El discurso xenófobo de Vox (y Junts) arrastra a Ayuso y a todo el PP a intentar pescar en el caladero de votos ultra

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Hace apenas tres años, la migración para el PP era una "prioridad", un "drama humanitario y social de primer orden". Hoy, en cambio, su dirección nacional dice estar "alineada" con el discurso de la presidenta madrileña, Isabel Díaz Ayuso, que lleva días vinculando a los migrantes con la delincuencia. Pero a la vez, los conservadores siguen hablando de "trato absolutamente inhumano" a "personas que vienen buscando una vida mejor". El Partido Popular vira, de este modo, entre un discurso a veces alineado a veces contrario a la extrema derecha, que asegura sin pudor que la migración es un problema de seguridad nacional. ¿Cómo pueden convivir en una misma formación política dos discursos tan antagónicos sobre el mismo asunto?

La migración volvió al centro del debate político cuando el PSOE salvó in extremis dos de los tres primeros decretos del recién revalidado Gobierno de coalición gracias a un pacto con Junts en la materia. Todavía tiene más sombras que luces, pues desde la formación independentista hablan de una cesión "integral" de competencias que el Gobierno ha rebajado varias veces a una posible ampliación de las facultades en materia de servicios sociales que la Generalitat ya gestiona. Aun así, las preguntas nada más conocerse el acuerdo tenían más que ver con quién tendría a partir de ahora la facultad de expulsar a las personas que cruzan nuestras fronteras. Una "criminalización" criticada por los propios migrantes y colectivos que trabajan en su defensa. Según criticaron en infoLibre, el discurso que escuchan a su alrededor siempre tiene que ver con eso: con la seguridad y el control de fronteras.

Ayuso ha venido a confirmarlo. Empecemos por el principio. Este lunes, 15 de enero, la líder regional aseguraba que el Gobierno central traslada "con nocturnidad", especialmente a autonomías y ayuntamientos gobernados por el PP, a migrantes procedentes de las Islas Canarias porque "necesita los votos de Coalición Canaria". "Por las noches, especialmente lo hemos visto en esta Navidad, han estado enviando a los inmigrantes a distintos puntos de la geografía española, especialmente a localidades, a municipios, y a comunidades donde gobierna el PP y no el PSOE", dijo, en una entrevista en Onda Cero. No había pruebas de ello. Y el Gobierno lo negó.

Tan sólo 48 horas después, endurecía sus palabras. Según aseguró en una rueda de prensa, un centro de acogida de migrantes del municipio madrileño de Alcalá de Henares ha sido protagonista de "varias reyertas" y "peleas". Además, vinculó un "brote de sarna" a los migrantes acogidos y llegó a asegurar que ha habido "agresiones sexuales a varias mujeres", una acusación que repitió este jueves. "Hay que investigar lo sucedido aunque ahora parezca que no importe ni conste el 'sí, hermana, yo sí te creo", dijo, añadiendo que hay hasta dos denuncias interpuestas por delitos sexuales cometidos en el municipio.

Lo hizo en respuesta al delegado del Gobierno en Madrid, Francisco Martín, que poco antes negó que hubiera constancia policial de estos hechos. "Es absolutamente impresentable la criminalización de la migración que realiza la señora Ayuso y el Partido Popular. Esa criminalización es un absoluto disparate", criticó este jueves. Ayuso respondió rebajando entonces su acusación: si son o no vecinos de Alcalá o si son de fuera lo tiene "que determinar un juez", zanjó. Sin embargo, para entonces la vinculación entre los migrantes y las supuestas agresiones ya estaba ocupando titulares.

