La expectativa de un gran acuerdo entre partidos capaz de dar una respuesta consensuada a algunos de los desafíos económicos que se avecinan como consecuencia de la crisis sanitaria del coronavirus empezó a desvanecerse este lunes. El líder del PP, Pablo Casado, el principal aludido por la apelación al diálogo que el presidente Pedro Sánchez formalizó el sábado en una intervención televisada —el suyo es el segundo partido en representación en el Congreso y el único imprescindible de los que están en la oposición para garantizar la transversalidad de un acuerdo— calificó la oferta de “señuelo” y sugirió que es en realidad intento de llevar a cabo “un cambio de régimen encubierto”.
Vox, el tercer partido dela Cámara Baja, tampoco está por el diálogo que plantea Sánchez en una reedición de los Pactos de la Moncloa de la Transición. Su portavoz de Acción Política, Jorge Buxadé, reiteró que los diputados ultras rechazarán la prórroga del estado de alarma e insistirán en la salida del Gobierno de Sánchez y de sus ministros para dar paso a un Ejecutivo de “emergencia nacional” que desarrolle los planes liderados por Santiago Abascal.
Eso sí, Casado volvió a mostrarse dispuesto, como lleva haciendo desde la investidura, a negociar acuerdos de Estado sobre diferentes materias, desde la educación a las pensiones. El PP no ha variado su posición a la hora de reclamar medidas de alivio fiscal para hacer frente a la grave crisis que la economía española ha empezado a transitar por culpa de la paralización económica provocada por el covid-19 e insiste en que el Gobierno abandone sus planes en materia de creación de nuevos impuestos o de incremento de los que ya pagan las grandes empresas. Algunos dirigentes de la formación conservadora llevan además varios días acusando al PSOE de haberse entregado en manos de Unidas Podemos: la salida de la formación de Pablo Iglesias del Ejecutivo es un objetivoobjetivo que gran parte de la derecha, especialmente el PP y Ciudadanos pero también sus aliados mediáticos y la patronal, quiere hacer realidad aprovechando la necesidad que Sánchez tiene de un cierre filas en el que apoyarse para salir de la crisis económica.
No obstante, el ministro de Transportes y número tres del PSOE, José Luis Ábalos, dejó claro este lunes en rueda de prensa desde el Palacio de la Moncloa que Sánchez no tiene intención de romper la coalición con Unidas Podemos ni de renunciar al programa progresista que ganó la investidura para conseguir con ello el respaldo de la derecha. “Un requisito previo al pacto es la actitud con la que lo afrontamos”, subrayó. Y “la única líneas roja que admitirá la sociedad española es la viabilidad del propio pacto”. De manera, advirtió, que “ni los españoles ni en el resto de Europa ni las generaciones futuras comprenderían que ningún partido tratase de dinamitar el acuerdo tratando de imponer condiciones que pusieran en cuestión la legitimidad del Gobierno que lo promueve”.
“Si todos esperamos” que la Unión Europea y la comunidad internacional actúen “de manera solidaria con España y los países más golpeados por el covid-19”, argumentó, “lo mínimo” que cabe esperar que unos “nuevos Pactos de la Moncloa” vean la luz “desde la unidad de acción”.
Ábalos admitió que el desafío es hoy distinto al de 1977, pero sí lo consideró “igual de importante” y exigió “estar a la altura de aquel ejemplo de renuncia y de colaboración” con el “objetivo de robustecer nuestra democracia”. “Tenemos que preparar al país para volver a la actividad económica en condiciones de seguridad sanitaria”, anticipó.
Un pacto al que, como recordó por la tarde el ministro del Interior, Fernando Grande-Marlaska, el Gobierno quiere incorporar a los presidente autonómicos, a quienes considera dispuestos a participar después de la conferencia telemática celebrada este domingo.
Cuando la crisis apriete
El Gobierno, con todo, no siente agotada la vía de la concertación pese a la tibieza de Casado. Ahora mismo, explican fuentes de la Moncloa, todos los esfuerzos siguen centrados en ganarle la guerra al virus. “Aún no estamos en esa pantalla”, recuerdan. Y cuando llegue, admiten que también habrá llegado la peor parte de la devastadora crisis económica que pronostican los especialistas, lo que a su vez dejará a la derecha con menos margen para negarse a negociar acuerdos con el Gobierno.
Será en ese contexto donde el Ejecutivo espere más de la derecha de Ciudadanos pero también del PP. En asuntos que consideran “estructurales”, como garantizar el sistema público de pensiones o la reforma de la financiación autonómica, dos materias que deberían sobrevivir al cambio de signo de las políticas de gobierno después de unas elecciones. O reformas que extraigan lecciones de la pandemia que todavía estamos viviendo, como un refuerzo de la coordinación sanitaria que, sin tocar las competencias autonómicas, permita en determinados casos facilitar la unidad de acción y hacer frente de manera más sencilla a emergencias como la que vive el país en estos momentos.
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Por eso creen que los acuerdos no tienen por que afectar al programa de gobierno ni a la coalición con Unidas Podemos porque proyectos como la creación de nuevos impuestos o su subida para las grandes empresas no son estructurales sino ideológicos responden a la voluntad de los electores que mayoritariamente respaldaron en las urnas el pasado 10 de noviembre un gobierno de izquierdas.
La hipótesis de un acuerdo de Estado con la oposición ligado a la reconstrucción económica tras la pandemia no es algo que, al menos de momento, preocupe a Pablo Iglesias, según fuentes de Unidas Podemos consultadas por infoLibre. No tienen ningún motivo, afirman, para temer que esté en riesgo el programa de la coalición y sitúan la oferta al PP entre un “globo sonda” y una oportunidad para poner en evidencia lo mucho que está costando a la derecha arrimar el hombro en medio de una crisis sin precedentes. Y eso que la ministra de Defensa, Margarita Robles, abonó este lunes la idea de un replanteamiento general de la acción política en los próximos años asegurando una entrevista en El Mundo que, “con miles de muertos, ¿alguien puede pensar que la legislatura será igual?”.
Pablo Iglesias no rechaza expresamente abrirse a acuerdos por la derecha. Pero sí condiciona los límites de ese diálogo a la arquitectura social de la Constitución, lo que en lenguaje de Unidas Podemos equivale a la defensa a ultranza de las políticas sociales. Desde la defensa de un sistema fiscal progresivo, a garantizar el derecho a la vivienda, pasando por salarios dignos no condicionados a los intereses del los empresarios. Así lo reiteró este lunes en una entrevista publicada por Eldiario.es: “Si la Constitución española, en su dimensión más social y democrática, es el mínimo común denominador que nos vincula a todos los sectores políticos y sociales, yo creo que ese gran acuerdo [unos nuevos pactos de la Moncloa] es necesario”. “Porque la clave del debate que hay sobre un gran acuerdo es quién paga la factura. Hace falta una voluntad de país, y ahí, independientemente del ruido que haya, nosotros como Gobierno tenemos que ser responsables y tender la mano a todo el mundo”.
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La expectativa de un gran acuerdo entre partidos capaz de dar una respuesta consensuada a algunos de los desafíos económicos que se avecinan como consecuencia de la crisis sanitaria del coronavirus empezó a desvanecerse este lunes. El líder del PP, Pablo Casado, el principal aludido por la apelación al diálogo que el presidente Pedro Sánchez formalizó el sábado en una intervención televisada —el suyo es el segundo partido en representación en el Congreso y el único imprescindible de los que están en la oposición para garantizar la transversalidad de un acuerdo— calificó la oferta de “señuelo” y sugirió que es en realidad intento de llevar a cabo “un cambio de régimen encubierto”.