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Españoles 'atrapados' en el extranjero denuncian la odisea de volver a casa por el coronavirus

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Una pista de aterrizaje repleta de vehículos que impedía el descenso. Es el panorama con el que se topó la tripulación del avión de Iberia que partía de España dispuesto a traer de vuelta a un grupo de españoles en Ecuador. "Nos enteramos de la noticia de que la alcaldesa de la ciudad había tomado el aeropuerto, había colocado coches y furgonetas a lo largo de la pista de aterrizaje y había impedido que nuestro vuelo de Iberia y otro de KLM pudieran aterrizar". La ciudad a la que se refiere es Guayaquil y quien habla es Laura Martínez, una de las españolas atrapadas en suelo ecuatoriano en plena crisis del coronavirus. Y uno de los muchos ejemplos que se reparten por todo el mundo en situaciones similares.

Martínez pertenece a un grupo de voluntarias sanitarias, formado por enfermeras, médicas, farmacéuticas y fisioterapeutas, entre otras, que integran la Asociación Internacional de Sanitarios en España (AISE). Desde el pasado 24 de febrero, un total de 63 personas repartidas en siete grupos llegaron al país con el propósito de "hacer campañas de promoción de la salud y prevención de enfermedades en aldeas y pueblos alejados donde no se tiene un fácil acceso a un centro médico". Charlas, consultas y suministro de medicación eran los tres pilares de su tarea.

Los planes tras finalizar la tarea eran variados. Hay quien había organizado su regreso a casa, otras habían planeado viajes turísticos. "Pero el país cerró sus fronteras el domingo pasado", rememora Martínez. Ahí empezaron los problemas. "Se nos notificó que la campaña sanitaria había sido suspendida por parte de AISE, nos avisaron de que las medidas contra el coronavirus iban a empezar a ser más fuertes y se nos recomendó cambiar vuelos para volver a España", narra la voluntaria.

A partir de entonces la suerte de cada voluntaria también fue diversa. Algunas de sus compañeras consiguieron billetes, pero parte del grupo ni tan siquiera tuvo la posibilidad de planificar la vuelta. Los vuelos empezaron a ser cancelados en cadena, por lo que las profesionales iniciaron sus contactos con el Consulado de España en Guayaquil. En medio de las gestiones, el grupo de sanitarias decidió ir a la ciudad porque el martes a las 00:00 horas se cerraban las fronteras entre provincias, se suspendía el transporte y se restringía el paso de vehículos particulares. "Ya instalados en Guayaquil, en un hotel cerca del aeropuerto, estuvimos pasando el aislamiento y el toque de queda esperando a la salida del avión, cuando nos enteramos de la noticia de que la alcaldesa de la ciudad había tomado el aeropuerto".

Desde entonces, la alcaldesa sólo ha hecho dos comunicados: el primero asumiendo su responsabilidad sin pedir disculpas y el segundo reconociendo que se había contagiado del virus. "No se ha dirigido a los españoles afectados en ningún momento y no creemos que pida perdón", asiente Martínez, quien recalca que "desde Ecuador se ve esto un acto terrorista y se están pidiendo responsabilidades legales".

La ministra de Asuntos Exteriores, Arancha González Laya, afirmó este viernes que en este "momento de mucha tensión en todas partes del mundo" se están viendo "a muchos responsables políticos reaccionar no necesariamente con la calma, la sobriedad y la seriedad que se espera", en este país y en otros "como ha sido el caso de Ecuador". La ministra aseguró igualmente que este sábado saldrá del territorio español un vuelo hacia Ecuador con intención de traer de vuelta a los españoles atrapados al otro lado del charco. Actualmente, confirma Martínez, el Consulado en Guayaquil busca transporte para el desplazamiento a Quito e Iberia está organizando el viaje. "En principio el vuelo sí que sale, ahora tenemos que saber si nosotros en él o no", resume la voluntaria.

"A todos les estamos dando una respuesta"

En rueda de prensa celebrada el pasado miércoles, González Laya lanzaba un mensaje a los españoles en el extranjero: "Poneos en contacto con agencias de viajes proveedores de servicios lo antes posible porque las conexiones aéreas y marítimas se hacen cada vez más difíciles". Entonces, la ministra aseguraba haber reforzado "más de 200 consulados y embajadas", además de haber habilitado números de teléfono específicos, en concreto una línea disponible las 24 horas del día: +34 913948900.

González Laya también insistió en priorizar en los más vulnerables: niños, estudiantes o quienes se estén quedando sin alojamiento. "A todos les estamos dando una respuesta" expresó, no sin antes pedir "paciencia y responsabilidad". Por último, la responsable de Asuntos Exteriores recordó que aquellos españoles residentes en el extranjero, en buenas condiciones de salud y seguridad, deben quedarse en su residencia, en línea con lo indicado en la guía [disponible en este enlace] publicada por la cartera. Fuentes del ministerio reiteran a infoLibre que el consejo para las personas sin "un motivo grave para desplazarse" es que "no viajen en estos momentos debido a la complejidad de las conexiones".

