Colombia inaugura el año electoral con unos comicios que abrirán a las FARC las puertas del Congreso

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Colombia celebra este domingo las primeras elecciones en las que podrán participar las FARC, convertidas ya en partido político por al acuerdo de paz firmado en 2016 con el Gobierno de Juan Manuel Santos. Se trata de unos comicios a la Cámara de Representantes y al Senado que configurarán el Congreso con el que tendrá que lidiar el próximo inquilino de la Casa de Nariño y que, de facto, ejercerán de primera vuelta de las presidenciales, informa Europa Press.

En esta ocasión, el color político que adopte el nuevo Parlamento será, si cabe, aún más relevante que en años anteriores. Santos abandonará el cargo el próximo agosto dejando huérfano un proceso de paz que, sin su tutela, quedará a merced de una sede legislativa que tiene como principal tarea hacer realidad cada una de las medidas pactadas en La Habana.

Hasta ahora, el Gobierno logró sacar adelante algunos de los puntos más controvertidos del acuerdo de paz, como la ley de amnistía o la justicia transicional, gracias a la amplia base parlamentaria con la que cuenta Santos, con el Partido de la Unidad Nacional (Partido de la U) y sus aliados.

Esta mayoría ha encontrado, sin embargo, el freno de un creciente escepticismo respecto a la paz diseñada por el Ejecutivo y las FARC que ha estado liderado por el Centro Democrático (CD), el partido fundado por el ex presidente Álvaro Uribe para hacer oposición al que fuera su delfín político.

Las encuestas auguran que la Unidad que catapultó a Uribe y a Santos a la Presidencia de la República sufrirá este 11 de marzo y aspirará tan solo a mantener los 21 senadores y 37 representantes que suma actualmente, a favor del partido Cambio Radical, del ex vicepresidente Germán Vargas Lleras, y del CD, con el ex presidente como primer espada.

Aguantan el tipo los partidos Conservador –cuyo referente es el ex presidente Andrés Pastrana–, a pesar de la salida de destacadas figuras como Martha Lucía Ramírez y Alejandro Ordóñez, que compiten por Nariño; y el Liberal, con el ex presidente César Gaviria y el jefe negociador del proceso de paz, Humberto de la Calle, también en la carrera presidencial, como activos.

La izquierda colombiana, por su parte, está en la cuerda floja. Polo Democrático (PD) y Alianza Verde pugnan por conquistar el umbral para seguir en el Congreso (unos 400.000 votos), lo que supone que históricos como Iván Cepeda o Antanas Mockus podrían perder sus escaños; mientras que la Lista de la Decencia diseñada por Gustavo Petro, ex PD, tampoco lo tendrá fácil.

Puesta de largo de las FARC

La antigua guerrilla, rebautizada como Fuerza Alternativa Revolucionaria del Común, se estrena en las urnas, lo cual ya constituye todo un logro por sí mismo, aunque lo hace con escasas probabilidades de éxito, de acuerdo con los sondeos sobre intención de voto.

Las FARC se presentan con listas integradas por ex combatientes, miembros de Voces de Paz –representación civil que les ha servido de portavoz en el Congreso estos dos años para asuntos relacionados con los textos de La Habana– y líderes sociales. Destaca el que fuera número dos del grupo armado, Iván Márquez, que encabeza la lista para el Senado.

En realidad, el nuevo partido concurre sin presión a la contienda electoral porque el acuerdo de paz le garantiza un mínimo de cinco escaños en cada cámara durante dos legislaturas y, precisamente por ello, el verdadero triunfo de las FARC sería sumar más senadores y representantes con sus propios votos.

Los ex insurgentes esperan pescar en los caladeros de voto de las zonas rurales que han controlado durante el conflicto armado, donde por momentos han sido la única autoridad presente. Apelan a "la gente del común" y enarbolan la bandera de "la justicia social".

Sin embargo, su campaña no ha tenido buena acogida. Muchos en Colombia aún vinculan este nombre con más de medio siglo de guerra y ocho millones de víctimas. Y tampoco ayuda el hecho de que entre los candidatos se hayan colado miembros del Secretariado de las FARC, máximo órgano ejecutivo de la guerrilla.

