El partido de baloncesto en el que se ha convertido la política española sigue en plena ebullición. Triples, faltas, tiempos muertos, fintas, driblings. Y este final de julio tiene aire a jugadas de altura en el Palau Sant Jordi. A tres bandas con el PSC, Junts y ERC. A veces aliados, a veces enemigos, a veces compañeros. Con las miradas puestas siempre en la Generalitat y en La Moncloa.
Junts ve cómo se aleja la posibilidad de que Carles Puigdemont vuelva a ser president y esto le ha hecho dar un susto a los socialistas este martes en Madrid tumbando los objetivos de estabilidad. En el Ejecutivo y en el PSOE, según las fuentes consultadas, no tienen duda de que esto se debe al “ataque de cuernos” por el acercamiento en Cataluña a los republicanos. Y son conscientes, según altas fuentes del Gobierno central, de que esta actitud de los posconconvergentes no va a ser un simple calentón de una tarde en mitad de la ola de calor madrileña.
En el Gobierno prevén un tono más duro a partir de este momentos de los de Carles Puigdemont en el Congreso de los Diputados. Fuentes del Gobierno señalan que han vuelto a ver a un Junts con un discurso de “otras épocas”, con un tono “muy rencoroso”. Y vaticinan que la negociación final de la investidura de Salvador Illa y su posible llegada al Palau de la Generalitat acrecentará este estilo de los de Carles Puigdemont.
"La vida es así"
¿Esto significa que puede Junts dar por terminada su relación con el PSOE en Madrid y que la legislatura entre en vía muerta? En el Gobierno no piensan en ese extremo y se muestran optimistas respecto a los planes de futuro para aguantar en el Palacio de La Moncloa. Pero sí pronostican en el Ejecutivo y en el PSOE que el grupo catalán seguirá dando sustos y estirando todas las negociaciones. “La vida es así”, resume una de las personas que negocia con Míriam Nogueras los paquetes legislativos.
El Gobierno tiene ahora que presentar de nuevo en las Cortes en el plazo de un mes su senda de déficit, que es el primer paso para poder tramitar los Presupuestos Generales del Estado para el año que viene. En el Ejecutivo intentan rebajar el golpe y no quieren entrar en público en un enfrentamiento con Junts, por lo que ponen el foco en el voto negativo del PP a pesar de que sus comunidades se abstuvieron en la votación del Consejo de Política Fiscal y Financiera. El mensaje que sale de La Moncloa y del Ministerio de Hacienda es que las cuentas pueden salir perfectamente todavía en tiempo y forma para final de año.
Este alejamiento de Junts llega mientras se produce el acercamiento con Esquerra Republicana para la investidura de Salvador Illa. Es uno de los grandes objetivos del presidente del Gobierno, quien se desplazó este miércoles a Barcelona para reunirse con el jefe del Ejecutivo catalán en funciones, Pere Aragonès, para escenificar el traspaso de la gestión del ingreso mínimo vital. En la balanza de La Moncloa pesa más ahora atar la Generalitat que contentar a Puigdemont.
La visita deja una fotografía de un alto valor político con la que el presidente del Gobierno manda el mensaje de que cumple con sus compromisos con Cataluña. Y es que la negociación ahora está entre las cúpulas del PSC y de ERC para investir a Illa, pero todos saben que el paso definitivo será la consulta que harán los republicanos entre sus bases, que suelen tener posiciones más duras que la dirección.
Fuentes de La Moncloa describieron así el encuentro: “La reunión entre ambos presidentes transcurrió en un clima cordial y de normalidad institucional. Durante la misma se hizo un repaso de la relación entre ambos gobiernos tras la firma de diversos acuerdos esta última semana que concretan y calendarizan diferentes transferencias y acuerdos pendientes, entre las que se encuentran, entre otras, el servicio de Rodalies, las becas y ayudas al estudio o las iniciativas de investigación y desarrollo. Los dos presidentes analizaron el desarrollo de estos acuerdos y se han comprometido a trabajar para culminar su cumplimiento en beneficio de la ciudadanía de Cataluña”.
Seduciendo a las bases de Esquerra
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De esta manera se intenta evidenciar que el Gobierno está volcado con Cataluña, algo esencial de cara a esa consulta. ERC es un partido ahora en plena convulsión interna, con pugnas internas entre varias familias y en el que ha sacudido el escándalo que ha acabado con la marcha de Ernest Maragall. Además, no hay una cabeza clara de poder y hay varias órbitas con ascendencia encabezadas por Marta Rovira y Oriol Junqueras. Los socialistas no quieren hacer ruido ni meter excesiva presión ante la debilidad de Esquerra pero creen que se terminará imponiendo la vía pragmática de no ir a otras elecciones, que podrían dañar aún más a los de Pere Aragonès.
"Se están cumpliendo los acuerdos pendientes y se hace de manera presencial. No podíamos fiar más. O cumplían o era imposible llegar a otro acuerdo con el PSOE o con el PSC”, confesaba Rovira este miércoles en una entrevista en El Periódico. La gran piedra de la negociación está en la llamada financiación singular de Cataluña. El Gobierno descarta una fórmula como la del concierto vasco, pero se abre al desarrollo del consorcio tributario, una vertiente no desarrollada hasta el momento que está incluida dentro del Estatut de Cataluña. La propia secretaria general de los republicanos indicó que se ha avanzado en esto, pero sin dar concreciones. Su análisis pasa por: "El PSOE y el PSC deben entender que lo que reivindicamos nosotros en términos de soberanía es la llave de la caja, no sólo la caja. Lo que reivindicamos es el derecho a decidir sobre los recursos".
Durante la reunión, el propio Aragonès le trasladó a Sánchez que Cataluña necesita un nuevo modelo de financiación “justo y propio”. Asimismo, el dirigente de ERC le recordó que hay otras medidas que deben culminarse como la condonación de los 15.000 millones del Fondo de Liquidez Autonómico, como se firmó en el acuerdo de investidura, y el impulso y financiación del proyecto para la instalación en Cataluña de un centro tecnológico de producción de chips (Innofab). La idea de los dos partidos es avanzar y culminar la negociación antes de que acabe el mes de julio. El reloj marca cada minuto.
El partido de baloncesto en el que se ha convertido la política española sigue en plena ebullición. Triples, faltas, tiempos muertos, fintas, driblings. Y este final de julio tiene aire a jugadas de altura en el Palau Sant Jordi. A tres bandas con el PSC, Junts y ERC. A veces aliados, a veces enemigos, a veces compañeros. Con las miradas puestas siempre en la Generalitat y en La Moncloa.