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La guerra del Captagon: los países vecinos de Siria combaten una avalancha de la droga de moda

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Mwaffak Kamal, Carmen Karim (Daraj.com), Rasha Qandeel, Daham Alassad y Hadeel Rawabdeh.

Un día de principios de mayo, justo después del amanecer, aviones de combate cruzaron en picado la frontera norte de Jordania con Siria y dispararon cohetes contra una casa de hormigón de dos plantas, arrasándola y matando a todos sus ocupantes. La zona, antaño bastión de los rebeldes que luchaban contra el régimen del presidente sirio Bashar al-Assad, no es ajena a los ataques aéreos y bombardeos. Pero la víctima de la explosión, un sirio llamado Marai Al-Ramthan, no era un combatiente revolucionario, sino un destacado traficante de drogas especializado en un estimulante sintético ilícito llamado Captagon.

¿Qué es el Captagon? Se trata del nombre comercial de la fenetilina, un fármaco inventado en los 60 en Alemania Occidental para tratar el trastorno por déficit de atención, la narcolepsia y la depresión. Prohibido en la mayoría de los países en 1986, ha encontrado una segunda vida como droga recreativa en Oriente Próximo, especialmente en Estados del Golfo como Arabia Saudí, Qatar y los Emiratos Árabes Unidos. Y también se ha hecho popular entre los combatientes durante la guerra civil de Siria.

Siria se ha convertido en la última década en un centro de producción y tráfico de Captagon a escala industrial. Esta droga, relativamente desconocida fuera de Oriente Próximo, es muy popular en algunas zonas de la región, donde cada pastillas puede alcanzar los 20 dólares. Como la guerra civil ha devastado la economía formal de Siria, la producción de Captagon se ha disparado. Los expertos calculan que el valor en la calle de las ventas oscila entre más de 5.000 y más de 50.000 millones de dólares al año. Incluso la cifra más pequeña supera los ingresos anuales del Estado sirio.

Las redadas antidroga en Europa y Oriente Próximo han aportado pruebas de que las autoridades sirias están ayudando a facilitar el comercio. Las investigaciones llevadas a cabo en Líbano muestran que un traficante convicto de Captagon tenía vínculos con la formación de élite de la Cuarta División del ejército sirio, dirigida por el hermano de Assad, Maher. La Unión Europea sancionó recientemente a tres primos de Assad por su implicación en el tráfico.

El OCCRP y la BBC dedicaron más de un año a investigar el comercio de Captagon. Los periodistas consiguieron un acceso excepcional a las operaciones antidroga jordanas y libanesas, entrevistando a contrabandistas, agentes de seguridad, estrategas militares, diplomáticos y soldados sirios en activo y retirados. También revisaron los expedientes judiciales de casos de drogas en Líbano, Jordania y Alemania, incluidas las actas de los interrogatorios tras la detención en 2021 del "rey del Captagon" libanés, Hassan Daqqou.

Todo ello permite presentar esta crónica del descenso de Siria a lo que los expertos llaman un "narcoestado", donde los límites entre las autoridades y las bandas criminales son a menudo borrosos. La investigación, que infoLibre publica en exclusiva en España como medio colaborador de OCCRP, muestra cómo la avalancha de drogas salidas de Siria ha abierto una nueva y sombría fase en el conflicto del país, enfrentando a milicias y narcotraficantes –a menudo con el aparente apoyo de las autoridades sirias– contra las fuerzas de seguridad de los países vecinos.

"El régimen de Assad está librando una guerra de drogas contra sus vecinos regionales", afirma en una entrevista Joel Rayburn, ex enviado especial de Estados Unidos a Siria. "Jordania está teniendo que usar las herramientas que puede para contraatacar", añade. El Gobierno y las fuerzas armadas sirias no respondieron a las solicitudes de comentarios. Públicamente han negado cualquier papel en la producción y el contrabando de Captagon, contra el que dicen estar luchando.

