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Un independentismo fracturado acude a la Diada lejos de la euforia pero aferrado a la investidura

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No se lanzan las campanas al vuelo. No será una Diada histórica, como reconocen en las distintas facciones del independentismo. Este 11-S tampoco supondrá la reconciliación de los partidos y las entidades. Intereses cruzados, no van a una. Pero el soberanismo celebra este día sabiendo que la investidura de Pedro Sánchez en las Cortes depende de estas formaciones, especialmente de la decisión que tome Carles Puigdemont (Junts), por lo que hay una rendija para la activación de ese electorado.

Cataluña llega a la celebración de su día en plena incertidumbre política en España, Y tras haber votado el pasado 23 de julio dejando un panorama de absoluto dominio en las urnas del PSC, que logró más de 1,2 millones de votos y 19 escaños en el Congreso (más que todo el independentismo junto). Sumar fue la segunda opción más respaldada en esta comunidad, por encima de Esquerra y Junts. 

Pero la aritmética endiablada que dejaron las urnas hace, en cambio, que tengan mucho poder Esquerra y Junts, dos partidos que siguen enfrentados en Cataluña y que no han logrado recomponer el Govern en coalición que rompieron. Los de Oriol Junqueras ya han recalcado su intención de repetir su apoyo externo al PSOE y a Sumar durante esta legislatura, por lo que ahora todos miran a la futura decisión de Junts.

"No hay expectación, más bien división"

Precisamente la Diada también está marcada por la brecha abierta entre los partidos y la ANC, la asociación independentista con más ascendente. Y es que esta ha apostado claramente por el bloqueo de las instituciones españolas para presionar y por volver a la vía unilateral de manera inmediata. En Junts, según fuentes del partido, creen que esta organización está marcando su propio perfil, sabiendo que no se puede hacer un referéndum ya. “No va a ser un día histórico”, reconocen los de Puigdemont porque no “hay un clima de expectación, sino más bien de división”. Por lo tanto, vaticinan que será de tintes parecidos a la de 2022 (que congregó a 150.000 personas según la Guardia Urbana, aunque los organizadores elevaron la cifra a 700.000).

Y es que se trata de una Diada totalmente diferente a las que se vivieron, especialmente entre 2012 y 2017, durante el procés y a las puertas del referéndum ilegal del 1-O. Toni Aira, profesor de la UPF-BSM y analista político, lo explica así: “Ahora todo es muy diferente. Pero hay un nexo sobre la expectativa de que pasen cosas. Paradójicamente ahora es porque el factor Puigdemont puede ser decisivo, mientras que antes era por la desconexión con la política nacional. Esto puede movilizar o revitalizar a una parte de este electorado. Con precauciones, podría haber una cierta reactivación de la Diada. El hecho de que el Govern vaya ya apunta por dónde va la ola”.

ERC dejó de lado precisamente la manifestación el año pasado después de las duras críticas de la ANC por su vía pragmática con el PSOE en Madrid. Pero este año sí irá a la manifestación con su máxima representación. Estarán en las calles tanto el presidente de la Generalitat, Pere Aragonès, como Oriol Junqueras, el líder ideológico de Esquerra. De hecho, los republicanos celebran estos días que Carles Puigdemont (Junts), con el que tienen una relación muy complicada, se haya abierto a negociar la investidura de Pedro Sánchez, lo que supone ir por el mismo sendero. Fuentes del Govern comentan que "hay que salir a la calle" para mandar el mensaje al PSOE de que tiene que moverse si quiere el voto y, aunque no prevén un día histórico, sí creen que habrá más optimismo que hace un año.

Pero en ese sendero no van de la mano Esquerra y Junts, que han decidido negociar por separado con los socialistas y Sumar la investidura. De hecho, hay una competición por capitalizar los posibles acuerdos que se vayan logrando, como se comprobó en la escenificación de los pactos para controlar la Mesa del Congreso y arrancar el compromiso del uso de las lenguas cooficiales en la Cámara Baja y en la Unión Europea.

Las cuatro columnas

La manifestación de este año por la Diada estará dividida en cuatro columnas, que confluirán al final en la plaza de España en Barcelona. Cada una tendrá una reivindicación definida: la libertad, la lengua, el país y la soberanía. Como es costumbre, arranca a las 17.14 horas (por la caída de Barcelona en la guerra de Sucesión). El lema escogido es “vía fuera” y se ha optado por los colores azul y amarillo como un claro guiño a la bandera europea. Los CDR han convocado además una quinta columna alternativa pero que se desarrollará una hora antes de la concentración oficial.

Esta Diada, en el marco de los actos oficiales y no en la manifestación, tiene otra gran novedad: la asistencia de la nueva presidenta del Congreso, Francina Armengol (PSIB-PSOE). La política ha decidido acudir a todos los días oficiales de las comunidades autónomas con el objetivo de reforzar el compromiso de la Cámara Baja con el Estado autonómico. Ella, además, tiene que articular la reforma del reglamento para que se puedan hablar las lenguas cooficiales, una posibilidad que se espera ya poner en práctica en la futura investidura de Alberto Núñez Feijóo (26 y 27 de septiembre).

Fuera del Congreso ha quedado en esta legislatura la CUP, que no logró retener los dos diputados de los últimos cuatro años. Por eso quieren utilizar esta Diada también para recuperar fuerza y los ‘cuperos’ están intentando desgastar a Junts, su competidor en el lado más soberanista. Han llamado a movilizarse este año y se han quejado, en palabras de Xavier Pellicer, de que los de Carles Puigdemont se están metiendo “en el mismo callejón sin salida” de Esquerra. 

Pacto civil, pero sin presencia de partidos

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El viernes, en cambio, las principales asociaciones por la independencia llegaron a un pacto de carácter civil para impulsar el movimiento independentista, reclamando unidad a los partidos. El acuerdo fue firmado por la ANC, Òmnium, la Associació de Municipis per la Independència, el Consell per la República y la Intersindical. La idea es crear sinergias, aunque por el momento no está previsto intentar extender este acuerdo con las formaciones y el Govern.

Y la palabra que recorrerá principalmente este 11-S será amnistía, ante las exigencias del independentismo de una ley en este sentido para encauzar la investidura de Pedro Sánchez. Carles Puigdemont la ha puesto como condición previa al PSOE si quiere negociar y conservar La Moncloa, Por el momento los principales dirigentes de Ferraz guardan silencio y se limitan a apelar a la Constitución como marco y al diálogo como método. En Sumar son mucho más proactivos y han reiterado en varias ocasiones que una medida así tendría encaje en la Constitución, además de que Yolanda Díaz se desplazó hasta Bruselas para reunirse con el expresident.

En el Parlament, además, se miran todos de reojo sabiendo que cualquier paso puede ser determinante de cara a las próximas elecciones catalanas, previstas para 2025 pero siempre en el alambre por un posible adelanto por la debilidad aritmética de Esquerra, que depende del PSC principalmente para sacar los presupuestos del siguiente año.

No se lanzan las campanas al vuelo. No será una Diada histórica, como reconocen en las distintas facciones del independentismo. Este 11-S tampoco supondrá la reconciliación de los partidos y las entidades. Intereses cruzados, no van a una. Pero el soberanismo celebra este día sabiendo que la investidura de Pedro Sánchez en las Cortes depende de estas formaciones, especialmente de la decisión que tome Carles Puigdemont (Junts), por lo que hay una rendija para la activación de ese electorado.

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