Las campañas de las organizaciones defensoras de los animales han insistido siempre en el mismo mensaje: "Ellos nunca lo harían". Pero los humanos sí lo hacen. La cifra de abandonos de mascotas no descienden. Y menos en el periodo estival. "Cuando llegan las vacaciones de verano también llega un gran pico de abandono", sostiene Matilde Cubillo, presidenta de la Federación de Asociaciones de Protección Animal de la Comunidad de Madrid (Fapam). No obstante, este tipo de actos se producen durante los doce meses del año. Según los datos recogidos por la Fundación Affinity en su estudio Él nunca lo haría [que se puede consultar en este enlace], el año pasado fueron recogidos 138.407 animales de compañía: 104.688 perros y 33.719 gatos, unos números que se mantienen demasiado estables desde aproximadamente el año 2013, cuando la organización cifró en 141.835 el número de animales que acabaron en refugios y protectoras. "No se trata de un censo oficial, pero estas aproximaciones nos permiten hablar de una tendencia, y es que el abandono de animales no disminuye", lamenta Nacho Paunero, presidente de la protectora de animales El Refugio.
Pero aunque las cifras son dramáticas, puede que se queden cortas. Al menos así lo ve Alberto Díez, director de la Asociación Nacional para la Defensa de los Animales. "Nos parece que esos datos se quedan cortos, entre otras cosas porque uno de los grandes inconvenientes que hay en España es que es imposible hacer una estadística porque los sistemas de recogida son muy variados: los hay municipales, privados, de ONG...", critica. El Gobierno socialista de Pedro Sánchez, no obstante, quiso poner remedio. Según afirmó el propio Ejecutivo en una respuesta parlamentaria, el Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación comenzó a elaborar un Real Decreto de núcleos zoológicos por el que, entre otras cosas, se pretendían obtener datos nacionales sobre las cifras de abandonos. Si se hubiera aprobado, afirma Díez, ya existiría "una base de datos veraz". "Hoy por hoy a veces son los ayuntamientos los que recogen animales en sus centros, otras veces la acogida la tienen concedida a empresas privadas y otras a ONG", explica. Y cada sistema se encarga de sus propios datos. "Para solucionar un problema el primer paso es poder medirlo. Si no tenemos la base estadística es muy difícil ir a la solución", asevera.
Según añade Cubillo, ahora mismo las únicas cifras de las que se dispone para poder contabilizar este problema son las de Affnity. Pero no son realmente válidas. "Se trata de datos de asociaciones que los han ofrecido voluntariamente", dice. Y subraya el término "voluntariamente". "Evidentemente, ninguna perrera municipal facilita los suyos", afirma. Por eso cree que las cifras reales, como mínimo, duplican estos números. "Cuando haya un registro del Ministerio van a salir cifras que nos van a espantar. Vamos a quedarnos horrorizados", vaticina.
Aunque maquilladas, las cifras son muy similares año tras año. Se abandona igual que siempre y se debe a que no se ha hecho nada por evitarlo. Aun así, desde las organizaciones dedicadas a la defensa de los animales se insiste una y otra vez en la necesidad de tomar medidas, además, muy concretas. Por eso Cubillo opina que si no se han tenido en cuenta ya es porque falta voluntad política. "Hay ayuntamientos pequeños que tienen un alcalde y unos concejales concienciados y que con pocos medios son capaces de hacer, por ejemplo, inspecciones en fincas", cuenta en conversación telefónica. "Es cuestión de voluntad. Si unos lo pueden hacer, todos lo pueden hacer, lo que pasa es que dependemos de que el alcalde de turno esté concienciado", critica. Pero es algo, afirma, que debería estar protocolizado.
La cría, la caza y la compra: principales fuentes de abandono
Reclaman medidas porque, dicen, las causas que provocan el abandono están claras. Y la primera y fundamental es la caza. Así lo afirma Nacho Paunero, presidente de la protectora de animales El Refugio, que lamenta que los animales que ayudan a los cazadores en sus trabajos son abandonados cuando acaba la temporada. Según asegura Mariví Vaquer, psicóloga y miembro de la organización de Profesionales para la Defensa Animal (Proda), una persona que es capaz de "pegar un tiro a un ser sintiente" difícilmente va a tener reparos en dejar a su suerte a otro animal. "Los cazadores son una fuente de abandono y de maltrato altísima. Cuando acaba la temporada de caza se deshacen de sus animales", explica. Y lo hacen de dos maneras: o abandonándolos o, incluso, matándolos.