"No vuelvan a mezclarlo"

Pero Ayuso no siempre ha tenido ese discurso. Hace apenas dos años, la presidenta autonómica criticó a la portavoz de Vox en la Asamblea de Madrid, Rocío Monasterio, por asegurar que "la inmigración ilegal", a la que relacionó con bandas juveniles, es la principal causante del "terror en los barrios". "Los padres estamos muy preocupados en Madrid. Estamos muy preocupados porque, cuando salen nuestros hijos, estamos sin dormir porque no sabemos si nuestros hijos se van a cruzar con estos que van a machetazos en las calles", lanzó. La conservadora, en ese momento, fue clara: "La delincuencia no está relacionada con el origen de las personas. No vuelvan a mezclarlo. [...] En el caso de las bandas latinas, muchos de sus integrantes son migrantes de segunda generación, que son tan españoles como usted, como Abascal o como yo".

Ese discurso no desentona demasiado con el que en 2020 lanzó el portavoz adjunto del PP en el Senado, Asier Antona, que denunció durante una sesión en la Cámara Alta la "descoordinación" del Gobierno de Pedro Sánchez en política migratoria. Durante su intervención, el conservador utilizó términos como "drama humanitario y social" y llegó a criticar el trato que el Ejecutivo daba a los migrantes llegados a Canarias. "Yo le pregunto señor ministro [se refería a José Luis Escrivá, titular de la cartera de Inclusión, Seguridad Social y Migraciones] si era un pequeño percance mantener durante más de mes y medio a más de 400 migrantes en el muelle de Arguineguín, a más de 40 grados, obligados a dormir sobre el cemento, a pesar de que muchos de ellos estaban con niños", lanzó.

Pero no hace falta irse tan lejos. Tras conocerse el pacto entre PSOE y Junts en materia migratoria, fue el propio presidente del PP, Alberto Núñez Feijóo, el que no dudó en criticar a Sánchez por alentar el discurso "xenófobo" del partido impulsado por el expresidente catalán Carles Puigdemont. "No tiene nada de progresista entregar la gestión de las fronteras a quien el señor Sánchez consideraba el Le Pen de la política española", llegó a asegurar. Pero olvidó un detalle: su partido firmó con Vox compromisos territoriales en favor de la expulsión de migrantes y la discriminación por país de origen a cambio de su apoyo para hacerse con la presidencia de varias comunidades autónomas.

Los votos tienen la explicación

La convivencia entre estos dos discursos, uno en apariencia preocupado por un "drama humanitario" y otro que alerta de la supuesta inseguridad de la migración, no se da, sin embargo, únicamente en el Partido Popular. Junts ha seguido un camino similar. El pasado mes de diciembre, alcaldes de la comarca del Maresme organizaron un pacto público para señalar a colectivos migrantes como responsables de un malestar social creciente en la zona. Marc Buch, alcalde de Calella, exigió la expulsión inmediata de delincuentes reincidentes que se hallen en situación irregular en España, situando en el punto de mira a aquellos de origen marroquí. "Si no han venido a integrarse y a trabajar como hace la mayoría de la población, no tienen cabida en nuestra casa", aseguró. Y el secretario general de los posconvergentes suscribió las palabras. "Lo habría hecho cualquier alcalde que tenga en su municipio a 11 personas que han sido 200 veces detenidas y que no paran [de delinquir]", dijo en una entrevista en Rac1.

A pocos meses de las elecciones catalanas, la explicación está clara. Junts intenta enarbolar el discurso que han abanderado formaciones como Aliança Catalana con el objetivo de atraer potenciales votantes del partido de Puigdemont. En la competición, además, juegan otros actores como Som Identitaris o Front Nacional de Catalunya. "La derecha catalana ha visto que la antiinmigración es un discurso que funciona", explica Juan Francisco Albert, director de Al Descubierto.

Cataluña es el ejemplo perfecto de lo que ha ocurrido a nivel nacional. Allí, la formación ultra Plataforma per Catalunya ya tenía éxito antes de que Vox, a la que luego se unió, apareciera. Y fue allí donde el conservador Xavier García Albiol (PP) enarboló un discurso claramente antiinmigratorio. "Limpiando Badalona", fue su eslógan electoral en 2015.

