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Las decisiones del nuevo CGPJ muestran que el empate pactado entre PP y PSOE favorece a la derecha

El listón de Pedro Sánchez en las autonómicas y municipales de mayo

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Si algo ha quedado claro tras la última semana de pasión de los socialistas, es que Pedro Sánchez debe superar su primer examen el 24 de mayo, porque quien le pedirá el boletín de notas en la noche de las elecciones autonómicas y municipales será Susana Díaz. Es una de las ideas que más claramente subyacen bajo la espuma de las declaraciones de la presidenta andaluza, de su número dos, Juan Cornejo, y de miembros de su equipo. Que los resultados en las urnas, los primeros por los que deba responder el secretario general, marcarán en buena medida su carrera a la Moncloa. Es decir, que el apoyo de la influyente y poderosa jefa de la Junta está condicionado a que el PSOE remonte y salga del agujero. De lo contrario, su candidatura peligraría.

Pero, ¿qué se entiende por éxito o fracaso de los socialistas en mayo? No hay una sola respuesta. Como coinciden varios dirigentes, no es tan fácil echar una vista al escrutinio de la última convocatoria, la de 2011, y echar cuentas. Porque hace casi cuatro años la partida se jugaba a dos: PP y PSOE, y la participación de las terceras fuerzas era infinitamente menos importante. Ahora, al escenario de gran volatilidad se suma un agente nuevo, Podemos, que ha hecho que la tarta, según las encuestas, se reparta a tres. De modo que, como observan en Ferraz y en las federaciones, puede suceder que teniendo un volumen de voto similar al de 2011 (27,79%) o al de las últimas europeas (23,01%), los socialistas tengan acceso a más gobiernos por el derrumbe del PP y la fragmentación de la izquierda. De cualquier modo, el primer golpe de vista en la noche del 24-M debería arrojar, para alivio de la dirección de Sánchez, un mapa más coloreado de rojo: preservando Asturias y recuperando, como poco, Extremadura y Castilla-La Mancha. Reconquistar la Comunitat Valenciana o Madrid sería un triunfo histórico. 

El viernes pasado, en la rueda de prensa de balance de 2014, se le preguntó a Sánchez por las expectativas para el 24-M. Él no quiso hacer pronósticos, ni entrar en cuestiones internas. El partido, dijo, sale "con intención y todas las ganas de ganar", logrará "muy buenos resultados" y podrá conformar "gobiernos de izquierdas, socialistas, al frente de muchos municipios y comunidades autónomas". Díaz, a su vez, había afirmado 24 horas antes, en una entrevista en la Ser, que iba a "ayudar y pelear" para que el examen ante las urnas fuera bueno en todo el país. Y reiteró en que el partido no podía "distraerse" en el ruido interno.

El suelo de 2011 quedó muy abajo. 6.275.314 votos, el 27,79%, 21.766 concejales en toda España. Se le escaparon bastiones simbólicos como Sevilla y Barcelona y sólo se hizo con la alcaldía de nueve capitales de provincia: Lleida, Cuenca y Soria (con mayoría absoluta) más Zaragoza, Toledo, Lugo, Ourense, Tarragona y Segovia (con pactos o en minoría). El PP logró en mayo de 2011 un histórico resultado, en cambio: 8.476.138 sufragios, el 37,54%, y 26.507 ediles. Total, 34 capitales más las dos ciudades autónomas, Ceuta y Melilla. El tsunami fue aún más doloroso en las autonómicas: perdió los gobiernos de Castilla-La Mancha, Extremadura, Aragón, Baleares y Cantabria (donde era aliado del PRC de Miguel Ángel Revilla). Asturias también lo perdió, aunque lo recuperó un año más tarde tras el fracaso de Francisco Álvarez-Cascos. Pudo conservar su principal feudo, Andalucía, en los comicios de marzo de 2012, y en octubre de ese año perdió Euskadi. En conclusión: a día de hoy el PSOE sólo lidera los ejecutivos de Andalucía y Asturias y cogobierna, con presidente nacionalista (Paulino Rivero), en Canarias. 

Las generales de noviembre de 2011 confirmaron la hecatombe socialista (7.003.511 votos, 28,76%, 110 diputados) y las europeas del pasado mayo certificaron que el partido se había sumido más en el hoyo, apuntándose el peor resultado desde la Transición (3.614.232 sufragios, 23,01%, 14 escaños en Bruselas), derrota que desencadenó la marcha de Alfredo Pérez Rubalcaba y su relevo por Pedro Sánchez, tras una consulta a la militancia en la que barrió con contundencia a Eduardo Madina y José Antonio Pérez Tapias. 

El extremo del fracaso sin paliativos

Vistos los números, la calificación de fracaso rotundo en las urnas sería sencilla. El escenario más temido sería perder Asturias –Javier Fernández gobierna en minoría desde 2012, primero con el sostén exterior de IU y UPyD, luego con geometría variable– y Canarias y no rescatar ninguna comunidad, y no aumentar la nómina de capitales con alcalde socialista. 