Tiroteos con los agentes

La frontera de Jordania con Siria se extiende a lo largo de más de 200 millas, que abarcan desde los tramos verdes de la frontera israelí hasta las zonas desérticas que tocan Irak. Reporteros del OCCRP y de la BBC recorrieron en varias ocasiones esta zona de alto riesgo, una región de contrabando acordonada con alambre de espino. Desde que el régimen de Assad y las milicias aliadas recuperaron el control del sur de Siria hace unos cinco años, la zona se ha convertido en la principal ruta de tránsito terrestre para los traficantes de Captagon, que introducen la droga a escondidas hacia los mercados del Golfo, en particular Arabia Saudí y Emiratos Árabes Unidos. El ejército jordano afirma haber frustrado más de 1.700 intentos de contrabando desde 2020.

Las tácticas de los contrabandistas han evolucionado. Antes llegaban en grupos más pequeños y desarmados. En los últimos dos años, han elegido cuatro o cinco puntos de entrada diferentes para distraer a las patrullas del ejército. Aprovechando las tormentas de arena, la niebla y el terreno accidentado, transportan la droga en mochilas o dentro de neumáticos hasta el lado jordano. Se enfrentan a oficiales jordanos en tiroteos y vienen equipados con ametralladoras, gafas de visión nocturna y drones. En las imágenes de una operación frustrada tomadas por las fuerzas de seguridad jordanas, un grupo de casi 70 hombres se acerca a la frontera. Llega un vehículo militar jordano y dos soldados abren fuego. Los hombres se dispersan hacia Siria.

El "Escobar" sirio

Ramthan, de 45 años, el traficante abatido junto con su esposa y sus seis hijos en el ataque aéreo de mayo, a menudo reclutaba a familiares y amigos para traficar con drogas a través de esta zona fronteriza, pagando más de 10.000 dólares por trabajo realizado con éxito, según los expedientes judiciales revisados por el OCCRP. Apodado en los medios el "Escobar" de la región, en honor al tristemente célebre barón colombiano de la droga Pablo Escobar, Ramthan era buscado en relación con 57 casos de tráfico en Jordania, incluidos algunos en los que fue condenado en rebeldía y otros que seguían pendientes en el momento de su muerte, según Hassan Al-Qudah, director del Departamento Antidroga de Jordania.

Un hombre que afirmó haber trabajado como traficante de drogas desde la ciudad fronteriza jordana de Al-Mafraq dijo que la menor seguridad desde la guerra civil siria había permitido a las tribus locales, cuyos miembros viven a ambos lados de la frontera, moverse con más facilidad. El narcotraficante, que pidió no ser identificado para evitar problemas legales, dijo que entró en el negocio por dinero, aunque a veces sólo sacaba unos 15 dólares al día. Abandonó el negocio cuando la presión se hizo demasiado fuerte; por ejemplo, se había escandalizado al oír hablar de dos jóvenes adictos que se arañaban los ojos en un arrebato de locura. "Lo dejé para siempre, gracias a Dios", dice. "Pero para los jóvenes, para la gente en general, es la destrucción total".

La respuesta jordana

Las fuerzas de seguridad jordanas redoblaron sus esfuerzos contra los traficantes en enero del año pasado, después de que unos contrabandistas tendieran una emboscada a una patrulla del ejército en medio de una espesa niebla cerca de la ciudad de Kom Al-Raf y mataran a un capitán del ejército e hirieran a tres oficiales. Una semana después, soldados jordanos mataron a tiros al menos a 27 contrabandistas cuando intentaban cruzar la frontera, según informó el ejército en un comunicado en abril. A principios de mayo de este año, el ministro de Asuntos Exteriores jordano declaró a la CNN que el país utilizaría la fuerza dentro de Siria para eliminar la droga que pueda cruzar la frontera. Días después, Ramthan murió en el ataque aéreo.

