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¿Qué vota Junts? Inclasificable en el eje izquierda-derecha y el ‘procés’ por encima de todo

La diputada de Junts por la provincia de Barcelona Miriam Nogueras.

"Hay mucho desconocimiento sobre este espacio político, del que se suele hablar sin saber", advierte de entrada Toni Aira, profesor de comunicación política en la Pompeu Fabra y atento analista de la vida pública catalana. Se refiere a Junts, partido del que por ejemplo se suele oír que se sitúa tan a la derecha en el espectro ideológico clásico izquierda-derecha como el PP o incluso Vox, sólo que en vez de nacionalistas españoles son nacionalistas catalanes. Y lo cierto es que no as así. Y no sólo porque lo explique Aira. Lo muestran también su programa, su manifiesto, sus decisiones, sus votaciones y la trayectoria de no pocos de sus miembros. Sí, aunque a menudo se ignore, en Junts hay un ala progresista, que algunos llaman "socialdemócrata" y otros directamente "de izquierdas". ¿Sería entonces posible, si hubiera una investidura de Pedro Sánchez que pasa por Junts, incorporar al partido de Carles Puigdemont a lo que podría llamarse una "mayoría progresista"? Eso es ya, a tenor de los antecedentes y las posiciones del partido, mucho más complicado, según coinciden con matices hasta cinco observadores consultados.

Porque si es difícil encontrar un patrón ideológico claro en las votaciones de Junts en el Congreso –rechaza las leyes de vivienda y la reforma laboral, apoya el impuesto a la banca y la ley de eutanasia, se abstiene ante la Lomloe, la ley educativa–, lo seguro es que el partido huye como de la peste de cualquier compromiso estable con las fuerzas políticas estatales y se opone por concepto, como base de su propio proyecto, a contribuir a la "gobernabilidad" española.

Sí, hay un ala izquierda en Junts, pero no se despliega fácilmente en la política española.

"Ala liberal" y "ala socialdemócrata"

A menudo la única complejidad interna que se detecta en los análisis sobre Junts es la que distingue entre más o menos alineados con Puigdemont. Y es cierto que ese eje existe. Suele situarse en las posiciones más duras a perfiles como la candidata principal en las generales, Miriam Nogueras, y la presidenta del partido, Laura Borràs, en contraste con figuras más templadas como la del secretario general, Jordi Turull. Aira aporta un panorama más complejo. Señala como voz singularmente autorizada para expresar la línea de Puigdemont a Josep Rius, estrecho colaborador del expresident y vicepresidente de la formación. Y presenta a Josep Rull, presidente del Consell Nacional del partido, como la figura "emergente" que podría establecer una "síntesis" entre las diferentes sensibilidades del partido. ¿Qué sensibilidades? Aira se detiene dos.

La primera distingue entre los "más aferrados a la bandera resistencialista" y los que –sin renunciar al procés– engarzan con la "tradición convergente" de un mayor interés por la presencia institucional y la gestión, en la línea sugerida por Xavier Trias. La segunda diversidad es la esbozada en el arranque de este artículo: izquierda-derecha. O, en términos de Aira, "ala liberal y ala socialdemócrata". Junts puede entenderse, explica, como una revisión de lo que fue Convergència, donde –como su nombre indica– convergían "conservadores, democristianos, socialdemócratas, independentistas o catalanistas". "Junts recupera en parte aquella condición, con gente de diversas procedencias, pero, eso sí, con la independencia en el centro. El que no sea independentista, se ha equivocado de partido", explica.

En efecto, si uno lee el programa de Junts para las generales, comprobará rápidamente cuál es la prioridad del partido: la liberación de Cataluña. La reivindicación básica es el derecho de autodeterminación. Y la amnistía. El programa está encabezado por demandas en la banda nacional. Los catalanes deben recuperar sus "libertades", deben respetarse sus "derechos económicos y fiscales", también los "derechos sociales", "culturales" y "lingüísticos". Pero si uno sigue leyendo, comprobará algo más: la música suena muy distinta a lo que en las coordenadas españolas se entiende como "derecha". "Los ricos son más ricos, mientras que las clases medias han avanzado hacia la precariedad", denuncia el programa, que defiende la "función social de la vivienda" y el combate contra la desigualdad. Tanto el lenguaje como los enfoques sobre diversas cuestiones evocan una retórica progresista: "pobreza energética", "emergencia climática", "bienestar animal".

Situar a Junts en el mismo punto del eje de abscisas que el PP –o Vox– en cuestiones económicas o sociales, más allá de coincidencias puntuales, no casa con los hechos. Un ejemplo: Junts llegó a votar en 2020 junto a ERC, la CUP y los comuns la ley de regulación del precio del alquiler, una posición difícil de imaginar en la derecha española. Esta diversidad interna, sensibilidad izquierdista incluida, se observa en sus nombres propios. Toni Morral, que era alcalde de Cerdanyola con la ecosocialista ICV, es hoy miembro de la dirección de Junts. Jordi Sánchez, uno los dos jordis, que fue secretario general de Junts y pasó por prisión, también estuvo en la órbita de ICV, con Rafael Ribó como hombre clave en su trayectoria. Teresa Pallarès, que fue alcaldesa de Reus con el PSC, es dirigente del partido y senadora por designación autonómica. Y en la base hay más, incluidos militantes salidos del sindicalismo de clase.

