Las familias abrieron el melón hace ya semanas. ¿Estaban los menores haciendo un uso correcto de los móviles? ¿Debería retrasarse la llegada a sus vidas? Las preguntas, inevitablemente, se trasladaron a las instituciones educativas. Y a la presencia de estos dispositivos en las aulas. ¿Es adecuada? ¿El móvil es o no un buen compañero de pupitre? Ante la ausencia de una regulación paragüas que unifique las opiniones, el Ministerio de Educación expresó este miércoles que es hora de ponerse manos a la obra. La ministra Pilar Alegría ha convocado a todas las comunidades a una reunión en enero para regular el uso de estos dispositivos en las aulas, donde se restringirá notablemente su presencia. Los expertos aplauden la medida, pero también recuerdan: no se trata sólo de limitar el uso, sino de enseñar a cómo conseguir que éste sea seguro, adecuado y, sobre todo, responsable.
Sobre la mesa que presidirá el encuentro ya habrá una propuesta. Los presentes tendrán que debatirla, pero el punto de partida de Educación planteará a las autonomías que el uso del móvil esté completamente restringido en Primaria y limitado en el caso de Secundaria a cuando el profesor lo decida porque así lo requiera su clase. En recreos y comedor, nada de usarlos. El acuerdo, explican fuentes de Educación, respetará siempre la autonomía de los centros y las competencias autonómicas. El ejemplo a seguir es el consenso que se demostró alcanzable en pandemia, añaden las mismas fuentes. "Es importante que, con esa unidad, podamos dar respuesta a esta preocupación de los padres y las familias", señaló este miércoles la propia Alegría.
Empezó a extenderse el mes pasado. En apenas diez días se crearon hasta 110 grupos en toda España de familias que optan por retrasar a los 16 años la llegada de los móviles a la vida de sus hijos e hijas. El movimiento empezó en Cataluña pero rápidamente se contagió a Madrid, País Vasco, Andalucía, Canarias, Baleares, Navarra, Castilla-La Mancha, Galicia, Murcia o Cantabria. "La educación no puede ser la respuesta a todo, pero sí debe ser parte de la solución", señaló la ministra.
Según los últimos datos del Instituto Nacional de Estadística (INE), un 70,6% de los menores entre 10 y 15 años ya dispone de un teléfono móvil. Analizando edad a edad, un 94,8% de los más mayores dispone de uno y un 23,3% de los más pequeños también. El salto se da precisamente aquí. De entre los niños y niñas de 11 años, un 45,7% ya es propietario de un smartphone. En 2019, los menores de 11 años que tenían teléfono propio suponían el 38,1%.
En cualquier caso, ese mero dato no indica demasiado. El problema llega cuando tener un móvil provoca, directamente, una adicción a él. Por sí mismas, las pantallas no son nocivas. Un reciente estudio de la Universidad de Oxford citado en un artículo de los profesores María del Mar Sánchez Vera y Albano de Alonso Paz publicado en infoLibre no halló vínculos nocivos entre el uso de Internet y dispositivos y bienestar psicológico, "a pesar de las suposiciones populares". La Asociación Española de Pediatría, por su parte, afirmó que "la clave es aprender a hacer un uso responsable". No hacerlo sí conlleva problemas. También en el aula.
Un documento publicado este mes de junio por el Centro Nacional de Desarrollo Curricular en Sistemas no Propietarios (CEDEC), dependiente del Ministerio de Educación, aseguró que las tecnologías en clase provocan distracción durante el tiempo de estudio, dependencia excesiva, tendencia al plagio, dificultad para desarrollar habilidades de pensamiento crítico, pérdida de tiempo y dificultad para discernir información confiable y veraz.
Por eso los expertos ven con buenos ojos la medida, pero creen que hay que ir más allá. De qué sirve regular el móvil dentro del colegio si fuera de él no hay ningún límite ni educación para utilizarlo, coinciden todos ellos. "Yo creo que la medida es buena. Considero que hemos llegado a un punto de exceso que hay que dar marcha atrás, poner un límite de algún modo porque el uso descontrolado de estas nuevas tecnologías es muy problemático", valora Aída Valero Moya, presidenta de la Asociación Pro-Colegio Oficial de Pedagogía y Psicopedagogía de la Comunidad de Madrid. "La medida está bien, pero tiene que ir de la mano de otras cosas", añade Sylvie Pérez, psicopedagoga y profesora de la Universitat Oberta de Catalunya (UOC). "La medida va bien encaminada porque no es radical, pero habría que hablar también de cómo hacer un uso equilibrado y sano del móvil", coincide el catedrático de la Facultad de Educación de la UNED Juan Manuel Moreno.
