El 'enemigo íntimo' de Díaz renace junto a Sánchez

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El 1 de octubre, tras el Comité Federal que precipitó la dimisión de Pedro Sánchez, Alfonso Rodríguez Gómez de Celis salió de Ferraz con Adriana Lastra y otros afines al dirigente caído a tomar algo para suavizar la conmoción en compañía. En aquel momento Celis, al que hasta sus abundantes rivales en el socialismo sureño le reconocen habilidad para anticipar acontecimientos venideros en el seno del partido, tenía un convencimiento erróneo: todo había terminado, el "no es no" había sido derrotado y con él Sánchez. Aquella noche hubo rechinar de dientes y, según el propio Celis, "alguna lágrima". Una nueva derrota frente a Susana Díaz, su enemiga íntima, se había consumado.

No era la primera vez: ambos llevan años enfrentándose en las luchas internas del PSOE sevillano y andaluz y Celis ha militado asiduamente en las filas del bando perdedor. Ahora no. No han pasado ni ocho meses de aquel Comité Federal y Celis, que hace un año no pasaba de ser una china en el zapato de la todopoderosa presidenta, figura en el selecto grupo de confianza del secretario general electo que ha logrado derrotarla. El político sevillano, coordinador de estrategia y comunicación de la campaña de Sánchez, renace políticamente junto al secretario general al mismo tiempo que mantiene el cargo institucional que Díaz le dio en la Junta de Andalucía cuando pasaba horas bajas. Pocos como Celis conocen las ironías de la política y sus caprichos. Hoy es no sólo el hombre de Sánchez en Andalucía, sino uno de los hombres de Sánchez, a secas.

El PSOE andaluz, más aún el sevillano, es un partido que gana y que manda, lo que inevitablemente predispone a la ambición, caldo de cultivo perfecto para las luchas por el poder orgánico, a menudo indistinguible del poder institucional. Oficialistas y críticos se suelen definir, más que por agudas diferencias ideológicas, por contingencias circunstanciales, lealtades personales y golpes de intuición. Tanto Susana Díaz (1974) como Gómez de Celis (1970) han sabido prosperar en ese ecosistema, que reclama sobre todo sentido de la oportunidad, olfato y capacidad de adaptación, además de habilidad para las alianzas. El problema que ha tenido Celis es que sus aspiraciones han tropezado con frecuencia con Díaz, a la que él mismo contribuyó a abrir las puertas de las Juventudes Socialistas.

Quien fuera delfín de Alfredo Sánchez Monteseirín para sucederlo en la Alcaldía de Sevilla –ilusión quimérica en realidad, porque Juan Ignacio Zoido acabó arrasando en 2011– acabó reducido conforme Díaz ascendía a mero referente de un sector crítico tan capitidisminuido que llegó a ser objeto de cachondeo, otra divisa frecuente de las pequeñas maldades de partido. Pero Celis nunca plegó velas, ni se impacientó, a pesar de que ha pasado horas bajas si pensamos que siempre ha sido un hombre de elevadas expectativas. Tampoco se sumó al aplauso casi unánime a Díaz, en ocasiones literalmente, con llamativas sentadas en medio de auditorios socialistas en pie.

Estampas de aislamiento

Dos imágenes ilustran su soledad política de los últimos años, los de la creciente rivalidad entre Díaz y Sánchez. La primera es de abril de 2016, cuando Celis hizo de solitario cicerone del secretario general en la Feria de Sevilla en una jornada que evidenció la frialdad de Susana Díaz hacia el líder declinante y simbolizó su creciente aislamiento en Andalucía. La segunda fue en septiembre de ese mismo año, poco antes de la crisis total. Susana Díaz convocó de urgencia a su Comité Director, de unas 300 personas, y sometió a votación una resolución formal que establecía expresamente el rechazo a que hubiera un Congreso Federal antes de que hubiera gobierno en España, como pretendía Sánchez. Hubo una sola abstención, la del ignoto militante sevillano Sergio Cebolla. Celis, miembro de este órgano, no acudió y se evitó el trago. "¿Dónde se mete Celis hoy? No se le ve por aquí, ¿no?", se comentaba con malicia.