Aunque Jordania nunca ha confirmado que llevara a cabo el ataque, sus militares enviaron mensajes de texto a presuntos contrabandistas sirios tras la muerte de Ramthan. Rendíos, decían, o los soldados "volarán como águilas para daros caza, un criminal tras otro". Qudah, director del Departamento Antidroga de Jordania, calcula que hay unas 160 bandas de narcotraficantes trabajando dentro de Siria, fabricando Captagon, así como otras drogas como hachís y metanfetamina.

Un conocido traficante y la inteligencia siria

Justo al otro lado de la frontera jordana se encuentran las provincias meridionales sirias de Daraa y Suweida, focos de contrabando de Captagon. Muchos de los contrabandistas implicados en casos judiciales jordanos operaban desde estas dos provincias, según muestran los registros judiciales.

Hasta el pasado mes de julio, la zona era también el hogar de un conocido traficante de Captagon, Raji Falhout, sancionado por Estados Unidos y Reino Unido por su implicación en el tráfico de drogas. Falhout dirigía una milicia desde la ciudad fronteriza de Atil, hasta que una milicia local conocida como los Hombres de la Dignidad atacó su cuartel general, al parecer enfurecida por la afluencia de drogas y delincuencia a la zona. Tras un tiroteo, Falhout huyó. Cuando los combatientes registraron su base encontraron numerosas pruebas de su implicación en el tráfico de Captagon. Las imágenes de la operación obtenidas por los periodistas muestran una pequeña máquina para prensar Captagon y bolsas de pastillas apiladas unas encima de otras.

Las imágenes de un documento de identidad que los combatientes dijeron haber encontrado parecían demostrar que el propio Falhout –cuyo paradero actual se desconoce– había sido miembro de la inteligencia militar siria. Las autoridades sirias no respondieron a las peticiones de comentarios sobre su relación con Falhout.

Los periodistas también tuvieron acceso al teléfono móvil personal desbloqueado de Falhout, que parecía mostrar amplias interacciones con las autoridades sirias. En una conversación, Falhout recibe órdenes del jefe de la rama de inteligencia siria en Suweida de organizar un mitin para Assad tras las elecciones presidenciales. Las comunicaciones de Falhout también muestran que parece organizar transferencias de material para la fabricación de Captagon desde Líbano, otro país que se ha convertido en un importante campo de batalla en el conflicto regional por el floreciente tráfico de drogas.

El "rey del Captagon" libanés y la Cuarta División del ejército de Assad

En abril de 2021, la policía libanesa detuvo a Hassan Daqqou, de 36 años, en relación con una investigación en curso sobre dos narcotraficantes libaneses. Daqqou, que tiene doble nacionalidad libanesa y siria, fue acusado de dirigir un imperio de la droga desde el valle libanés de la Bekaa, que discurre a lo largo de la frontera con Siria. A finales del año pasado fue condenado a siete años de prisión.

El OCCRP obtuvo las actas de los interrogatorios de Daqqou: un tomo manuscrito de 651 páginas recopilado por una unidad de inteligencia libanesa, que contiene transcripciones de las conversaciones telefónicas intervenidas de Daqqou con contrabandistas de Líbano y Siria, así como sus comunicaciones con las autoridades sirias, y otra documentación. En el registro de la casa de Daqqou, la policía encontró casi 2 millones de dólares en efectivo, mientras que otros 1,1 millones estaban en una caja fuerte de una empresa de construcción registrada a nombre de su esposa. Daqqou negó estar implicado en el tráfico de drogas y mostró a los investigadores una tarjeta de identificación oficial de la Cuarta División, para la que afirmó haber estado trabajando. Afirmó que había recibido el encargo de rastrear el contrabando de drogas dentro de Siria.

