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"En la fresca mañana de mayo, lejos los días del hambre del invierno, lejos el recuerdo de la gran matanza, la loba monta la guardia (...). Parecen inquietas, vigilantes. Jadean. Están siempre como presagiando una tragedia. Y para los lobos, la tragedia casi siempre llega. La tragedia es el hombre. El hombre, que defiende justamente, sin duda, sus intereses". El conflicto del lobo, décadas después de aquellas palabras de Félix Rodríguez de la Fuente, sigue lejos de enterrarse. Los argumentos siguen siendo muy parecidosaquellas palabras de Félix Rodríguez de la Fuente y, además, ambas partes discuten por lo que opinaría Félix de las decisiones más recientes. Tras la decisión de la Comisión Estatal para el Patrimonio Natural y la Biodiversidad de prohibir la caza del cánido al norte del Duero, donde pervive un mayor número de manadas, Transición Ecológica está en conversaciones con las comunidades loberas (Galicia, Asturias, Cantabria y Castilla y León) para intentar alcanzar un consenso sobre el tratamiento de esta especie que, por ahora, queda lejos. Sobre la mesa, la manida "coexistencia", que no significa lo mismo para todos los interlocutores. Para la patronal, la supervivencia de la ganadería extensiva solo pasa por matar lobos. Para los ecologistas, matarlos solo empeora su problema.
La vicepresidenta para la Transición Ecológica, Teresa Ribera, se ha reunido durante la tarde del lunes con los consejeros de Medio Ambiente de dichas comunidades. El mensaje del Ministerio fue claro: coexistencia, coexistencia y coexistencia, sin renunciar en ningún momento a la prohibición que aprobó la comisión. La ministra pidió a las comunidades que fueran ellas mismas las que identificaran problemas y soluciones para los ganaderos compatibles con el nuevo estatus del lobo ibérico. "Los ganaderos no pueden sostener sobre sus espaldas los costes de un patrimonio natural común, que en este caso es el lobo, por lo que es necesario dotar al sector de recursos suficientes y de un marco de seguridad jurídica, que solo podemos conseguir con una estructura equiparable en todas las CCAA", declaró al término del encuentro.
La patronal agraria ha acusado al Gobierno de no hablar con las comunidades que albergan a más del 90% de las poblaciones de lobo ibérico y de presionar a las autonomías que no cuentan con estos animales en su territorio para votar a favor de la prohibición. Fuentes del departamento de Ribera aseguran, sin embargo, que fueron las mismas comunidades las que pidieron votar primero sobre la inclusión del lobo en el Listado de Especies Silvestres, creyendo que ganarían la partida, antes de discutir la estrategia. Pero la perdieron y, con la pérdida de consideración del cánido como especie cinegética, ahora toca consensuar la hoja de ruta.
El borrador que maneja el Ejecutivo, al que ha tenido acceso Europa Press, busca aumentar el área de la distribución de la especie entre un 10 y un 20%. Solo pasa por el fin de la caza, aunque desde Transición Ecológica se asegura que no hay "líneas rojas" en la negociación: sin embargo, el secretario de Estado de Medio Ambiente, Hugo Morán, declaró que no había marcha atrás posible en la decisión. A pesar de las reticencias del ministro de Agricultura, Luis Planas, que ha pasado de oponerse a la decisión de la comisión a asegurar que "partimos de prohibir" el control cinegético de la especie.
Las decisiones sobre la gestión del lobo se dificultan por la ausencia de datos fiables y actualizados sobre cuántos ejemplares viven en la Península de lobo ibérico, Canis lupus signatus, una especie endémica y fuertemente arraigada en el imaginario español gracias al trabajo de Rodríguez de la Fuente. La caza intensiva gracias a su consideración como "alimaña" lo exterminó de regiones como Andalucía, Extremadura o Aragón. La ley del 70, impulsada entre otros por el mítico naturalista, consiguió salvarlo al norte del Duero, donde hasta ahora su "control cinegético" estaba permitido. No así al sur del Duero, donde perviven algunas manadas que ya pueden encontrarse de manera esporádica en el norte de la Comunidad de Madrid. El último censo, de 2014, cifra estos grupos reproductores en 297. La patronal ganadera calcula, en base a ese dato, entre 2.000 y 3.000 ejemplares. Biólogos y ecologistas creen que el número de lobos de cada manada es mucho más reducido, de entre tres y cinco, lo que les deja una horquilla de entre 900 y 1.500 animales.
Mapa de distribución del lobo ibérico en España. OBSERVATORIO DE LA SOSTENIBILIDAD
La patronal agraria cree que la caza de estos animales es el único método que permite subsistir a los ganaderos extensivos, cuyas cabezas de ganado pastan libremente por el campo la mayoría del tiempo. Lamentan que las ayudas de todas las comunidades por cada animal muerto son escasas y llegan tarde, que es imposible, en determinadas zonas, la "coexistencia" con el depredador sin medidas de "control" de la especie que pasan por la escopeta. "La coexistencia solo es posible si hay una regulación", argumenta Miguel Blanco, portavoz de la Coordinadora de Organizaciones de Agricultores y Ganaderos (Coag), que carga duramente contra Transición Ecológica y contra los ecologistas "radicales". La patronal asegura, en esencia, que ya hay suficientes lobos, en base a sus cálculos. "Entre 2.000 y 3.000 lobos. Esto es mucho más que muchos países de la Unión Europea juntos. No se justifica el cambio de estatus".
