Girona abre la puerta a un permiso menstrual que todavía no ha llegado a implantarse en ningún país europeo

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Cada mes, con la puntualidad de un reloj suizo o de manera irregular e imprecisa, millones de personas soportan un dolor punzante en el abdomen que les impide, en ocasiones, realizar hasta la tarea más cotidiana. No se trata únicamente de molestias abdominales, también es dolor pélvico, lumbar, náuseas, mareos, diarrea, fatiga o jaqueca. Molestias con las que las mujeres conviven, también en su trabajo. Por ello, el Ayuntamiento de Girona ha decidido dar un paso al frente y convertirse en pionero, mediante la regulación de un permiso de flexibilización menstrual que recupera un debate hasta ahora incapaz de prosperar en ningún país occidental.

Quien lo ha peleado en el consistorio es el sindicato Intersindical. La propuesta irá a pleno en el próximo mes de junio y todas las miradas apuntan a una aprobación sin objeciones. El propósito: que las trabajadoras que así lo precisen puedan acogerse a un permiso de hasta ocho horas al mes durante su período. Esas horas, según ha negociado la sección sindical, deberán ser recuperadas en los tres meses siguientes. El motivo, exponen desde la central sindical, es la constatación de que las mujeres venían haciendo uso de sus días libres o de sus vacaciones para ausentarse a consecuencia de los dolores menstruales.

El Ayuntamiento de Girona se presenta como pionero, aunque el debate lo han sembrado otros previamente, sin demasiado éxito. Lo hizo Italia hace ahora cuatro años, a través de una ley que buscaba generalizar la extensión de dichos permisos, concretamente tres días al mes, según la propuesta del Partido Demócrata. También Chile, el mismo año, trató de sacar adelante una norma en términos idénticos. En ninguno de los dos países, sin embargo, la propuesta llegó a pasar del debate público y parlamentario. Ningún país europeo ha sido quien de impulsar una medida para conceder a las mujeres un permiso menstrual. Para encontrar precedentes hay que mirar al extremo opuesto: los países orientales. Japón es el gran referente, habiendo integrado en su normativa laboral un precepto relativo al permiso para las mujeres con dolor menstrual. Las trabajadoras japonesas se pueden acoger a este derecho desde 1947. También Corea del Sur cuenta con esta posibilidad, contemplada por ley, desde el año 2001 y trece años después se hizo lo propio en Taiwán. En Indonesia, las mujeres tienen la posibilidad de descansar dos días al mes por los efectos provocados por la menstruación.

"En Europa todo lo relacionado con la menstruación está a años luz de lo que debería ser". Así lo afirma Ana Enrich, cofundadora de la plataforma Period en España. La explicación es a su juicio la más evidente: el tabú que rodea a la menstruación. "La administración no es consciente de que la mitad de la población menstrúa: no hay permisos menstruales, tardamos siete años de media en detectar una enfermedad como la endometriosis, el mundo académico apenas ha investigado nada alrededor del ciclo mentrual, el contenido curricular no educa sobre la menstruación, la innovación en los productos de higiene ha sido prácticamente inexistente en el último siglo y dos de cada diez mujeres sufre pobreza menstrual", lanza. Falta, a su entender, perspectiva de género en la administración. Una carencia que confía empezará a ser enmendada con pasos como los del Ayuntamiento de Girona. 

Ester Rocabayera, secretaria nacional de Igualtat en Intersindical-CSC, celebra el éxito de sus compañeros, pero apuesta por ir un paso más allá. El sindicato se ha puesto ya manos a la obra y ha interpelado a todas sus secciones sindicales para abrir un proceso de negociación en sus empresas, encaminado a lograr este permiso. Pero, una vez abierta la puerta, el sindicato quiere ser más ambicioso: aspira a que el permiso sea retribuido. No se trata de recuperar las horas, sino de disponer de ellas para poder ausentarse sin generar una deuda con la empresa.

La victoria de los trabajadores del Consistorio de Girona invita a la reflexión. El sindicato ha constatado cómo aquello que debería ser normal, es en realidad algo inaudito. Y eso ha demostrado "lo mal que están las cosas". "Lo que queremos poner sobre la mesa es un permiso retribuido porque hay muchas mujeres que no podrán hacer frente a esa recuperación de horas", expone la sindicalista, quien recuerda las dificultades de las familias monoparentales y de quienes asumen en sus hogares una doble carga de trabajo. "Queremos que sea retribuido y extensible a todo el proceso fisiológico relacionado con el aparato reproductivo", desde la menstruación hasta la menopausia, detalla. Ella misma augura que del debate emergerán también resistencias. "Va a ser difícil, pero el objetivo es por lo menos empezar a hablar de este tema y plantearlo desde la perspectiva de que es un derecho que nos puede ayudar a ganar en salud", subraya la sindicalista.