Ahora que casi un 37% del PSOE de Andalucía ha votado por opciones distintas a Díaz en las primarias del PSOE, por primera vez en años puede escribirse "sector crítico" en la comunidad del sur sin temor a equivocarse. Y si éste sector crítico tiene un referente, cosa aún dudosa porque hablamos de una masa heterogénea y de aluvión, ése es Celis, el andaluz más próximo a Pedro Sánchez y desde luego el que mejor conoce a Díaz. Eso sí, Celis no tiene intención de presentarse como candidato a la secretaría general del PSOE andaluz en el congreso regional del próximo mes de julio, según ha afirmado él mismo. "No me seduce" la idea, fueron sus palabras.

Batallas orgánicas

Celis y Díaz fueron concejales del gobierno local de Sevilla con Sánchez Monteseirín. El primero era candidato a sucederlo en 2011, pero finalmente el elegido fue Juan Espadas, que perdió ante Zoido pero a la postre acabó accediendo al cargo tras las elecciones de 2015 y sigue ahí. En aquella disputa por la sucesión de Monteseirín, Celis tuvo a Díaz en contra. Han sido muchas las disyuntivas orgánicas y, sea por oportunidad o convencimiento, en la mayoría ambos han estado en posiciones opuestas. Por ejemplo, José Antonio Griñán –que ya se había convencido del potencial de Díaz– apoyó a Carme Chacón en 2012 frente a Alfredo Pérez Rubalcaba, que tenía el apoyo de Celis, entonces secretario de la agrupación local de Nervión, de las más importantes de Sevilla. En ese caso Celis ganó. Pero la mayoría de las veces le ha tocado el bando perdedor, lo que le granjeó un aura de eterno crítico.

Celis se ha metido en los procesos internos incluso sabiendo que no había nada que hacer. Estuvo con el ex consejero Luis Planas, que no llegó a reunir los avales para enfrentarse a Díaz en las primarias para la secretaría general del PSOE andaluz en 2013. Hoy está por ver si el sanchismo presentará o apadrinará algún candidato para ese cargo. Pero lo que parece obvio es que no habría problemas para superar el umbral necesario de avales, cometido en el que Celis ha hecho un doctorado durante la campaña de Sánchez, que empezó a ganar las primarias cuando evitó que la presidenta evidenciara de tal modo su poderío orgánico que llegara como virtual vencedora al día de la votación.

Una campaña que pudo no empezar

Según coinciden los sanchistas de Andalucía, Celis ha sido fundamental en la campaña de las primarias y no sólo en Andalucía. En los días previos a la votación intuía que las cosas iban bien aunque se cuidaba de cantar victoria. Ahora no disimula su orgullo por lo que considera una campaña apasionante. Y cargada de elementos simbólicos y provocadores, como su inicio en Dos Hermanas, principal feudo de los críticos con Díaz en Sevilla, donde Sánchez se cargó de la tan mencionada toscaína del alcalde, Francisco Toscano. Y también como su finalización junto al puente de Triana, el barrio de Díaz, en el que actualmente también vive Celis. Compañeros de partido y convecinos, Díaz y Celis se conocen tanto como conocen el partido. Y resulta evidente que entre ellos saltan chispas.

No de otro modo se explica la pública regañina que la presidenta le echó a Celis a través de declaraciones a los medios por dar una entrevista a la Cope en horario laboral. A Díez le preguntaron por unas declaraciones de su alto cargo y respondió para sorpresa de los periodistas: "No creo, Gómez de Celis estaría trabajando en la Agencia de Puertos y seguro que esta mañana no estaba dedicado a cuestiones de partido, no me lo creo; seguro que estaba como yo, en cuestiones de gobierno". Díaz le dio a Celis un protagonismo que no esperaba. Y además se metió a sí misma en contradicciones, porque la subordinación de su papel de presidenta al de candidata durante las primarias, sobre todo en la recta final de la campaña, ha sido evidente.

