“¡Presidente, presidente!” El público de Land Rober, uno de los programas de mayor audiencia de la televisión pública gallega —una especie de El Hormiguero en la parrilla de la TVG— se entregó a fondo esta semana para recibir al invitado estrella, el sucesor de Alberto Núñez Feijóo al frente de la Xunta, Alfonso Rueda.
Su presencia en el espacio de entretenimiento no es una casualidad. Forma parte de una estrategia cuidadosamente diseñada para combatir el desconocimiento que un gran número de gallegos tienen de él, eclipsado durante más de diez años por la omnipresente figura de Feijóo, del que fue escudero en la oposición y en todos sus gobiernos.
En el PP saben que ese será su principal problema cuando toque votar y se han propuesto solucionarlo. Pagando el peaje de tener que “pintar la mona” en programas como Land Rober, donde acabó teniendo que bailar con El Combo Dominicano, o recorriendo Galicia en las próximas semanas a bordo de un autobús transformado en bar en el que el presidente de la Xunta, en persona, invitará a los vecinos a beber cerveza y charlar con él.
En Galicia huele ya a elecciones y solamente falta conocer la fecha. Rueda dudó en hacerlas coincidir con las generales del 23J, pensando en aprovechar la ola a favor de Feijóo, y ahora que las cosas no han ido como estaba previsto y el líder del PP vive horas bajas, abocado a convertirse en el líder de la oposición, no sabe qué hacer. Aunque todo el mundo da por hecho que las adelantará a la primavera, probablemente al mes de marzo (la fecha límite es junio), de común acuerdo con el lehendakari Iñigo Urkullu, que también tiene que tomar la misma decisión (aunque no es imperativo, Galicia y el País Vasco llevan votando el mismo día desde el año 2009).
A la falta de consistencia de la imagen pública de Rueda y sobre todo a la debilidad de su mentor, Alberto Núñez Feijóo, es a la que se agarra la izquierda en Galicia para creer que, esta vez sí, serán capaces de sumar para hacer posible una alternativa que ponga fin a 14 años de gobiernos consecutivos de la derecha. Es una esperanza que bebe directamente de la expectativa de que la legislatura eche a andar con un nuevo ejecutivo de Pedro Sánchez. Si ocurre y la izquierda suma —BNG, PSdeG-PSOE y tal vez Sumar— nadie duda que habrá un gobierno alternativo.
Pero no será fácil. En 2020, el PP, con Feijóo al frente, alcanzó un aplastante 47,96% de los votos (42 de los 75 escaños). Por detrás quedaron el BNG con un 23,79% (19 diputados) y el PSdeG-PSOE con un 19,39% (14 escaños). Galicia en Común, el antecedente de Sumar, no llegó al 4% y se quedó fuera del Parlamento. Este espacio, que llegó a liderar la izquierda en Galicia, se disolvió como un azucarillo, agotado por las disputas internas.
La oportunidad de Ana Pontón
Aquellas elecciones pusieron al frente de la oposición a Ana Pontón, de nuevo candidata del BNG a la presidencia. Suya será la responsabilidad de mantener al soberanismo en el liderazgo de la izquierda. De ello depende, en la hipótesis de que el PP no tenga mayoría absoluta, el objetivo histórico de situar a una nacionalista al frente de la Xunta.
“Tengo la firme convicción de que este es el fin de ciclo del PP en Galicia. Va a perder la mayoría absoluta y vamos a hacer historia para que por primera vez este país pueda tener una presidenta del BNG con las manos libres para defender los intereses de Galicia”, asegura, rotunda, Pontón, convencida de que “hay una pulsión de cambio” y de que el Bloque será capaz de aprovecharla.
Ni siquiera le preocupa que la irrupción de Sumar pudiera dividir el voto de la izquierda y eso favorezca al PP: “El pluralismo es un valor político y luego es la sociedad la que decide. En las últimas elecciones nos dieron a nosotros el reto de liderar la alternativa al PP y estamos mucho más preparados que entonces”, sostiene.
En la bancada contigua, los socialistas parten, esta vez, en desventaja. Son el segundo partido de la oposición, perviven las desavenencias internas entre algunas facciones y todavía no han lanzado un candidato —todo apunta que no lo harán hasta que se resuelva la investidura en España—.
No obstante, todo el mundo da por seguro que el elegido será el lucense Xosé Ramón Gómez Besteiro. Sánchez, que tiene buena sintonía con él desde hace años, le está dando mucho protagonismo. Primero en Galicia, a través de la Delegación del Gobierno, y ahora en el Congreso, donde le ha situado entre los dirigentes con responsabilidades en las negociaciones para la investidura.
En el PSdeG-PSOE también creen estar ante una gran oportunidad. El fracaso de Feijóo en su intento de ser presidente tendrá consecuencias electorales en Galicia, aseguran fuentes socialistas consultadas por infoLibre, porque su relación con Rueda es demasiado estrecha. “Ya no da la sensación de que esa máquina de conseguir mayorías absolutas siga funcionando. Hay una sensación como de fin de ciclo. Es como si durante estos años hubiera una inercia en declive que se materializa ahora”, subrayan. “La racha para el PP no es buena”.
