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40 años del golpe de Estado

Un documento secreto del Cesid adjudicó el 23F cuatro meses después del golpe a un "proceso de fascistización en el seno del Ejército"

El teniente general Emilio Alonso Manglano, ex director del CESID, a su llegada al Tribunal Supremo para prestar declaración ante el juez Eduardo Móner por el 'caso GAL'.

José Ángel Cadelo

"En nuestras Fuerzas Armadas la proclama del apoliticismo se dirige siempre hacia los demócratas, como si la democracia constituyese la irrupción de la política, y el fascismo fuese el componente moral de la profesión militar". Es una de las frases con las que un informe inédito del Centro Superior de Información de la Defensa (Cesid) (Cesid), redactado en junio de 1981, retrataba la polarización ideológica en el Ejército. Habían pasado sólo cuatro meses del golpe de Estado del 23F. Y sólo un mes desde que Emilio Alonso Manglano tomase las riendas de La Casa, el primer servicio de Inteligencia de carácter nacional en España. En 2002, el Cesid evolucionaría para transformarse en el Centro Nacional de Inteligencia (CNI).

"La fuerza física puede utilizarse directamente para respaldar una voluntad de intervención, o puede insinuarse como instrumento de disuasión. De las dos formas ha sido utilizado este poder real, este poder de hecho, durante nuestra transición política", puede leerse unas líneas más abajo.

infoLibre ha tenido acceso a 19 folios, escritos a máquina, que describen las diferentes corrientes de opinión que ya podían apreciarse, con más o menos claridad, en el seno de las Fuerzas Armadas en junio de 1981. Tras una retahíla de frases preliminares asentando los principios fundamentales de lo que debe ser un ejército constitucional, también reconocían los informantes que, "aunque no de manera catastrófica", las Fuerzas Armadas habían estado impregnadas, a través de sus propios canales orgánicos, de un espíritu antidemocrático, primero, y golpista, después.

En el demoledor esbozo que se hace de la situación interna del universo castrense previo al 23F, a partir de entrevistas con oficiales y suboficiales, destacan en estas páginas enunciados muy reveladores de lo que venía sucediendo ya en el seno de la institución militar. En ese diagnóstico se constata la existencia de una represión de las manifestaciones democráticas internas así como un proceso tolerado de "fascistización", "cuando no impulsado por los canales internos de conculcación ideológica"

Los servicios secretos dejan por escrito que el golpe de Estado había sido la "consecuencia de la inicial congelación de la situación militar y del posterior proceso de fascistización en el seno del ejército". Lejos de considerar el origen del 23F en los meses previos al golpe, la documentación en poder de infoLibre subraya que "buena parte de lo ocurrido corresponde a la misma voluntad de involución" que había "teñido todo el proceso de transición democrático contribuyendo notablemente al atascamiento de los conflictos y a una polarización falseada de los problemas nacionales".

"Ausencia de esfuerzo de adaptación a la transición"

También se destaca cómo se despreciaban las leyes desde las cúpulas jerárquicas y cómo se marginaba a los oficiales demócratas.

"Ya mucho antes del 23 de febrero podíamos advertir en los cuarteles la ausencia de un esfuerzo de adaptación a la transición democrática. Las Fuerzas Armadas, en sus jerarquías, parecían tolerar a regañadientes el establecimiento de un sistema democrático al que empujaba el pueblo español, y esto a condición de mantener un control absoluto y autónomo sobre la institución militar", queda por escrito en las páginas cuyo contenido no habían visto la luz hasta ahora.

La estructura de este documento clasificado es muy clara. Parte de un análisis de los antecedentes del golpe de Estado, haciendo un relato del germen del 23F, después se centra en el proceso golpista en sí mismo y cierra con unas páginas dedicadas a las "nuevas perspectivas" a partir de ese 23F del que este martes se cumplen 40 años.

