Recuperamos un extracto del libro Al fondo a la izquierda, escrito por Jesús Maraña, director editorial de infoLibre, sobre el terremoto político español de los últimos años, especialmente en el espectro político progresista. Este capítulo, el segundo de la obra, trata de los complejos momentos vividos en el PSOE que rodearon la elección de Pedro Sánchez, nuevo presidente de Gobierno, como secretario general de los socialistas.
El libro, que publicó Planeta y que está en las librerías desde mayo de 2017, es un relato personal "que no gustará a nadie", según reza en el subtítulo de portada, e incluye conversaciones mantenidas por el autor con los principales protagonistas políticos en el periodo que abarcan los hechos.
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Si la ambición es un rasgo imprescindible para hacer carrera en la política (o en cualquier otra faceta de la vida), a Pedro Sánchez le sobra de eso. Sabe aprovechar cada oportunidad que sus mentores o el simple azar le ofrecen para escalar peldaños en un partido al que se afilia con 21 años. Nacido en 1972 en el barrio madrileño de Tetuán, Sánchez estudió en el Instituto Ramiro de Maeztu, la cuna del Estudiantes. Quienes compartían con él la pasión por el baloncesto recuerdan que su jugada preferida consistía en disputar y ganar un rebote para lanzarse hacia la otra canasta sin soltar nunca la pelota. Podría decirse que esa misma táctica es la que ha aplicado a la política.
Portada del libro Al fondo a la izquierda
Durante el invierno de 2014, Pedro Sánchez se dedica a recorrer agrupaciones socialistas de toda España postulándose como candidato potencial a las primarias que debían celebrarse en noviembre de ese año para elegir el cartel de las elecciones generales de 2015. Convierte su recorrido en un viaje épico, conduciendo una Vanette prestada por un conocido de Toledo y durmiendo en domicilios de militantes que le ofrecen su casa.
Mientras Sánchez se da a conocer, animado en aquella fase por Pepe Blanco (quizás con la vista más puesta en la sucesión de Tomás Gómez en Madrid que en otras miras más altas), referentes con peso en el partido maduran una apuesta de renovación del liderazgo que tiene ya fecha y nombre propio. Consideran que el mandato de Alfredo Pérez Rubalcaba, durante el cual se han perdido 4.300.000 votos y veinte afiliados por día, debe caducar el 25 de mayo si el PSOE se estrella en las elecciones europeas como pronostican todas las encuestas. Y que el encargado de pilotar una renovación a fondo del partido, capaz de sacarlo del bucle derrotista en el que había entrado desde 2011, debe ser Edu Madina, diputado por Vizcaya que entonces tiene 38 años recién cumplidos.
Madina posee muchos de los rasgos que se consideran imprescindibles en el retrato robot del líder que teóricamente necesita el partido. Joven, perteneciente a la generación nacida en la democracia aunque con larga experiencia en la organización como militante desde los 17 años; formado, licenciado en Historia contemporánea por la Universidad de Deusto y especializado en Relaciones Internacionales y construcción europea; con voz en el Congreso, donde ejerce además como secretario general del grupo parlamentario; goza de la simpatía de las bases y de la empatía general que suscita el ejemplo de un joven bilbaíno que da la cara en política en la etapa más dura del terrorismo etarra y que defiende sin rencores el proceso de paz que llevó al final negociado de la violencia, cargado de credibilidad por ser además víctima de un atentado que en 2002 le segó una pierna y a punto estuvo de costarle la vida.
De esa idea participan en un principio el expresidente José Luis Rodríguez Zapatero, dirigentes ligados a su etapa de gobierno y barones territoriales como Ximo Puig en Valencia o Tomás Gómez en Madrid. Todos (con distinto grado de entusiasmo) coinciden en que Edu Madina podría ser el nuevo líder. La mayor duda en esos momentos para el éxito de la operación es el propio Madina. Su ambición política no es tan firme como para asumir a cualquier precio el desgaste personal que supone competir por el liderazgo de un partido que aspira a recuperar el Gobierno. Incluso cuando la propuesta viene aderezada con muchas garantías de lograrlo.
Madina había rechazado la misma posibilidad dos años antes. Cuando el PSOE se disponía a acudir dividido por la mitad al Congreso de Sevilla que decidiría el liderazgo entre Rubalcaba y Carme Chacón, el joven diputado vasco recibió la oferta de formar ticket con la diputada catalana. Le insistieron en ello el propio Zapatero y su entorno, incluso la propia candidata le propuso que él fuera número uno y ella quedara en segundo plano. Juntos podían representar la renovación de un partido que había sufrido su más severa derrota el 20 de noviembre anterior en las generales que dieron mayoría absoluta al PP. Contaba además con el apoyo de la federación andaluza, y así se lo trasladaron José Antonio Griñán y Susana Díaz a principios de 2012.
