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La confección de la lista europea de IU colocó a la mayoría de Lara al borde de la fractura

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"Estuvimos al borde del precicipio, cerca del abismo".

Este dirigente federal de Izquierda Unida, como tantos otros, relata con cierta rabia y amargura las enormes tiranteces que colonizaron la elaboración de la candidatura europea. Una pugna subterránea que nunca acabó de aflorar con total acritud pero que cerca estuvo de quebrar la sólida mayoría en la que se ha venido apoyando Cayo Lara desde poco después de su ascenso a la cima de IU, en 2008. Pese a que en los últimos meses se sentía el progresivo enconamiento interno, el clímax de tensión se alcanzó en las 48 horas previas a la reunión del Consejo Político Federal que aprobó la lista por un 77,4%. Caer al "abismo" habría supuesto, para la mayoría, fracturarse en dos y rivalizar en las urnas con dos candidaturas. Una, encabezada por Willy Meyer. La otra, por Marina Albiol. El mismo coordinador no pudo ocultar ayer domingo, en la clausura de la asamblea programática, lo endiablado que había sido el proceso, y reconoció "terroríficas presiones" de todos lados. 

La ruptura, de haberse consumado, habría "convulsionado" la organización por completo y la habría situado en mala línea de salida para unas elecciones, las del 25 de mayo, que se presumen trascendentales. El mensaje hacia fuera, hacia aquellos con los que quiere converger, no habría podido ser peor, según el análisis de algunos dirigentes. Para otros, en cambio, la competición de dos listas de la mayoría habría posibilitado que ambas partes se midieran. La crisis se ha resuelto esta vez con una lista que todos califican de "espectacular", "de gente corriente frente a las élites", que dijo el líder. Pero el forcejeo interno "entre lo viejo y lo nuevo", "entre dos formas de gestionar la organización", entre dos visiones distintas, aún sigue larvado, como advierten señalados cuadros. Aunque toca campaña ahora mismo, y en ella se volcarán todos los esfuerzos. Lo que sí está pendiente de sutura inmediata es el mayúsculo cabreo de Izquierda Abierta, que siente que ha pagado los platos rotos por la pelea de la mayoría, al perder el puesto siete de la lista, el que quería, y quedar en el nueve. El partido de Gaspar Llamazares y Montse Muñoz ya ha advertido de que no se conforma y luchará por una sexta plaza ante la Comisión Federal de Garantías y hasta en los tribunales, si hace falta. 

Más que reproches al método

Ya hace meses se venía escuchando tras las paredes de Olimpo, la sede federal, que Meyer no gustaba a todos. No se cuestionaba su trabajo en el Parlamento Europeo durante dos legislaturas (2004-2014), pero sí su perfil. El equipo de Lara acusó esa división: unos querían continuismo (también el coordinador), otros regeneración. Estos últimos pusieron su vista en Enrique Santiago, secretario federal de Convergencia Político-Social, el llamado "eterno joven" de IU, pese a sus 50 años. Él no dio el paso. Pero desde Esquerra Unida del País Valencià (EUPV) se postuló a Albiol, 31 años, diputada por Castellón en Les Corts y azote contra la corrupción. Su nominación gustó mucho al sector crítico, aunque todo el mundo era consciente de que Meyer comenzaba la carrera hacia las europeas, esas para las que jamás se llegó a proponer abierta y públicamente, con más y mejores avalistas: entre ellos, Andalucía, la primera federación de IU y liderada por Antonio Maíllo; la dirección madrileña, parte de la cúpula federal y el propio Lara. 

La batalla fue "sorda" durante meses, como la califica un destacado integrante de la mayoría. No llegó a emerger porque el aparato mandó aparcar el debate de nombres hasta tener amarradas las alianzas y avanzado el programa. Eso llegó en enero. En el Consejo Político Federal del día 11 se dio luz verde a un método de confección de la candidatura un tanto extraño y difícil de armonizar. Se trasladó a las federaciones dos tareas: que elevasen a Olimpo dos nombres, un hombre y una mujer, para integrar en la lista, y que los eligiesen por el sistema que prefirieran (incluso primarias), y que a su vez opinaran sobre el cabeza de cartel. Cada una hizo, pues, de su capa un sayo, de suerte que a Madrid llegaron candidatos designados por cuerpos electorales distintos y no homogéneos: en unos casos, militantes; en otros, militantes y simpatizantes; en otros, los integrantes de los órganos de dirección. 

A ello había que sumar más ingredientes: el hueco requerido por Izquierda Abierta –la minoría más potente de IU, un 20%–, los nombres puestos por los partidos aliados, la voluntad de integración de movimientos sociales y sindicales y el deseo de cerrar una lista cremallera, escrupulosa con la paridad. El Consejo Político eligió a una comisión de 15 miembros (la C-15) y le encomendó casar todas esas piezas y buscar el consenso. 

