En este inicio del curso político los debates ideológicos han pasado a un segundo plano eclipsados por los insultos y descalificaciones de la tercera fuerza del país, Vox, que incluso se atreve a desacatar las órdenes de la presidencia de la Cámara Baja. Tras dos años de ultraderecha institucionalizada, esta semana se ha asistido a una escalada de agresiones verbales en el Congreso protagonizadas por Vox. Una ofensiva que se ha dirigido a otros parlamentarios pero también a la prensa.
Sucedió el pasado martes, mientras se debatía una reforma legal para castigar el acoso ante las clínicas donde se realizan abortos. Durante el turno de intervención de la portavoz socialista de Igualdad, Laura Berja, uno de los diputados de Vox la increpó desde su asiento. "Cállate ya, bruja" fue el descalificativo que empleó José María Sánchez García. No era la primera vez, a tenor de lo que afirman las fuentes consultadas por infoLibre, que aseguran que este mismo parlamentario ha empleado la misma táctica con otras mujeres diputadas.
Tras este incidente, el presidente en funciones de la Cámara, Alfonso Rodríguez Gómez de Celis, llamó al orden al diputado ultra en tres ocasiones hasta decretar su expulsión. Fue el portavoz del grupo, Iván Espinosa de los Monteros, el que lo frenó en el pasillo cuando este ya se disponía a salir del hemiciclo. Su insubordinación fue respaldada por el grupo parlamentario de Vox, al entender que la expulsión no había sido reglamentaria.
En este contexto, Gómez de Celis decidió suspender el Pleno durante cinco minutos. Según varios parlamentarios presentes en el hemiciclo, los diputados de Vox rodearon al presidente en funciones y se enzarzaron en una discusión. Finalmente, permitió que el diputado ultra permaneciera en la Cámara tras retirar el insulto. Pocos minutos después varios dirigentes de la formación, incluida la portavoz adjunta, Macarena Olona, abandonaron el hemiciclo vanagloriándose del logro conseguido. Olona fue cuestionada inmediatamente por la prensa acerca de la idoneidad de la frase de su compañero de filas. Su reacción se basó en atacar a la periodista que le había planteado esa pregunta, una contestación que ella misma viralizó a través de Twitter. "Ha llegado el tiempo de defenderse", clamaba la cuenta oficial del partido.
Este tenso episodio protagonizado por Vox ha reabierto el debate sobre cuál es la mejor estrategia para hacer frente a la ultraderecha desde las propias instituciones. La agresividad de la formación que dirige Santiago Abascal ha forzado al resto de grupos a hacer una reflexión. Sin embargo, tanto la Presidencia de la Cámara como las fuerzas políticas consultadas difieren sobre cuál es la mejor estrategia a seguir.
Batet actuará con contundencia contra los desplantes de Vox
La presidenta del Congreso, Meritxell Batet, que en el momento del incidente asistía a un almuerzo con su homólogo en el Senado, Ander Gil, citó en la noche del martes al portavoz de Vox en su despacho. Batet recriminó a Espinosa de los Monteros la mala imagen ofrecida y le advirtió de que no aceptará "que Vox socave la autoridad de la Presidencia de la Cámara". Más allá de esta advertencia, según indican fuentes de la Presidencia, no hay "mucho margen de maniobra" porque "el reglamento es el que es".
Este reglamento indica que los diputados y los oradores solo pueden ser llamados al orden en cuatro supuestos: cuando profirieren palabras o vertieren conceptos ofensivos al decoro de la Cámara o de sus miembros, de las Instituciones del Estado o de cualquiera otra persona o entidad; cuando en sus discursos faltaren a lo establecido para la buena marcha de las deliberaciones; cuando con interrupciones o de cualquier otra forma alteren el orden de las sesiones; cuando, retirada la palabra a un orador, pretendiere continuar haciendo uso de ella". La sanción implica la expulsión del diputado en cuestión del hemiciclo durante esa sesión y, en casos extremos, la prohibición de asistir también a la siguiente sesión.
No parece plausible, al menos de momento, que este reglamento cambie ya que ese trámite requiere de mayoría absoluta. Aunque las citadas fuentes aseguran que "se valorarán" todas las propuestas que lleguen a la Mesa, no habrá acuerdo en este sentido si no hay unanimidad. Sin embargo, según ha podido saber infoLibre, Batet ejercerá a partir de ahora un rol "más duro" contra estos desplantes de Vox.
Los partidos del Gobierno apuestan por un "cordón sanitario" contra la ultraderecha
El PSOE, fuerza mayoritaria en la Cámara Baja, aboga por tomar medidas para que no se repitan este tipo de situaciones "tan deplorables" y se evite que el hemiciclo se convierta en un "ring", en palabras de su portavoz en el Congreso, Héctor Gómez. Los socialistas han decidido elevar una queja a la Mesa del Congreso para que se adopten las medidas necesarias contra actitudes como la protagonizada por Sánchez García que "van en aumento".