Madina no da el paso en 2012 porque considera que no está “preparado”, que no es su momento, que se ve aún “verde”. Aunque no lo reconozca abiertamente, también pesan en la decisión los lazos personales y políticos que le unen a dirigentes como Elena Valenciano, mano derecha de Rubalcaba y amiga suya desde el periodo que compartieron en Estrasburgo años antes, durante la primera etapa de Valenciano como eurodiputada. Madina trabajó entonces como técnico en el Europarlamento, una cantera por la que pasaron y donde se conocieron a su vez Óscar López, Pedro Sánchez y otros miembros de la nueva generación socialista.
Madina dice ‘no’ en 2012. No se atreve a elegir entre Rubalcaba/Valenciano y Chacón/Susana, aunque a posteriori reconoce que el triunfo de Rubalcaba en el congreso de Sevilla, por 22 votos, supone precisamente “un salto hacia atrás” que “arrasa con toda una generación de jóvenes dirigentes del partido”.
Durante el año siguiente, lo que sí hace el diputado vasco es conectar desde el grupo parlamentario con diputados y diputadas que comparten esa visión, y la amplían además con aportaciones que les llegan desde fuera de la política. Madina cultiva relaciones y escucha críticas y propuestas de profesores de la Universidad Carlos III de Madrid, economistas, constitucionalistas y representantes de distintos ámbitos de la cultura, desde científicos a escritores, pensadores, guionistas o actores y actrices que coinciden en un diagnóstico muy pesimista sobre el rumbo de un PSOE al que ven “desconectado de los nuevos problemas y sus soluciones”.
Llegado el invierno de 2014, y pese a contar ya con apoyos internos en distintas federaciones socialistas y con esa red de contactos externos que alientan sus aspiraciones, el diputado vasco aún duda seriamente si ya ha llegado su momento. Los impulsores de la ‘operación Madina’ incluso piden a uno de sus mejores amigos que ayude a convencerlo. Se trata de Antonio García Ferreras, influyente periodista, director de La Sexta y de ‘Al Rojo Vivo’, programa en el que ha expresado decenas de comentarios editoriales muy críticos con Rubalcaba, a quien considera máximo responsable del declive del partido socialista.
Sometido a la presión de gente que lo aprecia mucho (y también de otra que con el tiempo comprobará que sólo pretende utilizarlo), Madina acepta finalmente la propuesta. Se ve como el candidato con mayor apoyo interno para la carrera de las primarias de noviembre, que podrían llevarle en volandas al puente de mando del partido y a la candidatura a la Moncloa. Tiene buenas razones para pensarlo, puesto que le respaldan la mayoría de los dirigentes que arroparon a Carmen Chacón en el congreso de Sevilla en el que Rubalcaba ganó la secretaría general por sólo 22 votos, y lo hacen pese a que Madina es considerado más afín al equipo de Rubalcaba, con el que lleva colaborando estrechamente en el Congreso desde 2004 de forma ininterrumpida.
Las dudas de Susana Díaz
Entre los apoyos recabados, el que se manifiesta con menos calor es precisamente el que podría ser más significativo en términos de peso en el partido y por tanto en la capacidad de aportar avales a una candidatura. Aunque Madina contacta con ella, percibe que Susana Díaz no muestra ningún interés en comprometerse a fondo respecto a las futuras primarias previstas para noviembre. Díaz es presidenta de Andalucía desde septiembre de 2013, tras la renuncia de José Antonio Griñán, acosado judicialmente por el caso de los ERE. Por las mismas fechas, Carme Chacón, a quien Griñán y Díaz habían apoyado en 2012 frente a Rubalcaba, había dejado su acta de diputada en el Congreso para trasladarse a Estados Unidos e incorporarse como profesora en el Miami Dade College.
Madina no se fía, por tanto, de lo que pueda hacer finalmente Susana Díaz, pese a la confianza que le van trasladando Zapatero y su entorno. Chacón, desde Miami, tampoco se ha descartado de la carrera por el liderazgo, siempre que se celebren las prometidas primarias abiertas a simpatizantes del partido. Ambos saben que lo que decida Susana Díaz, ya sea compitiendo ella misma o apoyando a alguien, será clave, y ninguno percibe como adversario relevante en ese momento a Pedro Sánchez, que continúa su gira por provincias acumulando contactos y compromisos.
