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Mercado laboral

La jornada laboral de cuatro días se abre paso en España: "Es el mejor reclamo que puede ofrecer una empresa"

Un operario en una fábrica de coches

La jornada laboral de cuatro días a la semana, o de 32 horas, ya no es una utopía. La implantación de este modelo productivo comienza a ser una realidad en empresas de todo el mundo, si bien no se aplica de manera generalizada en ningún país. En España el Gobierno de coalición se comprometió a poner en marcha un proyecto piloto de reducción de jornada laboral sin ningún tipo de rebaja salarial gracias a una enmienda incluida en los Presupuestos Generales de 2021 pactada con Más País. El ministerio de Industria acaba de sacar a consulta pública el proyecto para el que tiene presupuestados 10 millones de euros.

"Nos hubiera gustado que se aprobara mucho antes, pero se ha ido retrasando", lamenta Héctor Tejero, el diputado de Más Madrid que lleva meses negociando con el Gobierno cómo impulsar este plan piloto. Tejero espera que en septiembre ya vea la luz y cree que los motivos del retraso se deben al estallido de la guerra de Ucrania y a la falta de personal del Ministerio de Industria. Según sus cálculos, unas 150 empresas podrán testear esta jornada a cambio de incentivos y bonificaciones que correrán a cargo del Gobierno.

"Esto consiste en un pago único de entre 3.000 y 2.000 euros por empleado para aquellas empresas que apliquen este modelo de reducción de jornada. Para acceder a la ayuda primero han de presentar un plan detallado, que deberá consistir en una reducción mínima del 10% de la jornada laboral en cómputo semanal, y afectar como mínimo a un porcentaje de la plantilla de la empresa", expone el diputado de Más Madrid. El madrileño reconoce que al Gobierno le costó "un poco" acceder a poner en marcha este proyecto piloto. “No lo veían muy claro, pero fueron cambiando de idea al ver que el debate ganaba espacio. Es difícil que a alguien le parezca mal el hecho de trabajar menos y tener más calidad de vida", reflexiona.

Por lo que respecta al Ministerio de Trabajo, el departamento que dirige Yolanda Díaz propone abrir este debate en el marco de la futura ley de usos y tiempo en el trabajo. En la Cumbre Internacional de la Semana de Cuatro Días, celebrada hace escasas semanas en València, la ministra de Trabajo abogó por buscar mecanismos alternativos, como las bolsas de horas o excedencias formativas como en los "modelos nórdicos".

El precedente valenciano

A nivel autonómico, la Generalitat Valenciana ya ha dado los primeros pasos y ha anunciado ayudas de hasta 5.500 euros por cada trabajador al que se le reduzca la jornada a 32 horas semanales –da igual en cuatro o en cinco días— sin perder salario. Si la empresa mantiene esa jornada un segundo año, cobrará otros 1.746 euros por empleado, y 1.373 más si sigue un tercero. El proyecto cuenta con una partida de 1,5 millones de euros. "El jueves se envió al boletín oficial la orden de ayudas. Y ahora se realizará la convocatoria del primer año. Calculamos que en septiembre podría comenzar", explica Enric Nomdedéu, secretario autonómico de empleo, en conversación con este periódico.

Nomdedéu es consciente de que habrá resistencias por parte de algunas empresas. "Teníamos claro desde el primer momento que esto no sería coser y cantar", asegura. "No es igual de fácil en todos los sectores, ni en todas las empresas”, prosigue. “Hemos sido muy prudentes. Es un programa experimental, no hay muchas experiencias en el mundo, y ninguna aquí, más allá de algunas pocas empresas. Pero hay un interés creciente, y creemos que se va a producir un efecto llamada. Si la empresa ‘A’ lo aplica, los trabajadores de la empresa ‘B’ ya le harán ojitos. Y si la empresa ‘A’ demuestra que puede tener buenos resultados económicos, con menos costes energéticos, etc., la empresa ‘B’ también la tomará como modelo", sintetiza.

