propia agenda y ser más activa con un equipo renovado.
Durante estos días, se han vivido momentos hasta ahora sin precedentes como que el Ministerio de Exteriores deslizara su malestar por lo sucedido con las invitaciones para acudir a la reinauguración de Notre Dame, que fueron cursadas de manera nominal por París a la Jefatura del Estado y al Ministerio de Cultura (dependiente de Ernest Urtasun, de Sumar). El jefe de la diplomacia, José Manuel Albares, se enteró por la prensa, mientras que el PP y Vox se lanzaron contra el Gobierno de Sánchez acusándolo de no permitir que España estuviera representada en un acto al que sí acudieron Donald Trump, Volodímir Zelensky y hasta cuarenta jefes de Estado.
El nuevo puente de comunicación
El Ejecutivo y la Casa Real tratan de quitar hierro al asunto en público y lo enmarcan en una “polémica artificial”, como la definió el miércoles la ministra de Educación y portavoz, Pilar Alegría. Pero este choque fue tratado por el propio Albares y el nuevo jefe del equipo de los reyes, Camilo Villarino, en el desplazamiento del martes por la tarde a Roma con motivo del viaje de Estado de Felipe VI y Letizia a Italia.
Villarino se ha convertido en el principal enlace de la Zarzuela con La Moncloa. Y es un viejo conocido precisamente del Gobierno socialista, ya que él mismo estuvo al frente de los gabinetes de Josep Borrell y de Arancha González Laya en el Palacio de Santa Cruz. Un diplomático que ya había habitado el estamento más alto de la administración antes de la moción de censura siendo la mano derecha de Alfonso Dastis (el último ministro de Exteriores de Mariano Rajoy).
A pesar de que Villarino estuvo en ese puesto clave en la primera época de los gobiernos de Sánchez, distintos sectores del Ejecutivo recelan de su labor. Para miembros del Gobierno y dirigentes socialistas, fue una sorpresa cuando se anunció su fichaje como sustituto de Jaime Alfonsín como jefe de la Casa Real. Un nombramiento que fue muy comentado también en círculos del PSOE durante la conferencia política de enero de este año, que coincidió con la noticia emitida por Zarzuela. En cambio, otros dirigentes progresistas que han trabajado codo con codo con él señalan su profesionalidad y lealtad.
Los destinos de Villarino y Albares se han cruzado a lo largo de estos años. El ministro fue el que retiró a última hora en agosto de 2021 el plácet para que el diplomático ocupara el puesto de embajador de España en Moscú, como había planteado su antecesora Arancha González Laya. En ese momento, el actual jefe de la Casa del Rey estaba siendo investigado por un juzgado de Zaragoza por el caso de la entrada en España del líder del Frente Polisario, Brahim Gali, que creó un conflicto diplomático con Rabat, aunque en Exteriores desvincularon entonces este hecho de la decisión tomada por Albares.
En este año también se han vivido otras situaciones en las que no se han dado explicaciones claras por parte de Zarzuela y de Moncloa, como el extraño episodio de que el rey Felipe VI viajara a los países bálticos en junio sin ningún ministro cuando tenía en su agenda reuniones de marcado carácter político con los presidentes de esos países. A última hora, y tras trascender la situación, se incorporó la titular de Defensa, Margarita Robles.
El impacto de Paiporta
Pero las imágenes más impactantes se vivieron el pasado 3 de noviembre cuando los reyes visitaron Paiporta junto al presidente del Gobierno y el líder de la Generalitat Valenciana, Carlos Mazón. Allí se escucharon gritos de “asesinos” y Pedro Sánchez tuvo que ser evacuado después de ser objeto de una agresión. Las imágenes impactaron a todo un país conmocionado ya por la catástrofe. El Palacio de la Zarzuela estaba empeñado en acudir a Valencia y en estar junto a las víctimas. Desde Moncloa no se quiso entrar en el choque, pero el propio ministro de Transportes, Óscar Puente, reconoció que fue un “error”: “Quizá no era el momento más oportuno”. La derecha y la ultraderecha acusaron al líder socialista de huir mientras iniciaron una campaña para enfrentarlo con el monarca y encumbrar a Felipe VI por su comportamiento.
Esta tensión institucional resurgió este lunes con motivo de la misa celebrada en la catedral de Valencia, que no tenía categoría de funeral de Estado sino que era un acto convocado por el arzobispo. Los reyes decidieron asistir, y el Gobierno –después de muchas dudas– finalmente acudió representado por tres pesos pesados: María Jesús Montero (vicepresidenta primera y titular de Hacienda), Ángel Víctor Torres (ministro de Política Territorial y Memoria Democrática) y Diana Morant (ministra de Ciencia y líder de los socialistas valencianos).
Durante estos meses la derecha y –especialmente– la ultraderecha buscan en Felipe VI la gran referencia institucional frente a Pedro Sánchez. En esta semana Alberto Núñez Feijóo e Isabel Díaz Ayuso señalaron a Moncloa por la ausencia de España en Notre Dame, pero no han rectificado una vez que la propia Zarzuela ha asumido que fue una decisión de la Jefatura del Estado. Desde el PP y Vox ya criticaron al presidente por “huir” de Paiporta y llenaron sus redes sociales con imágenes de Felipe VI.
Los monarcas han querido durante estas semanas mostrar su total apoyo a los damnificados por la catástrofe de la dana. Felipe VI volvió a visitar las zonas afectadas, junto a la ministra Robles. Ha estado junto a vecinos y miembros de la Unidad Militar de Emergencias. Además, se ha producido un hecho significativo en lo comunicativo al ver al rey hablando con los medios en el formato conocido como canutazo, la forma habitual en la que responden los políticos ante los micrófonos cuando son abordados por la prensa.
