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Las decisiones del nuevo CGPJ muestran que el empate pactado entre PP y PSOE favorece a la derecha

Feijóo señala, Manos Limpias ejecuta: el día que amenazó a Sánchez con llevar a su mujer a los tribunales

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El presidente del PP no quiere que parezca que él es quien ha situado a la esposa de Pedro Sánchez, Begoña Gómez, en el ojo del huracán. Cuando se lo preguntan, siempre dice que no desea llamarla a declarar en la comisión de investigación sobre el caso Koldo que el PP impulsó en el Senado con el objetivo de utilizar la sede parlamentaria para ampliar todo lo posible el estrecho perímetro de la investigación judicial abierta en torno al antiguo asesor del Ministerio de Transportes. 

Pero el PP quiere que el caso Koldo sea el caso PSOE. Porque busca un caso Sánchez: su portavoz en el Congreso, Miguel Tellado, lo ha dejado claro en varias ocasiones. Y el resto de dirigentes de la dirección de Feijóo, desde Elías Bendodo a Cuca Gamarra, pasando por Borja Sémper y Esther Muñoz, llevan semanas señalando con palabras más o menos directas a Begoña Gómez. Y sin prueba alguna.

Feijóo, según sus propias palabras, no quiere golpear al presidente utilizando a su mujer a partir de informaciones de prensa, pero en realidad fue él quien señaló que su objetivo era ella. Lo hizo en sede parlamentaria hace un mes, durante la sesión de control del 20 de marzo, muy enfadado porque el presidente señalara a la presidenta de Madrid por tratar de encubrir los delitos de su novio. 

“Está muy nervioso y hace bien”, le dijo a Sánchez, en tono retador, aquel día. “Hace bien, tiene motivos. Si cree, señoría, que ha resuelto las dudas de lo que ha pasado en su gobierno y en su partido, se equivoca. Si cree que ha dado carpetazo a lo que ha pasado en su casa”, en alusión directa a Begoña Gómez, “también se equivoca”. “Si vuelve a negarse a dar explicaciones, y van tres veces que se las pido”, amenazó, “habrá una investigación específica sobre los asuntos que le afectan a su entorno más inmediato. Parlamentaria, seguro, y judicial también, si es necesario”.

Siete semanas después de aquella intervención, exactamente el martes pasado, la organización ultraderechista Manos Limpias cumplió la amenaza de Feijóo y presentó en el juzgado una denuncia contra la mujer de Sánchez que en realidad es un recopilatorio de noticias sobre ella, algunas completamente falsas y las otras sin carácter probatorio de ningún delito.

Al ataque

Y el PP, lejos de desmarcarse de esa estrategia, y pasadas las primeras horas de desconcierto después de que Sánchez anunciara la posibilidad de dimitir para proteger a su familia de la presión a la que la está sometiendo la derecha, se ha movilizado.

Aseguran que todo es una estrategia calculada, que el presidente no va a dimitir y solamente busca una respuesta populista. Nadie en el PP, en particular Feijóo, da credibilidad al desgaste familiar y personal que sufre su familia. Eso sí, la derecha ha entrado en ebullición ante la posibilidad de que Sánchez dimita o de que, en caso contrario, utilice esta crisis para rearmarse frente a quienes, desde instancias judiciales, políticas y mediáticas, tratan de provocar su caída. Y compiten en hipérboles los unos con los otros.

Feijóo convocó a la prensa a una infrecuente rueda de prensa en la sala de prensa de Génova con las banderas de Europa y de España al fondo, una puesta en escena deliberadamente presidencial. Y no ahorró descalificaciones. Tachó lo sucedido de “espectáculo de adolescente”, de “bochorno internacional” y de “frivolidad inaceptable”. Acusó a Sánchez de practicar una política “corrosiva” y de “secuestrar a la nación” al servicio del PSOE. De llevar al “cainismo” a los españoles. De “dimitir como quien se va de puente porque no le dan suficientemente la razón”.

Y trató de ridiculizar su decisión de cancelar la agenda pública —no su actividad como presidente— reprochándole haber creado “la figura de presidente fijo discontinuo” y de tratar de que “la gente que le ha votado le perdone cualquier indecencia por cuestión de ideología”. “Como no puede gobernar por adhesión, pretende gobernar por compasión”.