Tanto Nomdedéu como Tejero lo ven también como una oportunidad de “atraer el talento” por parte de las empresas. "Cabe pensar que es una apuesta por la atracción de talento ajeno y la retención del propio, y esto es una ventaja competitiva", asegura el primero. "Es el mejor reclamo que puede ofrecer una empresa: ¿quién no querría trabajar cuatro días a la semana? Una vez te acostumbras a eso ya no quieres otra cosa", lanza el segundo.

Para Joan Sanchis, profesor asociado de Economía Aplicada en la Universitat de València, asesor de la Conselleria de Economía Sostenible de la Generalitat Valenciana y autor de Quatre dies. Treballar menys per viure en un món millor (Sembra Llibres, 2022) , "es necesario un cambio en la cultura empresarial y en las estrategias de negocio predominantes", señala en conversación con este periódico. "Debemos pasar de una cultura excesivamente presencialista y centrada en la minimización de los costes laborales a estrategias que ponen en valor el trabajo y el talento como elemento competitivo fundamental que hace falta cuidar", sintetiza. Y añade: "Actualmente España es de las economías de la Unión Europa y la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) que más horas anuales de media hace por trabajador (alrededor de 1.700) y sin embargo somos menos productivos que la media. Algo falla en esa ecuación".

¿Qué beneficios tiene y qué inconvenientes?

Conciliación, salud mental y productividad. Estos son los tres principales argumentos que esgrimen los defensores de la jornada laboral de cuatro días, entre ellos el secretario de Estudios y Formación Sindical de Comisiones Obreras, Carlos Gutiérrez. "Puede tener repercusiones obvias para mejorar el bienestar de la gente en un momento en el que el trabajo es uno de los principales focos de ansiedad y problemas de salud mental. Hay que avanzar para un mayor bienestar y, en este caso, este modelo ayudaría a evitar bajas por estrés o incluso depresión causada por el trabajo", expone.

Nomdedéu asegura que también tiene "ventajas medioambientales, con la reducción de desplazamientos y consumo energético intensivo. Así como disminución de los accidentes laborales que suelen concentrarse al final de la jornada, por agotamiento". Ambos ponen el foco en la productividad. "Tal y como se plantea es un proyecto de mejora de la productividad que debe permitirnos trabajar mejor para poder trabajar menos horas. Así hacemos frente a uno de los principales problemas de nuestra economía. La baja productividad. Trabajamos más horas que la media europea y somos menos productivos", resume el valenciano.

Sin embargo, este cambio en la cultura del trabajo no tendría por qué extenderse a otros ámbitos como la escuela u otros organismos dependientes del Estado, según traslada Sanchis. "Muchas empresas y servicios públicos tendrán que permanecer abiertos cinco o incluso más días y esto se puede resolver muy fácilmente con la implementación de turnos. Así, lo razonable en la escuela en estos momentos sería implementar una reducción en cinco días o establecer un sistema de turnos como el que funciona en tantas otras actividades. Esto hasta que no se produzca un cambio más generalizado", sostiene el economista.

A juicio de Gutiérrez, España "se merece un debate que amplíe la mirada": "No es suficiente con hablar de tiempo de trabajo, hay que ver cómo se distribuye ese trabajo" expone. "El primer paso es que las empresas cumplan la ley y tenemos datos que acreditan que en España se firman contratos fraudulentos. Se terminan haciendo horas extra que no son reconocidas. Eso es prioritario para Comisiones Obreras. Lo que queremos evitar es que haya empresas que por prescindir de ese día de más, carguen a sus trabajadores el resto de la semana. Eso sería el modelo belga, al cual nos oponemos tajantemente", señala. En su defecto, señala a otras empresas españolas como La Francachela -hostelería- o Software Sol que sí aplican el modelo de 32 horas sin la reducción salarial.

