La derecha mediática está en ebullición. Desde que PSOE y Unidas Podemos decidieron poner en marcha la reforma del delito de sedición en el Código Penal y, de paso, propusieron al Congreso una reforma legal para impedir que los vocales conservadores del CGPJ afines al PP y en funciones desde hace cuatro años sigan bloqueando la renovación del Tribunal Constitucional, la prensa afín a los partidos de Alberto Núñez Feijóo y Santiago Abascal ha extremado su discurso. Sus editoriales y comentaristas hablan abiertamente de golpe de Estado, de régimen iliberal y de un recorte sin precedentes de la democracia en España.
En el editorial Una opa a la democracia, el diario Abc decía el día 10: “España se parece más a una democracia orgánica o a esas otras llamadas iliberales, a la manera húngara o polaca, que a una democracia europea, liberal y parlamentaria”. En opinión del periódico del Grupo Vocento, “nuestro país queda sumido en una etapa sin precedentes de recortes democráticos y retroceso constitucional”. Y pedía la intervención de Bruselas: “La UE debe actuar con urgencia como árbitro frente a una tentación totalitaria en uno de los estados miembros”.
El Mundo, en un editorial publicado el día 9 bajo el título Autoritarismo y ostentación, en la misma línea, hablaba de “deriva iliberal” y afirmaba: “España entra de forma acelerada en un deslizamiento autoritario sin precedentes en su reciente historia constitucional”. “El país se asoma a un escenario tenebroso”, sentenciaba, sombrío. Tenemos “un Gobierno con tintes cada vez más autoritarios dispuesto a saltarse todos los consensos básicos y a entregar nuestro Estado de derecho a quienes quieren desmontarlo”.
Federico Jiménez Losantos, uno de los comentaristas más influyentes entre los votantes de la derecha radical, sentenciaba sin rodeos el día 12 en su diario Libertad Digital que “la dictadura de Pedro Sánchez ya está aquí. Y como toda dictadura, ha llegado para quedarse”.
En El Debate, el periódico de la Asociación Católica de Propagandistas que lidera el exdirector de Abc Bieito Rubido, una de sus comentaristas, Clara Zamora Meca, fantaseaba este martes con una segunda guerra civil y pedía un “salvador” que “entre tanta corrección cobarde” decida “priorizar su amor por los demás, por su país y por sus principios”. “Finalizo acentuando la necesidad de que este salvador, en caso de existir, dé por fin un paso al frente. No le reconozco entre los políticos actuales. ¿Dónde estás? Te necesitamos”.
Otro clásico entre los columnistas de la derecha, Alfonso Ussía, también en las páginas digitales de El Debate, hablaba el día 12 de Golpe de Estado.“Pedro Sánchez, impulsado por Podemos, el separatismo catalán y el filoterrorismo, y amparado por el pesebre de los parlamentarios socialistas, está procediendo a dar un Golpe de Estado al sistema democrático y a la Constitución de 1978. España está en plena culminación de un Golpe de Estado”. Y extiende la lista de responsables porque, dice, “no sólo son culpables los políticos golpistas. Lo son también la ciudadanía indolente, el capitalismo cobarde, el comunismo revanchista, el sindicalismo marisquero y un periodismo, no claudicante, sino ya claudicado”.
El respaldo popular no es suficiente
Antonio Caño, el exdirector de El País hoy refugiado en la cabecera The Objective, llegó decir el día 12 en un artículo titulado En el diván que las decisiones del Gobierno y los acuerdos del Congreso “puede ser una decisión tomada conforme a las reglas vigentes y, por tanto, legítima en el plano político. Podría incluso contar con el respaldo popular. Pero incluso así sería arbitraria y antidemocrática”, sentenciaba. “Tal vez nuestros gobernantes han entendido que el tiempo de la democracia liberal ha pasado”.
Menos extremo en sus conclusiones y en sus expresiones verbales, el diario La Razón decía en un editorial publicado el 5 de diciembre bajo el título Sombrío horizonte para la Constitución que “España atisba el desenlace de la legislatura en circunstancias y condiciones más que preocupantes. Sánchez se ha encargado de ello mediante una batería ejecutiva y legislativa de acciones que han minado las fortalezas del Estado. Los indultos, la sedición, la malversación que vendrá, como más recientes, pero antes el asalto irregular a las instituciones de la nación y la amalgama de planes ideológicos y de ingeniería social que adulteran las reglas de la democracia”.
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El director de El Confidencial , Nacho Cardero, se lamentaba el día 12 de la falta de conciencia social ante lo que está pasando. En un artículo titulado Mas allá del umbral del dolor, escribió: “La ciudadanía siempre tarda en darse cuenta de que la democracia está siendo desmantelada, y cuando se presta a reaccionar, es demasiado tarde. En los estudios cualitativos que las distintas formaciones están realizando para calibrar las principales inquietudes de los ciudadanos de cara a los comicios autonómicos y municipales, el asalto a la Justicia ni siquiera aparece mencionado. Tampoco la supresión del delito de sedición. Mucho menos los indultos. El reconocimiento expreso de Bildu como socio de gobierno apenas merece una anotación a pie de página. Las prioridades de los ciudadanos son otras: las pensiones, la Sanidad, los impuestos. Lo del CGPJ y el Constitucional les pilla lejano, pese a la gravedad de los hechos, como de otra galaxia”.
Es la misma preocupación que trasladó a sus oyentes el presentador estrella de la COPE, la emisora propiedad de los obispos católicos españoles. En el comentario emitido el día 30 dijo lo siguiente: “Queda todo 2023, y una sociedad, una sociedad, sin capacidad reactiva, que no reacciona y que si reacciona cuando lo haga seguramente ya será tarde”.
Unos días después, el pasado lunes, llamaba al presidente Pedro Sánchez “dictadorzuelo” y “Pedrito Castillo’ sin sombrero que se lo lleva todo por delante”, en referencia al exjefe de Estado peruano. Y se quejaba de nuevo de supuesta la inacción de los ciudadanos: “Una opinión pública que demuestra tener unas tragaderas, unas tragaderas en las que le cabe una autopista literalmente; y esa misma opinión pública o se moviliza mientras la oposición se arremanga de verdad, o este se lo come todo”. Está tomando “una acumulación de decisiones escandalosas que socavan consensos básicos de una democracia liberal”.
La derecha mediática está en ebullición. Desde que PSOE y Unidas Podemos decidieron poner en marcha la reforma del delito de sedición en el Código Penal y, de paso, propusieron al Congreso una reforma legal para impedir que los vocales conservadores del CGPJ afines al PP y en funciones desde hace cuatro años sigan bloqueando la renovación del Tribunal Constitucional, la prensa afín a los partidos de Alberto Núñez Feijóo y Santiago Abascal ha extremado su discurso. Sus editoriales y comentaristas hablan abiertamente de golpe de Estado, de régimen iliberal y de un recorte sin precedentes de la democracia en España.