El jueves por la noche España vivió un nuevo espasmo político. Una sacudida casi total del tablero político. El divorcio a medias entre Vox y el PP supone colocar en una situación de inestabilidad total a seis autonomías (Castilla y León, Comunidad Valenciana, Murcia, Extremadura, Aragón y Balears) y pone en entredicho la existencia de una alternativa sólida al Ejecutivo de coalición progresista.
Nadie se atreve a pronosticar las consecuencias finales que tendrá para la política la operación puesta en marcha por la cúpula de Vox de salirse de los gobiernos autonómicos, marcada por la decepción de las elecciones europeas y el miedo a la ascendencia del nuevo partido de Alvise Pérez. Todo ello con la excusa de negarse a permanecer en gobiernos que gestionen la nueva distribución de los menores no acompañados. Los de Santiago Abascal han decidido ondear la bandera del miedo a la migración al estilo de Marine Le Pen y otras fuerzas ultra europeas.
En el PP quieren hacer de la necesidad virtud y convertir en una oportunidad la salida de la ultraderecha. Dentro de la formación conservadora existen diferentes sensibilidades y opiniones. Unos creen que pueden lograr ampliar su espacio lejos de los de Abascal y otros presienten un infierno parlamentario en la actual legislatura sin que la gestión en solitario que ahora comienza pueda garantizarles mayorías absolutas más cómodas tras los próximos comicios.
La inestabilidad se adueña de la España autonómica
Los populares tienen ahora como principal reto intentar sobrevivir en minoría en esos gobiernos y cargarán sobre sus hombros lo que critican del Ejecutivo central: votaciones al límite, dependencia de los otros grupos e imagen de inestabilidad. Como señala un miembro del Gobierno de coalición: “Puede parecer positivo al principio para el PP porque le dará imagen de moderación, pero a la larga lo que se va a escenificar es la imposibilidad de pactos y la existencia de gobiernos débiles”.
Vox es hoy un partido destrozado tras la enorme tensión interna que acompañó a la decisión, sobre todo en la cúpula. Y, además, ya han surgido consejeros díscolos en Extremadura y Castilla y León que no han hecho caso a la dirección y se mantendrán en los gobiernos del Partido Popular. La ultraderecha pasa ahora a la oposición, pero afronta también el gran riesgo de qué hacer a partir de este momento: ¿derribar a esos gobiernos votando junto a opciones progresistas o seguir respaldándolos desde fuera, como siempre ha querido el Partido Popular? Una difícil encrucijada para un partido que quiere dotar de discursos más ultra a sus planteamientos ya ultra.
Este duro choque es algo a medias, pues los populares y los de Santiago Abascal siguen gobernando en más de 140 ayuntamientos. Ninguna de las dos partes tiene intención de abordar la convivencia en los municipios, algo que pone en entredicho la supuesta ruptura por motivos ideológicos. Además, el hilo de comunicación se mantiene y es imprescindible, a tenor de las encuestas, de cara a cualquier fórmula para alcanzar el Gobierno central.
El PP quiere explorar otras vías de acuerdo sin Vox
En Génova 13, no obstante, ven un camino abierto a partir de ahora para tratar de explorar otra vía de acuerdos con el PSOE, pero también probando un acercamiento con el PNV y Junts. En La Moncloa y en Ferraz se considera una “buena noticia” la salida de la ultraderecha de los gobiernos, aunque recuerdan que ha sido Vox quien se ha ido y no ha sido el PP quien los ha expulsado.
Los líderes territoriales del PSOE en las comunidades afectadas han emitido señales de que pueden llegar a ciertos acuerdos con el PP, aunque no van a salir a auxiliarlos de manera completa ni garantizarles estabilidad. Como señala una alta fuente socialista: “No podemos olvidar, por ejemplo, que en Extremadura ganamos las elecciones. ¿Ahora tenemos que salvar a María Guardiola? ¿Vox rompe con el PP y ella ya no se acuerda de la lista más votada?”
El PSOE pone un gran examen al PP: la ley de extranjería
Una de las exigencias que hacen ahora en Moncloa y en Ferraz al PP es que rompa los gobiernos municipales. Pero también las federaciones socialistas reclaman a los populares que deroguen todas las normas, reglamentos y leyes aprobadas junto a la ultraderecha durante el último año, como las conocidas de “concordia” que han sustituido a las de memoria democrática. Asimismo, señalan en la cúpula socialista que el PP tiene que pasar ahora la prueba del algodón a través de sus políticas. “¿De qué sirve que salga Vox si el PP sigue haciendo las mismas políticas?”, se preguntan fuentes socialistas.
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Y ese gran examen para el PP que pone sobre la mesa el Gobierno es la reforma de la ley de extranjería. Las comunidades populares no desvelaron su postura el pasado miércoles en la reunión de la conferencia sectorial y Génova 13 guarda silencio por el momento. El Ejecutivo da máxima importancia a la presentación de la proposición de ley que se registrará este lunes en el Congreso. Prueba de esa relevancia es que a la Cámara Baja acudirán los ministros Ángel Víctor Torres (Política Territorial y Memoria Democrática) y Sira Rego (Infancia y Juventud) y el presidente de Canarias, Fernando Clavijo, de Coalición Canaria, que gobierna en coalición con los populares.
Además, en el Ejecutivo también dicen que se medirá si el PP se mueve hacia el centro en caso de que acceda a negociar el paquete de medidas de regeneración democrática que presentará el miércoles el presidente de Gobierno en el Congreso. Además, los grandes partidos siguen hablando para culminar renovaciones en órganos como la Junta Electoral Central, el Banco de España, la CNMC, la CNMV y RTVE. Dentro del PSOE también hay voces que advierten de que, a pesar de esta imagen que Feijóo quiere impulsar, el PP va a seguir practicando una ofensiva total contra el Gobierno, especialmente a través de figuras como Miguel Tellado e Isabel Díaz Ayuso.
Hay voces dentro del PSOE que subrayan que este giro debe llevarlos a replantearse la necesidad de un acelerón a los procesos federales autonómicos. Ya ha habido relevos en la Comunidad Valenciana, con Diana Morant, y en Extremadura, con la llegada de Miguel Ángel Gallardo, pero hay otras federaciones en las que todavía no se ha librado la batalla. El ejemplo más palmario es el de Aragón, donde Javier Lambán sigue al frente de un partido preocupado por la posibilidad de que la tardanza de un relevo haga que se asiente electoralmente Jorge Azcón (PP). Muchos socialistas creen que hay que tener ya la maquinaria a punto por si el PP tiene la tentación de ir a las urnas.
El jueves por la noche España vivió un nuevo espasmo político. Una sacudida casi total del tablero político. El divorcio a medias entre Vox y el PP supone colocar en una situación de inestabilidad total a seis autonomías (Castilla y León, Comunidad Valenciana, Murcia, Extremadura, Aragón y Balears) y pone en entredicho la existencia de una alternativa sólida al Ejecutivo de coalición progresista.