Alberto Núñez Feijóo empezó este jueves en Moncloa a reescribir la estrategia de su antecesor, Pablo Casado reabriendo el diálogo con el Gobierno de Pedro Sánchez en todo lo que tiene que ver con pactos institucionales y política exterior. Y aunque está por ver que la negociación se convierta en acuerdo, el cambio de tono y la voluntad de hablar allí donde Casado se negaba incluso a sentarse es evidente.
Lo cual no significa que ninguno de los dos interlocutores, el presidente y el líder de la oposición, hayan desperdiciado la ocasión de marcar sus diferencias. Feijóo, defendiendo sin éxito su propuesta de rebaja temporal y retroactiva —desde enero— de las retenciones en el IPRF para rentas medias y bajas, con el objetivo de compensar las consecuencias de una inflación que en el último mes se aceró a los dos dígitos —una cifra que no se alcanzaba en los últimos cuarenta años—. Y Sánchez, afeando al PP que haya asumido las tesis de Vox que niegan la existencia de una violencia específica contra las mujeres por el hecho de serlo y defienden que lo que existe, en realidad, es “violencia intrafamiliar”.
Feijóo tiene claro dónde quiere poner el foco y es en la crisis económica derivada de una recuperación frustrada por las tensiones inflacionistas derivadas de la invasión rusa de Ucrania. A ello dedicó casi toda su rueda de prensa tras la reunión de tres horas con Sánchez en la Moncloa a pesar de que, como él mismo reconoció, ese asunto apenas consumió una parte reducida de la conversación.
El nuevo líder del PP ha dejado en segundo plano la agenda que durante tres años alimentó el núcleo de la oposición de su antecesor, Pablo Casado. Feijóo está dispuesto a abrir conversaciones con el Gobierno para renovar el Consejo General del Poder Judicial (CGPJ), pendiente desde hace tres años por la negativa precisamente de Casado a cumplir la ley vigente y que si se demora comprometerá la elección de cuatro miembros del Constitucional el próximo mes de junio.
Pero también para tramitar de la reforma del artículo 49 de la Constitución con el objetivo sustituir el término “disminuido” por el de “persona con discapacidad”, algo a lo que Casado se había negado con la excusa de que este cambio abriría el melón de una modificación más profunda de la Carta Magna, y desbloquear la reforma de la ley electoral con el objetivo de poner fin al voto rogado y facilitar así la participación en las elecciones de los españoles que viven en el extranjero.
El Gobierno también quiere que el PP considere su regreso al pacto antitransfuguismo, del que se autoexcluyó después de haber apuntalado con varios trásfugas la presidencia de Fernando López Miras en la Región de Murcia en marzo de 2021.
Si hay o no acuerdo en estos cuatro asuntos dependerá de las negociaciones que se abren ahora y que con Casado no existían, pero si algo quedó claro este jueves en La Moncloa es que Feijóo está en otra cosa. Su prioridad es denunciar que la inflación que empobrece a los españoles es producto de la mala gestión del Gobierno y que las medidas impulsadas en os últimos días y las que están por llegar no servirán para solucionar el problema.
En su rueda de prensa, Feijóo puso el énfasis en la negativa del Gobierno a adoptar su solución para luchar contra la inflación: una rebaja de las retenciones en el IRPF temporal y retroactiva —desde enero— para compensar el alza de los precios. La medida, según sus cálculos, costaría entre 3.500 y 3.800 millones y debería completarse con “ayudas directas” que no concretó e “impuestos negativos” para compensar a las personas de bajos ingresos que no tienen la obligación de presentar la declaración del IRPF.
Fondos europeos
En la misma línea, y pensando en agilizar la utilización de los fondos europeos, defendió dedicar en torno a 5.000 millones a financiar desgravaciones fiscales para los ciudadanos que lleven a cabo inversiones de mejora energética. Pidió también que la Airef lleve a cabo una auditoría para reducir “gasto superfluo” en la administración y planteó pedir a la Unión Europea autorización para reducir el IVA de la luz, del 10% al 4%, y del gas, del 21% al 4%. De la propuesta para limitar el precio de la electricidad, pendiente de aprobación en Bruselas, no dijo una palabra.
Lo cierto es que Feijóo no llevó su propuesta por escrito a la reunión, como reconoció él mismo y confirmó después el Gobierno. Pero se comprometió a hacerlo en los próximos días para tratar de convencer a Sánchez de la bondad de sus medidas.
Feijóo lamentó, eso sí, de que el Gobierno se cierre a cualquier modificación o enmienda del real decreto de medidas anticrisis que aprobó el 29 de marzo y que pronto deberá ser convalidado o rechazado en el Congreso y lo presentó como una negativa de Sánchez a dar “buenas noticias” a las personas con rentas medias y bajas. “Esperaba que a las rentas bajas y medias les pudiésemos aliviar sus cargas fiscales mientras dure este incremento exponencial de la inflación, pero lamentablemente no ha podido ser porque el presidente no ha considerado oportuno iniciar ni siquiera una propuesta alternativa”, enfatizó.
Admitió, no obstante, que algunas de las medidas incluidas en el real decreto le parecen bien, aunque el conjunto sea, en su opinión, “insuficiente”. A eso se agarró a continuación el Gobierno para pedirle que, aunque mantenga la defensa de sus propuesta de rebaja del IRPF o de modificación de los fondos europeos, apoye la convalidación del plan anticrisis en el Congreso.
La ministra portavoz, Isabel Rodríguez, compareció para defender una vez más la idoneidad del real decreto de medidas aprobado por el Gobierno y para subrayar que si Feijóo quería que la rebaja del IRPF formase parte de ellas debió trasladarlas al Gobierno a través de la Xunta cuando tuvo oportunidad.
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El real decreto, recordó, incluye rebajas en el precio de los combustibles, la prórroga de las rebajas de impuestos de los que depende el recibo de la luz un incremento del ingreso mínimo vital, la ampliación del bono social para las familias más necesitadas y medidas concretas por valor de cientos de millones para los sectores del transporte, la producción láctea o la pesca.
En todo caso, Rodríguez valoró la actitud del nuevo líder del PP y el cambio que supone en comparación con Casado, a la espera de que se concreten acuerdos en relación con los asuntos que han quedado pendientes y a pesar de que en materia económica no hubo acercamiento.
Eso sí, el Gobierno subraya su “preocupación” por la relación del PP con la ultraderecha de Vox y, en particular, por la decisión de Feijóo de asumir el discurso negacionista de los de Santiago Abascal al aceptar diluir la violencia machista en el concepto “violencia intrafamiliar”. Algo que, según Rodríguez, no sólo contradice el pacto contra la violencia de género sino que niega de hecho la existencia de una violencia específica contra las mujeres.
Alberto Núñez Feijóo empezó este jueves en Moncloa a reescribir la estrategia de su antecesor, Pablo Casado reabriendo el diálogo con el Gobierno de Pedro Sánchez en todo lo que tiene que ver con pactos institucionales y política exterior. Y aunque está por ver que la negociación se convierta en acuerdo, el cambio de tono y la voluntad de hablar allí donde Casado se negaba incluso a sentarse es evidente.