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Las decisiones del nuevo CGPJ muestran que el empate pactado entre PP y PSOE favorece a la derecha

Por un puñado de votos: las siete batallas que definirán quién gana y quién pierde este 28M

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España va a las urnas este domingo. Las papeletas decidirán a los alcaldes de todo el país y a doce presidentes de comunidades autónomas. Una endiablada carrera por las urnas, que servirá como primer test de cara a las elecciones generales de final de año. Una noche de infarto, en la que hay que fijarse en varias claves para detectar la pulsión ciudadana y quién gana realmente.

La Comunidad Valenciana. Es la gran joya a conquistar de los dos bloques. Es la autonomía más poblada gobernada por los socialistas y un bastión progresista, bajo el paraguas del acuerdo del Botànic, con un Govern en el que están presentes también Compromís y Podemos. El Partido Popular espera vender un cambio de ciclo consiguiendo esta histórica plaza para la derecha, habiendo sido su principal foco en campaña y logrando la potente fotografía de la plaza de toros de Valencia al completo. Pero si le dan los números a los de Carlos Mazón es con la suma con Vox, cuyo número uno está condenado por violencia de género.

Las mayorías absolutas en la Comunidad y el Ayuntamiento de Madrid. Otra de las claves será la lucha por la mayoría absoluta de Isabel Díaz Ayuso, que ha arrastrado al PP a posiciones más extremas durante la campaña para captar el voto de Vox: pidiendo ilegalizar a EH Bildu y llamando racista al PNV. Madrid se presenta como el muro frente a la coalición en el que lograr victorias arrolladoras servirían al PP para una gran foto en el balcón de Génova y aliento en su estrategia de “derogar el sanchismo”. Además, los populares anhelan esas gobiernos en la Comunidad y en el Ayuntamiento sin Vox para presentarse como hacedores de mayorías holgadas y sin ataduras para las elecciones generales. En esta ecuación, también es muy significativo el resultado entre el PSOE y Más Madrid por ser la primera fuerza del bloque de la izquierda.

La victoria en votos en las municipales. El 28M son elecciones a corporaciones locales y doce autonomías (Asturias, Cantabria, Navarra, La Rioja, Aragón, Baleares, Comunidad Valenciana, Región de Murcia, Castilla-La Mancha, Canarias, Extremadura y Madrid). Pero de cara a las generales hay que fijarse especialmente en las municipales de los 8.131 consistorios, ya que es el mismo censo que votará en las generales. Aunque se votan listas locales, ofrecerá una panorámica de los partidos y de la diferencia especialmente entre el PSOE y el PP. En 2019 los de Pedro Sánchez sacaron más de 1,5 millones de papeletas más que los de Pablo Casado.

El simbolismo de Aragón y Castilla-La Mancha. Será otro de los grandes factores de la noche. Dos comunidades apegadas al PSOE, pero con barones muy distanciados de Pedro Sánchez. Un cambio a azul de estos territorios también se puede ver como una tendencia de caída del voto socialista incluso en las autonomías más alejadas de La Moncloa.

El ayuntamiento de Barcelona. Es una de las principales batallas del 28M, con una carrera ajustadísima entre el PSC, Junts y los ‘comunes’. En Ferraz esperan hacerse con la ciudad condal y volver al espíritu de Pasqual Maragall bajo el liderazgo de Jaume Collboni para compensar la pérdida de otras grandes ciudades y, además, conquistar la segunda ciudad más poblada. Para el PSC este sería también el golpe definitivo para enterrar el procés y la prueba más viva de que la hoja de ruta de Pedro Sánchez para apaciguar Cataluña ha sido exitosa. También es vital esta plaza para Yolanda Díaz, que tiene en Ada Colau su principal referente y su principal apoyo interno para el lanzamiento de Sumar de cara a las generales.

Los ayuntamientos andaluces. Andalucía no vota por unas autonómicas, pero será clave en las municipales. Es la autonomía más poblada de España, por lo tanto la que aporta más diputados en el Congreso. Juanma Moreno se ha puesto al frente de la campaña del PP en primera persona y se juega ver si su estela de mayoría absoluta también se nota en los ayuntamientos. La Plaza Nueva de Sevilla es el gran foco: el PSOE necesita aguantar, junto con su izquierda, para que el socialismo del sur siga teniendo algo de llama y no desate los nervios totales para las generales. Pero también está sobre la mesa el poder de las diputaciones: el PSOE gobierna seis de ocho y ahora el PP quiere hacerse con algunas muy importantes como Sevilla, Huelva y Córdoba. La campaña para el PSOE-A se ha visto gravemente empañada al final por la petición del juez de imputar al ‘número tres’ del partido, Noel López, por el caso del rapto de una concejala en Maracena (Granada).

