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"Mi querido y respetado amigo: Anoche llegué a Berlín, según le telegrafié, y, según le prometí desde allí, me apresuro a mandarle detalles completos del cumplimiento de mi misión".
No fue posible llegar a Berlín el miércoles por llegar el tren a París demasiado tarde que enlaza con el aeroplano de la mañana, por lo cual seguí en el tren de la noche. Por cierto que en el coche-cama intentaron robarme mientras dormía —no sé si el dinero o los documentos— sin éxito.
Me puse en contacto inmediatamente con el Almirante Canaris, que es el que se encarga de la ayuda al movimiento. Me recibió muy bien y le expliqué la situación después de enseñarle la carta que V. me dio. Le hice presente estoy al corriente de todos los arreglos, tanto los hechos en Berlín directamente como los de la HISMA etc, para que me hablase con toda libertad.
Carta manuscrita de Juan de la Cierva al general Mola:
El almirante me puso en contacto con otras personas y en definitiva dejé arregladas las cosas como sigue:
1) Las Marismas había encargado 5.000.000 de cartuchos de 7 m/m. El creía le habían prometido entrega fin de agosto, pero los de allí dicen que es un error, la entrega prometida era fin de septiembre. Pensaban embarcarlos a mediados de la semana próxima en el barco que viene cargado de cobre. Ante mi insistencia quedó arreglado el embarcar hoy, sábado, con otro barco que fletamos, cuantos cartuchos se pudieran embalar y transportar a Hamburgo en camiones, trabajando día y noche. Al principio creían poder llegar a las tres unidades, pero ayer por la mañana creían serían solo dos, pues si no se perdería algún tiempo. Así se lo telegrafié a V.
Así pues, en el vapor Cameroun salen hoy para Vigo: 2.000.000 (aproximadamente) cartuchos 7m/m; 2.000 fusiles calibre 7, 92 m/m; 2.000.000 de cartuchos de 7, 92 m/m; 875.000 cartuchos 9 m/m para las pistolas ametralladoras que ya fueron. Solo quedaban por mandar del encargo que el Comandante Génova hizo 1.750 fusiles alemanes, pero me pidieron permiso, que dí, para completar la cifra hasta 2.000. Este gasto extra por el barco especial, transporte en camiones y los 250 fusiles con 1.000 cartuchos cada uno se lo pagué desde aquí. Todo lo demás estaba ya pagado (salvo una pequeña cantidad) con los envíos que hicimos desde aquí y que figuran en la relación que le dejé.
2) El miércoles o jueves próximos saldrán los cartuchos restantes (probablemente 3 millones) para Vigo. Con el fin de aprovechar el viaje he ordenado completar el cargamento con unas 1.500 toneladas de carbón.
3) Esos cinco millones corresponden, repito, al pedido hecho a la industria privada, que hay que pagar a tocateja. De todos modos y en vista del plazo pedido por la fábrica austríaca (no polaca como me habían dicho los representantes polacos) ordené por el mismo conducto otros cinco millones en Alemania. Plazo máximo de embarque 3 semanas, casi seguro 2, pues ya tienen todo montado para la fabricación. Así pues, podemos contar con esos 5 millones hacia el 5-10 de octubre en Vigo. Los pagaremos desde aquí.
4) Todo esto no tiene nada que ver con los arreglos hechos por el General Franco con la HISMA. Tuve otra conferencia con Canaris y otros sobre este asunto. El Almirante me dijo podía confirmar a Franco que le enviarán 5 millones semanales, según pidió, pero al principio decían tardarían 10 a 15 días en hacer el primer envío. Seguí instando sobre la necesidad absoluta de acelerar y entonces me dijeron que si tuvieran una muestra de nuestra cartuchería se ahorrarían 2-3 días pues pensaban mandar un aeroplano a España a recogerla. Saqué del bolsillo la que V. me dio y entonces dijeron que estaban casi seguros de poder hacer el primer envío en una semana de plazo, o sea, hacia el 25 o 26 del corriente, siguiendo luego cada semana.
5) En vista de esto, que me fue solemnemente prometido, creí era innecesario el pedido en Austria, ya que además me di cuenta no les hacía mucha gracia a los alemanes, a quienes se había pedido les dieran tránsito y transporte desde Hamburgo. Sin embargo, al llegar aquí anoche y encontrar su telegrama, volví a hablar a los polacos, aceptando el plazo de 20 días para entrega de 7 millones. No amplié el pedido a 10, pues de todas maneras no podrán entregar más de 7 en ese plazo y si queremos más podemos encargarlos sin retraso, dentro de unos días. Espero sus órdenes a este respecto.