A primeros de abril, Sánchez acude a una cita organizada por José Luis Fernández (apodado Chunda), que fue durante dos décadas mano derecha e izquierda de José Bono como presidente de Castilla-La Mancha y después como ministro de Defensa y presidente del Congreso de los Diputados. Tras la retirada de Bono de la primera fila política, Chunda ha montado una pequeña agencia de comunicación y asesora a quien se lo pide. Conoce a Pedro Sánchez y se presta a “echarle una mano” en su candidatura. Sánchez valora la experiencia de Chunda en relaciones con la prensa (pone en marcha un equipo potente de comunicación en redes sociales), pero valora todavía más la posibilidad de que José Bono “mueva” también su agenda.
Acompañado de su mujer, Begoña Gómez, viaja Pedro Sánchez hasta Daimiel, en Ciudad Real, convocado por Chunda para almorzar en la casa familiar de José Sanroma, abogado militante del PSOE desde 1990, después de haber sido en los últimos años del franquismo y durante la Transición secretario general del partido maoísta Organización Revolucionaria de Trabajadores (ORT). Conocido como ‘camarada Intxausti’ en los tiempos de la clandestinidad, Sanroma preside desde 1996 el Consejo Consultivo de Castilla-La Mancha a propuesta de Bono, que acude también ese día a Daimiel. Durante el almuerzo y la larga sobremesa, Bono y Sanroma comparten un análisis muy pesimista sobre la situación política, marcada por los efectos de la crisis económica, los recortes del gobierno de Rajoy, los escándalos de corrupción y la incertidumbre en el PSOE a pocas semanas de las elecciones europeas. Sanroma, con larga experiencia primero en la militancia política y después como asesor y redactor de discursos, cree que “la oportunidad de recuperación del bipartidismo ha pasado” durante la etapa de Rubalcaba al frente del PSOE y Rajoy en La Moncloa, y considera que ahora hace falta “un outsider”, alguien que no pertenezca al elenco político protagonista de las décadas de la alternancia PP-PSOE.
Tras el almuerzo, durante un paseo por caminos del Parque Nacional de las Tablas de Daimiel, Pedro Sánchez propone a Sanroma que le ayude en los discursos y mensajes que necesita trasladar en su campaña, y le invita a incorporarse a un pequeño grupo de apoyo coordinado por Chunda en el que ya participan la exministra y empresaria Cristina Garmendia o los socialistas madrileños José Cepeda y Pedro Saura, entre otros. A los pocos días, Sanroma le escribe un breve discurso que Sánchez pronunciará en un acto en Madrid con motivo del 14 de abril, aniversario de la Segunda República. El discurso no suscitó polémica, pero pasado un tiempo se le reprocharía a Pedro Sánchez haber publicado aquel mismo día un tuit que rezaba “Salud y República”, con el hashtag #14Abril y la fotografía de una placa: “Calle 14 de abril”. Una constante que se repetirá durante el mandato de Sánchez en el PSOE es su capacidad para trasladar mensajes de asesores diferentes, a menudo a golpe de impulsos en las redes sociales, lo cual dificulta la definición de un relato coherente y la distinción entre las ideas que pertenecen al propio Sánchez o las que va soltando a medida que le llegan de sus interlocutores.
A golpe de teléfono
Todo el mundo contempla la fecha del 25 de mayo como última frontera del mandato de Alfredo Pérez Rubalcaba, aunque nadie sepa a ciencia cierta qué ocurrirá después. Madina viene percibiendo en las últimas semanas un enfriamiento entre quienes más le han insistido para lanzarse al terreno de juego de las primarias que decidirán la sucesión y un nuevo liderazgo.
El desastre electoral del 25-M lo acelera todo. El PSOE pierde 4.315.000 votos y nueve de los 23 escaños que había obtenido en 2009. Podemos se estrena electoralmente con cinco escaños en el Europarlamento. Esa misma noche arden los teléfonos. Susana Díaz marca el móvil de Rubalcaba.
-No tenemos más margen, Alfredo. O dimites ya o mañana yo tendré que exigir públicamente tu dimisión.
-Ya lo sé. Lo anunciaré, pero lo que no voy a hacer es ceder el mando a una Gestora hasta que se celebren primarias. La situación es demasiado delicada.