La campaña que ha encumbrado a Sánchez, y a Celis a su sombra, pudo no haber ni siquiera nacido. En los días posteriores a la famosa entrevista de Sánchez con Jordi Évole, Celis llegó a temer que el dimitido secretario general no diera el paso, consumido por el shock de verse en unos meses de aspirante a la Presidencia del Gobierno al paro, y además machacado por los medios. También le generaba dudas el abandono del escaño de Sánchez, decisión que Celis le desaconsejó, convencido de que así se quedaba sin altavoz para hacer llegar su mensaje. A la postre esa épica del renacido desde la nada explica parte del éxito de su campaña, y el propio Celis ha incidido en ese carácter heroico del candidato Espartaco. El político sevillano ha tenido que cabalgar la aparente contradicción de convertir a su jefa institucional en el objetivo de sus críticas, aunque nunca la ha puesto en cuestión como presidenta. "No somos lo mismo, con Sánchez tenemos un proyecto definido de izquierdas, autónomo, mientras los de allí ni tienen proyecto ni autonomía de los poderes fácticos de este país", dijo en el mitin de Triana, para cabreo de los susanistas. "Los de allí" eran Díaz y sus seguidores, que cerraban la campaña en el puerto de Sevilla, a apenas un kilómetro.

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Alto cargo de la Junta

Astuto y pragmático, Celis acredita más interés por los aspectos tácticos de la política que por los ideológicos, más por la efectividad del discurso que por las florituras retóricas. Como gestor –ha sido concejal de gobierno, secretario general de Vivienda y ahora es director de Puertos– ha mostrado, según los que han trabajado con él, más inclinación por las grandes decisiones y por la vertiente de relaciones públicas de la política que por el menudeo técnico, que acostumbra a delegar. En Puertos de Andalucía, la empresa pública cuya dirección le encomendó Díaz –a las órdenes del consejero Felipe López, susanista convencido–, no se ha metido en ningún charco desde que se incorporó. Celis, que percibe más de 55.000 euros al año como alto cargo, presume de sus buenos números al frente de la empresa, que no es el peor destino que se le pudo encomendar. Hay empresas públicas andaluzas en situación económica calamitosa –en la misma consejería la convulsa empresa pública de vivienda le hubiera dado muchos más problemas–. Puertos es un buen destino.

Los que lo han tratado a lo largo de los años coinciden en que es un hombre con don de gentes, de sonrisa fácil, bromista, disfrutón. Es un veterano-joven con experiencia en la gestión y que además conoce cómo funciona el partido porque –como se dice por aquí– lo ha mamado desde jovencito. Ojo: no sólo sabe cómo dicen los estatutos y reglamentos que funciona, sino cómo funciona de verdad. En su primer periodo como secretario general fue eso lo que le falló a Sánchez, que ahora pretende no sólo adaptarse al PSOE sino cambiar el modelo de partido. Palabras mayores. Para esta segunda era Sánchez el secretario general cuenta con Celis, su estratega de campaña, con buena mano para tratar con los medios de comunicación, que tampoco han sido hasta ahora el punto fuerte del líder del PSOE. Es posible que Celis lo ayude como miembro de la futura ejecutiva. La decisión se adoptará en un congreso al que el eterno crítico acudirá –esta vez sí– como parte del bando ganador.

El 1 de octubre, tras el Comité Federal que precipitó la dimisión de Pedro Sánchez, Alfonso Rodríguez Gómez de Celis salió de Ferraz con Adriana Lastra y otros afines al dirigente caído a tomar algo para suavizar la conmoción en compañía. En aquel momento Celis, al que hasta sus abundantes rivales en el socialismo sureño le reconocen habilidad para anticipar acontecimientos venideros en el seno del partido, tenía un convencimiento erróneo: todo había terminado, el "no es no" había sido derrotado y con él Sánchez. Aquella noche hubo rechinar de dientes y, según el propio Celis, "alguna lágrima". Una nueva derrota frente a Susana Díaz, su enemiga íntima, se había consumado.

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