Ahora, esto se ha extendido. "Era bastante probable que ocurriera", afirma Albert. "El PP siempre ha tenido como objetivo ser la casa común de la derecha, lo que implica absorber a Vox. La derecha trata de quitarle ese caladero de votos", sostiene.

Nuria Alabao, investigadora sobre la extrema derecha, coincide con él. "Como todos los partidos, en el PP tienen un discurso muy táctico según el momento político y la competencia con otros partidos del mismo espacio electoral. En este caso es evidente que desde que Vox empezó a tener representación los conservadores han ido dando bandazos en su discurso", señala.

El sociólogo Guillermo Fernández, autor de Qué hacer con la extrema derecha en Europa, por su parte, discrepa. Sí cree que a nivel nacional el PP esté tratando de "achicarle" el espacio electoral a Vox, pero explica el discurso de Ayuso en un intento de "tapar" las últimas informaciones aparecidas en relación a la Operación Cataluña. "Ella ha hecho esfuerzos en otras ocasiones por distanciarse de Vox y conseguir sus votos desde otro lado. Además, no tiene motivos para sentirse amenazada por los ultras", sostiene.

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En cualquier caso, en lo que sí coinciden todos los expertos es en asegurar que este arrastre discursivo de la extrema derecha a la derecha más conservadora sí se ha producido, y de forma evidente, a nivel europeo. "En todos los países europeos donde ha surgido este discurso antiinmigratorio, los partidos de centro o de una derecha más tradicional han tenido que cambiar sus discursos para competir", afirma Alabao. "El Partido Popular Europeo (PPE) y muchos de sus miembros están aceptando el discurso de la extrema derecha porque ven un peligro en su auge. Claramente, en Europa está habiendo un deslizamiento de la derecha hacia posicionamientos más radicales en temas de migración", añade Fernández.

Y coincide Albert. "Todo lo que ha ocurrido en nuestro país tiene también que ver con el cambio de [Donald] Tusk a [Manfred] Weber en la Presidencia del PPE", señala. Hace tan sólo un año, el alemán apoyó los pactos con los ultras. Es más, defendió a la primera líder de extrema derecha en llegar al poder, Giorgia Meloni. "Es constructiva en Europa, apoya a Ucrania y no hay problemas con el Estado de derecho en Italia", sostuvo durante una entrevista. "Comparto la preocupación por la historia del partido Fratelli d'Italia de Meloni. Pero hoy estamos hablando entre nosotros sobre cómo podemos resolver las grandes cuestiones de Europa juntos como europeos. En otras palabras: Italia pertenece al núcleo de Europa. Una Europa sin Italia es impensable", añadió.

Un ejemplo a gran escala de esta idea es el pacto migratorio alcanzado apenas hace unas semanas entre los Veintisiete. En síntesis, el acuerdo consiste en el compromiso de reformar la política común con un mayor control de las fronteras exteriores de la Unión Europea y en ofrecer la posibilidad a los gobiernos una solidaridad a la carta para permitir eludir la acogida de parte de los migrantes reubicados. Una política, en resumen, aplaudida por la extrema derecha europea y, también, por la presidenta de la Comisión Europea, Úrsula Von der Leyen, miembro del PPE.

Hace apenas tres años, la migración para el PP era una "prioridad", un "drama humanitario y social de primer orden". Hoy, en cambio, su dirección nacional dice estar "alineada" con el discurso de la presidenta madrileña, Isabel Díaz Ayuso, que lleva días vinculando a los migrantes con la delincuencia. Pero a la vez, los conservadores siguen hablando de "trato absolutamente inhumano" a "personas que vienen buscando una vida mejor". El Partido Popular vira, de este modo, entre un discurso a veces alineado a veces contrario a la extrema derecha, que asegura sin pudor que la migración es un problema de seguridad nacional. ¿Cómo pueden convivir en una misma formación política dos discursos tan antagónicos sobre el mismo asunto?

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