Seis personas conocían con antelación el paso previsto por Rubalcaba ante la hipótesis (confirmada) de una catástrofe electoral: sus más cercanos en la dirección de Ferraz (Elena Valenciano, Antonio Hernando y Óscar López), los expresidentes Felipe González y Zapatero y el rey Juan Carlos. Es imposible disfrazar el dato objetivo de que el PP resiste mejor que el PSOE (pese a perder también 2,5 millones de votos y ocho escaños) precisamente cuando Mariano Rajoy cumple dos años de gobierno marcado por los recortes, las subidas de impuestos, el rescate de las cajas y el azote de múltiples escándalos de corrupción. Rubalcaba describe esa misma noche lo ocurrido como “malos resultados, sin paliativos”, anuncia públicamente su retirada y, lo que es más trascendente: anuncia la convocatoria de congreso extraordinario para el mes de julio.
La catástrofe del resultado confirma las peores expectativas de quienes habían estado empujando a Edu Madina al liderazgo. La irrupción de Podemos es un factor que sorprende y condiciona a los mentores de esa operación. La reflexión que vienen compartiendo en los días previos al 25-M, a la vista de las encuestas, insiste en la necesidad de que Rubalcaba se aparte definitivamente, aunque no tienen ya tan claro que el caballo ganador pueda ser Madina. Creen que Rajoy resiste porque representa el orden establecido, el rigor económico, la estabilidad, lo “malo conocido” del refranero (ese manual del más rancio conservadurismo castizo), y que el valor de “lo nuevo”, el siempre atractivo “cambio” está representado por Pablo Iglesias. Se extiende un temor entre barones y cuadros del PSOE: si Rajoy es capaz de ganar las siguientes elecciones generales en 2015, el PSOE estará muerto para un periodo mínimo de ocho años.
Los mismos que unas semanas antes convencían a Madina de que era el nombre idóneo para dar la batalla al PP piensan ahora que el perfil adecuado ya no es el del joven diputado vasco, sino que hace falta alguien que represente la experiencia, la confianza, el rigor, la moderación… Si es mujer, esa diferencia de género ya supondrá el mayor de los cambios: puede convertirse en la primera mujer al frente de un gobierno en España. Todas aquellas miradas se vuelven hacia Susana Díaz, presidenta andaluza que, sin haber pasado por las urnas (fue designada sucesora por José Antonio Griñán y las primarias convocadas quedaron desiertas porque sólo ella logró los avales necesarios), escucha interesada la propuesta y su argumentación, aunque da largas.
La nueva opción que maneja Zapatero consiste en formar un ticket entre Díaz y Madina, mujer y hombre, andaluza y vasco, españolista y federalista convencido, experta en aparatos de partido y un tipo que pertenece a las nuevas generaciones urbanas que en los comicios de mayo se han inclinado por Podemos. Es el propio Zapatero el encargado de comunicar a Madina el cambio de planes. Ambos están unidos por el singular lazo que se creó a finales de febrero de 2002, cuando el entonces secretario general socialista visitó en el hospital al joven concejal de 26 años que acababa de sufrir la amputación de la pierna izquierda a la altura de la rodilla por los efectos de la explosión de una bomba lapa colocada por ETA en los bajos de su coche. Zapatero, tras un breve saludo, le lanzó un compromiso: “Te voy a regalar un País Vasco en paz”.
La misma noche del 25-M, Edu Madina recibe la llamada de Zapatero, que abunda en esa reflexión tras conocerse unos resultados que suponen la pérdida del 33% de los escaños que el PSOE tenía en Estrasburgo. Le anticipa que Susana Díaz cuenta con él como portavoz parlamentario (Díaz no es diputada) y que además le ofrecerá ser vicesecretario general del partido. En la argumentación incluye Zapatero la “responsabilidad de Estado”, y alude a la posibilidad de que en fechas próximas se produzca la abdicación de Juan Carlos I en su hijo Felipe de Borbón.
La respuesta de Madina ante el cambio de planes y la oferta que le comunica Zapatero es contundente: no acepta. Es más, se declara decepcionado, traicionado, burlado. Lo que interpreta es que le piden que se aparte para que Susana Díaz sea elegida secretaria general casi por aclamación (como ocurrió en Andalucía tras la dimisión de Griñán bajo la presión de la causa judicial sobre los ERE). En cuanto a la abdicación de la corona, Madina no se siente condicionado; ha establecido desde hace tiempo una fluida relación con el entonces príncipe Felipe y con Letizia Ortiz, con quienes cena de cuando en cuando acompañado de su mujer, Paloma Villa, sevillana con raíces familiares socialistas a la que conoció en Bruselas como asesora también de los socialistas europeos. Las dos parejas sintonizan en una misma visión generacional de la cosa pública y de los cambios que sacuden a España y al mundo.
