Díaz promete un PSOE andaluz sin tutelas y Espadas le replica que su tiempo ya pasó

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Nada más iniciarse, a las 20.00 horas, el único debate de las primarias del PSOE andaluz, tanto Susana Díaz como Juan Espadas pusieron sus cartas sobre la mesa. Las dos ofertas lanzadas a la militancia están claras: Díaz afirma encarnar la candidatura andaluza de pura cepa, sin injerencias externas; Espadas –que se prodigó en la crítica a Díaz por, a su juicio, "no escuchar"– se proclama el hombre llamado a devolver al PSOE al poder, convirtiendo el paso de la derecha por San Telmo en un accidente histórico. Si volvemos a "hacer lo mismo", recalcó, "tendremos los mismos resultados". Espadas insistió en que el tiempo de Díaz ya pasó.

La federación más numerosa del partido, donde unos 45.000 militantes están convocados a elegir a su candidato a la presidencia de la Junta en una votación el próximo domingo, tenía este martes una cita clave en el calendario de la campaña. Las primeras intervenciones dejaron claras las bazas de cada cual. Díaz, la secretaria general, presidenta de la Junta entre 2013 y 2018, la mujer que aspiraba a la Moncloa y ahora se juega su supervivencia política, lanzó una pregunta a la cámara: "¿Qué modelo de partido queremos? ¿Un partido que se dirija desde Madrid o desde aquí? Los andaluces nos hemos ganado tener voz propia".

Juan Espadas, alcalde de Sevilla y señalado por sus críticos como "el candidato de Ferraz", no entró al trapo tendido por Díaz en su primera intervención. Y se ciñó a su guión: su candidatura, dijo, pretende "revertir una tendencia", en referencia a la pérdida de la Junta en las elecciones de diciembre de 2018 y a las encuestas, que no auguran un regreso de los socialistas al Palacio de San Telmo. Espadas incluso sacó un gráfico, en el que se veía cómo el partido había pasado entre 2000 y 2018 de 1,7 a 1 millón de votos. "Llevamos diez años perdiendo votos", recordó. En los móviles de los periodistas entraba, enviado por su equipo, un archivo jpg con la gráfica.

Las ideas-fuerza estaban claras desde la primera ronda del debate, celebrado en la sede del PSOE andaluz, en la calle San Vicente, en Sevilla. Y ese fue el terreno de juego. Díaz se presentó como la candidata netamente andaluza, haciendo patriotismo del PSOE andaluz, que sin ella corre –ese es su relato– el riesgo de diluirse y perder su identidad. Esa es su baza, que dirige a una militancia que añora el liderazgo indiscutible y la hegemonía política perdida por el PSOE en Andalucía, donde el partido del puño y la rosa ha sido durante cerca de 37 años casi consustancial a la Junta, a la bandera blanquiverde y hasta a la autonomía. La baza de Espadas es otra: su condición de novedad, de líder de la "candidatura del cambio", llamado a darle la vuelta a una dinámica que parece sonreír al PP y al presidente Juan Manuel Moreno, que según las encuestas podrá gobernar apoyado en Vox si hubiera unas nuevas elecciones. Espadas trata de capitalizar el anhelo de devolver al poder a un partido, el PSOE-A, acostumbrado a la moqueta.

El papel del tercer candidato

El tercer candidato, Luis Ángel Hierro, declarado sanchista, que entiende que tanto Díaz como Espadas son referentes amortizados y con mochila y aspira a recoger la papeleta de los votantes más deseosos de ruptura, trató de distinguirse de sus adversarios subrayando su carácter de economista y profesional que no vive de la política y que ofrece "un perfil distinto". no vive de la política A priori no tiene la menor opción de ganar las primarias, pero su papel no es desdeñable. Su candidatura abre opciones a que ninguno de los favoritos alcance el 50% el domingo, lo que llevaría a una segunda vuelta el siguiente domingo, día 20. Sus votos serían entonces bien codiciados.

