En apenas seis meses, los transcurridos desde las elecciones del 20 de diciembre hasta las de este 26 de junio, la suma de PSOE, Podemos e Izquierda Unida perdió 1.210.363 votos, mientras que PP y Ciudadanos ganaron 278.461 nuevos apoyos. La repetición de las generales supuso un vuelco: mientras que en las de 2015 las candidaturas de centro-izquierda superaban a las de centro-derecha por casi un millón de votos, el pasado domingo la situación se invirtió, y Rajoy y Rivera sumaron 555.000 papeletas más que Sánchez e Iglesias.
El mayor beneficiado fue el PP, que pasó de 7,2 a 7,9 millones de votos. Ciudadanos, en cambio, perdió casi 400.000 apoyos, de 3,5 a 3,1 millones. Con todo, la suma de ambos fue de 10,7 millones de votos en diciembre y de 11 millones el 26J, con lo que las derechas pasaron de un 42,65% a un 46,08% de los votos. En el campo de la izquierda el PSOE se dejó algo más de 120.000 apoyos –de 5,5 a 5,4 millones– y la coalición Unidos Podemos pasó de los 6,1 millones que votos que en diciembre obtuvieron Podemos e IU a apenas 5 millones. En total, las izquierdas lograron el 20D un 46,3% de los votos y seis meses después cayeron al 43,7%.
¿Qué ha sucedido para que se produzca este cambio en apenas medio año? ¿Cómo ha logrado el PP sumar casi 700.000 votos extra en sólo seis meses? ¿Y a dónde han ido a parar los 1.089.760 votantes de Podemos e Izquierda Unida que, en este caso, no confiaron en Unidos Podemos? ¿Qué papel jugó la participación? ¿Por qué algunos votantes decidieron quedarse en casa? Tres politólogos –Máriam Martínez-Bascuñán, Lluis Orriols y Gema Sánchez Medero– analizan lo ocurrido en conversación con infoLibre.
Unidos Podemos no suma
Los analistas coinciden en que el fracaso de Unidos Podemos es clave. Gema Sánchez-Medero, doctora en Ciencias Políticas y de la Administración y profesora en la Universidad Complutense, dice que "a mucha gente no le satisfacía" la "fusión" de Podemos e Izquierda Unida, con lo que un grupo de potenciales votantes de la coalición optó por la abstención. Martínez-Bascuñán apunta que "el electorado de IU estaba especialmente descontento con esta unión, quizás por las declaraciones que hizo el propio Iglesias sobre IU en otros momentos".
La analista, para quien resulta "obvio" que "algo ha fallado" en esa fórmula de confluencia de la izquierda, enumera otras causas por las que los votantes de Alberto Garzón el 20D podrían haberse quedado en casa en esta ocasión: "El electorado de IU es compacto en lo ideológico y en la relación que mantiene con su líder, y esta confluencia no tenía un discurso integrador para ese perfil de votante. Además, la figura de su líder se vio diluída tanto por la fuerte presencia del liderazgo de Iglesias como por el experimento de las confluencias", explica.
Orriols, doctor en Ciencias Políticas por la Universidad de Oxford, añade que "la desmovilización del electorado de IU tras el anuncio de la coalición se ha dado muy particularmente entre las mujeres", un buen número de las cuales se decantaron en esta ocasión por el PSOE o la abstención. El motivo, subraya, es el "desgaste de la imagen de Iglesias", que entre las mujeres que el 20D votaron a IU-Unidad Popular tenía una valoración de suspenso en algunas encuestas, mientras que entre los hombres sí que mantenía el aprobado.
Finalmente, agrega Martínez-Bascuñán, está "la tesis Errejón", que viene a decir que "un frente de izquierdas no es un espacio político nuevo". "Una alianza con IU supone, desde el punto de vista de Podemos, incorporar su techo electoral o desmovilizar a sus votantes. Podemos –explica– nació con un discurso transversal que se salía del eje izquierda-derecha. Pactar con un partido tradicional de izquierdas, como IU, ha supuesto cambiar la estrategia de crear un espacio político nuevo en favor de una operación que consiste básicamente en agregar a las izquierdas".
Vaivenes del discurso morado
Pero no toda la pérdida de voto de Unidos Podemos con respecto al 20D puede deberse a la abstención o la marcha a otros partidos de quienes hace seis meses apostaron por IU. Es una cuestión numérica, pues Garzón obtuvo en diciembre 926.783 votos y el descenso de la coalición ha rozado los 1,1 millones de apoyos, así que necesariamente hay algo más. Para Sánchez-Medero, una de las claves es que la "moderación del discurso de Podemos" no ha calado "en un sector de la izquierda" compuesto por "personas insatisfechas con la transición y que no se sienten representadas por el sistema".
"Podemos ha intentado ampliar su base de votantes, pero ha perdido a gente que normalmente no votaba porque se sentía fuera del sistema y que apostó por ellos en las europeas y el 20D porque veía en ellos un referente", añade la politóloga. Martínez Bascuñán, por su parte, plantea otras hipótesis: "Es posible que Podemos no supiera esta vez movilizar el electorado más joven o que se haya castigado el proceso de negociación de pactos y que se haya priorizado la formación de Gobierno a la hora de configurar las preferencias políticas. En este caso, el electorado habría castigado con la abstención a PSOE, UP y Ciudadanos".
