"Es que no ha pasado nada. Ya sé que hay compañeros que piensan... en el PSOE hay muchas opiniones y son normales, pero hay una línea de trabajo, problemas que han surgido... Pero créanme, las cosas son como son y la agenda es la que es. Lo lamento, pero una vez más lamento desilusionar a la parroquia. No va de este tema, por mucho que algunos se empeñen".
Alfredo Pérez Rubalcaba ya encaja con cierta normalidad una pregunta que de tanto en tanto se repite, siempre que se suceden las turbulencias internas. ¿Se siente respaldado, su continuidad "está garantizada"? El secretario general dijo esta noche, "una vez más", que sí, que no hay más cáscaras. Que él es el líder y lo seguirá siendo hasta el próximo congreso, previsto para 2016. Con ello buscaba despejar las dudas sobre su liderazgo, de puertas para fuera pero también para adentro, para los que cuestionan su autoridad. Y por si no quedaba claro, amarró la idea con esta otra: "Tengo un contrato con un tiempo y un contenido. El tiempo son cuatro años y el proyecto es cambiar el PSOE para que vuelva a ser el PSOE. Acostumbro a cumplir el contrato y voy a cumplir el contrato". El contrato incluye otra pata: el calendario previsto. Esto es, no habrá un adelanto de las primarias, programadas para después de las elecciones europeas de mayo de 2014. Tampoco habrá adelanto del Comité Federal ni del Consejo Territorial.
La reafirmación de su posición como número uno era una pieza fundamental del damero de este jueves: reunión de la Comisión Ejecutiva Federal, la primera tras varias semanas de zozobra y contestación interna por el estallido de las sucesivas crisis con el PSC, los socialistas gallegos y el caso Ponferrada. Pero también otro movimiento era esperado: el refuerzo del papel de la vicesecretaria general, Elena Valenciano, y la incorporación de nuevos nombres a la ejecutiva federal y a las direcciones de los grupos parlamentarios en el Congreso y en Senado. Rubalcaba no hizo sino confirmar las identidades: la valenciana Carmen Montón y el riojano César Luena engrosarán la cúpula socialista en la Cámara baja. Una, para ocuparse por los temas de igualdad; el otro, para coordinar los asuntos territoriales. En la Cámara alta, la homóloga de Montón será la navarra María Chivite. Además, la secretaria federal de Igualdad del aparato, Purificación Causapié, ganará peso, ya que estará implicada "en todos los temas".
Amelia Valcárcel, presidenta del nuevo órgano
En la ejecutiva, mientras, ingresa uno de los pesos pesados del partido, con gran experiencia e impecable currículum: Ramón Jáuregui, por quien el líder confesó sentir "predilección". Él será el delegado federal para la Conferencia Política. El exministro ya tenía a su cargo la preparación de la importante cita del otoño, donde el PSOE debe reformular su proyecto. Ahora, Rubalcaba aprovecha esas funciones para meterlo en el corazón del poder del PSOE. En principio, ocupará la silla hasta octubre. Después, ya se verá. "Es una decisión que tomaremos en su momento", comentó. En puridad, pues, no es un miembro nato de la ejecutiva, un vocal, ya que para ello debería haber sido el congreso el que procediera a su nombramiento. Será invitado, tendrá voz, pero no voto. En definitiva, un cargo ad hoc.
La batería de cambios se completa con la creación de una Comisión de Garantías de Igualdad, un órgano integrado por "personas de prestigio" encargado de "asesorar, informar, estudiar, recomendar" en los temas de igualdad. La presidirá Amelia Valcárcel, profesora en la Universidad de Oviedo y ahora en el Consejo de Estado. Con ella, Carmen Alborch, Paca Sauquillo, Rosa Conde, Ángel Gabilondo, Amparo Rubiales, Antonio Camacho y, por Juventudes, Mireia Ruiz.
El último asunto de intendencia interna que abordó la ejecutiva federal fue el diálogo con el PSC. A la reunión ya llegó un documento acordado entre las dos direcciones, Bases para un acuerdo PSOE-PSC, que en esencia reafirma la "voluntad" de las dos fuerzas de seguir caminando juntos y la necesidad de "revisar" el esquema de relaciones bajo tres principios: "Simetría, reciprocidad y autonomía". Sin embargo, no hubo mayores concreciones porque estas se dejan para la negociación, que aún llevará varios meses. Rubalcaba ni siquiera detalló cómo se vehiculará la demanda de mayor "visibilidad" en Madrid que ambiciona el PSC, si ello podría posibilitar una votación discrepante en asuntos que afecten a Catalunya.