Al día siguiente de las europeas, Rubalcaba reúne a la Ejecutiva federal para convocar congreso extraordinario del PSOE los días 19 y 20 de julio (después se retrasaría una semana). Aunque sale adelante la propuesta del todavía secretario general, varios miembros de la dirección del partido plantean su discrepancia y defienden que la solución más apropiada es adelantar las primarias abiertas anunciadas para noviembre, o en todo caso convocar un Comité Federal que tome la decisión, puesto que fue precisamente un Comité Federal celebrado a mediados de enero el que aprobó el reglamento de esas primarias abiertas en las que podrían votar no sólo los militantes sino todos aquellos ciudadanos mayores de 16 años que firmaran un compromiso con los principios del PSOE y pagaran una cantidad simbólica de dos euros para inscribirse en el censo. Entre las voces críticas en la Ejecutiva se escucha al propio Madina, además del exministro López Aguilar y diputados como Purificación Causapié o Juan Moscoso.
Rubalcaba llama ese mismo día a Susana Díaz para pedirle que sea “prudente” en la administración del poder interno. Da por hecho que ganará la candidatura en la que la líder andaluza participe o la que ella misma encabece, y teme que se produzcan vendettas internas contra él mismo o contra su equipo. Las heridas provocadas por el congreso de Sevilla en el que Díaz apostó por Carme Chacón en 2012 frente a Rubalcaba siguen abiertas. La desconfianza sigue instalada. Las reacciones “en defensa propia”, a la orden del día. Las reacciones inmediatas al 25-M indican que la prioridad de Rubalcaba es “matar” políticamente a Chacón, mientras la de Susana Díaz es liquidar a Rubalcaba.
Susana Díaz, licenciada en Derecho, dos años mayor que Madina, se afilió también con 17 a las Juventudes Socialistas y recorrió un camino político similar aunque sin salir de Sevilla: concejala, secretaria general de la organización juvenil del PSOE, diputada… Experta en el funcionamiento de la burocracia de partido desde su primera juventud. Preside la Junta andaluza desde septiembre de 2013, cuando sucede a su mentor, José Antonio Griñán, que le da paso aludiendo precisamente a la necesidad de un “relevo generacional” que “otros deberían imitar”, en referencia nada disimulada al secretario general del PSOE, Alfredo Pérez Rubalcaba. Díaz logró el aval de más de 21.000 militantes del socialismo andaluz, de modo que ni siquiera se celebraron primarias, por ausencia de rivales capaces de conseguir los avales suficientes. Gobernó gracias al pacto con Izuierda Unida-Los Verdes-Convocatoria por Andalucía que había alcanzado Griñán.
Un militante, un voto
Nadie contaba con la contundente negativa de Madina, que rechaza participar en el ticket propuesto, pero menos aún con lo que ocurre en las horas siguientes a la Ejecutiva federal del 26 de mayo. La irritación se extiende rápidamente en el partido.
Públicamente, tanto Madina como Carme Chacón y Pedro Sánchez, tres de los nombres que más suenan como aspirantes a la sucesión coinciden en manifestar que lo más democrático sería adelantar las primarias abiertas previstas para otoño, y no resolver una crisis de liderazgo y credibilidad “sin escuchar a militantes y simpatizantes”. Chacón acusa explícitamente a Rubalcaba de buscar “pretextos para no dar voz a la gente”. En defensa de la fórmula clásica del congreso se pronuncian Manuel Chaves, Javier Fernández, Patxi López o Felipe González, que argumenta que la condición de afiliado “genera derechos y obligaciones” a diferencia de quien no lo es, y sostiene que un congreso al que asisten delegados nombrados por los militantes para elegir nuevo secretario o secretaria general es la mejor fórmula para “devolver al partido su soberanía para decidir”.
Las críticas escuchadas se reproducen el martes en la reunión del grupo parlamentario y van en aumento. Cuando el resultado de las urnas sólo puede ser interpretado como una nueva exigencia de regeneración profunda, el aparato de Ferraz y la llamada vieja guardia reaccionan enrocándose en un congreso de delegados que elijan al nuevo secretario o secretaria general y asegurando que se mantendrán las primarias de noviembre para elegir al candidato a presidente de gobierno. Nadie se cree que el ganador o ganadora de ese congreso convoque después primarias. Afirmaciones inverosímiles o incumplimientos flagrantes de lo prometido tienen mucho que ver con el descrédito acumulado por el PSOE (y en general por la política).
Ese mismo martes Rubalcaba ha convocado a última hora a Edu Madina en su despacho de Ferraz, para reprocharle su actitud crítica en la Ejecutiva y sus declaraciones públicas contra la convocatoria de congreso. Le pide además, en la misma línea de lo que le planteó Zapatero, que hable con Susana Díaz antes de lanzarse a competir por la secretaría general.
