El independentismo busca otra Diada multitudinaria para reforzar su demanda de un referéndum pactado

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Fernando Varela

Ciudadanos lo llama “aquelarre independentista”. El PP habla de “fiesta xenófoba”. El Govern en pleno, encabezado por el president Quim Torra, estará en la manifestación. Y la cifra de participantes, imposible de medir pero que en todo caso estará por encima de varios centenares de miles de personas, se convertirá al día siguiente, como es ya habitual, en la piedra angular del debate político catalán enfrentando a quienes verán en las imágenes de la concentración un pinchazo independentista con los que observarán en ellas la prueba definitiva de la vigencia del secesionismo en la sociedad catalana.

Es el rito anual de la movilización multitudinaria de la Diada que, desde hace siete años, marca el ritmo de las demandas independentistas en Cataluña en un intento de trasladar al mundo, y especialmente al Gobierno de España, la dimensión social del movimiento secesionista. Una movilización ciudadana que año tras año encabezan Assemblea Nacional Catalana y Òmnium Cultural, las dos organizaciones sociales más importantes del territorio ideológico que apuesta por la ruptura con el resto de España y que, de la mano de la antigua Convergència, Esquerra Republicana y la CUP, se han convertido en una herramienta esencial del independentismo.

La historia de las movilizaciones multitudinarias de la Diada es, desde 2012, la del procés. Aquella masiva manifestación, organizada bajo el lema “Cataluña, nuevo estado de Europa” apenas dos años después de la sentencia del Tribunal Constitucional que anuló parcialmente el Estatut que los catalanes había aprobado en referéndum, impulsó al entonces president, Artur Mas, a convocar elecciones anticipadas en respuesta a la negativa de Mariano Rajoy a negociar un pacto fiscal para Cataluña, un rechazo que muchos sitúan en el origen de la transformación de la antigua Convergència de un partido nacionalista a uno independentista. Del mismo modo, las diadas de 2013 —“Vía Catalana hacia la Independencia”— y 2014 —“9N Votaremos, 9N Ganaremos”— dieron soporte ciudadano a la consulta del 9N, que acabó costándole a Mas una pena de inhabilitación.

La Diada de 2015 —“Vía libre a la república catalana”— sirvió de pistoletazo de salida a las elecciones plebiscitarias del 27S, plebiscitariasque por primera vez trasladaron al Parlament una mayoría parlamentaria -que no de votos— comprometida con la celebración de un referéndum de autodeterminación. La de 2016 —“A punt”— y, sobre todo, la del 2017 —“La Diada del sí”—, fueron la diadas de la preparación del "referéndum" que se acabaría celebrando el 1 de octubre. Ambas tuvieron lugar ya bajo la Presidencia de Carles Puigdemont. La segunda sirvió además de puente entre la aprobación de las llamadas leyes de desconexión, que el independentismo sacó adelante en el Parlament pese a las advertencias de inconstitucionalidad de los letrados, el Consell de Garanties Estatutarias y el Constitucional, y la celebración del referéndum.

“Hagamos la república catalana”

La movilización convocada por el independentismo para la Diada de este martes participa del mismo espíritu. Con el lema “Hagamos la república catalana”, los convocantes se proponen llenar la Avenida Diagonal de Barcelona para, según sus propias palabras, “recuperar la fuerza popular” y “dar forma al mandato del 1 de octubre de 2017”. “Nunca antes habíamos estado tan cerca de la cima”, subraya el llamamiento de la ANC: “Sólo con la fuerza de la gente conseguiremos hacer este último tramo para conquistar, de una vez por todas, la independencia”.

Bloqueados por la respuesta judicial a la declaración unilateral de independencia, que ha llevado a la cárcel o al extranjero a los principales dirigentes del procés, el soberanismo catalán fía ahora su estrategia a corto plazo en volver a movilizar a sus seguidores en la calle, en demostrar que, pese a la decepción de una parte de sus filas que esperaba haber llegado hasta aquí ya como un Estado independiente, la secesión todavía es posible.

Fue hace unos días el propio president de Cataluña, Quim Torra, en su particular reinicio del curso político, el que anunció esta estrategia al explicar, en una conferencia pronunciada en el Teatro Nacional de Catalunya, el conjunto de iniciativas con las que el independentismo pretende recuperar la iniciativa en defensa de la secesión. Entre ellas, precisamente, un llamamiento a la movilización de los ciudadanos. “Ahora ya definitivamente”, subrayó Torra esta semana, “hemos aprendido que la República no se hace desde un despacho, ni desde muchos despachos; la soberanía es de la gente, no viene de arriba, viene de todos vosotros, de la gente que se une y lucha por el derecho de tener derechos y que se siente pueblo soberano y pueblo constituyente”.

La Diada, tal y como la plantea el independentismo, es sólo el comienzo de una movilización “permanente” que pretenden culminar el día que el Tribunal Supremo dicte sentencia sobre los dirigentes sociales y políticos encausados por su participación en el procés. La segunda cita será el 1 de octubre, cuando —tal y como anunció el president— los catalanes sean llamados a presentarse en los colegios electorales y declararse “culpables de haber participado en un acto democrático, tan culpables como los que hoy están en prisión o en el exilio por haber hecho lo mismo que nosotros”. No por casualidad el lema de este año incluye las dos fechas (11-S y 1-O) y la imagen gráfica de un itinerario que conduce a la independencia.

En busca de una movilización que exprese no sólo un respaldo masivo sino que traslade un mensaje, en esta ocasión los organizadores pretenden crear una “onda sonora” que represente la voz de los catalanes y recorra la Diagonal de Barcelona. La concentración comenzará a las 17:14, en referencia al icono del independentismo que es 1714, el año en el que Felipe de Borbón finalizó la Guerra de Sucesión contra los Austrias con un ataque contra Barcelona.

El objetivo de los organizadores es que en ese preciso momento se haga el silencio en la zona hasta que una ola recorra la Diagonal desde el tramo situado en Gloriès hasta el de Palau Reial para exigir a los “representantes políticos que hagan efectivo el mandato del 1 de octubre”, informa Europa Press.

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La concentración de la ANC sucederá a la Marcha por la Libertad institucional que tendrá lugar este lunes y en la que varios artistas trasladarán la llama del Canigó a la Generalitat para simbolizar la metáfora de llevar la luz a la institución tras “la oscuridad y la parálisis impuesta por la aplicación del 155”, según explicó en su día la consejera de Presidencia de la Generalitat, Elsa Artadi.

Conscientes de la importancia de la jornada, el expresidente Carles Puigdemont y los miembros de su Govern —todos destituidos, en prisión o en el extranjero— difundieron hace pocos días una carta advirtiendo que, este año, la movilización es “más importante que nunca”. La causa independentista necesita “que se repitan los éxitos de las Diadas anteriores” combinando “una gran participación, un espíritu de concordia y transversalidad y un insobornable compromiso con la no violencia”.

 

Ciudadanos lo llama “aquelarre independentista”. El PP habla de “fiesta xenófoba”. El Govern en pleno, encabezado por el president Quim Torra, estará en la manifestación. Y la cifra de participantes, imposible de medir pero que en todo caso estará por encima de varios centenares de miles de personas, se convertirá al día siguiente, como es ya habitual, en la piedra angular del debate político catalán enfrentando a quienes verán en las imágenes de la concentración un pinchazo independentista con los que observarán en ellas la prueba definitiva de la vigencia del secesionismo en la sociedad catalana.

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