Así, las FARC anunciaban el 9 de febrero la suspensión de su campaña a causa de una serie de ataques contra candidatos y simpatizantes. Como telón de fondo, la ola de violencia desatada por la lucha entre grupos rivales para ocupar el vacío dejado por las FARC y por la caza a ex guerrilleroscaza protagonizada por facciones de extrema derecha.

La batalla por el Congreso será la única que darán las FARC este año, debido a su inesperada retirada de la lucha por el trono de Nariño a causa de los recurrentes problemas de salud de su líder, Rodrigo Londoño Echeverri, alias Timochenko, que ha sufrido un nuevo episodio cardiaco y ha tenido que ser operado.

Los indignados colombianos

Al margen de las grandes siglas, entre los cerca de 3.000 colombianos que aspiran a ocupar un escaño en alguna de las dos cámaras durante los próximos cuatro años hay una multitud de candidatos independientes y de recién llegados que han dado al traste con el orden clásico de partidos políticos.

Petro, por ejemplo, ha contado para su lista con el narco escritor Gustavo Bolívar –autor de Sin tetas no hay paraíso–, un ex drogadicto del Bronx bogotano, un hincha del Santa Fe, un bajista de la banda de rock Doctor Krápula y una activista transexual. Por su cuenta, compiten asimismo reinas de la belleza y la primera víctima de un ataque con ácido en Colombia.

Estos nuevos personajes han desplazado el foco de interés desde el proceso de paz, pilar de la campaña para los partidos tradicionales, a otras preocupaciones de la sociedad colombiana. Destaca el creciente hartazgo por la corrupción, hasta el punto de que las autoridades electorales han tenido que desmentir un referéndum anticorrupción.

A pesar de la fuerte contestación social a las llamadas mermeladas (sobornos) las sagas cuestionadas se resisten a ceder el puesto. Por ejemplo, Musa Besaile y Bernardo Noño Elías, algunos de los congresistas más votados en 2014, están ahora en la cárcel, pero sus hermanos les guardan el asiento.

Primera vuelta

Las elecciones legislativas en Colombia suelen servir como termómetro de las presidenciales, que se celebran a dos vueltas unos meses después. Este año no hay duda de que constituyen una auténtica tercera vuelta, ya que el mismo 11 de marzo se dirimirán también las primarias en las coaliciones de derecha e izquierda.

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Los votantes izquierdistas están llamados a elegir entre Gustavo Petro o Carlos Caicedo. La pugna interna en la siniestra colombiana no tiene mucho misterio porque la mayoría de las mediciones apuestan por Petro, ex combatiente de la extinta guerrilla del M-19 y ex alcalde de Bogotá, que además figura como favorito para suceder a Santos.

En cambio, por la derecha parece más difícil despejar la incógnita del candidato presidencial. Iván Duque, apadrinado por Uribe, partiría con ventaja, pero la cercanía de Martha Lucía Ramírez, respaldada por Pastrana, no le permite acomodarse en el liderato. El único que parece descartado es el ex procurador general Alejandro Ordóñez.

Petro y Duque serían los elegidos para batirse en la segunda vuelta a la que, con toda probabilidad, dará lugar la primera tentativa, prevista para el 27 de mayo. Con visiones antagónicas, determinarán el futuro del proceso de paz constreñidos en mayor o menor medida por un Congreso que, en cualquier caso, marcará el ritmo al nuevo presidente.

Colombia celebra este domingo las primeras elecciones en las que podrán participar las FARC, convertidas ya en partido político por al acuerdo de paz firmado en 2016 con el Gobierno de Juan Manuel Santos. Se trata de unos comicios a la Cámara de Representantes y al Senado que configurarán el Congreso con el que tendrá que lidiar el próximo inquilino de la Casa de Nariño y que, de facto, ejercerán de primera vuelta de las presidenciales, informa Europa Press.

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