A la mañana siguiente, Madina anuncia que “sólo valoraría” la posibilidad de presentarse como candidato en ese congreso si se acepta “el voto directo de toda la militancia”. Hace suya de este modo una propuesta que no figura en los Estatutos del partido y que anteriormente han defendido militantes (poco menos que “apestados”) como Antonio Quero: “un militante, un voto”. Se trata de aplicar a escala federal una fórmula de elección que ya se había utilizado un año antes en Galicia para elegir al nuevo líder del PSdeG-PSOE, y que había sido pactada precisamente por Rubalcaba con el entonces secretario de los socialistas gallegos, Pachi Vázquez.
De inmediato se interpreta que la nueva propuesta de Madina está pactada con Rubalcaba, y que es una forma de frenar las aspiraciones de Carme Chacón y de torpedear la posibilidad de que Díaz salte a Madrid. Ellos lo niegan. De hecho Madina cree que “ese bulo de que yo soy el candidato de la Ejecutiva saliente” se origina porque César Luena, secretario general del PSOE de La Rioja (y futuro secretario de Organización con Sánchez), lo ve entrar en el despacho de Rubalcaba en Ferraz la tarde del día anterior y establece sus propias conclusiones. Lo cierto es que, en sólo unos días, Madina ha pasado de ser el “ungido” por Zapatero a convertirse en el “tapado” de Rubalcaba.
La sospecha de que hay acuerdo crece cuando ese mismo día Rubalcaba empieza a consultar con los barones (excepto con Susana Díaz) si apoyan o no el planteamiento de Madina. Rubalcaba se había opuesto al voto directo de la militancia en el Congreso de Sevilla, pero ahora pone dos condiciones para aceptarlo: unanimidad entre los barones y un informe jurídico que lo respalde. Teóricamente sólo un congreso ordinario puede introducir cambios en los Estatutos del partido, pero se llega rápidamente a la conclusión de que es posible convocar esa consulta a la militancia si así lo decide el Comité Federal, órgano máximo de dirección entre congresos. Así se resolvió también la cuestión en Galicia.
Carme Chacón, apoyada por diputados de Madrid, Andalucía, Aragón, Valencia o Cataluña que ya formaron parte de su candidatura en 2012, intenta movilizar al partido contra lo que considera un nuevo “golpe de mano” de Rubalcaba. Su equipo, al que asesoran su propio marido, Miguel Barroso (primer secretario de Estado de Comunicación de Zapatero cuando llegó a Moncloa) y el también experto en comunicación política Luis Arroyo, maneja encuestas que la sitúan en cabeza si el proceso de primarias está abierto a la ciudadanía, pero sin apenas opciones si sólo participa en él la militancia del PSOE. Ponen en marcha la web ‘primariasabiertas.com’ e imprimen miles de camisetas con la misma leyenda y la imagen de Chacón.
Desde el entorno de Susana Díaz califican directamente lo ocurrido como un “amaño” en el que ven la mano de Rubalcaba, incluso de Felipe González, para intentar elevar a Madina a la cúspide del partido. ¿Pero quién se va a oponer en público a una mayor participación de la militancia? El apoyo de los dirigentes territoriales va sumándose en cascada, y el propio Juan Cornejo, secretario de organización del PSOE andaluz, se ve en la tesitura de admitir que no le “suena” mal y que el partido en Andalucía tomará una decisión “colegiada”. La mayoría de los líderes regionales instan además a Díaz a presentarse.
Entre los fieles de Susana Díaz se empieza a dudar seriamente de la conveniencia de dar el salto a Madrid. Tiene un punto débil evidente, que es haber llegado al poder sin pasar por las urnas, simplemente como heredera de Griñán. Si da esa batalla y la pierde, quedaría también muy debilitada al frente del principal granero de voto socialista y en su endeble acuerdo de gobierno con Izquierda Unida. Su equipo lo tiene más claro cada hora que pasa: es más prudente “defender” el territorio, consolidar su posición en Andalucía y descartar el salto hasta obtener el refrendo de las urnas en la siguiente convocatoria autonómica. Eso sí, debe hacer valer el “poder andaluz” en el PSOE. Ella no será secretaria general, pero Madina tampoco. Menos aún cuando concluyen que Rubalcaba arropa a un Madina que se siente humillado por quienes le habían convencido de que era el candidato idóneo.
