Sólo el trascurso del tiempo dirá si lo que está pasando en el Partido Popular estos días supondrá un punto de inflexión en la trayectoria del principal partido de la oposición. Pero, sobre el papel, Pablo Casado parece estar ensayando un cambio en la estrategia desplegada desde que llegó a la presidencia de la formación a finales de julio de 2018. Un ensayo en dos actos: su intervención en Congreso de los Diputados Congreso de los Diputadosen el debate de la moción de censura que Vox planteó al presidente Pedro Sánchez, en la que sacudió con fuerza a Santiago Abascal. Y su intervención ante el Comité Ejecutivo Nacional del PP de este último martes, donde trasladó a la plana mayor del partido su intención de "fortalecer y ensanchar la conexión del partido con una sociedad abierta y plural" y de hacerlo por el "centro". Es justamente lo que llevaban meses demandándole los barones territoriales del partido. Porque, argumentaban, siempre que estas siglas han logrado grandes mayorías en las urnas lo han hecho ampliando la base electoral, ocupando el centro. Y no orillándose a la derecha.
En esa tarea de "fortalecer y ensanchar" los vínculos del partido con la sociedad, Casado otorga un papel clave a la relación de la formación con una serie de fundaciones, un puñado de laboratorios de ideas de los que los conservadores pueden nutrirse a la hora de plantear su proyecto a los electores. El líder del PP abre, pues, la batalla cultural por la hegemonía en el centro derecha.
El PP va a relanzar o impulsar fundaciones que le servirán para afianzar sus mensajes en materia de libertades, feminismo, juventud, mayores o ecología y medio ambiente.
Las fuentes consultadas interpretan que Casado asume, por fin, que la legislatura no va a ser corta y que debe trabajar una alternativa seria a largo plazo desde la oposición. Y no es una cuestión menor. Porque durante el estado de alarma que arrancó en marzo, en el entorno más próximo del presidente del PP se extendió con fuerza la tesis de que la crisis del coronavirus se iba a llevar por delante al Gobierno de coalición y que a Casado se le abrían las puertas de la Moncloa.
Son varias patas las que sostienen esta estrategia. La primera se llama Fundación Concordia y Libertad. Casado quiere que esta, que tomó el testigo de Humanismo y Democracia, sea el think tank de referencia del "centro reformista y liberal español" y que conecte al PP con el resto de centros ideológicos europeos y americanos.
Concordia y Libertad está presidida por Adolfo Suárez Illana. Y pretende ocupar para el PP de Casado el papel que ocupó la Faes de Aznar en los primeros años de Mariano Rajoy al frente del partido. En el otoño de 2016, esta fundación rompió lazos con el partido conservador. Fue la ruptura total entre Aznar y el hombre al que este señaló para tomar su testigo en el PP. Aznar estaba cansado de que sus postulados no fueran tenidos en cuenta por Rajoy y su equipo. Y los marianistas estaban hartos de que el líder de Faes criticara cada movimiento y cada estrategia marianistas del por entonces presidente del partido. Hartos, decían, de su "deslealtad".
Faes, en segundo plano
Que Casado no citara a Faes como fundación de referencia en su discurso no pasó inadvertido puertas adentro del PP. No puede negarse que el actual PP, con fuertes vínculos en este laboratorio de ideas, se ha movido en los últimos meses mecido por muchos de los pronunciamientos de la fundación de Aznar. Casado parece ahora querer marcar distancias y que la referencia sea Concordia y Libertad. "El giro al centro no pasa, en ningún caso, por Aznar. Y que no citara a Faes no es casual. El líder es Casado y eso tiene que quedar claro", interpreta uno de los asistentes a este Comité Ejecutivo Nacional que se celebró de forma telemática.