"El problema es que no había método. No lo había. Eso hizo más complejo todo", sentencia una joven dirigente de la mayoría federal. No es, ni mucho menos, la única. En las últimas horas se han repetido las críticas al proceso, "desastroso", "anárquico", "poco transparente", "poco discutido". Y, a la luz de los resultados, poco eficaz. Porque al final todo se cocinó (y alivió) en dos reuniones del sector mayoritario, el jueves y viernes pasado. La C-15, reunida el sábado por tercera y última vez, apenas una hora antes del arranque del Consejo, se dedicó a decir amén al acuerdo de las dos grandes familias, sin más. El núcleo duro, el más cercano a Lara, reconoce incluso que el sistema elegido "pudo no ser el mejor". "Ha servido para abrir la participación, pero claro, evaluar todo el procedimiento es una tarea que debemos hacer y que es útil".

El puesto siete como epicentro de los problemas

El grueso de la partida se jugó, pues, en tiempo de descuento, entre el jueves 27 y el viernes 28 de febrero. Asistentes a los encuentros de ambos días describen, con mayor o menor dramatismo, la tensión acumulada, el atrincheramiento en las posiciones, los durísimos tirones en el seno de la mayoría. "Sí se podía fracturar la mayoría, sí", asumen incluso fuentes oficiales. Otros responsables son más taxativos, pero todos subrayan que esta fue el "momento más crítico para la mayoría" desde la IX Asamblea, en 2008. Jamás la confección de una candidatura había provocado tantas tiranteces. 

El conflicto, sin embargo, no radicaba tanto en el cabeza –esa era "la excusa", señalan varios responsables–, porque ya se daba por sentado que Meyer tenía todas las de ganar, como avanzó este diario. La lucha estaba por el resto de la candidatura. Primero, saber cómo se visualizaba el protagonismo de Albiol. Y segundo, cómo encajar en una lista limitada –las encuestas conceden de siete a nueve escaños, frente a los dos de IU-ICV de 2009– todas las ambiciones y peticiones: Javier Couso, próximo a Santiago y hermano del cámara de Telecinco José Couso; José Chamizo, exdefensor del pueblo andaluz; Gerardo Pisarello, el activista promovido por Esquerra Unida i Alternativa (EUiA)... y hasta Tasio Oliver, el candidato de IzAb, elegido en primarias ciudadanas

"Todo convergía en el puesto número siete. Todo el mundo lo quería. Había muchas peticiones, y todos querían colocar a chicos, y no se podía satisfacer a todo el mundo", explica uno de los dirigentes más implicados en las negociaciones. 

Las tensiones se encendieron porque Andalucía y Lara y su grupo de confianza, según el relato tejido por distintas fuentes, pelearon duro por que Meyer encabezara, sin ceder demasiada cuerda al sector de Santiago. Este, a su vez, reclamó que Meyer compartiera campaña con Albiol y que Couso entrara en los puestos de salida, para evidenciar la convergencia con los movimientos sociales. Si no, se corría el riesgo de romper la baraja, presentar lista alternativa, lo que habría complicado las posibilidades del eurodiputado, dado que para repetir un tercer mandato necesitaba del apoyo del 60% del Consejo.

Al final, triunfó la última propuesta salomónica que planteó el secretario de Organización, Miguel Reneses: Albiol se quedaría de cuatro tras Meyer, la sindicalista de CCOO Paloma López y el hombre de ICV, Ernest Urtasun, pero su papel se vería reforzado. Se alumbró así una "candidatura compartida", que combinara experiencia y juventud. De "transición" entre dos generaciones, porque no convienen los "cambios de testigo radicales", como avisó Lara. "Dos números uno", elogió Santiago. Algo inédito en la historia de IU. Couso lograba el siete y su plaza quedaba bloqueada, igual que la de López. 

Consecuencias aún impredecibles

El sector de Santiago aceptó y firmó la paz. Se contentó porque sus peticiones fueron recogidas y porque la composición final permitía mostrar que IU había cedido "el 50%" de las primeras diez plazas a miembros "de fuera de IU", como se felicitó ayer el propio dirigente. A saber: el dos, a CCOO; el tres, a ICV; el cinco, a Anova; el siete, al activismo social, y el ocho, a Chunta Aragonesista. Claro que esto tiene matices, porque tanto López como Couso militan desde hace años en IU Madrid. "IU ha aprobado la candidatura más amplia y convergente de su historia. Consolidamos la experiencia de la Izquierda Plural [IU-ICV-CHA] y seguimos sumando", añadió Santiago. 

La pregunta es por qué y por qué ahora. Qué pasó. Por qué todo catalizó en las europeas del 25-M. Aquí las lecturas no son tan coincidentes. "Es el combate de lo viejo frente a lo nuevo", "el continuismo frente a la regeneración", "el despotismo frente al talante", "la pulsión generacional", explican varios dirigentes de muy diferente adscripción. "No es una cuestión de edad –analiza una integrante de la dirección que se sitúa entre las dos alas–. No es una cuestión de edad, ni de generaciones. La clave es entender las formas de hacer política que se aportan desde el conflicto social y que reclaman más participación en la toma de decisiones, más transparencia". Otro elemento más ayuda a explicar la crisis: la perspectiva misma sobre las europeas. Unos, los renovadores, entendían que había que poner toda la carne en el asador, que era el momento culmen del ciclo, porque una rotunda victoria el 25-M asestaría un mazazo psicológico al "bipartidismo", a PP y PSOE. Otros, los más conservadores, percibían que, aun siendo una cita crucial, la desembocadura son las autonómicas y municipales de mayo de 2015 y, más aún, las generales. 