El informe da por hecho cómo se fue fraguando el proceso involucionista previo al 23F, detallando qué episodios concretos fueron contemplados por la cúpula militar como una amenaza nacional.

Entre ellos, se cita la "legalización del PCE"PCE [1977], con declaraciones del Consejo Superior del Ejército y reunión conspirativa de mandos militares en Játiva". También se ilustra este proceso con algunas interesantes referencias históricas, a modo de ejemplo, como la insubordinación pública del general Juan Atarés Peña en 1978 llamando al entonces ministro de Defensa, Manuel Gutiérrez Mellado, "embustero y traidor" durante un debate público en Cartagena ante quinientos mandos intermedios. O cómo la sentencia de la "insubordinación planeada" de la Operación Galaxia (1978) de Tejero e Ynestrillas, "prácticamente legitima el golpe de Estado".

Análisis de las causas

Tal vez lo más relevante del análisis global que hacen los informadores del Cesid en estos documentos sean las causas que explicaban lo que estaba sucediendo. Enumeran, entre otras muchas, que, salvo la "pequeña excepción" de la UMDUnión Militar Democrática— "a niveles intermedios" no había "ningún grupo militar" que apoyase "con claridad la transición política". También se refieren a la dificultad del Gobierno de someter "a través de la ley" a una institución "que se juzga a sí misma y controla su reclutamiento y funcionamiento internos". Y a los obstáculos legales de relevar al personal político franquista.

Otra de las causas que podía explicar, a ojos de los analistas del Cesid, la situación a la que estaban asistiendo era la excesiva confianza de los gobiernos de transición en las Fuerzas Armadas, así como la no evaluación correcta de los riesgos de una involución, "creyendo que el tiempo y el contacto civil serían suficientes para la necesaria transición" en el seno del Ejército.

Ante este grave estado de las cosas tras el fallido golpe de estado, el Cesid recomienda al Gobierno dos objetivos: transformar una parte de la jerarquía militar en partido constitucional, en oposición a la facción fascista pro-golpista, y desplazar a la "masa neutra" a favor de la democracia, creando así un frente amplio para la defensa de la Constitución. Otras propuestas que se sugieren son la promoción necesaria de las manifestaciones públicas de lealtad al rey y a la Constitución, la "afirmación del honor en el servicio al pueblo español y no en la imposición brutal de la fuerza sobre la ciudadanía", la "exigencia de responsabilidad para los autores y cómplices del golpe militar" y la "prohibición de la apropiación de símbolos nacionales como enseña de grupos fascistas y de militares golpistas".

"La democracia tiene que llamar todavía a la puerta de los cuarteles (…) Hay que alertar contra los mecanismos de adoctrinamiento y bloque ideológico, que han sido los instrumentos esenciales para la preparación ambiental del 23F", se termina diciendo en la página 12.

La "sacralización" de las fuerzas armadas

Si el "proceso de fascistización en el seno del Ejército" estuvo, según el Cesid, en el germen del 23F, este documento de junio de 1981 en el que apenas se aprecian ni erratas mecanográficas ni correcciones a mano, también hace constar la presencia de la ideología "fascista" dentro de las Fuerzas Armadas en el momento de su redacción y se enumeran sus características principales.

Una de ellas es la "defensa de las clases dominantes y de sus intereses tras la cobertura de unos ‘valores’ del Occidente Cristiano interpretados en forma integrista, antipopular y dogmática". Se refiere, además, al "elitismo social encubierto en forma de adulación descarada a los cuadros de oficiales", a la "presentación de las virtudes militares como valores transmitidos en el marco del Ejército tradicional" y a la "clasificación de política a todo ese marco militar de valores". También se refiere a la "sacralización de las fuerzas armadas", a las que coloca "en la mente militar por encima de las demás instituciones" o al "antipopulismo radical en las formas de antimarxismo y rechazo de la democracia".

Los analistas advirtieron al Gobierno de que, ante los precedentes conspirativos y golpistas, era imprescindible establecer un sistema de señales de alerta y de respuesta.

