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Elena Collado, una histórica del PP marcada por el 'caso mascarillas' y ascendida por Feijóo

Elena Collado durante su etapa como secretaria de Estado de Función Pública.

El PP trata de poner a punto la maquinaria para hacer frente al ciclo electoral que se avecina. La formación conservadora ha reforzado este lunes su estructura de partido con más de medio centenar de nombramientos distribuidos por todas las áreas. Son terceros niveles con los que Alberto Núñez Feijóo quiere fortalecer los equipos de cara a lo que se avecina en los próximos meses. Y, especialmente, el de Economía, un asunto convertido en punta de lanza de la oposición contra el Gobierno de Pedro Sánchez. "Priman los perfiles con experiencia de gestión", aseguran desde el partido. De entre todos, destaca el nombre de Elena Collado Martínez, la desconocida alto cargo del Ayuntamiento de Madrid que saltó a la fama tras el estallido del caso mascarillas. Una nueva responsable para Eficiencia Pública que lleva décadas trabajando para gobiernos conservadores y que, hasta ahora, siempre había conseguido mantenerse alejada de las polémicas.

Quienes la conocen la definen como una gran conocedora de la Administración. Y no es de extrañar. Al fin y al cabo, su vida ha girado siempre en torno a esa cuestión. Tras acabar Derecho en la Universidad Complutense, ingresó en el Cuerpo Superior de Administradores Civiles del Estado. Era 1995. Apenas quedaban unos meses para la salida de Felipe González y la llegada de José María Aznar a la Moncloa. Con un nivel 26, tuvo como destino la Dirección General de Bellas Artes. Y, poco tiempo después, consiguió uno de sus primeros puestos de responsabilidad. Corría el año 2000 y acababa de ser nombrada subdirectora general de Recursos Humanos del Ministerio de Educación, durante la etapa de Pilar del Castillo al frente de la cartera.

A partir de ahí comienza a hacer carrera por la administración estatal, autonómica y local. Uno tras otro, va encadenando puestos de responsabilidad. Pasa por el Gobierno de Esperanza Aguirre, de Mariano Rajoy o de Cristina Cifuentes. En su primera experiencia a nivel regional ocupa el puesto de directora general de Recursos Humanos de la Consejería de Economía y Hacienda. Ahí coincide con Engracia Hidalgo, quien estaba al frente del departamento. Desde entonces, las vidas de ambas se entrecruzan una y otra vez. Las dos coinciden durante unos meses en el Gobierno de Rajoy, una como directora general en el Ministerio de Hacienda y la otra como secretaria de Estado de Empleo. Y luego en el Gobierno de Cristina Cifuentes, donde Hidalgo ficha a Collado como directora general de Presupuestos y Recursos Humanos.

Durante todos estos años, la administradora civil del Estado consigue mantener en todo momento un perfil bajo. Es ajena a todas las polémicas. Al fin y al cabo, las áreas en las que desempeña sus labores suelen ser lo suficientemente discretas como para que no haya ruido alrededor de su nombre. El cargo de mayor relevancia que ocupa es el de secretaria de Estado de Función Pública con Cristóbal Montoro, desde donde tiene que encargarse de cuestiones como el incremento de sueldo de los funcionarios públicos o la mejora de las administraciones. Con Rajoy fuera de Moncloa, ejerce un año como interventora general de la Comunidad de Madrid. Es solo un tiempo muerto antes de su salto al Ayuntamiento. Un paso que da, de nuevo, de la mano de Hidalgo, quien vuelve a convertirse en su jefa en la Administración local.

En el consistorio continúa en un segundo plano. A pesar de ser la coordinadora general de Presupuestos y Recursos Humanos de la capital, pasa desapercibida para los medios. Su nombre apenas sale en las informaciones. Solo un tenue foco se coloca sobre ella cuando el PSOE en la Asamblea de Madrid pide su comparecencia en la comisión de investigación del caso Avalmadrid. Al fin y al cabo, había sido vocal del Consejo de Administración de la entidad semipública en la época en la que se había concedido el aval de 400.000 euros a una sociedad participada por los padres de la presidenta madrileña, Isabel Díaz Ayuso. Al final, Collado no se sentaría en la comisión de investigación, según se desprende del calendario de reuniones. Sí que lo haría su jefa, Engracia Hidalgo, en su condición de exconsejera de Economía madrileña.

