La carta donde el juez José Castro le cuenta al instructor del caso Ausbanc-Manos Limpias, el juez Santiago Pedraz, que el abogado de la infanta, Miguel Roca, le ofreció a través de un tercero mantener a finales de 2013 una reunión “clandestina” en una finca de Mallorca o Barcelona ha reabierto las venas de la guerra iniciada hace dos años en torno al futuro penal de Cristina de Borbón. En esa carta, Castro le propone a Pedraz que le cite como testigo. Presumiblemente, y según los datos recabados por infoLibre, el juez no lo hará.
En vísperas de la última y crucial fase probatoria del juicio, aquella en que los peritos de Hacienda tratarán de convencer al tribunal de que la infanta no cometió fraude tributario y el de Manos Limpias intentará lo contrario, vuelve a primer plano la batalla entre Castro y el fiscal anticorrupción Pedro Horrach.
Castro la sentó en el banquillo por su supuesta cooperación en delito fiscal como copropietaria de Aizoon SL, que defraudó casi 340.000 euros y obtuvo otros 800.000 en ingresos presuntamente ilícitos. Horrach considera que la infanta se benefició de ese fraude, por lo que exige que devuelva medio millón, pero no la considera penalmente responsable.
Horrach no ha dicho ni una sílaba sobre la carta pero otras fuentes de Anticorrupción desmienten de forma categórica al juez cuando afirma que el fiscal balear fue informado de inmediato sobre lo sucedido.
Y el intermediario de Roca mencionado por Castro, el abogado mallorquín Jaume Riutort, ha pedido tiempo para leer “en detalle” el escrito y comprobar si, como sostienen algunos medios, el nstructor del caso Nóos se ha decidido a defender a Manos Limpias, cuyo fundador, Miguel Bernad, permanece en prisión junto con su homólogo de Ausbanc, Luis Pineda, desde el 18 de abril. Sobre si ofreció o no a Castro que se viera con Roca en secreto y en una apartada hacienda rural, Riutort se reserva sus cartas.
El entorno de Castro descarta al completo la idea de que el juez haya buscado hacer causa común con Manos Limpias. Pero su carta, fechada el 16 de mayo y a cuyo relato de hechos el fiscal que investiga el caso Ausbanc-Manos Limpias en la Audiencia Nacional, Daniel Campos, concede nula relevancia penal, Castro traza un paralelismo implícito.
Ese paralelismo se establece entre la trampa por la que, siempre según su versión, se habría precipitado él mismo al acudir a una reunión secreta con Roca en una finca alejada de las miradas pero tal vez no de cámaras indiscretas y en la que le habría resultado “imposible” explicar su presencia; y como imagen especular de esa trampa Castro presenta la situación a que se ha visto abocado el pseudosindicato Manos Limpias, que sostiene la única acusación contra la infanta.
Tenido por icono de juez igualitario y daltónico que no distingue entre sangre azul y roja, lo que Castro se pregunta en su escrito lo siguiente: “Si no se le habría hecho a la acusación popular ejercida por Manos Limpias un ofrecimiento similar al mío y que, al contrario que este, aquel sí llegara a ser aceptado por su destinatario y que fuera en el seno de esas reuniones donde tuvieran lugar las ofertas o exigencias que luego denuncia quien precisamente pudo haberlas propiciado”.
En lenguaje llano: se pregunta si es posible que el círculo de la infanta, sea La Caixa o sea Roca, hubiera tentado directa o indirectamente a Manos Limpias con una suculenta oferta económica a cambio de retirar la acusación contra ella para luego denunciar el chantaje ante la Policía.
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Es cierto que Roca tardó 15 días en acudir a la Policía desde que un directivo del Sabadell, banco donde el antiguo político y padre de la Constitución ejerce como secretario del consejo, asegura que escuchó de labios de Luis Pineda la exigencia de pagar tres millones como salvoconducto para que la infanta se librase del banquillo.
Pero también lo es que el contenido de las conversaciones intervenidas por la Policía a Luis Pineda y Miguel Bernad, y que acaban de incorporarse al sumario, choca de momento con la hipótesis de que la iniciativa de canjear la exculpación de Cristina de Borbón por dinero partiera de sus defensores.
Esas conversaciones muestran cómo Pineda toma la iniciativa y encomienda a uno de sus hombres de confianza que controle a Bernad para evitar que se les escape la oportunidad de alcanzar un acuerdo con la defensa de la infanta. “Ese es el tren de nuestra vida”, dice en una de las conversaciones interceptadas.
La carta donde el juez José Castro le cuenta al instructor del caso Ausbanc-Manos Limpias, el juez Santiago Pedraz, que el abogado de la infanta, Miguel Roca, le ofreció a través de un tercero mantener a finales de 2013 una reunión “clandestina” en una finca de Mallorca o Barcelona ha reabierto las venas de la guerra iniciada hace dos años en torno al futuro penal de Cristina de Borbón. En esa carta, Castro le propone a Pedraz que le cite como testigo. Presumiblemente, y según los datos recabados por infoLibre, el juez no lo hará.