Un año de renovación en Zarzuela
El año 2024 ha servido a la Casa Real para una renovación profunda y total del equipo de Zarzuela, empezando por el propio Villarino. En palacio ahora manda un equipo más joven y con muchas más mujeres en los puestos de responsabilidad. María Ocaña, abogada del Estado, es la secretaria de la reina Letizia, en tanto que Mercedes Araújo ha sido designada como nueva secretaria general y Carmen Castiella como consejera diplomática.
La Casa Real busca un nuevo impulso con este equipo en un momento en el que la prioridad está en acercarse a los ciudadanos y recuperar crédito popular tras diez años de Felipe VI en el trono. La sombra de Juan Carlos I sigue pesando mucho en la imagen de una institución cercada durante años por los escándalos de corrupción y la caída del símbolo de familia perfecta que cuajó en los años noventa. El rey emérito vuelve a estar ahora en todas las televisiones por las revelaciones de su examante Bárbara Rey, que ha reconocido pagos del propio monarca por no publicar fotografías y audios que probaban su relación. Además, la sombra del dinero ilegal vuelve a emerger con la creación de una fundación en Abu Dhabi para legar su herencia.
La opinión de los españoles sobre la monarquía es un misterio porque el Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS) lleva sin preguntar por ella desde abril de 2015. Sí lo ha hecho el CEO, dependiente de la Generalitat de Cataluña, donde se le da una nota de un dos sobre diez. En cambio, en el barómetro recientemente publicado por El País y realizado por 40 dB con motivo de la dana, el rey aparece en primera posición, seguido por el ministro de Transportes, Óscar Puente.
"Neomonarquismo conservador"
Xose Manoel Núñez Seixas, catedrático de Historia Contemporánea de la Universidad de Santiago, se adentra en la relación entre la corona y la política recordando algunos apuntes históricos anteriores a Felipe VI. En ese sentido, indica que Alfonso XIII se dedicó a "borbonear" y "conspirar con los políticos": "A unos les decía una cosa y a otros otra. Trataba de tomar la iniciativa. Terminó pagando el apoyo al golpe de Primo de Rivera". Sostiene que Juan Carlos I aprendió las lecciones de lo que pasó con su abuelo y con su cuñado Constantino en Grecia: "Se dio cuenta de que la monarquía, para sobrevivir, tiene que ser constitucional y parlamentaria". Prosigue: "Tuvo una relación cordial con los Ejecutivos, aunque se le acusaba de ser amigo de los socialistas. Con José María Aznar había más tirantez. Tuvo que poner paz, por ejemplo, en una cumbre entre el expresidente y Fidel Castro".
Y se zambulle el catedrático en el actual monarca: "Heredó una situación muy diferente, con una monarquía deslegitimada y con un prestigio perdido por los últimos años de Juan Carlos I. Felipe VI estaba preparado para un rol arbitral y tranquilo y se encontró, por ejemplo, con el desafío catalán. Hizo el famoso discurso del 3 de octubre con empatía cero, sin ninguna frase en catalán".
"Además, se enfrenta a una sociedad donde la mayoría de la gente joven no ve la necesidad de la monarquía. Y hay representantes de ese republicanismo ahora mismo en el Gobierno de coalición. Eso favorece un cierto reflujo conservador en la monarquía". Asimismo, pone el foco en la "gente que rodea y los asesores" del rey: "No son Sabino Fernández Campo".
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Indica Núñez Seixas que tanto la Casa Real como el Gobierno "tienen que callar muchas cosas" sobre su relación. Y ve un cambio en la estrategia de la monarquía: "Ha habido un intento, con la visita a Paiporta, de explotar esa vertiente del rey taumatúrgico. Esa idea de monarquía escénica, como dicen algunos. El rey como sensación de consuelo". Pone de relieve también el contexto: "Con este clima de polarización, muchos ojos se vuelven hacia ellos". Añade que la Casa Real ha descubierto ahora el "potencial de la reina Letizia", a pesar de las críticas durante años de los monárquicos: "Si ella llora, es de verdad. El problema de los reyes es que nacen en palacio, y ella no. Ella tiene empatía".
El catedrático subraya que, a raíz del desafío independentista en Cataluña, muchos sectores de la derecha vieron en la Casa Real "una de sus funciones tradicionales: representar la continuidad de la nación". Para concluir, Núñez Seixas señala: "Hay una suerte de neomonarquismo conservador que se vincula de una manera específica a la unidad de España".
También lanza sus reflexiones Ana Sofía Cardenal, profesora de Derecho, Política y Economía de la UOC, que indica que las fricciones institucionales pueden venir por las "sensibilidades diferentes" que tienen el rey y el actual Gobierno. Para esta profesora, Felipe VI parece estar más en sintonía "con posiciones conservadoras, pero esta percepción sobre el alineamiento del monarca puede estar propiciada por los partidos de la derecha, que insisten en apropiarse de su figura". Ve también Cardenal un tema clave que "separa" a Felipe VI y a Pedro Sánchez: la Justicia. "No creo que al rey le guste mucho el enfrentamiento del Gobierno con los jueces", añade la politóloga y profesora de la UOC sobre la relación actual entre Zarzuela y Moncloa
La distancia que separa el Palacio de la Zarzuela del de la Moncloa apenas llega a los seis kilómetros. Un trayecto de siete minutos en coche. Un paseo por un Madrid de monte verde, de ciervos, de cielo azul velazqueño, alejado del estruendoso ruido del centro de la capital. Un hilo entre la Jefatura del Estado y la Presidencia del Gobierno que a veces se tensa, se enrolla y se desembrolla a pesar de que las palabras y los gestos en público siempre son impecables. Y al calor de una oposición que busca apoderarse de la figura de Felipe VI como un elemento más de desgaste del Ejecutivo de coalición.