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Se han propuesto cambiar el “nos echan” por un “Volvemos” con mayúsculas. Con esta palabra Diego Ruiz del Árbol, Sebastián Sanz y Raúl Gil han bautizado un proyecto que pretende hacer retornar el talento que España ha visto fugarse por el sumidero de los recortes y la recesión. Buscando la complicidad e implicación de las administraciones públicas, Volvemos.org se perfila como la primera plataforma capaz de conectar a los profesionales emigrados con aquellas empresas dispuestas a acoger el potencial profesional y vital acumulado por quienes se marcharon. Este reto, tal y como cuenta Raúl a infoLibre, nació una tarde en un café berlinés cuando dos de los tres promotores, que conocen en primera persona el fenómeno de la emigración, compartían recuerdos y morriña de una España que se niegan a perder. Una España sobre la que ahora alumbran un plan que pretende poner en valor las capacidades y aptitudes profesionales adquiridas por aquellos se marcharon.

PREGUNTA: Planteáis un proyecto optimista que pueda devolver a España parte de ese talento profesional que se ha desvanecido en los años de la crisis. ¿Por qué ahora? ¿Percibís un fenómeno de retorno?

RESPUESTA: Lo cierto es que algunas cosas están cambiando tanto a nivel político como económico. Creemos que es un buen momento para que retorne gran parte del talento que se marchó. Eso además, sería algo que ayudaría a que España avanzara, porque nos parece muy difícil que un país pueda progresar teniendo a buena parte de sus profesionales fuera. También es verdad que ya se habla de retorno, de hecho en la campaña electoral para las elecciones generales varios partidos políticos se han referido a ello, hay incluso administraciones regionales que están haciendo sus planes de retorno. Nosotros lanzamos el proyecto hace 20 días y superamos los 1.500 inscritos, y claro, eso nos parece un signo de que esto ya empieza a ser un grito, un “estamos aquí y queremos volver”.

P: Es un objetivo ambicioso. ¿En qué medida os habéis planteado que deben contribuir empresas y administraciones en su consecución?

R: Nuestro objetivo es fortalecer una estructura que dé un servicio gratuito a los demandantes profesionales y que sea financiado, por un lado, por las administraciones a través de diferentes programas y por otro, por las empresas mediante dos vías: a través de la responsabilidad social corporativa en el caso de las grandes empresas y de nuestra base de datos para las pequeñas que buscan profesionales.

P: Parece que estáis obteniendo una repuesta contundente en cuanto a demandantes, pero ¿cómo está respondiendo el sector privado y público, teniendo en cuenta que desde las instituciones se ha estado minimizando el fenómeno migratorio de los últimos años?

R: Sí, lo han llamado “movilidad exterior”, y desde luego eso es algo que tiene que cambiar. Ya no puede haber nadie sensato y honesto consigo mismo que pueda negar que esto es una cuestión de país. Y en este sentido ya hemos contactado con algunos de los gobiernos autonómicos. Entre los tres promotores del proyecto sumamos 22 años de experiencia migratoria, un hecho que nos ha proporcionado un conocimiento en la materia que ahora queremos poner a disposición de las instituciones, pero es verdad que tiene que haber un convencimiento que creemos que va en aumento. En lo referente al sector privado estamos viendo que se están dirigiendo a nosotros bastantes empresas. Se están moviendo mucho porque son las más interesadas en reclutar talento, y el proceso migratorio es un plus personal y profesional que queremos poner el valor.

P: Gran parte de la gente que ha emigrado lo ha hecho motivada más por las precarias condiciones laborales a las que se enfrentaban que por el desempleo. ¿Hay una predisposición de las empresas implicadas a mejorar o igualar las condiciones y el clima profesional que éstos han encontrado en el extranjero?