"Delimitación de funciones"
Los retoques internos, más cosméticos que otra cosa, y que combinan "experiencia y juventud", se dirigen a "mejorar el funcionamiento" interno, a fortalecer la coordinación, a procurar que el equipo "sea más eficaz" y a evitar que se repita en el futuro el "error gravísimo" que ocurrió en Ponferrada: una moción de censura pactada con un acosador sexual, un hecho que quebraba por completo uno de los "principios" sagrados del partido. La borrasca dejó finalmente una clara vencedora, Valenciano –una de las personas que se opuso de raíz a la operación– y un damnificado, Óscar López, el secretario de Organización. "Este error no pasará nunca más", aseguró taxativo.
¿En qué consiste la "delimitación de funciones", la "especialización"? "El secretario general se va a volcar en su tarea de líder de la oposición. Voy a incrementar mi agenda social, voy a estar más presente en la sociedad y voy a reforzar mi agenda internacional, porque los temas de Europa son fundamentales para el PSOE". Valenciano, mientras, se "concentrará" en las cuestiones domésticas: coordinará la ejecutiva, las relaciones del aparato con el Grupo Socialista y la dirección de comunicación. "Cada uno haremos nuestro trabajo y lo haremos mejor, para que no estemos todos a todo". No obstante, Rubalcaba se descargará del "día a día", pero no abandonará del todo la "vida interna". Puso un ejemplo práctico: Soraya Rodríguez, la portavoz en el Congreso, consultará "el 95%" de las votaciones a la número dos y "el 5% a los dos", aunque goce de "margen de maniobra". Apostilla que el secretario general aprovechó para defender su trabajo frente a lluvia fina de críticas de varios dirigentes y lo "escrito" en esta semana: "Soraya lo hace muy bien, muy bien".
Pactar las nuevas "normas de convivencia" Catalunya-España
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El líder no habló de tutela, ni de supervisión, ni de vigilancia para definir las labores de su número dos. Pero ella es la que sale reforzada, una petición que más había oído Rubalcaba en la última semana. Singularmente, de la federación andaluza. Del número tres, del que no aceptó su dimisión tras el fiasco de Ponferrada, dijo que se dedicará a la "organización", a llevar adelante "el cambio del PSOE de aquí a 2015, uno de los proyectos fundamentales". Rubalcaba negó contestación de la ejecutiva, o el sentimiento de que le reorganización hubiera sabido a poco. Como reflexionaba un dirigente de la cúpula, "los cambios no eran el fin, sino el medio, así que la satisfacción tendrá que llegar con los resultados". No había no obstante mucha oportunidad de crítica, puesto que responsables como la madrileña Maru Menéndez o el manchego Emiliano García-Page no pudieron asistir a la reunión.
Fuera de la remodelación queda el puesto del PSC. La vacante dejada por José Zaragoza no se cubrirá, insistió el secretario general, hasta que no se culmine la negociación entre las dos direcciones. Además de dejar claro que la voluntad es no "romper" bajo ningún concepto y de enunciar las tres palabras que guiarán las nuevas relaciones con el PSC ("simetría, reciprocidad y autonomía"), las Bases para el acuerdo contienen otros dos puntos: la apuesta por la reforma constitucional y la resolución de la discrepancia sobre el derecho a decidir. Sobre este último aspecto, Rubalcaba sostuvo que lo importante es discutir el "fondo" de la cuestión, enmarcar el debate en el diálogo entre Catalunya y España, ayudar a "pactar nuevas normas de convivencia".
Tras una ejecutiva "importante", aunque no "excepcional", el PSOE espera recuperar algo de aliento. Y a vender oposición al Gobierno. No en vano, el secretario general se afanó en remarcar que las prioridades del partido pasan por machacar en las políticas de empleo y de crecimiento en un momento en el que el Ejecutivo de Mariano Rajoy "ha perdido el control", por proponer reformas de la democracia para "combatir la desafección", repensar la estructura del Estado y señalar el "compromiso para luchar contra la pobreza y la exclusión social". Pero de sobra sabía que la resolución del tsunami interno y el afianzamiento de su liderazgo iban a eclipsar su comparecencia. No podía ser de otro modo. "Una vez más".
"Es que no ha pasado nada. Ya sé que hay compañeros que piensan... en el PSOE hay muchas opiniones y son normales, pero hay una línea de trabajo, problemas que han surgido... Pero créanme, las cosas son como son y la agenda es la que es. Lo lamento, pero una vez más lamento desilusionar a la parroquia. No va de este tema, por mucho que algunos se empeñen".