Los socialistas, eso sí, defienden que el cambio en Galicia sólo será posible si el PSOE recupera el liderazgo de la izquierda. No tanto porque no estén dispuestos a dar la presidencia a una nacionalista como porque creen que sólo así será posible movilizar votos que, aseguran, el BNG no está en situación de atraer. Especialmente por la franja más templada de la sociedad gallega que no apoya al PP y que está dispuesta a votar al PSdeG-PSOE, pero no la candidatura nacionalista. “Al PP le interesa tener un BNG alto porque es una garantía de que el PP siga teniendo mayoría absoluta”, aseguran.
Las elecciones gallegas serán, junto a las vascas, el segundo reto electoral al que se enfrenta Sumar después de su estreno en las generales de junio. Pero en Galicia tienen una significación especial, por la marcada identidad de su líder, la vicepresidenta Yolanda Díaz.
Su organización, sin embargo, no tiene todavía una cabeza visible que compita con Rueda y Pontón. Fuentes conocedoras del espacio político de Sumar sitúan a la actual portavoz en el Congreso, Marta Lois, como la persona mejor situada para hacerse con el puesto. Aunque no es probable que se desvele hasta que tenga lugar la investidura de Pedro Sánchez, en la que Lois está muy involucrada y que puede servir de plataforma de lanzamiento de su candidatura.
Ella ni confirma ni desmiente. Aunque asegura estar “muy conectada” con la batalla política gallega, ahora “no toca hablar de candidaturas ni de la persona que se va a presentar a la Presidencia de la Xunta”, asegura. “Cuando llegue el momento, ya veremos cuáles son las personas y lo decidiremos”. “Tengo una responsabilidad muy grande como portavoz y estoy trabajando en conseguir un buen acuerdo para la legislatura”.
Marta Lois sí cree que las elecciones son una gran “ventana de oportunidad” en la que “Sumar puede ampliar y ensanchar el espacio progresista” porque su presencia “permite abrir el campo electoral”. “Tenemos la sensación de que Sumar” puede servir “de pegamento entre las fuerzas progresistas: si hay un Sumar fuerte en Galicia, el cambio político estará más cerca”, defiende.
La herencia de Sumar
La actual portavoz de Sumar en el Congreso pone distancia con el espacio político del que, al menos en parte, viene su formación y que fracasó en las elecciones gallegas de 2020. Su referencia son las generales de julio, en las que Sumar logró dos escaños, uno por A Coruña y el otro por Pontevedra, y casi un 10% de los votos.
Marta Lois confía en el potencial de lo que llama “el estilo de gobierno de Yolanda Díaz” y en la capacidad de Sumar de representar “la política útil”. La división de la izquierda en tres candidaturas, más que un problema, la considera una ventaja, porque según ella ampliará el abanico de posibilidades y puede movilizar “a mucha gente que estaba en la abstención o que estaba desanimada”. “No se trata de competir, sino de sumar con voluntad de gobernar. El PP hará un mal cálculo si piensa que tres fuerzas en el espacio de la izquierda le benefician”, advierte.
Ver másDe ETA a la Galicia que ya no preside: la investidura destapa a un Feijóo anclado en el pasado
Aunque BNG, PSOE y Sumar se esfuerzan en hablar de cambio de ciclo, los resultados de las generales de julio no animan a pensar en esa dirección. El PP las ganó con un 43,5% de los votos, seguido del PSdeG-PSOE (29,8%), Sumar (10,9%) y el BNG (9,5%). Son cifras muy parecidas a las de noviembre de 2019 excepto para el PP, que ha aumentado su apoyo más de diez puntos porcentuales. Y entonces ese resultado sirvió de prólogo a una nueva mayoría absoluta de la derecha en las elecciones gallegas.
No obstante, existen demasiadas incógnitas por delante que hacen impredecible el resultado: la debilidad del candidato del PP, las incertidumbres en torno al futuro de Feijóo, el verdadero potencial de la aspirante del BNG o la influencia que en todo ello tendría un nuevo gobierno PSOE-Sumar.
Y hay una última incógnita por despejar de consecuencias impredecibles. El polémico alcalde de Ourense, Gonzalo Pérez Jácome, líder de Democracia Ourensana, lleva mucho tiempo acariciando el sueño de presentar lista a las elecciones gallegas para condicionar las mayorías de un futuro gobierno. Si al final se decide, puede afectar al resultado: tanto si obtiene uno o más escaños como si resta al PP los votos que necesita para alcanzar la que sería su quinta mayoría absoluta consecutiva.
“¡Presidente, presidente!” El público de Land Rober, uno de los programas de mayor audiencia de la televisión pública gallega —una especie de El Hormiguero en la parrilla de la TVG— se entregó a fondo esta semana para recibir al invitado estrella, el sucesor de Alberto Núñez Feijóo al frente de la Xunta, Alfonso Rueda.