PSOE
Díaz advierte de que el PSOE andaluz no es una "sucursal" de Ferraz
Susana Díaz revalida este fin de semana en Sevilla la secretaría general del PSOE de Andalucía. Por segunda vez, sólo ha tenido adversarios sin peso orgánico, incapaces de recabar los avales, por lo que no ha habido votación en primarias. Su liderazgo en el socialismo andaluz es incuestionable, a pesar de la derrota en las primarias frente a Pedro Sánchez. Los delegados al congreso andaluz son en su inmensa mayoría afines a Díaz. No hay lugar a sorpresas en cuanto a quién liderará el partido, ni sobre a quién serán leales los miembros de la ejecutiva. Pero eso no significa que no haya tela por cortar en el congreso.
A pesar de la sonada derrota interna de Díaz, el PSOE de Andalucía sigue siendo la principal federación socialista –uno cada cuatro militantes–. Díaz no quiere que su derrota sea una derrota del PSOE andaluz y este fin de semana comparece ante los 477 delegados a marcar territorio, sacar pecho, reivindicar sus cuatro años como secretaria general y defender su proyecto de futuro, sin ocultar –es más, subrayando implícitamente– las diferencias con el que lidera Pedro Sánchez. Tanto en el fondo como en las formas. Un ejemplo: Díaz no mencionó a Sánchez ni a los tres integrantes de la Ejecutiva federal presentes en el congreso: Ignacio López, María Jesús Castro y José Antonio Rodríguez. Otro: Díaz advirtió que el PSOE no es una "sucursal" de Ferraz.
El congreso empezó este sábado en Sevilla con la salida del ostracismo de los dos ex presidentes de la Junta de Andalucía procesados en el caso de los ERE, Manuel Chaves (1990-2009) y José Antonio Griñán (2009-2013), ya ex militantes socialistas pero a los que se les brindó una pasarela de acceso destacado al acto. Se sentaron en primera fila, junto al también ex presidente José Rodríguez de la Borbolla y a Alfonso Guerra. Para Griñán y Chaves, que previsiblemente serán juzgados a partir de diciembre, fueron las grandes ovaciones de la mañana, hasta el punto de que tuvieron que levantarse a saludar porque el aplauso cuando se los mencionó parecía no tener fin. La sonrisa de Griñán lo decía todo.
"Espero tener en el futuro el lugar en el corazón de los socialistas que hoy tenéis vosotros", les dijo desde el estrado Susana Díaz. Chaves y Griñán están en pleno proceso de rehabilitación política en el seno del PSOE andaluz, donde se comenta el desmoronamiento de algunas causas judiciales impulsadas por la juez Mercedes Alaya. Díaz también prodigó efusivas muestras de respeto y admiración a Guerra, que acaba de rechazar la presidencia honorífica de la Fundación Pablo Iglesias, tras ser apartado de la presidencia ejecutiva por la nueva dirección que lidera Pedro Sánchez. "Alfonso Guerra es una página difícil de arrancar", afirmó Díaz.
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La presidenta, que no mencionó al secretario general en la intervención de balance de sus cuatro años al frente del PSOE andaluz, sí prodigó alusiones que evidencian su distanciamiento con éste. O, más bien, con su proyecto ideológico, territorial y orgánico. Con su proyecto político en su conjunto, en realidad. Se dijo alejada de la "pureza ideológica" perseguida por Podemos, a los que tilda de "populistas" y en absoluto ve como potenciales aliados. "Dicen que no se quieren casar conmigo [pactar en Andalucía] cuando yo no les he pedido matrimonio", dijo con sorna, al tiempo que defendió el papel jugado en Andalucía por Ciudadanos, su socio parlamentario. "Nosotros no jugamos en la liga de la pureza ideológica ni de las proclamas, sino de solucionar los problemas de la gente", afirmó. Pedro Sánchez es habitualmente acusado de podemizar el PSOE, ideológica pero también orgánicamente. En ese sentido también Díaz defendió –entre aplausos de los delegados– el modelo de democracia representativa frente al de corte asambleario. También insistió, como ya hizo hasta la saciedad en la campaña de las primarias, en la necesidad de un PSOE ganador, como lo es en Andalucía, y reivindicó su victoria en las elecciones autonómicas de 2015. "La victoria en las autonómicas de 2019 será la antesala de la victoria en las municipales de 2019", proclamó. ¿Y las generales? Ni una palabra. Díaz habla ahora de Andalucía, aunque con ello también habla de España.
Y al hablar de España hay que abordar la crisis política en Cataluña, donde el Gobierno de Carles Puigdemont quiere celebrar un referéndum fuera del ordenamiento legal vigente el 1 de octubre. Ante la consolidación de un importante bloque social y político independentista en Cataluña, la receta de Sánchez, aprobada en el 39º congreso del PSOE, es un modelo "plurinacional" que reconozca la soberanía del pueblo español, pero también la pluralidad de identidades de un Estado en el que no sólo cabría la nación española. Esa palabra, "plurinacional", no saldrá de la boca de Díaz ni de ningún dirigente andaluz, ni es previsible que quede incorporada al documento político resultante del congreso. La presidenta andaluza reivindicó durante su discurso la "Constitución" como vía para conquistar derechos, y puso a Andalucía como garante de la "igualdad". Ésa es la palabra reiterada hasta la saciedad, la que adorna los salones en enormes lonas blanquiverdes: "Igualdad". El PSOE de Díaz pretende presentarse como el partido que va a defender a Andalucía frente a la supuesta pérdida de derechos –y de dinero– que podría suponer un acuerdo para aplacar al independentismo catalán y canalizar institucionalmente una salida a la crisis política en Cataluña. "Nunca fuimos nacionalistas", remachó la presidenta, que no concede acercamientos a las tesis de Sánchez en cuanto a cómo lidiar contra la ofensiva independentista.
Díaz acusó al PP y a Podemos, sin nombrarlos, de ser "sucursales de sus partidos" en Madrid. Pero dijo que el PSOE andaluz no lo es. Aviso a navegantes. "Somos el PSOE de Andalucía", proclamó, una afirmación que solivianta a los sanchistas, que insisten en que Pedro Sánchez "es secretario general de todo el partido, incluido de todos los militantes andaluces y de la propia Susana", como recuerda un próximo a Díaz que sigue el congreso desde la distancia. Sánchez, que este domingo cerrará el congreso del PSOE, no va a tener en Andalucía una secretaria general dócil. Según se mostró este sábado, ni siquiera comprensiva. La presidenta intenta hacer de la necesidad virtud. Su derrota interna, dolorosa para una dirigente que había hecho bandera de ser una "ganadora" y perdió frente al que ella retrataba como un segundón, la debilitó hasta el punto que los partidos de la oposición vieron la oportunidad de acabar con la hegemonía política del PSOE en Andalucía desde la preautonomía, que cumplirá 40 años en 2019. Para intentar recobrar el pulso, Díaz ha optado por un discurso de "defensa de Andalucía" que le vale para lo interno y lo externo. Hasta tal punto se ha envuelto en la bandera blanquiverde que se reivindicó como "heredera del 4 de diciembre" de 1977, jornada de grandes manifestaciones autonomistas, y del "28 de febrero" de 1980, fecha del referéndum andaluz. De dar por bueno el dibujo político pintado en el suelo por la presidenta, cualquier crítica llegada desde Ferraz a la hoja de ruta marcada por la dirigente trianera podría interpretarse como una crítica al propio proyecto autonómico andaluz.