El efecto Feijóo empieza a mostrar síntomas de agotamiento. La decisión del PSOE de pasar a la ofensiva y combatir al Partido Popular y a su líder a todos los niveles, tomada por el estado mayor de Pedro Sánchez después del fracaso que supuso para los socialistas el resultado electoral de Andalucía, está dando frutos, según los datos de los barómetros del Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS) publicados desde el mes de abril, el primero con Alberto Núñez Feijóo al frente del PP. Y esto se concluye sin que aún haya datos sobre los efectos en la opinión pública de la ruptura del acuerdo sobre la renovación del Poder Judicial y del TC, decidida por Feijóo este último jueves.
El ClS pregunta todos los meses a los encuestados qué político les gustaría que fuese presidente del Gobierno en estos momentos. Las respuestas sirven para medir la popularidad comparada de los líderes de los partidos coincidiendo con la coyuntura económica y social. En abril, cuando Feijóo se estrenó en la política nacional, un 16,4% de los españoles respondieron que les gustarían que el líder del PP fuese el presidente, 5,6 puntos menos que los que preferían al actual incluido de la Moncloa, Pedro Sánchez (22%).
Feijóo, no obstante, consiguió reducir progresivamente esa distancia en sus primeros meses como líder de la oposición. En mayo era de 2,9 puntos y en junio cayó a 2,3. Este buen resultado coincidió con el éxito que supuso para el PP el resultado de las elecciones andaluzas, en las que, contra todo pronóstico, acabó consiguiendo una inédita mayoría absoluta en una comunidad que, hasta ese momento, votaba mayoritariamente a la izquierda.
Feijóo redujo en julio aún más la distancia con Sánchez, hasta 0,5 punto, lo que significa que en ese momento ambos estaban técnicamente empatados en las preferencias de los ciudadanos para ocupar la presidencia, según el barómetro del CIS.
Todo cambia, sin embargo, con el debate sobre el estado de la nación, que se celebró los días 12, 13 y 14 de julio. Después de las andaluzas, Sánchez dio un vuelco a su estrategia, consciente de que el PP le estaba ganando la partida. El presidente inició una ofensiva anunciando medidas de marcado carácter social y nuevos impuestos a la banca y las eléctricas que forzaron a Feijóo a tomar partido por las grandes empresas —meses después se vio obligado a rectificar parcialmente, condicionado por la Unión Europea, que ha seguido la línea del gobierno español—.
A diferencia de lo que ocurría con Pablo Casado, al que la mayor parte del tiempo el Gobierno y el PSOE ignoraban, los ministros comenzaron en verano un marcaje casi diario al presidente del PP denunciando su falta de compromiso con las medidas destinadas a paliar las consecuencias de la guerra.
Resultados
El fruto de esta estrategia se puede observar en los siguientes barómetros del CIS. El de septiembre vuelve a aumentar la ventaja de Sánchez sobre Feijóo en las preferencias de los ciudadanos para la presidencia del Gobierno, que se ensancha hasta los 4,3 puntos porcentuales.
Los datos de octubre, publicados la semana pasada, reflejan hasta dónde ha cambiado la tendencia: la ventaja de Sánchez se ha ampliado y ya suma 5,5 puntos, prácticamente las mismas que cuando Feijóo aterrizó en la política nacional. Con la diferencia de que, esta vez, el presidente del Gobierno ha obtenido el mejor resultado de los últimos seis meses (el 22,9% de los encuestados le prefieren al frente del Gobierno) y Feijóo, en cambio, uno de los peores (17,4%).
Estas cifras coinciden con la movilización del PSOE y del propio Sánchez en el reinicio del curso político. El presidente sorprendió a Feijóo aceptando un cara a cara con él en el Senado a comienzos de septiembre que ha tenido continuidad en octubre y que con toda probabilidad la Moncloa querrá repetir, a la vista del pobre desempeño que el líder del PP ha tenido en ambas ocasiones.
En el equipo de Sánchez están convencidos de que, poco a poco, van a acabar desenmascarando al "verdadero Feijóo", el “mito” del buen gestor, su “falsa” mano tendida y su “deslealtad” con el Estado, como demostraría su insistencia en tratar de imponer condiciones a la renovación del Consejo General del Poder Judicial hasta hacer volar este último jueves el acuerdo alcanzado, o su demostrada voluntad de seguir utilizando Bruselas como escenario de la batalla política nacional. Las fuentes consultadas por infoLibre aseguran que va a llevar algún tiempo, pero se mostraron convencidas de que, al final, a medida que los españoles vayan conociendo al Feijóo real, el que emergió con un discurso lleno de dureza en el último debate en el Senado, darán la vuelta a las encuestas.
El paulatino deterioro de la imagen de Feijóo se hace visible también si se examinan las respuestas de los encuestados a lo largo de los últimos meses a la pregunta de si el líder del PP les “inspira, personalmente, mucha confianza, bastante confianza, poca o ninguna confianza?”.
