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Irene Montero se perfila como candidata de Podemos en caso de ruptura total con Yolanda Díaz

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Cuando Pablo Iglesias designó a Yolanda Díaz como su sucesora hace casi dos años, lo hizo sin consultarlo con nadie dentro de la cúpula de Podemos. No hubo debates internos ni ningún proceso de primarias para avalar su nombramiento. Díaz, en un primer momento reticente, acabó asumiendo el rol de líder de Unidas Podemos en el Ejecutivo pero lo desvinculó de cualquier obligación con el partido a nivel orgánico. Voces cercanas a la cúpula del partido creen que los actuales problemas entre Podemos y Díaz se explican, precisamente, por la forma en la que se produjo esa transición: sin garantías ni obligaciones.

La vicepresidenta segunda desvelará próximamente si da un paso al frente y se postula como candidata a las próximas elecciones generales, previstas para final de año, salvo que haya adelanto electoral. El proyecto que prepara, Sumar, todavía tiene muchas incógnitas por despejar y Podemos ha aumentado la presión para que se siente ya a negociar. Desde la cúpula del partido siempre defienden que "lo más importante es la unidad", pero al mismo tiempo destacan que el acuerdo que surja de la alianza con Díaz debe ser "justo".

¿Y qué sucede si no hay un "acuerdo justo"? Aunque oficialmente no se quiere entrar en ese escenario, las fuentes consultadas aseguran que Irene Montero, ministra de Igualdad y número dos del partido, estaría "en condiciones" de presentarse como candidata a las generales. Esto, remarcan, solo sucedería si Díaz "cometiera el error" de ir por separado, ya que el objetivo es presentarse conjuntamente. Montero, que ha pilotado el partido durante la baja de la actual secretaria general, Ione Belarra, ha ganado enteros en estas últimas semanas.

Desde que llegó al Ministerio de Igualdad en enero de 2020, Montero se ha convertido en uno de los principales objetivos de la extrema derecha y de la derecha, excediéndose en sus acusaciones con respecto a otros miembros del Gobierno. En ocasiones, manipulando las palabras de la titular de Igualdad, en otras ridiculizando e infantilizando su labor desde el ministerio. Durante el debate de los Presupuestos Generales del Estado (PGE) la diputada ultraderechista Carla Toscano llegó a afirmar que el "único mérito" de Montero era haberse "estudiado en profundidad" a su pareja, Pablo Iglesias.

Tras este ataque, la formación organizó un acto llamado Con todas. Por todas, para arropar a la titular de Igualdad. Los morados también denunciaban la "cacería política" contra ella tras la reducción de penas a condenados tras la entrada en vigor de la ley del solo sí es sí. Tal y como recuerdan fuentes de la cúpula del partido a infoLibre, el acto superó todas las previsiones, hasta el punto de que hubo gente que se quedó fuera por falta de espacio. "Esto demostró que Irene es un revulsivo", argumentan.

Lo cierto es que Belarra es la secretaria general —en este caso, sí que hubo unas primarias tras la marcha de Iglesias— y, por tanto, lo lógico sería pensar en ella como la 'candidata natural' en el caso de ruptura total con Díaz. Sin embargo, su papel es más orgánico que político y tanto dentro como fuera del espacio confederal se la considera como una "líder de transición".

Una coalición, prioridad en la negociación y listas pactadas

Con todo, el plan 'A' de Podemos es negociar con Díaz una coalición con ella como candidata en el que "todo el mundo se sienta respaldado", como ya hizo su formación en 2019 al incluir en el gobierno de coalición a ministros de Izquierda Unida —Alberto Garzón— de los comunes —Joan Subirats— y de Galicia en Común —la propia Yolanda Díaz—. Los morados recuerdan su "generosidad" al nombrarla ministra de Trabajo, cartera desde la cual ha potenciado su imagen, y consideran que su formación debe ser el "principal motor" del espacio.

Por su parte, Díaz siempre ha tratado de esquivar este debate, aludiendo a que la ciudadanía no quiere hablar de "fórmulas jurídicas" de proyectos políticos. Aunque aún no ha revelado si se presentará, todo parece indicar a que sí está dispuesta a dar ese paso. En el momento en el que eso ocurra, la cúpula del partido espera que la vicepresidenta les "priorice" sobre otras formaciones más pequeñas como Más País o Compromís, con las que Díaz también quiere tratar de confluir en las próximas generales.

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En Podemos creen que la fórmula más adecuada para alcanzar ese pacto es una coalición, al igual que ha sucedido con Izquierda Unida o los comunes de Ada Colau. Es más, si Díaz quisiera crear un partido de cero, se le añadiría una complicación de cara a la campaña: no podría participar en los debates electorales ni tendría un tiempo asignado en los telediarios.

Los morados lamentan que haya quien pida que Podemos se "disuelva" en Sumar y piden "respeto" hacia sus siglas y su militancia. Sin embargo, la vicepresidenta segunda ya ha advertido en más de una ocasión de que no quiere que el proyecto que está impulsando acabe convirtiéndose en "una sopa ni una suma de siglas", lo que choca directamente con los planes de Podemos.

Hay otra cuestión que deberá ponerse sobre la mesa de cara a la negociación: las listas electorales. Este suele ser el principal foco de conflicto cuando dos formaciones llegan a un acuerdo de coalición. Un trabajo que se suele delegar a los secretarios de organización y que se pacta en función del peso de cada formación. Existe el temor de que Díaz utilice un eventual mal resultado en las autonómicas y municipales de mayo para deshacerse del marcaje de los morados, pero en Podemos creen que ese resultado también se le achacaría a ella.

Cuando Pablo Iglesias designó a Yolanda Díaz como su sucesora hace casi dos años, lo hizo sin consultarlo con nadie dentro de la cúpula de Podemos. No hubo debates internos ni ningún proceso de primarias para avalar su nombramiento. Díaz, en un primer momento reticente, acabó asumiendo el rol de líder de Unidas Podemos en el Ejecutivo pero lo desvinculó de cualquier obligación con el partido a nivel orgánico. Voces cercanas a la cúpula del partido creen que los actuales problemas entre Podemos y Díaz se explican, precisamente, por la forma en la que se produjo esa transición: sin garantías ni obligaciones.

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