El Gobierno de coalición ha cumplido un año enfrentándose a una primera remodelación motivada por el salto de Salvador Illa a la primera línea de la política catalana como cabeza de lista del PSC a las elecciones del 14 de febrero. El ajuste que ha hecho Pedro Sánchez ha sido "mínimo", como él mismo indicó. La vacante que deja el candidato pasa a manos de Carolina Darias y, a su vez, Miquel Iceta se traslada a Madrid para tomar las riendas del Ministerio de Política Territorial y Función Pública. El aterrizaje de la nueva ministra de Sanidad en el nuevo cargo no ha estado exento de polémica por lo que supone el cambio en plena tercera ola de la pandemia.
Los rivales políticos de Sánchez han aprovechado para cargar contra el Gobierno por lo que consideran un recambio "irresponsable" en un momento en el que cualquier ministro debería permanecer en el cargo hasta embridar el virus y ver el asentamiento de la campaña de vacunación. Pero las críticas no sólo se han quedado ahí. Se ha llegado a cuestionar que Darias, licenciada en Derecho, asuma esta cartera cuando no tiene formación específica en el ámbito sanitario.
El lunes, un día antes de que Sánchez confirmase su apuesta para Sanidad, desde el Consejo General de Enfermería se demandaba que, "en plena pandemia", el cargo fuese desempeñado "por un profesional sanitario". "En estos momentos, el sistema de salud está muy debilitado y han aparecido muchas áreas vulnerables. Por tanto, toca redefinir bien el Sistema Sanitario Español y plantear una buena planificación de cara a resaltar los puntos fuertes que tiene y minimizar las áreas deficitarias. Sin duda, es deseable que el nuevo ministro tenga un perfil sanitario, lo necesitamos más que nunca", señalaba Florentino Pérez Raya, presidente de esta asociación profesional.
Ese mismo día, el presidente de la Organización Médica Colegial (OMC), Serafín Romero, consideraba que en estos momentos el Ministerio de Sanidad necesitaba "un perfil mucho más sanitario y de trinchera".
El miércoles, Carolina Darias era propuesta por Sánchez como ministra de Sanidad. Y el debate, lejos de agotarse, se instalaba.
"Pedro Sánchez ha nombrado a una licenciada en Derecho para sustituir a un filósofo como ministro de Sanidad. En medio de una pandemia. Con cientos de muertos al día. ¿Cabe la hipótesis de que saber un poquitín de Salud Pública y Medicina podría quizás servir para algo?", escribía en su perfil de Twitter el eurodiputado de Ciudadanos Luis Garicano.
El tema que nos ocupa, sostiene la politóloga Berta Barbet, tiene que ver con una concepción de la política que niega que esta es, entre otras cosas, la gestión de los desacuerdos de la sociedad y la gestión de los distintos intereses de diferentes grupos. Gestión, en sentido estricto.
Licenciada en Derecho por la Universidad de La Laguna, Darias lleva en cargos de responsabilidad en distintas administraciones desde 1999, hace 22 años. Antes de que Sánchez la fichara como ministra de Política Territorial hace poco más de un año, había sido consejera de Economía, Conocimiento y Empleo del Gobierno de Canarias (2019-2020), presidenta del Parlamento de Canarias (2015-2019), consejera del Cabildo de Gran Canaria (2011-2015), delegada del Gobierno en Canarias (2008-2011), diputada en el Parlamento de Canarias (2007-2008) y subdelegada del Gobierno en la provincia de Las Palmas (2004-2007). Sus inicios en la política fueron como concejala del Ayuntamiento de Las Palmas de Gran Canaria en 1999.
En este contexto, cabe preguntarse si España es una isla, una excepción, una rareza si se nos compara con el resto de países de nuestro entorno. Pero los datos ilustran que no. infoLibre ha repasado los Ejecutivos de los 27 países miembros de la Unión Europea y Carolina Darias no es ninguna excepción.De los 27 responsables de Sanidad –todos ellos están teniendo que gestionar los efectos del covid-19 y también ha habido relevos en los últimos meses– únicamente diez tienen formación previa en el ámbito de la salud. Por lo general son médicos de formación y con experiencia previa en el sector.