Desde el Grupo Parlamentario Socialista explican a este medio que Gómez ya ha trasladado una queja formal a Batet. "Queremos que frene el clima de crispación alentado por Vox", señalan. En ese sentido, exploran la posibilidad de llegar a un acuerdo con el resto de portavoces para hacer "un cordón sanitario" a la ultraderecha, aunque albergan ciertas dudas sobre la posición del Partido Popular y Ciudadanos en este punto. El líder del PP, Pablo Casado, siempre se ha negado a replicar este tipo de prácticas con Vox, al igual que su homóloga en Ciudadanos, Inés Arrimadas.
"Solamente hay dos partidos, dos únicos grupos parlamentarios que pueden hacer algo para frenar la espiral de odio de ultraderecha de emite Vox: PP y Cs que son los que los banquean apoyándose en ellos o haciéndolos socios de Gobierno en ayuntamientos y comunidades autónomas. También ayudaría que los medios de comunicación que publican bulos de ultraderecha dejen de hacerlo. A la ultraderecha se la para haciendo un cordón sanitario político y mediático", indican en Unidas Podemos.
Rufián (ERC) ya no responderá a Vox y Compromís aboga por confrontarlos
A juicio del portavoz de Esquerra Republicana de Cataluña (ERC), Gabriel Rufián, "ya llegamos tarde a poder hacer una especie de cordón sanitario dialéctico": "Nosotros lo propusimos al inicio de la legislatura y en la moción de censura del propio Vox. Hubo grupos que no aceptaron porque prefieren confrontar y creemos que es algo que hacemos todos o no funcionará", reflexiona. Yo a partir de ahora no responderé directamente a los líderes de Vox. En cada uno de sus puntos interpelaré a sus votantes de clase trabajadora. Creo que es la vía. Al menos una nueva a explorar", explica. "Lo que no puede ser es que el otro día se convirtiera en delito el acoso frente a clínicas abortivas y mi madre solo se enterará de que a un tarado de Vox le echaron", lamenta.
Por último, deja también un recado a los medios, algunos de los cuales "equiparan" a agresores con agredidos, según el portavoz catalán. "Están Vox o PP llamando etarras o golpistas al Gobierno o a nosotros. Y nosotros, bueno... protestando por aquello de que nadie quiere ser insultado. Pero sales de aquí y lees 'nueva bronca en el Congreso'".
Por su parte, Joan Baldoví, portavoz de Compromís, aboga por poner a Vox "frente a sus propias contradicciones". "Yo trato de no entrar nunca en el marco que ellos quieren, lo que hago es ir a por los temas que no les resultan cómodos". "Aquí es importante incidir en que ellos no miran por el interés de la clase trabajadora, sino de los empresarios. Además, les molesta mucho que digamos que su líder es un parásito, que ha vivido de los chiringuitos que ellos tanto critican", razona.
Ver másEl secreto más incómodo y mejor guardado de Vox: más de tres cuartas partes de la cúpula o no se ha vacunado o no lo aclara
La derecha apuesta por "ignorar cordialmente" a Vox
En la derecha creen que la mejor receta es "ignorar" los exabruptos de Vox. "Nosotros en este tema mantenemos una posición que, a mi juicio, es la correcta: no entrar al trapo. Ignorarlos coordialmente, no entramos en sus descalificaciones, mientras que ellos siempre aprovechan cada circunstancia para lanzarlos una pulla. Si ellos nos atacan, nosotros no contestamos", explica Marta González, portavoz adjunta del Grupo Parlamentario Popular. La diputada conservadora explica que esa es la posición que mantuvo Pablo Casado en la moción de censura impulsada por Vox el pasado año. "Antes contemporizábamosmás –admite– pero ahora no tenemos ningún trato. Están super dolidos, nos tratan con mucha displicencia", relata.
Al mismo tiempo, González incide en que "no le parece asumible que ningún grupo acepte que tengan ese comportamiento con la prensa". Guillermo Díaz, diputado de Ciudadanos, incide especialmente en la cuestión de los medios. "Quien ataca al periodismo, algo tiene que ocultar. Es fundamental que la sociedad lo sepa", expone, y cree que la solución es "poner el dedo en la llaga" y "denunciar qué es lo que buscan con esos argumentos ad hominem". Sin embargo, mantiene serias dudas sobre las soluciones consensuadas en el Congreso. "El PP no va a votar contra Vox, ni el PSOE contra Podemos. Porque han decidido ambos irse con el extremo de su rama ideológica en lugar de entenderse entre ellos y con nosotros".
En este inicio del curso político los debates ideológicos han pasado a un segundo plano eclipsados por los insultos y descalificaciones de la tercera fuerza del país, Vox, que incluso se atreve a desacatar las órdenes de la presidencia de la Cámara Baja. Tras dos años de ultraderecha institucionalizada, esta semana se ha asistido a una escalada de agresiones verbales en el Congreso protagonizadas por Vox. Una ofensiva que se ha dirigido a otros parlamentarios pero también a la prensa.