Tres años atrás, aquel chaval de todavía 26 años, economista de ATTAC muy activo en el naciente Movimiento 15-M, empezó a subir como la espuma en las televisiones y redes sociales. Se defendía bien ante las cámaras, parecía listo y despierto, solvente y preparado. E Izquierda Unida, de la que tenía carné desde tiempo antes (como del PCE), lo aupó a las listas al Congreso por Málaga. De número uno. En aquella campaña de generales, de 2011, era el candidato que más claramente despuntaba de todos aquellos que rodeaban a Cayo Lara, y ya muchos dentro y fuera de su organización intuían que por él, Alberto Garzón Espinosa (Logroño, 1985), pasaba el futuro de IU.
Hoy, ya nadie lo duda. Garzón recuperó para su formación el escaño por Málaga y desde entonces ha ido recorriendo el camino rápidamente, sin perder ritmo, sumando apoyos orgánicos y simpatías ciudadanas, y también granjeándose algunos (poderosos) detractores. Ha destacado en el Congreso y en los platós de televisión, ha crecido dentro de IU, ha seguido escribiendo (suyos son tres libros en tres años; el último La Tercera República). Y ahora ya está en la pista de salida. Él es el señalado para disputar el liderazgo de la federación, para competir en las primarias abiertas del 8 de febrero, a las que su jefe, Lara, no se presentará. Está llamado a reanimar una IU deprimida en las encuestas y a lograr tender puentes y labrar alianzas con el resto de la izquierda y, singularmente, con Podemos, con cuyo líder, Pablo Iglesias, mantiene buenas relaciones desde años atrás. El malagueño tiene a su favor su capacidad dialéctica, su desenvoltura y tirón en los medios. Su valentía, incluso, a la hora de pedir depuración de responsabilidades, sin miramientos, por el escándalo de las tarjetas que está haciendo tanto daño a IU.
El horizonte parece despejado para el joven diputado, aunque la carrera no ha hecho más que comenzar, y nadie descarta aspirantes alternativos, aunque con pocas dificultades reales de vencerle en las votaciones internas, según todos los cálculos.
Garzón lanzará su candidatura oficialmente esta semana. Como tarde, en la cita que él coordina, el Encuentro Político-Programático que se celebrará el sábado y domingo en Rivas Vaciamadrid. Pero en su entorno barajan la posibilidad de hacer el anuncio antes, en rueda de prensa, en cuanto tenga el visto bueno de barones y simpatizantes de IU. Aún no tiene configurado ni su director ni su equipo de campaña, pero lo acabará de cerrar en los próximos días.
Economistas en la órbita de Podemos
No hay todavía equipo como tal. Un aparato al uso. Pero sí una larga lista de colaboradores y amigos en los que el diputado se ha apoyado en los últimos años. Como describen aquellos que le conocen bien, se ha ido nutriendo de la amistad, la ayuda, las propuestas y los debates de varios círculos de hombres y mujeres de su confianza. Unos, procedentes de IU, la organización que ha podido conocer en profundidad desde 2011 por sus viajes por toda España, requerido por las federaciones. Y ahí emergen nombres como Clara Alonso –la responsable que le es más cercana–, Antonio Maíllo, Lara Hernández, Tania Sánchez, Esther López Barceló o José Luis Centella. Otros vienen de fuera, del mundo de la cultura, como sus amigos (no asesores) Juan Diego Botto, actor, y Olga Rodríguez, periodista. Otro puñado más, del universo académico e intelectual, del que nunca se ha despegado.
La universidad fue, de hecho, su primera pecera. Nómina que arranca con juristas como Gerardo Pisarello o Sebastián Martín. Y que sigue con economistas como Juan Torres, Nacho Álvarez o Bibiana Medialdea, compañeros de promoción del máster de Economía Internacional y Desarrollo de la Complutense, los tres ahora encuadrados en el equipo de economistas de Podemos. Su líder, Pablo Iglesias, trabajó codo con codo con Garzón en el pasado: le asesoró en cuestiones de comunicación y sigue siendo su amigo.
A la lista de expertos se ha sumado recientemente Eduardo Garzón, su hermano pequeño, y economista como él. El diputado le pide en ocasiones algún informe, intercambian puntos de vista. Eduardo y el líder de Jóvenes de IU, Carlos Martínez Núñez, se encargan del trabajo económico para la Fundación por la Europa de los Ciudadanos (FEC), la fundación de IU, y como Garzón es el portavoz de Economía del grupo en el Congreso, se nutre de los papeles que ambos producen. Como la enmienda de totalidad a los Presupuestos de 2015, que defendió el mes pasado tras cederle el testigo Lara.
El segundo círculo de Garzón se vincula a su provincia, Málaga. Entonces surgen nombres como el de José Antonio Castro, portavoz de IU en el Parlamento regional; o Toni Valero, secretario de Organización de IU Andalucía, o la concejala Toni Morillas.
El poder de Andalucía
Ampliando el radio se llega al tercer cinturón de confianza: Andalucía. Un puntal clave. Es la primera federación de IU, la más poderosa, la que ha apostado sin ambages por él. Garzón guarda una estrecha relación con el coordinador autonómico, Antonio Maíllo, su gran aval orgánico. El diputado conecta con él y con la dirección elegida en 2013, como discrepa con la ejecutiva anterior, la comandada por Diego Valderas, actual vicepresidente de la Junta, con quien confrontó por el pacto de gobierno con el PSOE. En cambio, sí cuenta entre sus apoyos al ex coordinador general y exlíder del PCE Julio Anguita.
