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La estrategia del PP

Feijóo multiplica los escenarios amables y controlados para aterrizar en Madrid entre algodones

Alberto Núñez Feijóo, durante una visita a una empresa de transformación de productos pesqueros en Cambre (A Coruña).

Esta vez fue en el estreno de los desayunos que a partir de ahora organizará El Debate, el diario digital de la Asociación Católica de Propagandistas, siguiendo el modelo de otros que proliferan en la capital y que todas las semanas sirven de tribuna a políticos y empresarios. Allí, rodeado por los suyos y cariñosamente interrogado por un amigo, el exdirector de Abc y de La Voz de Galicia Bieito Rubido, Alberto Nuñez Feijóo no podía esperar un escenario más propicio para exponer sus ideas.

El foro de El Debate resume muy bien la estrategia de descenso controlado que el equipo de comunicación del nuevo presidente del PP ha diseñado para garantizarle un aterrizaje blando en la selva mediática y política de la capital con el objetivo de protegerle de una exposición pública muy diferente a la que estaba acostumbrado en Galicia. 

El nuevo líder del PP, recién instalado en Madrid, no echa de menos la tribuna del Congreso. No es diputado, y aunque en las próximas semanas pase a ocupar una de las plazas que el Senado reserva a la representación de los parlamentos autonómicos, tendrá pocas ocasiones de expresar sus ideas en el seno de la institución y mucho menos de confrontar propuestas con su principal adversario, el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez. 

Pero esa limitación, en vez de ser un problema, se está convirtiendo en una ventaja. En vez de verse obligado a medirse con Sánchez en las sesiones de control o en el debate sobre el estado de la nación que, si acaba celebrándose, será el primero de la legislatura, Feijóo lleva cuatro semanas recorriendo los micrófonos de medios de comunicación en su inmensa mayoría afines, cuando no abiertamente partidarios de su candidatura al frente del PP. Desde los estudios de la COPE, la cadena propiedad de los obispos católicos españoles, a los de Onda Cero, la emisora del Grupo Planeta. Y de las páginas de El Confidencial a las de Abc, OkDiario o La Voz de Galicia. En cuatro semanas lo más incómodo que ha tenido que hacer ha sido responder a las preguntas que le hicieron en la cadena Ser y en el Telediario de TVE.

Son entrevistas a las que hay que sumar intervenciones sin preguntas desde la calle Génova y apariciones estelares en actos institucionales organizados al servicio del PP, como la celebración del Dos de Mayo en la Comunidad de Madrid, que incluyó saludo y gritos de “presidente, presidente” en la Puerta del Sol acompañado de Isabel Díaz Ayuso. O su paso por el programa de Bertín Osborne en Telecinco, cuidadosamente diseñado para humanizar la imagen de un político hasta ahora muy poco dado a compartir con el público los detalles de su vida personal.

Ruedas de prensa, muy pocas. La única vez que se ha sometido en Madrid a las preguntas de los periodistas desde que asumió el liderazgo del PP fue en el Palacio de La Moncloa después de entrevistarse con el presidente del Gobierno el pasado 7 de abril.

La consecuencia es que Alberto Núñez Feijóo ha contado desde que llegó a la dirección del PP con el privilegio de exponer sus argumentos políticos y económicos sin apenas contradicción. Estar fuera del Congreso y del habitual tono bronco de las sesiones de control le ha permitido seguir marcando distancias con una política que, subraya constantemente, no es la suya y con la que no se siente “cómodo”. 

Reclama una “nueva política”

El Gobierno, sostiene el líder de la oposición, está centrado “en la gesticulación”. Y “esa forma de hacer política no me gusta, no me representa. Ni me parece útil para el interés general. A estas alturas de mi vida”, subraya Feijóo, “no tengo previsto imitar códigos con los que no me siento cómodo, por mucho que esos códigos estén de actualidad en nuestro país”.

Privado por las circunstancias de la necesidad de tener que debatir en el Congreso porque carece de escaño, Feijóo aprovecha para tomar con frecuencia distancia con lo que ocurre en la Cámara Baja y afirma que le pasa los mismo a los ciudadanos: “Hay un deseo creciente de sosiego, de tranquilidad y de estabilidad. La política no es espectáculo”, proclamó este miércoles en su intervención más reciente.

Como está ausente de los cara a cara con Sánchez, Feijóo trata de marcar distancias y se reclama firme partidario “de los debates en profundidad” y de poner fin a la política que se hace en la Cámara Baja. “Es un círculo vicioso que hay que romper”. Pero el Gobierno, acusa, no quiere “un debate de ideas”.

En estos foros tan propicios a su ideario político, Feijóo traslada desde críticas al Gobierno por no haber aceptado sus propuestas de bajadas de impuestos para compensar a los ciudadanos la subida de los precios —razón por la que ordenó al PP votar en contra de las medidas del Ejecutivo, entre ellas la rebaja de 20 céntimos por litro en los combustibles de la que se benefician todos los ciudadanos desde finales de abril— a una visión sombría del futuro económico que espera a España la vuelta de la esquina. 

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La situación económica de España “es límite”, resumió. “Me recuerda a la que vivimos en el año 2008 y siguientes”, en plena crisis inmobiliaria. Pero a Feijóo le preocupa que si bien entonces “Europa mandó a parar”, ahora está ocupada con la pandemia y la guerra en Ucrania y no está poniendo límites al déficit y la deuda española. “Pagaremos el déficit, la deuda y el dispendio de gasto público que hemos tenido en los últimos años”, advirtió. “Y lo pagaremos además muy caro, porque los tipos de interés se están incrementando”. 

La situación, concluyó, “empieza a ser de pronóstico reservado”, que es la expresión que utilizan los médicos cuando no se puede predecir la evolución futura de una lesión o de una enfermedad porque los síntomas no son suficientes o porque hay riesgo de que surjan complicaciones.

En su descripción de los males de la economía española Feijóo denunció el incremento del déficit público registrado en España en los años 2020 y 2021, sin mencionar que en esos años el Estado tuvo que hacer frente a medidas extraordinarias para evitar que la pandemia destruyera por completo la economía, y reprochó a Sánchez no haber aplicado las reglas fiscales de la Unión aunque Bruselas no lo exija. “Es muy peligroso” gobernar sin reglas, apuntó.

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