El voto de Junts ante grandes cuestiones

No es errado decir que hay diversidad y hay izquierda en Junts, que se presenta como un partido "transversal". Pero, al mismo tiempo, la prioridad es otra, el eje clave es el nacional. La premisa de Junts es innegociable: Cataluña es un pueblo oprimido por el Estado español, sobre todo a raíz de su reacción ante el procés, cuya vigencia se reivindica. ¿En qué se traduce esta combinación –pluralismo ideológico, prioridad independentista– en la participación de Junts en la vida política española? La pregunta es pertinente porque el resultado del 23 de julio convierte a Junts en una de las posibles llaves no sólo de la investidura de Pedro Sánchez, sino, si la hubiera, de toda la legislatura.

Veamos el Diario de Sesiones del Congreso para ilustrar qué hace Junts a la hora de la verdad. Respuesta adelantada: hace de todo. Vota no, vota sí y se abstiene. En cualquier caso, jamás puede darse una posición por sentada de antemano, porque su acción política está dominada por la reivindicación nacional y la rivalidad con ERC.

Los noes los encontramos, para empezar, en los tres presupuestos impulsados por el Gobierno de PSOE y UP, posición coherente con su declarada estrategia de no contribuir a la gobernabilidad del Estado español. Ahí hay que inscribir también el no a la investidura de Sánchez en 2020. Otro no sonado fue a la reforma laboral en 2022. Los cuatro diputados de Junts se opusieron a la norma junto al PP, Vox ERC y la CUP, desmarcándose de los cuatro del PDeCAT, con los que rompieron a mitad de legislatura y que votaron a favor. ¿El argumento de Junts para el no? Junts defiende “sin complejos los convenios catalanes por encima de los estatales”, alegó Miriam Nogueras, que atacaba la reforma por ser "un parche que blanquea la reforma del PP”. Y añadía: “El progreso laboral de Cataluña no puede depender en ningún caso de los tacticismos políticos y partidistas vestidos de partidos de izquierda españoles”, señalaba Nogueras. Una crítica que parece salida de la izquierda.

El argumentario para los noes de Junts a legislación que puede ser entendida como de izquierdas no suelen hacerse con el clásico repertorio de la derecha. Las razones alegadas se centran en el conflicto España-Cataluña. Dos ejemplos más. Julio de 2022: Junts vota en contra de la Ley de Memoria, de nuevo junto al PP, Vox y Cs. Ningún grupo más votó en contra. ERC se abstuvo. Junts había puesto como condición para dar su apoyo al texto el reconocimiento de la "nación catalana" como "víctima del franquismo". Llegado el día del debate, el parlamentario de Junts Josep Pagès se plantó en la tribuna y dijo esto, tal cual lo recoge el Diario de Sesiones, en un discurso que podría firmar la CUP.

Otro no de Junts. Julio de 2023: el partido vota en contra de la Ley de Vivienda junto al PP, Vox, Cs, PDeCat y PNV. Parece que el eje izquierda-derecha se expresa en toda su plenitud. Pero las cosas, con Junts, siempre son algo más complejas. Las razones alegadas no están tanto en el fondo del texto como en el supuesto ataque al "autogobierno". Nogueras criticaba a Pere Aragonès, president de la Generalitat, por el apoyo de ERC a la norma. He aquí otra constante: las posiciones de Junts hay que entenderlas dentro de la disputa con ERC, partido al que Junts le suele reprochar una posición pactista.

Hay un no especialmente elocuente sobre la naturaleza de Junts: el que brindó al cambio legal para la la supresión del delito de sedición y la reforma de la malversación, dirigido precisamente a reducir el castigo penal por el procés. Volvía a coincidir Junts con el PP y Vox, aunque sus motivos eran distintos. "Nosotros vamos a votar no a esta ley porque no somos delincuentes", alegó Pagès desde la tribuna en diciembre de 2022.

Pero Junts no ha votado por sistema en contra de las leyes del Gobierno. Ni de lejos. Durante la pasada legislatura Junts ha votado a favor de la revalorización de las pensiones conforme al IPC, el Ingreso Mínimo Vital, el impuesto a la banca y las energéticas, la ley del sólo sí es sí, la ley de eutanasia, la reforma de la ley del aborto y la ley trans –en estos dos últimos casos, aborto y transexualidad, Nogueras se ausentó por una urgencia familiar, explican desde el partido–. En ocasiones, el partido ha optado por la abstención, como en la prórroga de la llamada "excepción ibérica" para abaratar la luz, o en la Lomloe.