El juez libanés que impuso la condena a Daqqou afirmó que el tribunal había llegado a la conclusión de que no había pruebas que implicaran a funcionarios sirios en el tráfico. Pero el registro del interrogatorio de Daqqou sugiere lo contrario: los registros del interrogatorio del "rey del Captagon" libanés muestran conversaciones con una persona que parece ser un alto funcionario de la Cuarta División

Uno de los números, guardado bajo el nombre de "al-moallem" –un coloquialismo árabe que se traduce aproximadamente como "el jefe"–, estaba formado casi en su totalidad por el número tres. Al parecer, estos números, conocidos en Siria como "números de oro", se asignan a altos cargos. Tres fuentes dijeron a los periodistas que el número pertenecía a un alto mando de la Cuarta División, Ghassan Bilal. Las bases de datos de identificación telefónica de terceros también relacionan el número con el nombre de Bilal, que no respondió a los intentos de ponerse en contacto con él a través de su teléfono móvil y correo electrónico.

Una conversación interceptada de marzo de 2021 parece mostrar a Daqqou hablando de autorizaciones de seguridad con "el jefe". En otro chat, Daqqou escribe al "jefe" sobre un almacén en la localidad siria de Al-Saboura, a las afueras de Damasco, una zona bajo el control de la Cuarta División donde planeaban almacenar "mercancías" procedentes del Líbano. Unas semanas antes de la detención de Daqqou, la policía aduanera de Malasia anunció que se había incautado de casi 95 millones de pastillas de Captagon ocultas en ruedas industriales. El cargamento –con un valor estimado en la calle de al menos 1.200 millones de dólares– se dirigía a Arabia Saudí, según una fuente de seguridad libanesa.

En una conversación mantenida unas tres semanas antes de la redada de Malasia, Daqqou y otra persona a la que sólo se nombraba por teléfono como "M" aparecen hablando de la logística de un envío cuyas especificaciones parecían coincidir con el que fue interceptado. Luego, el día de la redada, Daqqou y "M" parecen tratar de averiguar si era su envío el que los malasios habían incautado. Los investigadores libaneses también encontraron una factura de ruedas industriales procedentes de la República Checa en uno de los teléfonos de Daqqou.

Daqqou dijo a los investigadores que sólo había intentado ayudar a rastrear el cargamento a un funcionario de la Cuarta División que trataba de tomar medidas enérgicas contra la evasión aduanera. También insistió en que sólo había hablado con narcotraficantes libaneses y sirios porque los contactos le ayudaban a vigilar el sector para la Cuarta División y otros organismos de seguridad árabes. El abogado de Daqqou, Ali Musawi, dijo que su cliente era víctima de una "campaña mediática y política inventada" y afirmó que no se había encontrado ni una sola pastilla de Captagon en poder de Daqqou ni en ninguna de sus propiedades. Musawi también negó que Daqqou estuviera implicado en el envío a Malasia. Afirmó que la factura de ruedas industriales que aparecía en el teléfono de Daqqou no estaba a su nombre ni a nombre de ninguna de sus empresas y que sólo estaba en su teléfono porque estaba recopilando información para ayudar a las autoridades sirias y libanesas a desenmascarar el contrabando.

Daqqou también era buscado en Jordania, donde un tribunal lo condenó en rebeldía a 20 años de prisión en noviembre de 2022. Las autoridades lo habían relacionado con una fábrica a las afueras de Ammán, que importaba de China productos químicos que pueden utilizarse como materia prima para fabricar Captagon y los exportaba a Siria. Estados Unidos sancionó a Daqqou este año por su implicación en operaciones de narcotráfico que, según dijo, fueron llevadas a cabo por la Cuarta División, con la cobertura de Hezbolá.

El contrabandista Arsal

Los oficiales del ejército libanés afirman que están ganando la lucha contra los traficantes de Captagon. Pero un contrabandista del valle de la Bekaa cuenta una historia diferente. Hablando por videoconferencia, el contrabandista –que utilizó el seudónimo de "Ali"– dijo que la pobreza en su región natal, alrededor del norte de Baalbek, una zona de contrabando en la frontera montañosa de Líbano con Siria, empujó a muchos a unirse al comercio de Captagon. "Todos los funcionarios del Estado hacen la vista gorda", afirma. Cuando los contrabandistas tenían un cargamento, decía, simplemente iban al comandante de la zona en Líbano y le pedían un día y una hora para cruzar. El comandante les decía entonces cuánto tenían que pagar a cambio de dejar pasar el cargamento. "Si puedo obtener un beneficio, ¿por qué no?", dijo el contrabandista.