6) Los embarques probables en Hamburgo de cartuchería 7 m/m quedan resumidos como sigue
Creación propia
Y ya seguirán los envíos semanales de la Hisma. Hay que contar 5 días a Vigo y 6 o 7 al Sur.
7) La industria privada alemana, por conducto del Sr. Veltjens, está dispuesta a suministrar luego unos 5.000.000 cada 2 semanas si se les encargan y pagan. V. me pasará sus instrucciones, aunque yo creo que con las promesas recibidas no necesitaremos gastar más dinero en cartuchería. Los encargos hechos a Veltjens y a Austria, por 12 millones en total, costarán unas 65.000 libras, que pagaremos de aquí.
8) Veltjens, que es en realidad un agente oficial, me ha dicho que los rojos han comprado en Finlandia 1.000 ametralladoras, en 2 millones de dólares. Los de allí, de acuerdo con los alemanes, se las han vendido y exigen pago total antes de enviar nada. Han recibido una sexta parte del dinero y en cuanto hayan cogido todo mandarán las 1.000 piezas sin algunas partes esenciales del mecanismo, así es que no les servirán de nada. Es un buen servicio que nos prestan.
Con esto termino la relación del cumplimiento de la misión que V. me encargó. Solo debo añadirle que mis colegas de Londres han estado buscando stocks disponibles por todas partes y no queda nada en ningún país. Además están tratando de conseguir que unas 190 toneladas de mercancía sospechosa que hay en Hamburgo para envío a China, de procedencia austríaca y finlandesa, sean inspeccionadas para ver si se trata de cartuchos 7 m/m con destino al enemigo. Ese material está ahora detenido, por orden del Gobierno alemán, y sería un buen golpe que nos lo enviaran a nosotros. Creo vale la pena que el General Franco diga algo sobre esto por medio de la Hisma.
Voy ahora a ocuparme de las otras misiones que V. y Franco me encomendaron y ya daré cuenta. Hasta pronto espero. Quedo a sus órdenes, le envío un fuerte abrazo y ¡Viva España!”
La anterior carta, manuscrita, está fechada en Londres el 19 de septiembre de 1936. ¿Quién la envió al general Mola? Juan de la Cierva.
Como todo documento primario necesita dos tipos de análisis. Un interno, examinando su coherencia y circunstancias de producción. Otro externo, de contextualización. Es misión del historiador extraer el máximo jugo posible de estos dos ejercicios sin desvirtuar en ningún momento la evidencia primaria relevante de época.
Hacerlo daría para otro largo artículo. Habría que examinar los antecedentes, el papel desempeñado hasta entonces por Juan de la Cierva en la red de aprovisionamientos de Franco y Mola desde el exterior, las circunstancias en que estas se desarrollaron, los contactos trabados, la comparación con los apuros por los que pasaba el Gobierno republicano y así sucesivamente.
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Lo reproducido aquí (transcripción de la carta original sin recorte ni modificación algunos) basta para ilustrar una línea del comportamiento del ilustre inventor del autogiro que cualquier historiador digno de ese nombre remontaría a los albores de la conspiración. Pasaría por su participación en el grupito de agitadores españoles y británicos en Londres antes del golpe, su gestión en el alquiler del Dragon Rapide, su viaje a Roma tras el golpe y una gran incógnita. La desveló su sobrino, el historiador Ricardo de la Cierva, en un programa emitido por Telemadrid el 13 de julio de 2011 sobre el asesinato de Calvo Sotelo. Mantuvo la tesis, clásica, de que Franco hasta entonces no había decidido sublevarse (falso), pero afirmó que “es verdad que ya había hablado mi tío Juan de la Cierva” con el supuestamente reticente general. Quizá tuviera algún papelín. O se lo inventó. Porque del profesor de la Cierva (qepd) no siempre hay que fiarse y es mejor no hacerlo, salvo en circunstancias muy controladas documentalmente.
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Ángel Viñas es economista e historiador especializado en la Guerra Civil y el franquismo.
"Mi querido y respetado amigo: Anoche llegué a Berlín, según le telegrafié, y, según le prometí desde allí, me apresuro a mandarle detalles completos del cumplimiento de mi misión".
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