En el partido se espera que la fundación tenga un papel clave en los trabajos para la redacción de la "ley de concordia" que Casado llevará al Congreso de los Diputados, la alternativa de los conservadores a ley de memoria histórica. Una iniciativa que, en palabras del propio líder del PP, pretende que "refuerce" el "sistema constitucional y el legado de la Transición".
Concordia y Libertad –antes Humanismo y Democracia– percibe casi medio millón de euros al año del Gobierno de la Comunidad de Madrid por gestionar dos centros de inmigrantes.
Para el PP, las discusiones internas acerca de plantear la "batalla cultural" o la "batalla de las ideas" no son nuevas. Surgen, como norma general, cuando el partido está en la oposición y desde determinados sectores, normalmente críticos con la dirección, se discrepa con la forma en la que el líder trabaja su proyecto de alternativa al Gobierno.
Las críticas de Cayetana Álvarez de Toledo toman el testigo de las de Aguirre
Cuando Casado prescindió de Cayetana Álvarez de Toledo el pasado agosto, la portavoz del PP en el Congreso saliente echó en cara a su jefe de filas no estar plantando la "batalla cultural" a la izquierda y al nacionalismo. Dibujó a un líder político a la espera de gobernar sin hacer un gran esfuerzo. Llegó a decir que el presidente del partido por el que ocupa un escaño en el Congreso "renuncia a gobernar salvo que la izquierda lo haga rematadamente mal".
Las fuentes consultadas rechazan, no obstante, que haya sido la exportavoz la que hiciese a Casado dar una vuelta importante a su estrategia. "Ni todo era Faes, ni todo era Cayetana [Álvarez de Toledo]", resume un veterano dirigente conservador en conversación con infoLibre.
En este sentido, la misma fuente recuerda que en los últimos meses en los comités ejecutivos del partido han sido varios los barones territoriales nada sospechosos de integrar el sector más conservador del partido que han pedido a Casado no ir "a rebufo" del programa de Vox, por ejemplo en lo relacionado con el bautizado como 'pin parental', y marcar "agenda propia". Sin esquivar debates como el de la memoria histórica, el feminismo, la ecología. "El PP tiene una posición en todas estas materias. Es un partido como mucha historia, que ha gobernado. No se pueden esquivar debates ni hurtar a la sociedad nuestro punto de vista. Los debates que no se juegan, se pierden. Hay que estar siempre", destaca.
Este mismo debate, pero con componentes de guerra interna, lo había agitado Esperanza Aguirre en abril de 2008. Eran los meses previos al XVI Congreso Nacional del PP, cuando el liderazgo de Mariano Rajoy era puesto en cuestión prácticamente a diario por algunos de sus compañeros de partido. Y uno de los focos estaba en la Comunidad de Madrid, feudo por entonces de Aguirre.
En un discurso que levantó ampollas en Rajoy y su entorno, la lideresa, como ella se bautizó a sí misma, mantuvo que su partido renunciaba a "afrontar el debate ideológico". Y citaba de forma expresa la ley de memoria histórica o el matrimonio entre personas del mismo sexo.
"El debate es recurrente, sí. Pero no estamos en el mismo momento en el partido. Nadie quiere mover la silla a Casado, y Casado, con el apoyo de todos, barones autonómicos incluidos, se ha deeclarado dispuesto a buscar músculo para el partido, a trasladar que se está preparando para gobernar. Hay que darle tiempo. Pero la música suena bien", destaca un diputado autonómico nada sospechoso de casadista.
"El partido no puede estar confinado, debe abrirse de par en par a los españoles. En la medida que las restricciones sanitarias nos lo permitan, quiero escuchar cuaderno en mano a todos los sectores que desde todas las provincias puedan aportar ideas e iniciativas para construir una España mejor", declaró el líder del PP en su discurso de este lunes.
