Las cuentas no salen con los 'profes' de Matemáticas: las oposiciones y las empresas les alejan de las aulas

Imagen de archivo de un niño realizando operaciones matemáticas.

Merche Gila lleva doce años dando clases de Matemáticas en institutos públicos de la Comunidad de Madrid. Nunca con plaza. Nunca sabiendo si el curso siguiente estará en el mismo centro o tendrá que marcharse a uno distinto. Ahora, por ejemplo, no sabe cuál será su destino el próximo mes de septiembre. Ha intentado estabilizar su situación todo este tiempo, pero nunca lo ha conseguido. "Tenemos oposiciones cada dos años, y yo por lo menos ya he hecho seis", dice.

La última vez fue en junio, cuando se presentó a dos procesos diferentes: el de estabilización —que se ha llevado a cabo en varios sectores públicos tras una exigencia de la Unión Europea, que dictaminó que España tiene demasiada interinidad— y el de reposición —al que se pueden presentar no sólo quienes tienen experiencia, sino también recién egresados de la universidad. No ha conseguido plaza a través de ninguno. Ni tampoco con el concurso de méritos por el que la región convocó 100 vacantes.

La región gobernada por la conservadora Isabel Díaz Ayuso es la única que ha convocado estos tres procesos a la vez, coincidiendo con el final de curso. "Nos hemos juntado con las evaluaciones finales de los alumnos a los que damos clase y con los dos exámenes de oposición. Todo a la vez. Ha sido agotador", lamenta Merche, que sabe que el mes que viene tendrá trabajo, pero todavía como interina. "Seguiré intentando tener plaza, claro. En dos años me volveré a presentar", cuenta.

La situación es paradójica. Mientras que cientos de docentes se encuentran en la misma situación de Merche, otras tantas plazas para profesorado en centros de Secundaria han quedado sin cubrir en ese proceso de reposición. Han sido, según ha denunciado CCOO, 269, el 60% de las ofertadas. "Esto no es nuevo, viene pasando desde anteriores convocatorias. Por lo menos, desde 2018", señala la secretaria general de Enseñanza de CCOO Madrid, Isabel Galvín.

El responsable de enseñanza pública no universitaria del sindicato, Héctor Adsuar, añade además que no pasa sólo en esa comunidad. Según las cifras que maneja, en 2021 quedaron desiertas, a nivel estatal, el 20% de las plazas que se convocaron para Matemáticas en Secundaria. Madrid entonces tuvo un porcentaje de vacantes del 42%, pero en Castilla-La Mancha esa cifra ascendió al 50%, en Castilla y León al 45% y en la Comunitat Valenciana al 40%. "Esto no pasa tampoco sólo en Matemáticas, pero es una especialidad que, por lo que sea, históricamente, tiene estas cifras", dice.

Más paradójico resulta todavía que en el proceso de estabilización la tónica haya sido radicalmente diferente. Ni en Madrid, ni en Castilla-La Mancha, ni en Castilla y León ni en la Comunitat Valenciana han quedado plazas desiertas en este tipo de oposiciones, algo que viene a reforzar la exigencia de los sindicatos de reformular el sistema de acceso a la docencia. "Hay que actualizar las oposiciones. Se centran demasiado en la excelencia academicista, y lo importante es saber dar clase", señala Adsuar. "Cubrir las plazas de Enseñanza Secundaria en la especialidad de Matemáticas es cada vez más complicado y es verdad que el sistema tradicional de selección no ayuda. Se basa en un modelo memorístico que no da opción a los opositores a demostrar las competencias que debe tener un docente", coincide la responsable de Enseñanza de FeSP-UGT, Maribel Loranca.

Para entender lo que ocurre, es necesario explicar cómo funcionan ambas oposiciones. Tanto las de estabilización como las de reposición se basan en tres pruebas diferentes: una teórica (que consiste en desarrollar por escrito un tema), una de resolución de problemas matemáticos y otra de exponer, ante un tribunal, una unidad didáctica o un proyecto de enseñanza. En el proceso de estabilización se hacen las tres, siempre; en el de reposición, si no se supera la parte más teórica —que incluye la de resolución de problemas—, no se pasa a la siguiente fase. "Debería de funcionar al revés y pesar más la capacidad para ser docente que el conocimiento puramente matemático, donde claramente tienen ventaja quienes acaban de salir de la universidad", se queja Merche.

Elsa Campano es profesora en un instituto de Majadahonda, y este año consiguió plaza después de más de veinte años dando clase por el concurso de méritos. Si es por oposición, estaría igual que Merche. "La teoría y los problemas del examen no tienen absolutamente nada que ver con lo que luego tenemos que hacer dentro del aula. La capacidad técnica la tenemos acreditada, porque tenemos un título universitario, pero no se valora para nada nuestra competencia como profesoras", denuncia.

"Al final todo esto lo que hace es aumentar el porcentaje de temporalidad y precariedad, porque todas esas plazas que quedan desiertas se van a volver a cubrir con interinos. Profesores hay, pero no tienen plaza", lamenta Adsuar.

Un salida cada vez menos atractiva

Sin embargo, también existe otro problema de fondo, y es que los alumnos recién graduados no ven ya atractivo en la docencia como salida profesional. Lo constata Jesús Escribano, profesor en la Facultad de Matemáticas de la Universidad Complutense de Madrid (UCM). "La que hace diez o quince años era la salida casi por defecto, ya no lo es", afirma. ¿El motivo? Las mejores condiciones que ofrecen las empresas privadas, en las que el perfil de alguien titulado en Matemáticas es cada vez más demandado.

"Antes siempre había algún perfil orientado hacia este tipo de empleos, pero no era ni mucho menos lo principal. Ahora los desarrollos técnicos requieren de personas que manejen datos y algoritmos, así que muchísimos estudiantes se matriculan para ello", continúa. La demanda no ha bajado, dice, puesto que las notas de corte para acceder al Grado han aumentado, pero los objetivos son diferentes.

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Pasa también en la universidad, no sólo en Secundaria. "Ahora mismo hay dificultades para cubrir plazas porque los contratos son temporales", explica.

Esto seguirá ocurriendo en los próximos años, cree el profesor, que advierte de que podría llegar a ser "un problema" cuando los que se decanten por las aulas ya no sean especialistas en la materia. "Serán ingenieros o científicos, pero no matemáticos", señala.

En paralelo, ¿qué ocurre con las competencias en esta asignatura de los más pequeños? Que cada vez es peor. En el último informe PISA, de 2018, "los estudiantes españoles puntuaron por debajo de la media de la OCDE", algo que también se refleja en el Estudio Internacional de Tendencias en Matemáticas y Ciencias (TIMSS) más reciente, del año 2019, que indica: "El rendimiento medio en matemáticas de los estudiantes de España (502 puntos) está solo ligeramente por encima de los 500 puntos, significativamente por debajo del siguiente país, Malta (509 puntos). Este resultado queda claramente por debajo tanto del promedio OCDE (527 puntos) como del total UE (513 puntos)".

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