"En el fondo, es como si hubiera dos mayorías bien distintas, con dos concepciones de ver y gestionar IU y la realidad distinta: una, más continuista y otra más rupturista, y que se plasma en todo", comentaban ayer dos miembros del equipo de Santiago. Había quien rescataba ayer la división que se produjo hace menos de un mes a cuenta del respeto o no al marco legal de la consulta soberanista en Cataluña, y quienes destacaban las diferencias de perfil y de mensaje de los candidatos que este domingo salieron al escenario: el lenguaje más "revolucionario" de Albiol o Couso por contraposición a los discursos más clásicos de Meyer y López. El núcleo más oficial niega que exista una batalla "entre lo viejo y lo nuevo", y alega que todo es achacable, paradójicamente, a las altas expectativas que hay puestas en estas europeas, las que pueden confirmar lo dicho en las encuestas y mandar la señal de que IU está creciendo de forma decisiva. En lo que sí hay convergencia plena es en que todas las familias de la mayoría sabían qué se jugaban, y que tenían "voluntad" de seguir construyendo juntas. Lo contrario habría sido una "irresponsabilidad". Y eso es lo que decidió el marcador final. Pero eso no quita para que el peligro de quiebra acechara. 

Aún es prematuro saber las consecuencias. Unos dirigentes de la mayoría pedían calma, esperar a lo que suceda en los próximos días. Otros consideran que las fisuras están restañadas. Y un grupo más que seguirán vivas y la batalla no ha muerto. Hay quien señala el parte de daños: Andalucía, porque pese a su presión, sólo coloca a Meyer en los diez primeros escalones y no ubica a Chamizo, "un excelente candidato"; Madrid, porque López es más una propuesta de consenso... Pero todos alaban a la vez que, pese a las tensiones, la resolución ha sido "óptima", mejor de lo esperable, ya que la lista final combina renovación y experiencia. Eso explica el 77% de apoyo del Consejo Político. 

El capital de la unidad

La última damnificada ha sido Izquierda Abierta. La mayoría la relegó al puesto 11. Los gasparistas, enojados, presentaron alternativa y mejoraron la posición de Oliver dos puestos, hasta el 9. Pero su lucha no se detuvo ahí. El mismo sábado por la noche remitió, con el concurso del Colectivo de Unidad de los Trabajadores (CUT) del líder jornalero Juan Manuel Sánchez Gordillo una carta a Lara [consúltala aquí en PDF], donde le piden que reconsidere el procedimiento, por "caprichoso" y "arbitrario". De lo contrario, llegarán "tan lejos" como sea necesario. 

IzAb clama no contra las alianzas de Anova o ICV, sino contra el bloqueo de los puestos dos y siete, que no se pactaron con ellos. "Gente como Paloma o como Javier no pueden venir de parte. O son de todos o no son de nadie, por eso se les blindó", justifican en Olimpo. Santiago afea a Llamazares y su partido su "falta de generosidad", por invocar tanto el frente amplio para al final "anteponer sus intereses personales". "Su actitud es muy incoherente", denunció, en declaraciones a este diario.

Fuentes de la dirección señalaron a este diario que el acuerdo político con Izquierda Abierta es complicado a estas alturas, tras una votación del 77% del Consejo Político. De modo que sólo podría mover la lista la Comisión de Garantías Federal. La cúpula mandó otro recado, distinto, a Podemos, la plataforma de Pablo Iglesias, que ya ha manifestado que irá en solitario a las europeas: la candidatura de IU aún no está cerrada y está abierta a más alianzas. 

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Otro pequeño roto: Pisarello, la apuesta de EUiA, dio un portazo ayer mismo al verse relegado al puesto 11. "En las condiciones finalmente acordadas, es prácticamente imposible que una candidatura con vocación de apertura pueda cumplir, sobre todo en Cataluña, la función pedagógica y de revulsivo que justificaron su gestación", aseguró en una carta abierta en Sin Permiso. Caído de la lista, la federación catalana deberá poner otro nombre, una vez votado en referéndum. 

IzAb o Podemos ya son un problema algo menor para el estado mayor de IU. Porque hay alianzas cerradas con ICV y Anova y se espera que con Chunta, porque hay lista, hay programa... Y, por encima de todo, se ha preservado la unidad de la mayoría. Un capital valiosísimo para la federación. Siempre lo dice Lara: si por algo ha podido levantar cabeza IU desde 2008, cuando obtuvo su peor resultado en generales, fue por el esfuerzo de convergencia de todas las partes. Porque se pararon las cuitas internas. Y ahora ha vuelto a pasar. Esta vez dentro del amplísimo sector que le apoya. 

"Estuvimos al borde del precicipio, cerca del abismo".

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