De modo que no pasó desapercibido un detalle: cómo Susana Díaz asentía a las explicaciones de tipo económico de Hierro, dándole la razón. En cambio, este chocó más con Espadas, al que reprochó su gestión económica en Sevilla. "No puedes subir los impuestos en un presupuesto y bajarlos en otro. Si no nos creen, no nos votan". Espadas no se arredró: "A mí sí me creen, por eso me votan". El alcalde de Sevilla juega la carta del candidato que ha sido capaz de ganar y gobernar. Precisamente la carta que, hasta que perdió en 2017 contra Pedro Sánchez en las primarias del PSOE, jugaba siempre Susana Díaz.

Los asentimientos tampoco libraron a Díaz de un comentario crítico de Hierro, que como candidato sin opciones de ganar tenía más fácil animar el cotarro: le reprochó a la secretaria general haber "abandonado el patio español", es decir, haber permitido que Andalucía pierda fuerza en la política nacional. Díaz sonrió. No obstante, Hierro se enzarzó más con Espadas que con Díaz. Al alcalde de Sevilla lo acusó incluso de "mentir", por un comentario sobre cómo se había organizado el debate y de quién había sido la idea de incorporar preguntas de los militantes al debate, conducido por la periodista de El País Eva Saiz.

Reinvención y escucha

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La secretaria general trata de reinventarse. Si en 2017 era la figura apoyada por el aparato y los históricos, de Felipe González para abajo, ahora es la rebelde que se opone al intento de Ferraz de controlar la federación del sur. Por eso Espadas, en cuanto tuvo ocasión, le recordó que ella también manda en el partido, como su líder en Andalucía. Y lanzó un ataque medido. Dijo que los militantes se habían sentido "desatendidos por el propio partido" durante la pandemia, al mantener su órganos en stand by, una crítica muy extendida entre los críticos al susanismo. "Ahora no es momento de reproches. Vamos a debatir en positivo", replicó Díaz, que una y otra vez cargaba contra el presidente Moreno y su alianza con la "ultraderecha".

Ambos candidatos –así lo reiteran en sus equipos– creen que la militancia, harta de guerras internas, penaliza la bronca entre ellos, por lo que las pullas son medidas, con una sonrisa y la palabra "compañero" en los labios. ¿Ejemplos de pellizcos? Espadas –que se encontró con una manifestación de interinos a la puertas de la sede– afirmó que el PSOE-A había perdido el poder en 2018 por no "escuchar", y que había que pasar "de un partido del yo a un partido del nosotros". Deslizó esa idea una y otra vez: Díaz no "escucha" y no es "autocrítica". 

Díaz no entraba a estas alusiones. Y acudía a su terreno, la defensa de un PSOE en "libertad" y con "lealtad", es decir, no sometido a Ferraz, aunque tampoco enfrentado. Espadas acabó respondiendo que no iba a permitir que el PSOE andaluz fuera "sucursal de nadie". Sabe que esa acusación, la de ser el "candidato puesto a dedo por Ferraz", corre contra él. Contra Díaz corre la de candidata amortizada, que ya tuvo su oportunidad y la desaprovechó. Por eso dijo varias veces que, cuando vuelva a gobernar, hará "otras cosas", "cosas distintas". 

Nada más iniciarse, a las 20.00 horas, el único debate de las primarias del PSOE andaluz, tanto Susana Díaz como Juan Espadas pusieron sus cartas sobre la mesa. Las dos ofertas lanzadas a la militancia están claras: Díaz afirma encarnar la candidatura andaluza de pura cepa, sin injerencias externas; Espadas –que se prodigó en la crítica a Díaz por, a su juicio, "no escuchar"– se proclama el hombre llamado a devolver al PSOE al poder, convirtiendo el paso de la derecha por San Telmo en un accidente histórico. Si volvemos a "hacer lo mismo", recalcó, "tendremos los mismos resultados". Espadas insistió en que el tiempo de Díaz ya pasó.

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