Las mismas fuentes sostienen que todo ciudadano está siendo atendido por las embajadas, los consulados y a través del teléfono de emergencia, "reforzado con más de un centenar de funcionarios voluntarios". Todos los casos, remarcan, "se tratan individualmente" y favoreciendo el traslado de las personas "en una situación de mayor vulnerabilidad".

Respecto a los medios para llevar a cabo la vuelta, desde el Ministerio de Asuntos Exteriores explican que en determinados casos son las propias instituciones las que preparan el viaje en coordinación con las aerolíneas españolas, mientras que en "otros casos como en Malta han sido las autoridades locales las que han fletado aviones para permitir la salida de los españoles".

Residentes en el extranjero

Pero no todos los residentes en el extranjero quieren quedarse. Una de las trabajadoras del Instituto Cervantes, que declina dar su nombre y revelar el país en el que reside, relata a este diario que tanto ella como sus compañeros se encuentran teletrabajando de forma mayoritaria y siguiendo las medidas de seguridad. "En esta situación, hemos solicitado trasladarnos a España, pero las instrucciones que han recibido los directores son que el Ministerio de Asuntos Exteriores indica que todo personal al servicio del Estado español en el exterior tiene que permanecer en sus puestos", lamenta.

Para la trabajadora consultada, resulta "comprensible que el personal en las oficinas consulares o en las embajadas" permanezca en sus puestos, dado que "es un servicio con una función que no se puede dejar de cumplir". Sin embargo, denuncia, "lo que no tiene sentido es que el Instituto Cervantes" se guíe por la misma lógica, teniendo en cuenta que su prioridad es "la difusión de la lengua y la cultura". A juicio de la empleada, la misma labor que están efectuando en el extranjero se podría realizar en suelo español. "La mayoría de nosotros está contratada bajo la legislación española, somos empleados públicos del Estado español con estatus de desplazados", insiste, no sin antes remarcar que el sistema sanitario de muchos de los países donde se encuentran desplazados presenta importantes deficiencias.

Luis García Montero, director del Instituto Cervantes, recuerda en conversación con infoLibre que el organismo cuenta con "87 centros repartidos por el mundo", que actualmente están "cerrados en su mayoría" y que siguen "las directrices de los gobiernos locales y del Ministerio de Exteriores". Los empleados, subraya García Montero, están esforzándose por mantener la actividad en la medida de lo posible y de manera telemática. "Estamos teniendo una respuesta muy positiva de la plantilla y estamos en contacto directo con los centros", explica el director de la institución. 

Aunque "en caso de excepcionalidad se estudiarán todas las situaciones", la dinámica del Instituto Cervantes pasa por "seguir con las directrices del Ministerio de Exteriores, que tiene como urgencia facilitar el regreso de españoles que se encuentren en el exterior por turismo o viajes ocasionales". En base a ese criterio, "en principio se pide que permanezcan en su sitio los trabajadores que tienen residencia propia".

Lagunas y trabas burocráticas

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Residente en el extranjero es también María Almena, portavoz y cofundadora del movimiento Marea Granate. El principal problema, comenta a este diario, está en "la gente que se ha quedado atrapada, como los residentes temporales o quienes estaban de vacaciones". Por el contrario, detalla, los residentes permanentes "se quedan en el país donde estén".

A Marea Granate llegan consultas continuas de quienes quieren regresar a sus hogares y se encuentran con vuelos cancelados. "Aunque la mayoría de las aerolíneas han anulado los viajes", la respuesta de los consulados sigue siendo "que se pongan en contacto con las compañías", con las trabas burocráticas que ello conlleva.

Lo difícil de la situación bebe además de un escenario previo de por sí complejo: los recortes, explica la portavoz del movimiento, han hecho mella también en consulados y embajadas. Los organismos "tienen muy poca dotación de personal en relación a la gente que hay fuera", lagunas que "se evidencian también en este tipo de situaciones".

Una pista de aterrizaje repleta de vehículos que impedía el descenso. Es el panorama con el que se topó la tripulación del avión de Iberia que partía de España dispuesto a traer de vuelta a un grupo de españoles en Ecuador. "Nos enteramos de la noticia de que la alcaldesa de la ciudad había tomado el aeropuerto, había colocado coches y furgonetas a lo largo de la pista de aterrizaje y había impedido que nuestro vuelo de Iberia y otro de KLM pudieran aterrizar". La ciudad a la que se refiere es Guayaquil y quien habla es Laura Martínez, una de las españolas atrapadas en suelo ecuatoriano en plena crisis del coronavirus. Y uno de los muchos ejemplos que se reparten por todo el mundo en situaciones similares.

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