Algunos residentes, dicen sus familiares, llevan sin poder ver a sus seres queridos desde antes de Navidad. Aislados entre cuatro paredes, pasan los días sin más contacto con la realidad que las llamadas telefónicas. Está ocurriendo en las residencias de Cataluña, con aislamientos que recaen muchas veces sobre mayores sanos, y sucede también en Madrid, con cierres sistemáticos cuando emerge un positivo. Los familiares denuncian medidas desproporcionadas que atentan directamente contra la salud física y mental de los usuarios.
El blindaje que proporciona la tercera dosis está siendo ignorado por quienes están al frente de la gestión de los centros, claman los familiares, mientras que la ausencia de planes rigurosos de contingencia que puedan prevenir los problemas hace que la toma de medidas llegue tarde y tenga un impacto mucho más severo en los residentes.
En Cataluña, la Coordinadora Residencias 5+1 carga contra los últimos protocolos desplegados por la Generalitat: "Son un peligro para la vida de los residentes y para su salud". La última actualización de las medidas acordadas decreta el aislamiento para los residentes que hayan sido contacto estrecho de un positivo, incluso para aquellos mayores que no muestren síntomas, cuenten con un test negativo o tengan la pauta de vacunación completa, en los centros en los que la cobertura vacunal de la tercera dosis sea inferior al 85%. "Están encerrando a personas que dan negativo, a personas sanas, solos entre cuatro paredes. Les están condenando a la soledad", denuncia María José Carcelén, portavoz de la plataforma.
Para la organización, la situación es especialmente injusta teniendo en cuenta que los trabajadores asintomáticos, vacunados o no, que hayan sido contacto estrecho sí podrán continuar trabajando. Los familiares lo consideran un agravio comparativo y la única explicación que encuentran está en "la presión de las empresas". Ómicron ha provocado una oleada de contagios que ha ido encadenando bajas de los profesionales, así que la respuesta no ha sido otra que flexibilizar las cuarentenas para los trabajadores y endurecerla para los residentes, claman los familiares. "Se hace así porque es muchísimo más cómodo, siempre al dictado de las empresas", lamenta Carcelén.
Los familiares tienen la certeza de que estas medidas de hecho no conseguirían el aval del Tribunal Superior de Justicia de Cataluña (TSJC), en caso de pasar por su lupa. Creen que confinar a "personas sanas" e impedir que se reúnan con sus familias contraviene derechos fundamentales como el de reunión o el de libre circulación. Sin embargo, los familiares difícilmente pueden afrontar los costes –materiales y psicológicos– de acudir a los tribunales, especialmente después del último carpetazo de la justicia a la causa contra el Govern por la gestión de las residencias.
Moviment Residències Catalunya pide directamente la dimisión del conseller de Salut, Josep María Argimón i Pallas, "debido a la negligencia perpetrada una vez más sobre el sector residencial". Víctor Echaniz, portavoz de Els Estels Silenciats, una de las organizaciones que orbitan en torno a la plataforma y que este domingo se ha manifestado frente a un centro de la comunidad, sospecha que la situación en los geriátricos está próxima al colapso. "No se toman medidas de prevención, sino que se sigue un esquema de mitigación, una vez ha entrado el virus", explica. Eso implica que "lo fácil y económico" acabe siendo "encerrar en una habitación a personas vacunadas con tres dosis", además de "cancelar visitas y salidas".
Los encierros son especialmente hostiles para los grandes dependientes, personas que han perdido la capacidad de hablar o que no reconocen a sus familiares. Una videollamada en estos casos no tiene la capacidad de suplir las visitas. Echaniz considera que los aislamientos deberían ser algo a evitar, excepto cuando el virus ha atravesado las puertas del centro. "¿Por qué no se trabaja en prevenir? ¿Por qué no hay testeos y cribados más frecuentes?", se pregunta.
Según los últimos datos publicados por la Conselleria de Salut, relativos al miércoles 12 de enero, un total de 283 residencias de mayores tienen algún caso activo de coronavirus, 1.382 entre los residentes. El número de afectados es de 1.382 residentes y 1.720 profesionales.
"No hemos aprendido nada"
En Madrid, los familiares contemplan como gran parte de las residencias deciden echar el cierre de manera sistemática cuando el virus hace acto de presencia. "No hay grandes brotes, pero cuando hay algún contagio muchas residencias cierran". Habla Mariví Nieto, miembro de la Marea de Residencias. También ella recuerda que la pauta completa, con la tercera dosis de refuerzo, es la tónica generalizada entre los residentes, y pese a ello continúan viviendo en sus carnes las consecuencias del virus. El problema se repite en la capital: "No hay capacidad de atenderles en condiciones porque hay mucha baja de personal y no se está contratando". Así que la solución pasa por el cierre, el aislamiento y la restricción en las visitas.
Para Nieto, el primer paso para contener el virus sin que los mayores paguen las consecuencias no es otro que "contratar personal para cubrir las bajas", seguido de un plan sectorial en condiciones, capaz de actuar allá donde el covid se ha instalado. Es importante, completa, no perder de vista que los geriátricos son el hogar de los residentes. No un centro donde pasar la tarde, ni un espacio de ocio: su casa. "Tiene que funcionar como si ellos estuvieran en su casa, porque lo es. La solución no es cerrar a las visitas y dejar a los residentes completamente aislados de todo", abunda. Los ecos de las olas previas, una auténtica pesadilla para los residentes, resuenan inevitablemente entre los familiares: "No hemos aprendido absolutamente nada", lamenta Nieto.
Algunos residentes, dicen sus familiares, llevan sin poder ver a sus seres queridos desde antes de Navidad. Aislados entre cuatro paredes, pasan los días sin más contacto con la realidad que las llamadas telefónicas. Está ocurriendo en las residencias de Cataluña, con aislamientos que recaen muchas veces sobre mayores sanos, y sucede también en Madrid, con cierres sistemáticos cuando emerge un positivo. Los familiares denuncian medidas desproporcionadas que atentan directamente contra la salud física y mental de los usuarios.