R: Eso es algo que también quiere trabajar Volvemos, pero somos conscientes de que nosotros solos no podemos hacerlo, porque supone un cambio en nuestra cultura laboral. Mucha gente nos está diciendo, y tienen razón, que no quieren volver para ser explotados, que se sienten muy valorados en Alemania, Inglaterra, EEUU o donde sea. Que allí se encuentran con unas condiciones laborales estupendas, una legislación de conciliación familiar mejor y más garantías sociales. Nuestro país no es competitivo en ese sentido y las empresas que no sepan ver eso, no van a poder atraer talento y seguirán teniendo profesionales descontentos con contratos precarios. Ese es nuestro planteamiento: que las condiciones que ofrecemos a la gente que quiere volver sean las que nosotros mismos aceptaríamos.

P: Volvemos pretende reparar parte de las consecuencias del fenómeno migratorio de los últimos años. Tiene un objetivo práctico y claro. Pero a lo largo de estos años han surgido otras plataformas como Marea Granate que aborda este asunto desde una óptica más reivindicativa. ¿En el desarrollo de vuestro proyecto habéis compartido impresiones con este tipo de agrupaciones?

R: Tenemos un respeto absoluto por Marea Granate y compartimos su diagnóstico en muchas cuestiones, aunque nosotros nos vamos a centrar en el retorno. También creemos que hace falta darle la vuelta a todo el programa de apoyo a los emigrantes que hay fuera, porque la administración no ha sabido adaptarse a la nueva migración. Nosotros nos hemos puesto en contacto con asociaciones de referencia en algunos países, porque lo primero que queremos hacer es también una ronda presencial por tres o cuatro capitales importantes de Europa para montar nuestro proyecto porque, además, Volvemos también tiene un ideario, no somos neutros en este sentido. En España ha habido gente que ha negado la existencia de un fenómeno migratorio y ahí nos tendrán en frente. También queremos que se oiga el grito de la gente que quiere volver y que las administraciones se pongan las pilas para que eso suceda.

P: Entre los tres integrantes de Volvemos sumáis 22 años de experiencia migratoria, sin embargo, unos os marchásteis antes de la crisis y otros después. ¿Qué diferencias hay entre una y otra opción?

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R: Hay muchas diferencias entre la emigración de la precrisis y la de la crisis en sí misma. Si tú te has ido porque has querido, todo se ve de otra manera, pero si te has marchado pensando que te han echado o porque no tenías oportunidades en tu país, empiezas con la moral muy baja y es complicado remontar esa sensación. Yo he visto irse gente en unas condiciones muy precarias y sin prepararse nada. Muchos de los que se iban a ganarse la vida lo han tenido más difícil, y de hecho, dos de cada tres personas que se iban a Alemania, se volvían a los pocos meses.

P: Vista vuestra propuesta, ¿era muy tremendista esa afirmación de que “hemos perdido una generación”?

R: La podemos recuperar todavía y en ello estamos, pero es verdad que, en edades muy concretas, hay pandillas enteras de amigos en el extranjero y ver que hay gente que tiene a familia y amigos por el mundo impresiona un poco. En cualquier caso yo no diría que la hemos perdido. Hay algo que va a quedar siempre, para bien: la experiencia profesional que es un plus. Y para mal, que esos son los que se tuvieron que marchar por la crisis. Ese relato de España siempre estará ahí. Ahora nos queda la responsabilidad de que el final sea feliz, que después de estos años de “nos vamos”, podamos empezar a volver.

Se han propuesto cambiar el “nos echan” por un “Volvemos” con mayúsculas. Con esta palabra Diego Ruiz del Árbol, Sebastián Sanz y Raúl Gil han bautizado un proyecto que pretende hacer retornar el talento que España ha visto fugarse por el sumidero de los recortes y la recesión. Buscando la complicidad e implicación de las administraciones públicas, Volvemos.org se perfila como la primera plataforma capaz de conectar a los profesionales emigrados con aquellas empresas dispuestas a acoger el potencial profesional y vital acumulado por quienes se marcharon. Este reto, tal y como cuenta Raúl a infoLibre, nació una tarde en un café berlinés cuando dos de los tres promotores, que conocen en primera persona el fenómeno de la emigración, compartían recuerdos y morriña de una España que se niegan a perder. Una España sobre la que ahora alumbran un plan que pretende poner en valor las capacidades y aptitudes profesionales adquiridas por aquellos se marcharon.

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