Las barreras electorales y las terceras plazas. En los cuarteles generales de los partidos también hay obsesión por saber cómo queda el mapa en conjunto y si especialmente Podemos tiene fuerza para superar barreras electorales del cinco por ciento que le den representación en cámaras regionales como la Les Corts de la Comuntat Valenciana y la Asamblea de Madrid. Detrás también está la incógnita de la fuerza de la izquierda del PSOE frente a Vox, que será clave en las generales del año que viene para lograr diputados en cada provincia por el sistema de restos.

Lo que se juegan los partidos

Prueba de fuego para el PSOE. El partido siempre ha presumido de su fuerte poder municipalista y regional. En 2019 lograron teñir de rojo buena parte de España y, por lo tanto, salen a retener todas sus plazas, aunque confiesan que en muchos sitios la victoria se decidirá por pocos votos. Por lo tanto, en Ferraz se han centrado en movilizar al electorado progresista y cazar a los indecisos (un 25,5% de españoles no sabe qué papeleta meterá este 28M o no quiere decirlo, según el barómetro flash del Centro de Investigaciones Sociológicas).

El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, se ha puesto al frente de la propia campaña, implicándose con actos y mítines por todo el país y con una estrategia de anuncios durante los últimos quince días, que posteriormente han sido acordados por el Consejo de Ministros. Su mensaje principal ha ido en defensa del Estado del Bienestar, con promesas sobre vivienda, sanidad y educación. Pero la campaña no ha versado sobre eso, ya que se centró en los ataques del PP por las listas de EH Bildu durante la primera parte. La última parte se ha visto embarrada por las detenciones en algunos municipios de miembros de PSOE por supuesta compra de votos y por la petición del juez de imputar al número tres en Andalucía por el caso Maracena.

En el cuartel general del PSOE explican que se ha podido comprobar durante estas semanas que el PP no tiene ningún tipo de propuesta frente a un Gobierno de coalición que no deja de trabajar. Los socialistas confían en amarrar finalmente la Comunidad Valenciana y están seguros de retener Asturias, Extremadura, Canarias y Castilla-La Mancha, además de Baleares. Están muy pendientes de sus partidos a la izquierda. La batalla más difícil la ven en La Rioja, donde puede darse el escenario de que sólo entre el PP y el PSOE y gane uno de los dos por mayoría absoluta.

Objetivo del PP: primera vuelta para las generales. El Partido Popular plantea las elecciones como una primera vuelta de las generales y un plebiscito sobre la continuidad de Pedro Sánchez. Así que para los de Alberto Núñez Feijóo obtener un buen resultado pasa en primer lugar por batir al PSOE en votos en el conjunto de España —no lo consiguen desde 2016— y, en segundo lugar, por conquistar comunidades y ayuntamientos relevantes que en 2019 quedaron en manos de la izquierda. Habrá que prestar atención al resultado en Andalucía y a Cataluña, donde confían en empezar a recuperar terreno después de años de retroceso que les ha dejado en la irrelevancia. Un buen resultado impulsará a Feijóo de cara a las generales y pondrá sordina a las voces de quienes no acaban de ver en él al candidato ideal y preferirían a Ayuso. Uno malo pondrá en dificultades la estrategia de Génova que pretende apoyarse en el 28M no sólo para ganar por amplio margen al PSOE en diciembre, sino para distanciarse de Vox y armarse de razones para no cogobernar.

El test de vitalidad de las izquierdas. Unidas Podemos (la coalición formada por Izquierda Unida y Podemos) está jugando la carta del voto útil en esta campaña. Ambas formaciones se presentan en coalición en diez de las doce autonomías en las que hay elecciones este 28M —a excepción de Aragón y Asturias— y en la mayoría de capitales de provincia. Para lograr tener representación la necesitan superar la barrera del 5% en todos los ayuntamientos y en autonomías como Murcia, Cantabria, La Rioja, Galicia, Baleares, Extremadura, Comunitat Valenciana y Comunidad de Madrid. Si quedan por debajo de ese porcentaje —aunque sea con un 4,9%— no participan en el reparto de escaños o concejales que se rige por la fórmula D'Hondt y, por tanto, esos votos se perderían.