Es cierto que a Rubalcaba, como a otros muchos representantes de la llamada ‘vieja guardia’, nunca le gustaron las primarias ni los referéndum. Siempre han preferido el sistema de voto delegado o representativo, pese a que el PSOE tiene larga tradición (interrumpida por la etapa de clandestinidad bajo la dictadura franquista) de consultas directas a la militancia. Si ahora acepta el voto directo, cabe pensar que el cambio se debe a que esa fórmula ofrece más posibilidades de victoria a alguien que consideran más manejable que la dirigente de la federación más poderosa y que la eterna adversaria de Rubalcaba, Carme Chacón, que el día 1 de junio comunica desde su web a militantes y simpatizantes su renuncia a presentarse a una consulta que califica de “retroceso” frente a las primarias abiertas aprobadas en su día por el partido.
Díaz, comprobada la imposibilidad de acceder al liderazgo socialista por aclamación, prefiere no poner en riesgo su poder territorial, que además representa casi un tercio de la militancia total del partido. Una vez más, todos actúan prioritariamente a la defensiva, guiados por la desconfianza mutua y por el interés en mantener las respectivas parcelas de poder.
“Garantías de que no me va a matar”
Ante la negativa de Madina a retirarse o ayudar a Díaz y el rechazo de la andaluza a presentarse o apoyar al vasco, urge la búsqueda de una tercera opción. Avanza el mes de junio, faltan pocas semanas para la votación previa al congreso del partido (que se celebrará el 13 de julio) y en la carrera están confirmados Edu Madina, Pedro Sánchez, José Antonio Pérez Tapias (portavoz de la corriente Izquierda Socialista) y el joven Alberto Sotillos (hijo del periodista Eduardo Sotillos, primer portavoz del Gobierno de Felipe González). Quienes apoyaban a Carme Chacón barajan la opción de Juan Fernando López Aguilar, que durante unos días le da vueltas al asunto calibrando el agua que contiene esa piscina, pero finalmente no se decide. Tiene unos cuantos años más que Madina o Sánchez, ha sido ministro de Justicia con Zapatero y no logró hacerse con la presidencia de Canarias cuando lo intentó.
Pedro Sánchez está en el lugar oportuno y en el momento oportuno. O eso creen los patrocinadores de la operación que pretendía elevar al sillón de Ferraz primero a Madina y después a la presidenta andaluza. José Luis Rodríguez Zapatero recibe a Pedro Sánchez, a quien apenas conoce, en el despacho que utiliza en la misma calle Ferraz, a pocas manzanas de la sede del partido. Se lo han recomendado, por distintas vías, José Blanco, Miguel Sebastián y José Bono.
Justo el domingo anterior a las elecciones europeas, el 18 de mayo, tras un mitin celebrado en Almería, se van a comer juntos Rubalcaba, Susana Díaz, José Bono y José Luis Fernández Chunda. Este último habla excelencias de Pedro Sánchez, y su eterno ‘jefe’, Bono, confirma que es “un chico al que conviene tener en cuenta”.
Tras varias conversaciones con Zapatero, Pedro Sánchez viaja a Sevilla para solicitar a Díaz su apoyo para competir con Madina. Sabe que el nihil obstat de la que en Ferraz muchos apodan La Sultana es imprescindible para optar a la secretaría general. En primer lugar, porque todo aspirante necesita un mínimo de 9.874 avales de militantes (el 5% del censo total, compuesto oficialmente en esas fechas por 197.468 afiliados) para pasar el primer corte y competir por el cargo. Contar con la federación más numerosa para la recogida de avales (anticipo a su vez de probable movilización del voto) es fundamental.
Sánchez regresa de Sevilla convencido de que tiene el visto bueno de la dirigente andaluza, que percibe a Sánchez más “maleable” o menos “díscolo” que Madina. Siendo clave, el apoyo andaluz no es suficiente para ganar. El siguiente escollo a superar será la resistencia del líder madrileño Tomás Gómez, cuya desconfianza hacia Sánchez viene de muy lejos.
Regidor del municipio madrileño de Parla durante nueve años, el que fuera alcalde más votado de España en ayuntamientos de más de 50.000 habitantes con el apoyo del 75% de los votos, fue llamado en 2007 por Zapatero a buscar nuevas metas en el socialismo madrileño. Se trata de una federación que confirma de forma recurrente aquel comentario atribuido a Josep Tarradellas: “Los socialistas de Madrid están en crisis por lo menos desde 1931”. Ya en mayo de 2008 acudió a Moncloa para denunciar ante Zapatero movimientos conspiratorios para apartarlo de la jefatura socialista madrileña. Mencionó a Pepe Blanco, entonces secretario de Organización, y a Rubalcaba. “No veas fantasmas”, vino a decirle Zapatero a Tomás Gómez.