La cifra de los ciudadanos que tienen “poca” o “ninguna confianza” en Feijóo ha ido creciendo en una tendencia suave pero constante. Era del 55,4% en abril, pasó en mayo al 61% y subió en junio al 61,3%. En julio, en plena celebración del resultado andaluz, retrocedió ligeramente al 60,8% para subir de nuevo en septiembre (67,7%) y octubre (68,4%). En paralelo, como se puede observar el gráfico, el porcentaje de encuestados que tiene “mucha” o “bastante confianza” en Feijóo ha ido cayendo al 29,2% de octubre. En esta evolución ha jugado tan papel importante el notable descenso del porcentaje de ciudadanos que no respondía a la pregunta o decía no saber: del 5,9% de abril al 2,4% de octubre.
Por partidos
Para conocer más acerca de cómo ha ido cambiando la percepción sobre Feijóo en estos meses vale la pena observar cómo ha ido evolucionando el apoyo de los encuestados teniendo en cuenta a quién votaron en las elecciones de 2019. El líder de la oposición inició su mandato con un respaldo relativamente bajo de los votantes de su propio partido (apenas el 58,8% aseguraban que les gustaría que fuese presidente), pero remontó enseguida hasta alcanzar un estimable 71,3% en el mes de julio. A partir de ahí, las cosas empeoran. Los encuestados que votaron al PP en 2019 y que le apoyan como presidente bajan de forma estimable en septiembre (60,4%), aunque es verdad que la cifra vuelve a crecer en octubre al 64,7%).
La curva es muy similar entre quienes votaron a Vox en 2019. Feijóo se fue ganando su confianza de abril a julio (el porcentaje creció del 13,4% a un abultado 28,5% coincidiendo con la primera gran crisis de la ultraderecha tras las andaluzas). Pero como sucede con los votantes del PP, el porcentaje vuelve a caer con el nuevo curso (un 15,7% en septiembre) para subir de nuevo ligeramente en octubre (20,8%).
Los votantes de Cs son menos numerosos que los de Vox, pero están mucho más entregados a Feijóo. En abril eran el 30,5% de los que votaron a Albert Rivera en 2019, pero ese porcentaje se disparó en julio hasta el 44,2%, justo después de que los de Inés Arrimadas resultasen arrasados en las elecciones andaluzas. La cifra se ha moderado en septiembre y octubre; sin embargo, sigue siendo muy elevada (39,9 y 39,4%, respectivamente) y supone un claro motivo de preocupación para Cs porque es muy superior a la que obtiene su propia lideresa.
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Muy significativa es la evolución de los votantes del PSOE que responden a los encuestadores que les gustaría que Feijóo fuese el presidente. La cifra era del 4,5% en abril y mayo, pero se disparó en junio (5,9%), coincidiendo con el derrumbamiento de las candidaturas socialistas en Andalucía.
La fuga de votos hacia el PP, una de las claves del resultado andaluz, encendió todas las alarmas en la Moncloa y en Ferraz y ha sido una de las principales causas de que Sánchez y los suyos hayan pasado al ataque, alarmados por el llamado efecto Feijóo. Y su estrategia, a la vista de los datos del CIS, parece estar funcionando: el porcentaje de votantes socialistas a los que les gustaría ver a Feijóo en la Moncloa no para de reducirse: 5,7% en julio, 5,1% en septiembre y 5% en octubre. Muy despacio, pero de forma constante, lo que ha convencido a la Moncloa de estar en la buena dirección.
El Partido Popular ya “da por perdidos” los debates entre Sánchez y Feijóo, declaró esta semana la portavoz del PSOE en el Senado, Eva Granados, a la vista de que el PP ha pedido que vuelvan las tradicionales sesiones de control. Pero el Gobierno quiere más. Su portavoz, Isabel Rodríguez, confirmó el martes que Sánchez está dispuesto a repetir el cara a cara en el Senado con Feijóo. Y eso que aún no se había producido el estallido, el jueves, de la negociación para la renovación de los órganos constitucionales. La batalla por la opinión pública continúa.
El efecto Feijóo empieza a mostrar síntomas de agotamiento. La decisión del PSOE de pasar a la ofensiva y combatir al Partido Popular y a su líder a todos los niveles, tomada por el estado mayor de Pedro Sánchez después del fracaso que supuso para los socialistas el resultado electoral de Andalucía, está dando frutos, según los datos de los barómetros del Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS) publicados desde el mes de abril, el primero con Alberto Núñez Feijóo al frente del PP. Y esto se concluye sin que aún haya datos sobre los efectos en la opinión pública de la ruptura del acuerdo sobre la renovación del Poder Judicial y del TC, decidida por Feijóo este último jueves.