Pero 17, entre los que se ubica Darias, proceden de otros ámbitos. Cuando la ministra de Sanidad coincida en reuniones con sus colegas de la UE se sentará, por ejemplo, junto al alemán Jens Spahn, licenciado en Políticas y Derecho. La ministra del ramo sueca, Lene Hallegren, es profesora y el ministro belga, Frank Vandenbroucke, tiene estudios de Ciencias Económicas.
En Dinamarca, el Ministerio de Sanidad está en manos de un periodista, Magnus Heunicke; en Estonia Tanel Kiik es graduado en Emprendimiento; en Irlanda, Stephen Donnelly tiene estudios en materia de Desarrollo Internacional. Y, más cerca, en Italia, Roberto Speranza es licenciado en Ciencias Políticas y doctorado en Historia de la Europa Mediterránea.
Junto a ellos, los ministros con responsabilidades en el área de la salud de Chipre, Letonia, Luxemburgo, Holanda, Austria, Polonia, Lituania, Rumanía y Eslovenia —la cartera de Sanidad está desde finales de 2020 en manos de Janez Janša, el primer ministro eslovaco—tienen un origen académico y profesional ajeno al sector sanitario.
Lo contrario ocurre en Francia —el ministro Olivier Véran es neurólogo—, Portugal, Grecia, Bulgaria, Croacia, Hungría, Malta, Finlandia, Eslovaquia y República Checa. En todos estos países, los máximos responsables de Sanidad tienen formación en el ámbito sanitario.
¿De dónde venimos?
El candidato del PSC para el 14F, y ya exministro de Sanidad, es licenciado en Filosofía y tiene un máster en dirección de empresas. Pese a que sus antecesoras María Luisa Carcedo y Carmen Montón, ambas del PSOE, sí son médicos, no puede decirse tampoco que este sea un patrón que se dé en los ministerios de Sanidad en España, gobierne quien gobierne. "Tampoco puede decirse que el hecho de sean médicos es garantía de que el departamento marche mejor o de que así lo perciban los ciudadanos. Para muestra, el caso de Illa, que Sánchez ha tirado de él por su buena valoración en las encuestas pese a estar gestionando la peor crisis sanitaria que ha vivido este país", señala un ex alto cargo del Ministerio de Sanidad.
Bajo los Gobiernos de Mariano Rajoy (2011-2018) pasaron por Sanidad tres ministros: Ana Mato, Alfonso Alonso y Dolors Montserrat. Ninguno de ellos son médicos ni su formación tiene nada que ver con la medicina. Y, sin llegar a la gravedad de la crisis del covid-19, también tuvieron que hacer frente a algunas crisis sanitarias como la del ébola, en el caso de Mato, o la de la hepatitis C en el caso de Alonso, que había llegado al ministerio desde la portavocía del Grupo Parlamentario Popular en el Congreso de los Diputados. Antes de dar el salto a la política nacional, Alonso fue alcalde de su ciudad, Vitoria.
En España, las competencias en materia de sanidad están transferidas a las comunidades autónomas. Son ellas, pues, las que gestionan el día de día a través de sus respectivas consejerías. Ha sido la pandemia del covid-19 la que ha puesto el foco en el Ministerio de Sanidad desde el momento en el que el estado de alarma de la primera ola creó un mando único. Con pandemia o no de por medio, en todos los ministerios hay personal cualificado, muchos de ellos funcionarios, que resisten cambios de gobierno, que conocen el día a día del departamento y trasladan a los ministros, es decir, a los gestores, todos los elementos necesarios para la toma de decisiones.
Con los presupuestos de quienes creen que hace falta experiencia previa específica del área a abordar como base, Pedro Sánchez no podría ser presidente del Gobierno porque el actual es su primer puesto de gran responsabilidad en la Administración. Y Pablo Casado, el líder del PP, tampoco, puesto que su trayectoria política también está alejada de la gestión. Pasó a liderar el PP tras haber sido diputado en la Asamblea de Madrid y diputado en el Congreso.