Por otro lado, considera que pudo perjudicar a la coalición el haber diseñado una "campaña conservadora, dirigida a no arriesgar y a evitar errores". "Ese Iglesias tan descafeinado ha podido provocar una merma de credibilidad en su liderazgo, porque los electores castigan las incongruencias. Además, han podido detectar demasiados cambios ideológicos o demasiados elementos que llenaran la identidad del proyecto: comunismo, socialdemocracia, populismo de izquierdas, patriotismo, nacionalismo periférico... no había un discurso capaz de articular todo eso, y ha podido generarse una falta de credibilidad y autenticidad en el proyecto", resume.
"El activo más importante de Podemos es la ilusión. Su capacidad de generar expectativas es tan fuerte como la de defraudarlas, y su electorado es más volátil que el de PP o PSOE, de modo que si se siente decepcionado no le supondrá un gran coste volver a votar lo que antes votaba porque aún no ha generado una relación de fuerte identificación con Podemos. Si Podemos decepciona a sus votantes es mucho más fácil que haya una fuga de votos". Orriols también cree que que la desmovilización de la izquierda se debe fundamentalmente a factores "estructurales" como "la política de pactos" de la formación morada en la anterior legislatura.
Orriols agrega que, "a la espera de las encuestas postelectorales", el análisis sólo puede hacerse en torno a "hipótesis", pero considera más probable que el "misterio" de la "sorprendende pérdida de voto de la izquierda" se deba a "cuestiones más estructurales" que a acontecimientos de la campaña o al Brexit. Entre esos factores que operan a medio y largo plazo, Orriols habla de una "desmovilización estructural" causada por cuestiones como la "política de pactos de Podemos".
Voto útil al PP
A la vista de los resultados, es evidente que el PP ha sido el gran beneficiado de la repetición de las elecciones. Sánchez-Medero cree que varios factores explican ese dato. En primer lugar, "la indefinición de Ciudadanos": "A los antiguos votantes del PP que votaron a Rivera el 20D no les gustó su pacto con el PSOE ni el veto a Rajoy, así que ahora han vuelto al PP", señala. Y, en segundo término, "el voto útil de la derecha y el temor a que una opción como Podemos gobierne", que "ha movilizado votos hacia el PSOE y especialmente hacia el PP".
Martínez-Bascuñán coincide al señalar algunas de las razones del éxito de los conservadores. "Es evidente que el PP ha sabido movilizar más a su electorado y que la estrategia del voto útil ha funcionado. Es posible además que haya existido un efecto reflexivo de las encuestas que, al reflejar un sorpasso tan evidente, hayan movilizado a ese votante del PP que en las anteriores elecciones se quedó en casa u que optó por Ciudadanos. En teoría social está estudiado cómo las encuestas no sólo reflejan la realidad, sino que al reflejarla también producen un efecto en ella", explica.
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Orriols, por su parte, también considera que "la polarización ha beneficiado al PP" porque "los votantes conservadores que el 20D decidieron abstenerse ahora vieron que la alternativa a Rajoy era Podemos y no el PSOE", de modo que se activó el voto de su electorado para evitar que la formación morada pudiera tener opciones de Gobierno. "Eso mismo explica que el PP haya recuperado votos de Ciudadanos", añade.
En cuanto a la posible influencia de otras cuestiones, como el referéndum sobre la salida del Reino Unido de la UE, cuyo resultado se conoció el último viernes de la campaña, Martínez-Bascuñán comenta que tiene "opiniones confrontadas". "Con los datos en la mano es complicado llegar a la conclusión de que el Brexit pudiera influir en la orientación del voto. Si hubiera sido así, ¿por qué ese cambio no se detectó en las israelitas? [las encuestas a pie de urna]. Pero, por otro lado, hay estudios de psicología política que demuestran que acontecimientos traumáticos favorecen la aparición de aptitudes más conservadoras, está empíricamente probado", comenta.
En ese sentido, apunta que "el Brexit generó un estado de incertidumbre y de desconcierto que pudo influir en esa desmovilización de la izquierda o en esa movilización del voto del PP". Orriols considera que podría haber beneficiado ligeramente al PP al "activar un voto del miedo", aunque no hacer cambiar de opinión a "cientos de miles de personas", por lo que cree que es un factor que explica el resultado sólo en una pequeña medida.
En apenas seis meses, los transcurridos desde las elecciones del 20 de diciembre hasta las de este 26 de junio, la suma de PSOE, Podemos e Izquierda Unida perdió 1.210.363 votos, mientras que PP y Ciudadanos ganaron 278.461 nuevos apoyos. La repetición de las generales supuso un vuelco: mientras que en las de 2015 las candidaturas de centro-izquierda superaban a las de centro-derecha por casi un millón de votos, el pasado domingo la situación se invirtió, y Rajoy y Rivera sumaron 555.000 papeletas más que Sánchez e Iglesias.