Un partido poliédrico, volcado en la independencia

La hoja de servicios de Junts desaconseja formarse una imagen unidimensional de lo que el partido hace en Madrid. Es obvio que no está instalado en el no a todo, pero sí que las posibilidades de rechazo se multiplican cuando se cruza la variable nacional, es decir, cuando la política sobre la que se debe decidir puede ser interpretada como una invasión en el terreno catalán. Otra conclusión es que Junts ignora el argumento de la estabilidad para condicionar su voto y evita a toda costa la imagen de partido comprometido con la "gobernabilidad" de un Estado del que no quiere formar parte.

Con todo ello, regresamos a la pregunta del primer párrafo. Incluso si hubiera investidura, ¿es razonable la hipótesis de que Junts se integre en una posible mayoría progresista que diera continuidad al esquema del pasado mandato? Los cinco análisis recabados, aun admitiendo que la incógnita está por despejar, ofrecen argumentos para inclinarse por el no. Es más, todos ellos oscilan entre casi el convencimiento de que Junts no permitirá una investidura de Sánchez y los que, sin tenerlo tan claro, admiten serias dudas.

Toni Aira recuerda que la "esencia" de Junts, más allá de su pluralidad, es la autodeterminación y la amnistía. "Junts nace a raíz de que el mundo posconvergente no recogiera cable con respecto a 2017 y se instalase en lo que Puigdemont llamó 'confrontación inteligente'. Hay un rechazo al autonomismo, no sólo a largo plazo, sino también como opción para ir tirando. Eso es lo que los singulariza. Junts está para recordar que el procés no ha acabado. Si el Partido Socialista cree que con los indultos y las reformas de la sedición y la malversación ha resuelto el problema, Junts le va a recordar que no es así", explica el analista, que cree que el partido es capaz de ir a nuevas elecciones "con toda la tranquilidad" con el argumento de que está "bloqueando al bloqueador". "El clásico método de presión sobre el mundo convergente por parte del empresariado es ahora inocuo", añade el columnista de La Vanguardia.

Xavier Arbós, catedrático de Derecho Constitucional de la Universidad de Barcelona y miembro del comité editorial de El Periódico de Catalunya, tiene clara una idea: "Junts no es un partido como los demás". Todo su análisis, sin ser concluyente, apunta a la idea de que Junts –por su ADN, sus correlación interna de fuerzas, su liderazgo, su relación con las base, su competencia con ERC– no permitirá la investidura de Sánchez. Pero, si lo hiciera, ¿podría haber una producción legislativa normal con Junts? "Es que si hay investidura, a mi juicio, habría ya un cambio de la naturaleza misma del partido, que no sé dónde llevaría", responde Arbós, que ve a Junts enrocado en el discurso del "somos insobornables". Para llevarlo a una posición que permitiera investir a Sánchez, razona, sería necesaria una cesión que supusiera "más de lo que ERC ha logrado", porque la competencia con los republicanos es un factor clave para entender a Junts. "Tendría que ser algo de altísimo valor simbólico", opina Arbós, que cree que ni con más competencias ni con más financiación se puede conseguir.

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Precisamente el carácter "transversal" de Junts dificulta tanto un apoyo a la investidura como una incorporación estable a una mayoría durante una posible legislatura, según Jordi Pacheco, profesor de Ciencia Política de la Universidad de Barcelona. ¿Por qué? "Junts nace a raíz de la experiencia Junts Pel Sí de 2015, que integraba también a ERC e independientes. Dentro hay gente de todo tipo, muy diversa. Lo que los cohesiona es el independentismo, la autodeterminación, la amnistía... Cuando ponen todo el énfasis en esto, también se están garantizando cierta cohesión. La gobernación de España no sólo es secundaria, es que abordarla les abre problemas internos", añade.

El ensayista José Mansilla, antropólogo urbano, que sigue con atención la política barcelonesa, cree que dentro del "totum revolutum" de Junts hay una línea "socioliberal", que comulga con la "derecha europea" y que podría permitir coincidencias con fuerzas progresistas españolas, como ocurre con el PNV. A su juicio, en Barcelona se observa que las distancias entre Junts y el PSC no son insalvables. "[Xavier] Trias y [Jaume] Collboni defienden modelos parecidos", sostiene. El problema, explica, es cuando la política oscila hacia la relación España-Cataluña. "Han convertido la autodeterminación en su única razón de ser y han movilizado tanto a la gente que ahora, a la más mínima renuncia, se les echan encima y que quedan sin margen. Lo tienen muy difícil", afirma Mansilla.

Joan Botella, catedrático de Ciencia Política de la Autónoma de Barcelona, cree que "en teoría" habría margen, con las posiciones de Junts en mano, para el apoyo a iniciativas "en la onda" del Gobierno de Sánchez. Las palabras claves de esta exposición son "en teoría". Porque, según Botella, el conflicto irresuelto en Junts no es tanto entre izquierda y derecha, sino entre quienes buscan "aventura" y quienes quieren "gestión". "Más que izquierda, diría que en Junts hay retazos de Convergència, que tienen cultura de gobierno, que no están instalados en la fantasía", afirma. Pero cree que esa fuerza está subordinada al dictado de Puigdemont, a quien le atribuye la decisión final sobre lo que vaya a ocurrir. Si sigue la misma línea que hasta ahora, añade Botella, predominará "el deseo de generar conflicto".

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