Unos días más tarde, Rubalcaba convocó al dirigente madrileño a su despacho en el ministerio del Interior para reprocharle duramente su visita a Zapatero. “Prácticamente me amenazó por haber ido a contarle al presidente lo que estaba ocurriendo en Madrid, donde entonces querían poner a Antonio Hernando en mi lugar”. Cuatro años después, en el congreso celebrado en Sevilla, Gómez apoyó a Carmen Chacón frente a Rubalcaba, que ganó fundamentalmente gracias al trabajo de captación de votos dirigido por José Blanco y su equipo, del que formaban parte Hernando, Valenciano, Óscar López o el propio Pedro Sánchez.
En aquellos días de junio, cuando Gómez empieza a recibir llamadas de Zapatero, de José Bono o de Susana Díaz solicitando su apoyo a la candidatura de Sánchez, el exalcalde de Parla se resiste todo lo que puede. Susana Díaz toma el AVE junto a su mano derecha, Máximo Díaz Cano, para comer con Tomás Gómez en su restaurante habitual, La Sacristía (ubicado en la céntrica Plaza Vázquez de Mella, hoy rebautizada en homenaje al fallecido concejal socialista Pedro Zerolo). Es un encuentro tenso, en el que Gómez desgrana los motivos que le llevan a desconfiar de Sánchez y exige dos garantías: que no será finalmente el candidato a presidente del Gobierno y que no utilizará el poder como secretario general para fulminarlo a él en la federación madrileña. Gómez pide que Zapatero ejerza como garante del cumplimiento de ese compromiso.
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El viernes 13 de junio Edu Madina presenta oficialmente su candidatura con un acto cargado de simbolismo, en el Senado, delante del busto de Ramón Rubial, histórico dirigente socialista vasco y presidente del PSOE desde abril de 1979 hasta su muerte, el 24 de mayo de 1999. Madina proclama que lo que España necesita no son “pequeñas reformas” sino un verdadero “shock de modernidad”. Plantea un “cambio profundo” para España y una “revolución” para el PSOE. Se declara “molesto” por la decisión de Rubalcaba de ir a congreso extraordinario en lugar de las primarias abiertas y anuncia (como lo harán todos los candidatos aunque nadie les crea) que si gana la secretaría general mantendrá en noviembre esas primarias para elegir al candidato o candidata a la Moncloa en las generales que se celebrarían en 2015.
Pocos días después del lanzamiento de Madina como candidato a secretario general, quienes hasta unas semanas antes le habían empujado a dar el paso acuden a una reunión tan secreta como decisiva para el futuro del partido. El encuentro se celebra en el Hotel AC de Pozuelo de Alarcón, en las cercanías de Madrid. Asisten José Luis Rodríguez Zapatero, Susana Díaz, Tomás Gómez, Ximo Puig y Pedro Sánchez. El objeto de la reunión está claro para todos, aunque no exista orden del día ni acuerdo posteriormente firmado de ningún tipo: un compromiso de apoyo a Sánchez, para quien los asistentes recabarían avales en federaciones tan potentes como Andalucía, Madrid y Valencia. La presencia de Zapatero pretende dar garantías, muy especialmente a Tomás Gómez, de que el pacto se refiere exclusivamente a la Secretaría General, no a la candidatura a la presidencia del Gobierno, y que desde Ferraz se respetará el liderazgo de los allí presentes, por otra parte avalado en los procesos de primarias internas celebrados en sus respectivos territorios. Gómez había advertido en La Sacristía, y telefónicamente a los demás interlocutores: “Sé que Pedro me matará a la menor oportunidad”.
A la salida del salón reservado en el hotel de Pozuelo, Susana Díaz comenta ante dos de los reunidos: “Este chico no vale, pero nos vale”. Una reflexión clave para entender lo que ocurre a partir de entonces. Sánchez es dibujado como un tipo alto, guapo, simpático, bien dispuesto al diálogo y a aceptar recados políticos de sus mayores, como había demostrado ya en el equipo de Pepe Blanco en Ferraz y en los encargos recibidos como miembro del grupo parlamentario socialista. “…Nos vale…” de forma transitoria, hasta que llegue el momento oportuno para que Díaz dé el salto al sillón de Ferraz, en el sobrentendido de que su liderazgo será vigilado, compartido o tutelado.
Recuperamos un extracto del libro Al fondo a la izquierda, escrito por Jesús Maraña, director editorial de infoLibre, sobre el terremoto político español de los últimos años, especialmente en el espectro político progresista. Este capítulo, el segundo de la obra, trata de los complejos momentos vividos en el PSOE que rodearon la elección de Pedro Sánchez, nuevo presidente de Gobierno, como secretario general de los socialistas.