"El tiempo por sí mismo no resolverá nada, como parece que se ha creído en algunos ámbitos de la política", se advierte. En esa misma línea, se dice que "a partir del golpe militar es posible que surja una grieta" que recorra verticalmente las Fuerzas Armadas, aunque se puntualiza que "la aparición de esa grieta se produce durante el propio desarrollo del golpe y se afirma en sus inmediatas consecuencias (solidaridad y mínima represión con los golpistas)".

Uno de los polos de esa grieta, el que no era capaz de entender las Fuerzas Armadas como "aparato del Estado, subordinado al poder civil y a la legalidad", era el que se empeñaba en ofrecer una "respuesta militar a temas tan dispares como las autonomías, las relaciones Iglesia-Estado, el divorcio…"

Inestabilidad a largo plazo

En línea con la tesis de que la gestación del 23F venía de lejos, en uno de los párrafos los informantes alertaban del "crecimiento de las actitudes golpistas y el desenvolvimiento de un ambiente favorable al menos desde finales de 1977". Y avisaban de la "aparición de nuevas situaciones de grave inestabilidad a plazo más o menos largo". No se aventuraban nada los redactores: en octubre de 1982 conocería el Gobierno una nueva conspiración militar entre cuyos planes precisos constaba un atentado terrorista de falsa bandera, que justificara la sedición, y la liberación de los condenados por el 23F. También en 1985 pudo el Cesid descubrir, y ayudar al Gobierno de Felipe González a abortar, otra confabulación golpista de militares que habían planeado un terrible magnicidio inicial al que seguiría la ocupación de todas las instituciones.

"Hay que luchar contra el miedo de la masa neutra". La frase ha de entenderse referida a la pasividad del grueso de los oficiales del Ejército, como se deduce de otro epígrafe. Aquella "masa neutra" estaba formada por militares que no habían manifestado ni en público ni en privado adscripción alguna a las ideas golpistas, pero tampoco a los nuevos valores democráticos. Representaban esos militares el espíritu apolítico más propiamente castrense, el presumiblemente recibido durante su formación técnica militar. Sin embargo, es precisamente a esa masa neutra o indiferente a la que se dirigen los últimos párrafos del documento, terminando con una frase de asombrosa severidad: "Los demócratas tibios [dentro del Ejército] que pretendan seguir una línea intermedia tienen que elegir entre la justificación del golpe o la defensa de la Constitución democrática; se han quedado sin el terreno de la ambigüedad".

Antiguos oficiales hablan de "retrato carticaturizado"

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Antiguos oficiales del Ejército que estaban en activo en 1981 y en años anteriores, a los que ha sido mostrado este informe, han expresado su desacuerdo con este retrato ideológico "caricaturizado". Un contralmirante que solicita permanecer en el anonimato asegura que "en la Armada, desde luego, no existieron esos elementos involucionistas". "Siempre tuvimos muy claro desde el principio nuestros compromisos constitucionales, tal vez porque éramos el arma que más relaciones mantenía con otros ejércitos de países democráticamente avanzados; y me consta que en el Aire tampoco existía esa polarización", añade.

Un general del Aire en la reserva corrobora esa misma percepción: "Las causas del golpe del 23F no hay que buscarlas más allá de la indignación causada por la sucesión de atentados terroristas… ya asumíamos que la democracia constitucional era la única salida al franquismo".

De este informe y otros de similar carácter, encargados por la dirección del Cesid a agentes procedentes del Ejército, se elaboró lo que se conoce como un "destilado" que se remitió en su día a la Moncloa, y a los ministerios de Defensa y del Interior. la MoncloaAl contrario de lo que han hecho ya otras democracias occidentales, todos los documentos relacionados con el 23F siguen clasificados como materia secreta y reservada a día de hoy y, posiblemente, así permanezcan —incluido el sumario del juicio— hasta, como muy pronto, 2029.

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