"Deslegitimación del Gobierno"
A juicio de Ernesto Pascual, profesor de los Estudios de Derecho y Ciencia Política de la Universitat Oberta de Catalunya (UOC), el acento de esta polémica no ha de ponerse en la pandemia. Considera necesario mirar más lejos. "Continuamos con la deslegitimación del Gobierno. En este caso, cuestionando la capacidad de gestión de las personas, que debería ser lo definitorio en la actividad política, y exigiendo un conocimiento específico. Si bien, eso sería ideal, no siempre es posible e, incluso, habría ministerios con perfiles tan abiertos que no sabríamos a quién poner", señala. Sobre esto mismo, Barbet se pregunta: "¿Qué pasaría con el Ministerio de Trabajo?". Y plantea el debate: ¿un sindicalista o un empresario al frente? "Es ahí donde empiezas a ver que todo es más complejo de lo que se asume en ese discurso", señala.
A juicio de Ernesto Pascual, este tipo de críticas, "cuando tienen su origen en partidos que se autoproclaman liberales, rompen con la proposición principal del liberalismo clásico: la igualdad de todos los miembros de la comunidad política en la actuación de la esfera pública. Más bien son conservadores", concluye.
Barbet considera que este clima puede tener su origen en una generación que se socializó durante el franquismo "con la idea de no meterse en política", con consignas del tipo "que la política la hagan los otros". Esto, en su opinión, genera una situación en la que las decisiones políticas parecen ajenas a los intereses de los ciudadanos, próximas a algo oscuro, "que no tienen una lógica aplicada a la sociedad". "Bajo esa concepción tiene lógica que uno no quiera gente que sepa de política y que sepa del área que tiene que desarrollar [...] Siempre hay algún grupo que, con cierto oportunismo político, intenta movilizar esos bajos instintos de negar la importancia de que lo que se necesita en un ministerio es una persona que tenga la capacidad de implementar las medidas que los profesionales crean, teniendo en cuenta las consecuencias políticas de esas decisiones", añade.
¿Y qué pasa en la esfera autonómica?
Mirando las comunidades autónomas, que sus consejeros sean médicos parece la norma. De los consejeros de Sanidad, 13 tienen estudios relacionados con la medicina.
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Jesús Aguirre (Andalucía), Sira Repollés (Aragón), Pablo Ignacio Fernández (Asturias), Miguel Javier Rodríguez (Cantabria), Jesús Fernández (Castilla-La Mancha), Verónica Casado (Castilla y León), José María Vergeles (Extremadura), Enrique Ruiz Escudero (Madrid), Juan José Pedreño (Murcia), Santos Induráin (Navarra) y Miren Gotzone (País Vasco) tienen estudios de Medicina. La consejera de Baleares, Patricia Gómez i Picard, es diplomada en enfermería y en Galicia, Julio García es licenciado en Ciencias Físicas y tiene la especialidad de Radiofísica Hospitalaria y un máster en Administración Sanitaria.
¿Han gestionado mejor la pandemia estas comunidades por el hecho de que sus consejeros tengan formación en el ámbito de la salud? Hay varios ejemplos que ponen en cuarentena la tesis de quienes así lo consideran. La Consejería de Sanidad de Madrid, dirigida por un médico, está en el punto de mira por aprobar un protocolo que impedía derivar a los hospitales a mayores con determinado nivel de dependencia o deterioro cognitivo. Miles de ancianos murieron en las residencias sin recibir atención médica en el centro y sin ser trasladados a centros hospitalarios.
En la Región de Murcia, su consejero se vio obligado a dimitir por saltarse el protocolo de vacunación. A Manuel Villegas, médico, le ha sustituido Juan José Pedreño, otro médico. Y el andaluz Jesús Aguirre, también galeno, ha llegado a admitir que su región ha desperdiciado "un culillo" de las primeras dosis de vacunas de Pfizer por no disponer de jeringuillas específicas.