El beneficio del uso moderado
Precisamente, el uso moderado se ha demostrado positivo. Incluso, para el rendimiento académico. Lo expresó la semana pasada en la rueda de prensa de presentación del Informe PISA 2022 el analista de la OCDE y uno de los autores del documento, Daniel Salinas. "No recomendamos la prohibición, sino la implementación de medidas que permitan a los estudiantes hacer un uso adecuado y moderado", explicó. Y añadió que eso no sólo no perjudica, sino que beneficia. Así, detalló en la investigación quedó demostrado que una hora diaria de móviles en la escuela está relacionada con un aumento en los resultados de hasta 20 puntos. "Cuando las tecnologías se usan con fines de aprendizaje, hay estabilidad en el rendimiento, pero si es para ocio desciende. Es decir, una utilización moderada de las tecnologías es mejor que una prohibición absoluta", concretó.
En esta línea, el secretario de Estado de Educación, José Manuel Bar, afirmó que "si el uso de los móviles es seguro, educativo y sometido a reglas será positivo". "La idea no es retardar la entrada a esas nuevas tecnologías, sino administrar bien el futuro".
La escuela es un buen lugar para enseñar a hacerlo. "Esto debe ser una fase inicial que nos permita ir hacia otra en la que se haga un uso más responsable, controlado, crítico y de protección hacia los menores", señala Valero Moya, que también aboga por, en cualquier caso, limitar la tecnología usada dentro del aula a la que es propiedad del centro. "En Secundaria se puede ser más laxo, pero en Primaria no estoy de acuerdo con que se permita el uso del móvil", señala, en línea con lo propuesto desde Educación.
Moreno opina igual. "Recuerdo que hace años, cuando se publicaban los datos de las horas durante las cuales se veía la televisión, nos llevábamos las manos a la cabeza. Esto que estamos viviendo ahora con los móviles es lo mismo. Imaginemos que entonces los jóvenes hubieran podido coger la tele y llevársela a la escuela. Es lo que está pasando. Es obvio que la preocupación por la adicción a las pantallas es legítima, pero debemos aprovechar la escuela para enseñar una buena utilización de las pantallas. Las van a tener en cualquier caso", señala. "No podemos poner puertas al campo", añade.
Pérez, por su parte, opina que este "problema" también pertenece al "mundo adulto". "La medida de Educación está bien, pero creo que es precipitada y poco reflexionada. El problema de la infancia con la tecnología tiene que ver con uno de los adultos, que no sabemos resolver la cuestión", señala.
Ya hay cuatro comunidades que han tomado medidas
Por ahora, tan sólo hay cuatro comunidades que ya se han adelantado a Educación y han regulado la presencia de estos dispositivos en sus centros. Son Madrid, Galicia, Castilla-La Mancha y Andalucía. Ésta fue la última en hacerlo. El pasado 5 de diciembre, el Gobierno conservador de Juanma Moreno Bonilla envió una instrucción a colegios e institutos para "limitar el uso" durante la jornada escolar y "retirárselo" al alumnado.
La pionera fue Castilla-La Mancha, que estableció en la Ley de Protección Social y Jurídica de la Infancia y la Adolescencia de 2014 que los menores "no deberán mantener operativos los teléfonos móviles ni otros dispositivos de comunicación en los centros escolares, salvo en los casos previstos expresamente en el proyecto educativo del centro o en situaciones excepcionales, debidamente acreditadas". En el mismo texto, además, se señala que los menores "deben hacer un uso adecuado y responsable de las tecnologías de la información y la comunicación, preservando su intimidad y respetando los derechos de los demás".
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Tan sólo un año después, Galicia hizo lo propio. El entonces presidente de la Xunta, Alberto Núñez Feijóo, destacó que las tecnologías quedaban prohibidas "como mecanismo de comunicación durante los periodos lectivos". "Excepcionalmente, los centros podrán establecer normas para la correcta utilización como herramienta pedagógica", añadió el Gobierno. Ahora, el presidente Rueda se ha mostrado partidario de una regulación más estricta que debe ser "colectiva" y con "el máximo consenso posible".
Madrid tardó más. Lo hizo en el curso 2020-2021, cuando presentó su regulación como una medida destinada a "mejorar el rendimiento académico y luchar contra el acoso escolar". La norma, concretamente, incorporaba la prohibición expresa del uso de los móviles y dispositivos electrónicos durante la jornada permitiendo, exclusivamente, su uso como herramienta didáctica o por razones de salud.
Cataluña, por último, ha impulsado un proceso participativo para crear su marco regulador, pero también habrá que esperar a enero para ver cuál es la decisión final.
Las familias abrieron el melón hace ya semanas. ¿Estaban los menores haciendo un uso correcto de los móviles? ¿Debería retrasarse la llegada a sus vidas? Las preguntas, inevitablemente, se trasladaron a las instituciones educativas. Y a la presencia de estos dispositivos en las aulas. ¿Es adecuada? ¿El móvil es o no un buen compañero de pupitre? Ante la ausencia de una regulación paragüas que unifique las opiniones, el Ministerio de Educación expresó este miércoles que es hora de ponerse manos a la obra. La ministra Pilar Alegría ha convocado a todas las comunidades a una reunión en enero para regular el uso de estos dispositivos en las aulas, donde se restringirá notablemente su presencia. Los expertos aplauden la medida, pero también recuerdan: no se trata sólo de limitar el uso, sino de enseñar a cómo conseguir que éste sea seguro, adecuado y, sobre todo, responsable.