Exministros del PP... y ex altos cargos de Ciudadanos
Afín al PP, pero no nacida de dentro del partido es la segunda pata de la estrategia de Casado para que el PP esté más presente en la sociedad civil. Se llama Fundación Propósito. Y los conservadores buscarán en ella contenidos, ideas, en materia de "cambio climático, economía social y digitalización". El diario El Mundo avanzó que este think tank del que forman parte exministros de la última etapa de José María Aznar como Juan Costa, Josep Piqué y Abel Matutes cuenta también en su patronato con el ex secretario general de Ciudadanos José Manuel Villegas.
Para el ámbito de los mayores, otra de las patas de esta estrategia, se creará desde el PP la Asociación de Mayores Populares. Pretende abordar cuestiones como "pensiones, dependencia o la soledad". Y para el de las mujeres se impulsará la Asociación Mujeres en Igualdad, tradicionalmente ligada a los conservadores. Su secretaria general es Carmen Fúnez, exsenadora del PP.
Este proceso de diversificar el "sustrato ideológico" del partido cuentan los más veteranos que es propio de momentos en los que están en la oposición. "Cuando gobernamos, se suele tender a la concentración". "Ahora que no hay elecciones a la vista, es cuando nos toca fortalecer las estructuras internas e intentar atraer por la vía de las fundaciones el talento de perfiles que no militarían en el partido", explica un destacado dirigente territorial. "Si el PP aspira a la hegemonía del centroderecha se trata de tener política y discursos para todos los desafíos que se plantean", defiende. Y recuerda que Vox tiene incluso "un sindicato". Se refiere a Solidaridad, que ha nacido con la promesa de defender sus intereses lejos de los "corruptos y extremistas" Comisiones Obreras y UGT.
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La extrema derecha también tiene su fundación de referencia, Disenso. La lidera Jorge Martín Frías, un hombre que conoce muy bien el PP. Fue asesor de Aguirre en su etapa en el Ayuntamiento de Madrid, coordinador de los becarios de FAES y uno de los líderes de la Fundación Floridablanca, muy crítica con el PP en la etapa de Rajoy y en la que tiene su origen la eurodiputada conservadora Isabel Benjumea, uno de los fichajes de la primera etapa de Pablo Casado.
Un exalto cargo de la etapa de Mariano Rajoy, ya fuera de la política, bendice los últimos movimientos de Casado. "Sánchez va a tener Presupuestos. Y esto le garantiza, mínimo, dos años en la Moncloa. Hay que buscar músculo. Dar la sensación de que te preparas para gobernar", dice. Sobre el hecho de que se esté plantando cara a Vox considera que "llega tarde", pero que es "bienvenido". "No somos iguales. Que se cuezan en su salsa".
Y, mientras, el PP, ¿qué?. "Hablar más de programa propio, hablar más de ganar y hablar más de ensanchar la base electoral", receta este exdirigente a Casado. "Hemos perdido meses hablando de España Suma y de coaliciones con Cs y Vox cuando España Suma somos nosotros", resume.
Sólo el trascurso del tiempo dirá si lo que está pasando en el Partido Popular estos días supondrá un punto de inflexión en la trayectoria del principal partido de la oposición. Pero, sobre el papel, Pablo Casado parece estar ensayando un cambio en la estrategia desplegada desde que llegó a la presidencia de la formación a finales de julio de 2018. Un ensayo en dos actos: su intervención en Congreso de los Diputados Congreso de los Diputadosen el debate de la moción de censura que Vox planteó al presidente Pedro Sánchez, en la que sacudió con fuerza a Santiago Abascal. Y su intervención ante el Comité Ejecutivo Nacional del PP de este último martes, donde trasladó a la plana mayor del partido su intención de "fortalecer y ensanchar la conexión del partido con una sociedad abierta y plural" y de hacerlo por el "centro". Es justamente lo que llevaban meses demandándole los barones territoriales del partido. Porque, argumentaban, siempre que estas siglas han logrado grandes mayorías en las urnas lo han hecho ampliando la base electoral, ocupando el centro. Y no orillándose a la derecha.