En esta campaña los morados están mostrando una resistencia que nadie auguraba hace unas semanas e incluso en las encuestas emergen como decisivos en plazas como Extremadura, Asturias y Cantabria. Su objetivo es revalidar todos los gobiernos de los que ya forman parte (Comunidad Valenciana, Aragón, Canarias, Baleares, Navarra y La Rioja) y entrar a gobernar por primera vez con los socialistas Guillermo Fernández Vara, Adrian Barbón y también con el presidente cántabro, Miguel Ángel Revilla.

En clave municipal, los comunes consideran vital revalidar la alcaldía de Barcelona. La vicepresidenta Yolanda Díaz se ha volcado especialmente con Ada Colau en esta campaña ya que ambas han formado una alianza estratégica también para las generales. Díaz quiere que Colau sea uno de los rostros visibles de su proyecto, Sumar, y por tanto necesita que la actual alcaldesa de Barcelona revalide el cambio. Podemos, en cambio, ha sido más tibio a la hora de respaldar a la alcaldesa y ni su actual líder, Ione Belarra, ni su número dos, Irene Montero, han hecho campaña en la ciudad condal. 

Es un escenario similar al de Compromís. Su principal referente municipal, Joan Ribó, se juega revalidar por tercera vez la alcaldía de València y Díaz lo apoyó explícitamente el pasado jueves, pese a que esto molestó a la candidata de Unidas Podemos, Pilar Lima. A nivel autonómico la vicepresidenta segunda sí apoyó al candidato morado, Héctor Illueca. En clave madrileña, Díaz ha apoyado tanto a Más Madrid como a Podemos e Izquierda Unida.

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Vox quiere más gobiernos. La extrema derecha quiere demostrar que sigue viva y que es capaz de condicionar los gobiernos del PP tras el traspié que sufrió en Andalucía el año pasado. El objetivo de Santiago Abascal es doblar el brazo a Feijóo para gobernar juntos España a partir de diciembre si entre el PP y Vox consiguen sumar mayoría absoluta en el Congreso y, para conseguirlo, quiere empezar por repetir, allí donde los números lo hagan posible, la experiencia de la coalición que gobierna Castilla y León.

Los ultras habrán conseguido un buen resultado o uno malo este domingo en la medida en que las urnas les dejen en situación de formar gobiernos con el PP, lo que ocurrirá en la mayoría de los ayuntamientos y comunidades autónomas en las que los de Feijóo no dependan de sí mismos y ambos partidos sumen mayoría absoluta. La extrema derecha, más allá de lo que suceda en los municipios medianos y pequeños, espera lograr sus mejores resultados en Murcia, donde podrán condicionar el gobierno de Fernando López Miras, y la Comunitat Valenciana. Mantener su cuota de voto dentro del centro derecha es, en última instancia, el nivel que medirá su éxito, Si lo consiguen, están convencidos de que habrán desbaratado el intento de Feijóo de reunificar dentro del PP todo el espacio político a la derecha del PSOE, lo que dejará en una buena posición de cara a las generales.

La última oportunidad de Cs. El proyecto político de esta formación, autoproclamada liberal, pone en juego este domingo casi todas sus piezas en las instituciones. Un buen resultado pasaría por mantener o mejorar el que tuvieron en 2019, pero las encuestas sugieren que serán barridos de todos los parlamentos autonómicos que se renuevan y de la práctica totalidad de los ayuntamientos, si bien muchos de sus representantes en las instituciones ya habían tomado el camino que lleva a la calle Génova para garantizarse la supervivencia política personal. Desde las elecciones de 2019, que pusieron fin a la carrera política de Albert Rivera, han naufragado cada vez que los ciudadanos fueron llamados a las urnas (Madrid, Castilla y León y Andalucía) y todo indica que a partir del lunes desaparecerán también del gobierno del Ayuntamiento de Madrid, la institución más relevante en la que aún tenían una posición ejecutiva gracias a un pacto de coalición con el PP. Un mal resultado como el que prevén todas los sondeos demostrará el fracaso del proceso de refundación del partido que Inés Arrimadas puso en marcha el año pasado tras la debacle andaluza y confirmará sus negras expectativas para las generales de fin de año.

España va a las urnas este domingo. Las papeletas decidirán a los alcaldes de todo el país y a doce presidentes de comunidades autónomas. Una endiablada carrera por las urnas, que servirá como primer test de cara a las elecciones generales de final de año. Una noche de infarto, en la que hay que fijarse en varias claves para detectar la pulsión ciudadana y quién gana realmente.

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