El ejército libanés niega cualquier implicación en el tráfico de Captagon. Dicen que muchos soldados han muerto luchando contra el tráfico de drogas. Un portavoz declaró que "el ejército no se verá afectado por las mentiras, calumnias e intentos de distorsionar la imagen del ejército con el objetivo de socavar el prestigio de la institución militar" por parte de delincuentes y narcotraficantes.

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El 1 de mayo, pocos días antes de que el contrabandista Ramthan muriera en el ataque aéreo, el ministro de Asuntos Exteriores sirio se reunió con sus homólogos árabes en Ammán. En la reunión, acordó ayudar a acabar con el narcotráfico y trabajar para identificar a quienes producían y traficaban con Captagon. La reunión se produjo después de dos años en los que funcionarios jordanos se reunieron con funcionarios de seguridad sirios, mostrándoles pruebas de que los guardias fronterizos ayudaban a los contrabandistas. Cuando este intento fracasó, Jordania empezó a trabajar para que Siria volviera a formar parte de la Liga Árabe, de la que había estado suspendida durante 12 años. Finalmente, Siria se reincorporó a la Liga y Assad acudió a una reunión en Yeda (Arabia Saudí) el 7 de mayo.

El ex enviado de Estados Unidos a Siria, dijo que intentar trabajar con el régimen de Assad para frenar los flujos de Captagon era como "intentar contratar al pirómano para apagar el fuego". Dada la precaria posición económica del régimen de Assad, también se mostró escéptico de que estuvieran dispuestos a renunciar a lo que ha demostrado ser un comercio lucrativo: "Si los ingresos de Captagon se detuvieran o se vieran seriamente interrumpidos, no creo que el régimen de Assad pudiera sobrevivir a eso", dijo. Un soldado sirio, que trabajó a menudo con la Cuarta División antes de desertar a Europa en 2013, se mostró de acuerdo. Pidió el anonimato por motivos de seguridad. "Si Bashar detiene los narcóticos durante más de 20 días, la economía se derrumbará", dijo.

Un día de principios de mayo, justo después del amanecer, aviones de combate cruzaron en picado la frontera norte de Jordania con Siria y dispararon cohetes contra una casa de hormigón de dos plantas, arrasándola y matando a todos sus ocupantes. La zona, antaño bastión de los rebeldes que luchaban contra el régimen del presidente sirio Bashar al-Assad, no es ajena a los ataques aéreos y bombardeos. Pero la víctima de la explosión, un sirio llamado Marai Al-Ramthan, no era un combatiente revolucionario, sino un destacado traficante de drogas especializado en un estimulante sintético ilícito llamado Captagon.

Hezbolá y Captagon

Daqqou, el "rey del Captagon" libanés, declaró a los investigadores que trabajaba a menudo con el movimiento político y militar Hezbolá, y que viajaba regularmente a Siria en convoyes de Hezbolá. Hezbolá ha negado anteriormente haber desempeñado papel alguno en la producción o el tráfico de estupefacientes, y muchos funcionarios del Líbano –donde el grupo tiene una enorme influencia política y militar– se muestran reacios a vincular directamente al grupo con el comercio. El portavoz jefe de Hezbolá, Mohamed Afifi, no respondió a las peticiones de comentarios. Pero Ashraf Rifi, ex ministro del Interior y jefe de seguridad interna, afirma que la falta de control del Líbano sobre sus fronteras oriental y nororiental había permitido a Hezbolá hacer lo que quisiera. "Sabemos muy bien que parte de la financiación de Hezbolá procede del crimen organizado y las drogas", señala Rifi, miembro de un bloque político opuesto a Hezbolá, en su villa fuertemente custodiada de Trípoli (Líbano).

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