Pero no son sólo los cazadores. Las altas cifras de abandono, que no descienden desde hace años, evidencian que hay muchas otras causas que provocan que el problema no disminuya. La compraventa de animales de compañía como si fueran objetos de consumo es otra de ellas. Llevan años diciéndolo: exponer a un perro o a un gato en un escaparate debería estar prohibido. Ya no sólo por lo que supone en cuanto a consideración del animal, sino porque fomentan un consumismo impulsivo que, muchas veces, acaba mal. "Numerosas personas adquieren animales de forma impulsiva y caprichosa", lamenta Vaquer y, cuando se dan cuenta de la responsabilidad que conlleva, prefieren deshacerse de ellos. De ahí que en verano se incrementen las cifras de abandono.
Esta es una de las prácticas que las organizaciones defensoras de los animales han intentado paralizar. Y, según Paunero, en Madrid lo consiguieron. "Allí ya no hay perros ni gatos en escaparates. Hay que concienciar a la gente de que no hay que comprar un animal, sino adoptarlo, y más cuando vivimos en un país con unas cifras de abandono tan elevadas", dice.
No obstante, hay muchos animales que llegan a manos de sus dueños regalados por otras personas. Y este es otro foco del problema. Se trata de los criadores. "Se dedican a cruzar animales y van seleccionando a las crías de la manera que consideran más beneficiosa para potenciar unos rasgos determinados", lamenta Vaquer. Buscan, dice, el conocido como pedrigree, es decir, la raza pura. "Los criadores venden caprichos", denuncia la psicóloga.
Un doble trabajo: concienciación y legislación
Las soluciones, dicen, están claras. Según Vaquer, para que las cifras de abandonos de animales de compañía desciendan es necesario trabajar en un doble sentido: el de concienciar para que no se abandone y el de castigar cuando se hace. No sirve un sólo remedio. Sobre todo, explica, porque hay que dirigirse a toda la población y la diferencia generacional obliga a adoptar remedios distintos. "Si educamos a los niños no tendremos que castigar a los adultos", asegura. Con estos últimos, lamentablemente, a veces sólo funciona la legislación y la sanción.
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En sentido, según recuerda Cubillo, las organizaciones ya han reclamado que el respeto a los animales se enseñe en los colegios. Y es que, según opina, deberían ser las instituciones y no las asociaciones las que apuesten por incluir en el currículum escolar una asignatura que permita a los menores crecer con valores de respeto hacia todos los seres vivos. Porque muchos adultos, lamenta, no tienen empatía. "La gente por sí sola no cambia de la noche a la mañana y deja de abandonar", lamenta.
¿Y en qué sentido hay que legislar? Todas las fuentes coinciden en cuál es la principal medida a adoptar: la esterilización obligatoria. A no ser, aclaran, que se trate de animales pertenecientes a un criador legal. Con esta norma se evitarían varios problemas: en primer lugar, que cualquiera pueda aprovecharse de los beneficios económicos que puede dar dedicarse al cruce ilegal de perros o gatos; en segundo, las camadas no deseadas. "Muchas veces nos encontramos camadas enteras de perros y gatos en contenedores de basura", lamenta Cubillo, que añade la necesidad de subvencionar las esterilizaciones de las mascotas cuyos dueños no pueden afrontar económicamente.
Respecto a los cazadores, continúa Paunero, es necesario que las inspecciones que tienen que realizar las policías locales y el Seprona, el Servicio de Protección a la Naturaleza de la Guardia Civil, sean más efectivas. "Ya las hacen, pero es necesario abarcar mucho más", dice. "Hay muchos lugares ilegales con perros usados para la caza. Y hay que cerrarlos o sacar de allí a todos los animales", denuncia.
Las campañas de las organizaciones defensoras de los animales han insistido siempre en el mismo mensaje: "Ellos nunca lo harían". Pero los humanos sí lo hacen. La cifra de abandonos de mascotas no descienden. Y menos en el periodo estival. "Cuando llegan las vacaciones de verano también llega un gran pico de abandono", sostiene Matilde Cubillo, presidenta de la Federación de Asociaciones de Protección Animal de la Comunidad de Madrid (Fapam). No obstante, este tipo de actos se producen durante los doce meses del año. Según los datos recogidos por la Fundación Affinity en su estudio Él nunca lo haría [que se puede consultar en este enlace], el año pasado fueron recogidos 138.407 animales de compañía: 104.688 perros y 33.719 gatos, unos números que se mantienen demasiado estables desde aproximadamente el año 2013, cuando la organización cifró en 141.835 el número de animales que acabaron en refugios y protectoras. "No se trata de un censo oficial, pero estas aproximaciones nos permiten hablar de una tendencia, y es que el abandono de animales no disminuye", lamenta Nacho Paunero, presidente de la protectora de animales El Refugio.