Ecologistas y conservacionistas argumentan, en primer lugar, que no hay tantos lobos. Y en segundo lugar, que sigue siendo una especie vulnerable, a pesar de la obvia mejora de las poblaciones. "Por supuesto que el lobo es una especie vulnerable en toda España. Registramos más de 500 muertos al año, prácticamente la tasa de reclutamiento de la especie", asegura Ángel Sánchez, biólogo de la Universidad de Alcalá (UAH) y director del Voluntariado Censo Lobo Ibérico, un proyecto que busca ofrecer cifras reales de ejemplares en la Península. El animal sobrevive, más que vivir, y cualquier cambio en su delicado statu quo podría ponerle en peligro, considera.
La caída drástica de las poblaciones en los 60, además, hizo que solo un puñado de parejas fueran las encargadas de la repoblación, por lo que las manadas actuales carecen de diversidad genómica. Tampoco se mezclan con sus primos europeos porque encuentran barreras para su expansión hasta los Pirineos. En la estrategia, el Gobierno pretende restaurar corredores ecológicos para que el animal, junto a otras especies, pueda repoblar en libertad otras zonas donde antes eran fuertes. "Tienen menos capacidad de adaptación al medio. Una enfermedad, una epidemia como la rabia, podría llevárselos a todos por delante", lamenta el experto.
"No hay evidencias que digan que matando lobos se reducen los daños"
En tercer lugar, el argumento más importante de los ecologistas. "No hay evidencias científicas que digan que matando lobos se reducen los daños al ganado. No existe. A no ser que elimines la población al completo, claro", asegura el coordinador de Conservación de WWF España, Luis Suárez. Que, a diferencia del tópico, conoce bien el terreno donde se disputa la guerra del lobo. "Los daños no están directamente relacionados con el número de lobos. En la Sierra de la Culebra hay muchos lobos, pero no se registran muchos ataques. Y en la de Ávila al revés, hay pocos y bastantes daños".
"Varía mucho dependiendo del tipo de territorio, del manejo del ganado, que tengas mastines o no los tengas, la densidad de herbívoros disponibles... ", continúa Suárez. "Y a eso añádele el comportamiento de cada ejemplar o cada manada". Sánchez explica que, con la caza indiscriminada, en ocasiones se descabeza a las manadas, y tanto los lobatos como los ejemplares más jóvenes se quedan sin referente. Ya no pueden aprender a capturar herbívoros salvajes. Y dirigen su atención hacia ovejas, cabras o vacas domesticadas.
Suárez, Sánchez y el Gobierno creen que la "coexistencia" que, en teoría también defiende la patronal agraria, es la alternativa a matar lobos. Y que la caza no es requisito indispensable para conseguirla, sino que es, además de inmoral, contraproducente. Se consigue, argumenta el portavoz de WWF, básicamente ahuyentando a los cánidos. "No existe una medida perfecta, es una combinación. El uso de mastines sirve para todo tipo de ganado, pero hay que adiestrarlos y saber utilizarlos", explica. También se puede recoger al ganado por la noche, aumentar la presencia de los pastores o utilizar cercas eléctricas de quita y pon. Sin embargo, las organizaciones ganaderas aseguran que muchos no pueden permitirse esas medidas y que, aunque se implanten, en ocasiones son inútiles, dado que muchos lobos no atacan en solitario sino en grupo.
Ver másCazar lobos estará prohibido en toda España a partir de este miércoles
"Que dejen cazar de forma selectiva, entonces", contraargumenta Blanco ante el descabezamiento de las manadas. "Se puede estar efectivamente cazando al animal no debido", reconoce, pero eso se solucionaría planificando la actividad y contando con el asesoramiento de personal que conoce el terreno, como guardas forestales. En todo caso, no cree que los daños sean producto de ejemplares desorientados o solitarios, dada la masacre que se produce en muchos rebaños, donde en ocasiones es difícil incluso encontrar algún resto de los animales muertos. "El lobo es un depredador muy especializado. Cuando prolifera, consigue sus propósitos y arma un desastre", afirma. Desconfía de las "ayudas" para sufragar la coexistencia: "independientemente de que se cambie de estatus tiene que seguir llegando pero son totalmente insuficientes".
Suárez cree que las organizaciones patronales, como Coag, no representan la voz de muchos ganaderos que sí creen en la coexistencia y que están en contra de la caza. "Tenemos contacto con muchos que lo piensan, pero pocos se atreven a decirlo. Evidentemente, quieren que les paguen los daños y ese sobrecoste que implican esas medidas de protección. Pero hay muchos y a veces están más callados que los que dan tantas voces reclamando que se mantenga la caza", explica el coordinador de WWF.
La estrategia del Ejecutivo, que deberá ser acordada por las autonomías, defiende sistemas de peritación "homogéneos" y pagos "ágiles y justos" para los ganaderos que pierden cabezas de ganado por la acción del lobo. Y, además, recoge una de las peticiones de los ecologistas: gestionar los fondos de la Política Agraria Común (PAC) para que las explotaciones tengan más recursos para hacer frente a los ataques. Sin embargo, al Ejecutivo le queda mucho trabajo para convencer a todos los actores involucrados de que se puede hacer compatible la actividad del sector primario y el desarrollo de una especie no solo emblemática, también vital para los ecosistemas del territorio español. Si es que en algún momento lo consigue.
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