No está reflexionado, sugirió, sino que ha puesto “en marcha una operación de supervivencia política” que “busca movilizar a la gente” y de paso “intimidar a jueces y a periodistas”. Quiere “que vayan detrás diciéndole que no se vaya y que no se enfade”, caricaturizó.

Según él, Sánchez es el único responsable de este “tiempo triste, bronco, cansino”, no la estrategia de tierra quemada de la derecha. Y de buscar “un enfrentamiento entre españoles” además de “liquidar la transición que dio lugar a la España democrática” con una “combinación tóxica de populismo, independentismo y de desprecio a las instituciones”.

E insistió en las acusaciones de corrupción, distanciándose de los hechos. Habló del caso Koldo, que de momento no afecta a ningún cargo público del Gobierno ni del PSOE, como un asunto “que llega a varios ministerios y al Partido Socialista”, y lo relacionó con el Delcygate, un caso que la justicia archivó hace tiempo, pero que la ultraderecha —y ahora el PP— mantienen vivo en el Congreso y en redes sociales sin ninguna prueba.

También culpó a Sánchez del caso Pegasus, en el que el presidente fue víctima de espionaje, volviendo a insinuar, también sin pruebas, que el jefe del Gobierno toma sus decisiones en materia de política internacional sometido a un chantaje por parte de Marruecos.

Insiste en Begoña Gómez

Y lejos de recular, insistió en la esposa del presidente, también sin pruebas y presentándola como una investigación “sobre las vías de acceso a fondos públicos” en la que “se cuestiona directamente si ha habido empresas que obtuvieron dinero de todos los españoles por la relación directa o indirecta de su entorno”.

Feijóo, cuyo partido destruyó a martillazos pruebas judiciales del caso Bárcenas y montó un operativo policial en el Ministerio del Interior para dinamitar una investigación judicial que le afectaba, cree que Sánchez ha puesto en marcha una ofensiva para presionar a la justicia. “Ya es el portavoz del lobby del lawfare, indistinguible de sus socios”, acusó.

Más lejos aún fue la Fundación para el Análisis y los Estudios Sociales (FAES) presidida por el expresidente José María Aznar, que acusó directamente y sin rodeos al presidente de haber puesto en marcha un golpe de Estado. Sánchez prepara, aseguran, una “marea populista” de gente para destruir “la democracia y la separación de poderes”, anulando el Senado, neutralizando la oposición y atemorizando a los jueces que se atreven a investigar posibles indicios de corrupción.

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En un artículo publicado bajo el título Despropósito populista, la organización dirigida por Aznar teme una “movilización de la gente” que “ahogue el funcionamiento de las instituciones”. “Si eso ocurre, a partir del lunes España habrá dado un salto mortal hacia eso que con notable suavidad se llama 'democracia iliberal”, se lee en el artículo.

Según FAES, saldrán en defensa de Sánchez su propio partido, sus socios parlamentarios, algunos dirigentes internacionales, pero sobre todo “la gente”. “El pueblo del populismo, movilizado para hacer real la democracia y aclamar a líder carismático que no puede quedar atado por instituciones caducas y contrademocráticas”.

Isabel Díaz Ayuso, la presidenta de Madrid, tampoco se anduvo con rodeos. “No se atreva a tocar el Poder Judicial, no crea que va a seguir minando el orden constitucional impunemente”, le advirtió desde Valladolid. “Nos deja en un limbo institucional para que cualquier cosa sea posible”. Busca “cómo triturar a los jueces, a la oposición y a la empresa independiente” mediante una carta “infame, entre el sentimentalismo y el chavismo”, que es un “chantaje emocional a su gente. El colmo de la falta de respeto a la nación, a la dignidad del cargo, a los procedimientos, nuestro buen nombre internacional”.

El presidente del PP no quiere que parezca que él es quien ha situado a la esposa de Pedro Sánchez, Begoña Gómez, en el ojo del huracán. Cuando se lo preguntan, siempre dice que no desea llamarla a declarar en la comisión de investigación sobre el caso Koldo que el PP impulsó en el Senado con el objetivo de utilizar la sede parlamentaria para ampliar todo lo posible el estrecho perímetro de la investigación judicial abierta en torno al antiguo asesor del Ministerio de Transportes. 

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