Un debate inconcluso

Aunque el debate sobrevuela periódicamente la agenda pública, no ha conseguido hasta ahora llegar a buen puerto. Las voces que defienden la creación de un permiso hablan de los beneficios de adaptar las herramientas laborales a las especificidades de la población femenina. Quienes se oponen, en cambio, miran con cautela los instrumentos que llevan aparejado un sesgo de género: si sobre las mujeres ya pesa un estigma vinculado, entre otras cuestiones, a la maternidad, las consecuencias de establecer permisos menstruales podría disuadir a las empresas a la hora de la contratación.

Rocabayera es consciente de las reticencias, pero cree que el planteamiento es "muy demagógico y falso". Demagógico porque "el peligro de la discriminación es intrínseco a la condición de mujeres" y no por ello se ha renunciado a avanzar en igualdad. Y falso, agrega al otro lado del teléfono, porque existen herramientas para impedir que esa discriminación se produzca. "Las empresas tienen planes de igualdad y existe también una inspección para hacer un seguimiento", recuerda. Sabedora de lo prematuro del debate, la sindicalista apuesta por al menos ir abriendo camino hasta una legislación determinada que contemple este permiso. "El movimiento feminista tiene capacidad para que se acabe concretando como medida efectiva para las mujeres", confía.

Las trabajadoras del Ayuntamiento de Girona tendrán permiso los días de menstruación

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Ocurre además que cualquier avance en el plano laboral parte de un lastre: el absoluto desconocimiento de las necesidades de las mujeres a nivel sanitario. Sobre este extremo repara también Intersindical. "La sección sindical no quiere de ninguna manera estigmatizar más a las mujeres ni tapar enfermedades relacionadas con la menstruación, como la dismenorrea y la endometriosis. La regla en sí misma no debe ser dolorosa, pero puede ocasionar puntualmente molestias" y es precisamente en ellas en las que se centra el permiso. Según un estudio publicado en la revista médica británica BMJ Journals, el 13,8% de las mujeres encuestadas afirmaron no poder ir a trabajar durante los días de su menstruación. El 3,4% hablaba de absentismo durante todos o casi todos sus ciclos menstruales y la media de ausencias vinculadas a la regla fue, entre las 32.748 mujeres encuestadas, de 1,3 días al año. Sólo el 20,1% de quienes optan por ausentarse, es quien de apuntar a los dolores menstruales como motivo de la ausencia. Pero incluso entre las que sí acuden a su puesto de trabajo, las consecuencias son palpables: un 80,7% reconoce una disminución de la productividad.

¿Qué ocurre cuando se trata de un dolor crónico? La endometriosis, producida por el crecimiento del tejido endometrial fuera del útero, afecta a al menos un 10% de las mujeres en edad fértil, según el Ministerio de Sanidad. Y sin embargo, el retraso en su diagnóstico impide una atención de calidad y un tratamiento temprano. Así que las mujeres asumen que convivir con el dolor es lo normal, lo que afecta a su vida cotidiana, también a la esfera laboral. Una mayor y mejor investigación, argumentan los expertos, allanaría en gran medida el camino.

Guillermo González Antón, presidente de la Federación de Planificación Familiar Estatal (FPFE), apela a la necesidad de informar y sensibilizar sobre el proceso mismo de la menstruación: "El desprendimiento de la pared endometrial se produce a base de espasmos que son, como poco, incómodos. En algunos casos son molestos y en otros llegan a ser incapacitantes", afirma el doctor. González Antón tilda de buena noticia la implantación de un permiso que ayude a resolver ese dolor que, en ocasiones, puede llegar a ser difícilmente soportable. A juicio del profesional, "hay cierto temor a legislar sobre algo que los hombres pueden sentir como discriminatorio, despierta cautelas porque convivimos con un machismo estructural imperante". Si los hombres tuvieran la regla –añade el doctor, en una conjetura que recuerda al celebérrimo artículo que escribió la feminista Gloria Steinem allá por los setenta–, "no estaría en una legislación laboral, estaría en la Constitución".

Cada mes, con la puntualidad de un reloj suizo o de manera irregular e imprecisa, millones de personas soportan un dolor punzante en el abdomen que les impide, en ocasiones, realizar hasta la tarea más cotidiana. No se trata únicamente de molestias abdominales, también es dolor pélvico, lumbar, náuseas, mareos, diarrea, fatiga o jaqueca. Molestias con las que las mujeres conviven, también en su trabajo. Por ello, el Ayuntamiento de Girona ha decidido dar un paso al frente y convertirse en pionero, mediante la regulación de un permiso de flexibilización menstrual que recupera un debate hasta ahora incapaz de prosperar en ningún país occidental.

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