Y así, prácticamente en la sombra, continúa la administradora civil del Estado hasta el pasado mes de abril. Es, en ese momento, cuando se produce un punto de inflexión en su imagen pública. Una investigación llevada a cabo durante meses por la Fiscalía Anticorrupción pone la lupa sobre tres contratos para la compra de material sanitario –mascarillas, guantes y test de detección rápida– del Ayuntamiento de Madrid con la empresa malaya Leno, adjudicaciones que permitieron al aristócrata Luis Medina y al empresario Alberto Luceño embolsarse más de 5 millones de euros en forma de comisión. Y es a partir de entonces cuando su nombre y su imagen aparece por todos lados. Como jefa de Compras, fue la encargada de gestionar los contratos que todavía se encuentran bajo investigación judicial.

Una jefa de Compras "un poco pava"

En el arranque de sus pesquisas, el Ministerio Público puso sobre la mesa un posible delito de malversación de fondos, que solo puede atribuirse a funcionarios o cargos públicos. Un tipo que, sin embargo, desapareció en la querella presentada en los juzgados. Collado fue la única que en esa investigación secreta declaró como testigo ante el fiscal Luis Rodríguez Sol. En su comparecencia sostuvo que el consistorio había sido víctima de una estafa y que se sentía engañada. "Soy un poco pava. Entendía que querían ayudar a Madrid. No hablaron de porcentajes y ni les pregunté. A lo mejor lo debería haber hecho", llegó a señalar. Una idea que ha mantenido de forma constante ante el juez, a quien ha asegurado en todo momento que nadie le dio "jamás" indicaciones sobre lo que tenía que hacer con las ofertas de los comisionistas.

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El sumario del denominado caso mascarillas evidenciaba el compadreo telefónico entre la alto cargo municipal y Luceño. "Lo que sí te pediré por favor es que cuando lleguen los test pueda tener 4 para cada miembro de la familia", le escribe el empresario Collado, que le responde afirmativamente. "¡Que duermas o me chivo a tu mujer!", bromea con él la jefa de compras ante los madrugadores mensajes enviados por el comisionista. De hecho, la relación empieza a ser tan estrecha que incluso Collado llega a señalar en un correo electrónico enviado a la mano derecha del alcalde, Matilde García Duarte, que habría que dar varias medallas al aristócrata y al empresario. "Se están encargando de la parte gruesa de nuestras necesidades", puede leerse en el email, en el que también señala que se va a donar material al Hospital Puerta de Hierro, "donde trabaja la mujer" de Luceño.

En aquel mail, desvelado por elDiario.es, se ponía de manifiesto que el consistorio había barajado la posibilidad de que fueran comisionistas. Sin embargo, la jefa de compras afirmaba que habían "renunciado a todo tipo de comisiones". Durante la investigación judicial, Collado no ha dudado en mantener al margen a sus superiores, responsabilizándose de la gestión de los contratos y negando, por activa y por pasiva, órdenes de arriba para realizar dichas adjudicaciones. Un hilo político del que ni el juez ni la Fiscalía han querido tirar demasiado. A pesar de que lo han solicitado las acusaciones populares, ni Collado, ni Hidalgo, ni García Duarte. "Fue engañada por los comisionistas, quienes le ocultaron (...) el importe de sus desmesuradas comisiones que inflaron el precio de los contratos, por lo que actuó de buena fe han sido investigadas", es el relato con el que se ha quedado el juez.

Durante meses, la tormenta ha azotado a la administradora civil del Estado. Sin embargo, nadie la ha dejado caer. Cosa rara en política cuando vienen mal dadas. Es más, hasta el alcalde, José Luis Martínez-Almeida, dio la cara por ella. "Antes de que se vayan Elena Collado o Engracia Hidalgo de este ayuntamiento me voy yo", dijo en un Pleno extraordinario celebrado en el Palacio de Cibeles. Una defensa en público que también hicieron algunos viejos compañeros de sus gobiernos. "Es una funcionaria ejemplar. Se podrá estar de acuerdo con ella en algunas cosas y discrepar en alguna, pero lo que no se puede decir es que no sea recta en su proceder", afirmaba en un artículo José María Rotellar, que coincidió con ella como viceconsejero de Hacienda de la Comunidad de Madrid. Ahora, es Feijóo quien la quiere en la estructura nacional del partido. De nuevo, en ese segundo plano en el que siempre se ha mantenido hasta el estallido del caso mascarillas.

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