 El Gobierno belga, presidido el liberal Alexander de Croo, permite que los trabajadores puedan alargar la jornada laboral una o dos horas diarias si así lo desean. En la práctica implicaría trabajar nueve o diez horas diarias, repartidas en cuatro días, con vistas a obtener un día libre a las semana. Se trata de una reforma laboral que no cuenta con el visto bueno ni de las formaciones de izquierdas ni de los sindicatos. A diferencia del caso español, no ha habido un acuerdo previo con los agentes sociales para poner en marcha la propuesta, que también tendrá que ser ratificada en el Parlamento. 

La secretaria de Políticas Europeas de UGT, Mari Carmen Barrera, afincada en Bruselas, asegura que el modelo belga está reduciendo horas en la práctica. "En algunas empresas y después de negociaciones, han pasado a 36 horas semanales", asegura. "El acuerdo del gobierno ha incentivado la negociación colectiva, pero hace falta un marco legal para evitar los abusos. El debate es muy interesante y me parece que es un momento ideal para lanzarlo, en un momento en el que Bruselas está apuntando por las medidas de corte social. Si no hubiéramos tenido la mala fortuna de la invasión de Putin, estaríamos hablando mucho más de esto, pero no se nos escapa que muchos fondos se están yendo a la reconstrucción de Ucrania", lamenta.

El caso de Telefónica y Desigual

Telefónica España cuenta con alrededor de 18.000 empleados. En octubre del pasado año la empresa aprobó la jornada Semanal Flexible Bonificada, en la que los empleados trabajan 32 horas a la semana, ocho horas diarias de lunes a jueves, pero hay truco: esta reducción de horario también implica una reducción de sueldo, con una bonificación por parte de la empresa de un 20%. Tras unos meses de prueba inicial, la compañía decidió extenderlo a toda la plantilla.

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La negociación fue llevada a la negociación del convenio por CCOO y UGT aprovechando que la ley del teletrabajo aprobada en octubre de 2020 por el Ministerio de Trabajo. Sucede algo similar en el caso de Desigual. La compañía textil sometió a referéndum entre sus empleados reducir la jornada semanal cinco horas, pasando de 39,5 a 34,5. Una reducción de cerca del 13% de las horas que conlleva una pérdida salarial del 6,5% para cada trabajador. El 86% de los más de 500 trabajadores de la firma dio su apoyo a esta iniciativa. "Este tipo de propuestas pueden generar confusión: nosotros defendemos reducir las horas pero conservar el salario. Es distinto", sentencia Barrera (UGT). "Este tipo de iniciativas pueden ser positivas porque abren camino", señala Gutiérrez (CCOO), pero "termina ocultando el debate principal", sostiene.

El secretario de empleo valenciano asegura que los casos de Telefónica y Desigual son diferentes al de la Generalitat pero concede que es "muy relevante que existan: "Al final las grandes empresas han sido aliadas más efectiva que los sindicatos, por ejemplo. Porque ellas también experimentan", valora. Por su parte, el diputado de Más Madrid también destaca que no es el modelo que su formación defiende pero cree que puede ser efectiva, en caso de Telefónica, "si los salarios son altos": "No queremos que eso se extienda a salarios más bajos, pero si manejas cifras altas o, por ejemplo, estás a punto de jubilarte, puede compensarte", valora.

Para Tejero el objetivo final es que se produzca un cambio de mentalidad a nivel cultural y se asuman esos cuatro días "como la normalidad": "Reconozco que eso va a ser un poco más difícil", concede. Los representantes de los sindicatos también anticipan resistencias por parte de la patronal. "En España los márgenes de beneficios de las empresas son muy altos en comparación con la Unión Europea", asegura Gutiérrez. "Esta negociación va a ser conflictiva y va a tensionar el diálogo social cuando se produzca, nadie quiere dejar ganar lo que gana, pero es necesario abordarlo".

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