Garzón ha tejido también poderosos contactos en varias federaciones (el cuarto círculo). Emergen nombres como los valencianos Esther López Barceló (diputada autonómica), Ricardo Sixto (parlamentario en el Congreso) o Ignacio Blanco, el candidato a las autonómicas de 2015; la coordinadora gallega, Yolanda Díaz, o la diputada madrileña (y candidata en primarias) Tania Sánchez. En su espacio se cuentan asimismo los europarlamentarios Javier Couso y Marina Albiol, y los miembros de las Juventudes Comunistas y de Jóvenes de IU, liderados por Carlos Martínez Núñez y Anabel García. Todos ellos pertenecen a una nueva hornada de dirigentes, más jóvenes y despegados de la gestión de Lara.
El quinto núcleo lo conforman los dirigentes del PCE con los que tiene un mayor trato. El primero, su secretario general, José Luis Centella, también portavoz del grupo parlamentario. Centella, hombre discreto, buen negociador, ha sido el eslabón clave en la sucesión ordenada de IU. Un dirigente de la confianza de Lara, sí, pero que ha virado la máquina del PCE –el verdadero aparato y músculo de IU– a favor de Garzón.
Los cómplices en Olimpo
Al lado de Centella, sus lugartenientes, Lola Sánchez Tudela y Fernando Sánchez. Los tres fueron piezas fundamentales de la operación que siguió al pasmo de las elecciones europeas, los que "impulsaron la renovación" interna, de la que Garzón salió fortalecido, al asumir la capital Secretaría de Proceso Constituyente y Convergencia, el área encargada de la elaboración de un "nuevo proyecto de país" y de tutelar la política de alianzas.
El siguiente anillo es, claro, la dirección federal. En ella entró tras la última asamblea federal, la de diciembre de 2012, pero sólo después de la reestructuración del verano pasado Garzón ganó peso. Entonces pudo configurar su equipo de trabajo cotidiano desde su área. Su principal colaboradora, la responsable de Comunicación, Clara Alonso, de 30 años, aupada a la primera línea tras la remodelación interna. Ella es, actualmente, la dirigente más próxima al diputado, de su mayor confianza. Otra mujer se integra en su círculo cercano, la secretaria de Convergencia, Lara Hernández, madrileña de 28 años.
Dentro de Olimpo, la sede federal, Garzón, mantiene una relación de "complicidad política", pero no personal –como lo definen fuentes próximas al diputado– con el veterano Ramón Luque, secretario de Acción Electoral, o Enrique Santiago, cabeza de una fuerte corriente interna, crítica ahora con la gestión de Lara. Algunos discípulos de Santiago, como el madrileño Hugo Martínez Abarca, también entran en su núcleo cercano.
Garzón, en suma, se ha construido a lo largo de los últimos años, según sus colaboradores más próximos, un "perfil outsider, autónomo, fresco y profundamente económico"outsider, . O sea, fuera del aparato y alimentado por distintas redes de asesores, amigos, simpatizantes y dirigentes.
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Los enemigos, en el aparato
El diputado también tiene enemigos enfrente. Entre ellos, el secretario federal de Organización, Miguel Reneses, y su entorno –el aparato de IU–, y la dirigencia de Madrid próxima al portavoz en el Ayuntamiento de la capital, Ángel Pérez. Ambos han estado en la diana del parlamentario por el escándalo de las tarjetas black. Tiene asimismo en su contra a Valderas y sus seguidores, así como federaciones como Asturias. A priori, no se cuenta con que este núcleo de opositores presente un rival, pero tampoco es descartable. Izquierda Abierta, el partido de Gaspar Llamazares y Montse Muñoz, sí podría disputar la candidatura a Garzón, aunque protesta por las "dificultades" del proceso. Su peso dentro de IU es minoritario, en torno a un 20%. Responsables de este espacio como Tasio Oliver mantienen buena relación con el parlamentario por Málaga dentro de la dirección federal.
Los amigos y colaboradores de Garzón dibujan un perfil del casi seguro candidato muy semejante. Un retrato en el que coincide su hermano, Eduardo: "Tiene dotes de líder, desde siempre. Es capaz de que todo el mundo le siga, aunque no es autoritario. Es persistente, valiente, buen estratega, inteligente, discreto. Y tiene muchas ganas. Es capaz de mantener un ritmo impresionante de vida sin agobiarse". Su hermano le ve "sin miedo, sin sensación de vértigo" hacia el que quizá sea uno de los retos más trascendentales de su vida. "Tuvo más miedo cuando le propusieron ser diputado que ahora. Ahora está mucho más seguro". Los suyos le describen como un político "frío, honrado, preparado... buena persona". Y al que le cuesta bajar el ritmo. Ahora, si asume la candidatura, ya no podrá frenar.
Tres años atrás, aquel chaval de todavía 26 años, economista de ATTAC muy activo en el naciente Movimiento 15-M, empezó a subir como la espuma en las televisiones y redes sociales. Se defendía bien ante las cámaras, parecía listo y despierto, solvente y preparado. E Izquierda Unida, de la que tenía carné desde tiempo antes (como del PCE), lo aupó a las listas al Congreso por Málaga. De número uno. En aquella campaña de generales, de 2011, era el candidato que más claramente despuntaba de todos aquellos que rodeaban a Cayo Lara, y ya muchos dentro y fuera de su organización intuían que por él, Alberto Garzón Espinosa (Logroño, 1985), pasaba el futuro de IU.