Lo cierto es que el suelo de 2011 está tan abajo que en el partido, aun siendo conscientes de que la recuperación completa no ha llegado, ni mucho menos, se cree que alguna mejoría llegará. Las expectativas, pues, son moderadas, según se repite en Ferraz y en las federaciones. Así, según los cálculos expresados por varios dirigentes, lo lógico sería que el PSOE volviese al gobierno en un puñado de capitales más –clave sería el retorno de Sevilla– y se impusiera en dos comunidades emblema y, en principio, más al alcance de la mano: Extremadura y Castilla-La Mancha. En el primer caso, los socialistas dan por caducado el efecto Monago y reiteran que, en las europeas, los socialistas lograron su mejor reiterado en esa comunidad (38,72%), incluso por encima del porcentaje de Andalucía (35,13%). La dirección de Guillermo Fernández Vara, además, entiende que IU, que en 2011 obtuvo tres diputados que, con su abstención, inclinaron la balanza hacia el PP, podría desplomarse en mayo. 

En Castilla-La Mancha, el PSOE cree que el desgaste del PP y de su presidenta, María Dolores de Cospedal, es muy acusado, tanto por lo que le toca por su gestión regional como por lo que le afecta por su cargo nacional, al ser la secretaria general de los conservadores. El obstáculo, aducen en la federación manchega, podría ser el "pucherazo" electoral de Cospedal, que impulsó un cambio del Estatuto y una posterior modificación de la ley para lograr reducir el tamaño de la Cámara, tan sólo un año después de haberla aumentado. El Tribunal Constitucional validó recientemente la reforma del Estatuto, pero le queda sentenciar la norma, el texto que concreta la reducción de escaños: de 53 a 33. Un número que encoge la proporcionalidad y dificulta el acceso a terceras fuerzas como IU (fuera de las Cortes autonómicas desde la legislatura 1995-1999), Podemos o UPyD.

¿Qué está más a tiro?

Ambas, Extremadura y Castilla-La Mancha, fueron gobernadas por el PSOE desde la Transición, y pasaron al PP por primera vez en 2011, de modo que tomar ambas plazas históricas sería un balón de oxígeno enorme para la dirección. Pero aún tendría mayor carga simbólica reconquistar Valencia y Madrid, autonomías en las que el PP ha ido encadenando mayorías absolutas desde 1995. En la primera se aprecia con más claridad que, dentro de la fragmentación del mapa electoral, el PSPV queda por delante del resto de formaciones de izquierda (Podemos, Compromís y Esquerra Unida-IU).

En Madrid se percibe el escenario algo más "incierto", según varios altos mandos del partido, por la pujanza de Podemos. La Comunidad es su cuna, el lugar que catapultó el fenómeno. Y en las europeas últimas, el PSM firmó un mal resultado, un 18,95%, por debajo de la media nacional. En el equipo de Tomás Gómez, sin embargo, "no se contempla la posibilidad" de perder la segunda posición del podio y ser superado por la formación de Pablo Iglesias, a quien ven atravesando un periodo de "estancamiento". En el PSM esperan obtener, al menos, "un 25% de los votos", por el 20% de Podemos, datos que permiten vaticinar que la gobernabilidad, en el caso de que pierda el PP las riendas de la región, será harto complicada. Se confía en que del resultado tire el escrutinio de la capital –el candidato es el popular Antonio Miguel Carmona– y el de localidades muy pobladas del cinturón rojo y del corredor del Henares, como Leganés, Móstoles, Getafe o Alcalá.

En el PSM ponen en cuarentena la previsión de que sea más sencillo retomar el control de Extremadura y Castilla-La Mancha, porque en ambas los socialistas dependen más de sí mismos y del hundimiento del PP para poder gobernar, mientras que en Madrid (y en la Comunitat Valenciana) la partida se abre a más jugadores. No sólo IU y UPyD, a los que pronostican una bajada, sino sobre todo la formación de Iglesias. 

El golpe psicológico de una victoria en la Comunidad –jamás vista desde 2003, antes de que fuera frustrada por el tamayazo– y en el Ayuntamiento de Madrid (bajo la tutela de la derecha desde 1989) permitiría al PSOE apuntalar la idea de cambio de ciclo. Pero probablemente no se visualizará con nitidez en la noche electoral, porque todo apunta a que harán falta pactos

La implicación del secretario general

Aragón sería otra de las comunidades en las que podría haber un vuelco: desde la Transición, nunca ha habido mayorías absolutas y la gobernabilidad ha dependido de los pactos. Los socialistas la dirigieron, con Marcelino Iglesias como presidente, de 1999 a 2011, año en que el PP volvió al poder gracias al apoyo del Partido Aragonés. Otro tanto podría suceder con BalearesCastilla y León, Murcia o La Rioja son potentes bastiones de los conservadores que, en principio, no peligran. 

¿Y ciudades? El PSOE-A sueña con recobrar Sevilla y alguna capital andaluza más (todas están ahora en manos del PP). Ferraz cuenta con tomar el mando de unas cuantas urbes, que suban la nómina de nueve ayuntamientos a en torno a una quincena. Arrastrar Madrid sería el tesoro más codiciado. En Cataluña, donde sólo se celebran municipales, el PSC sigue aún muy débil, y recuperar Barcelona parece, a priori, una misión titánica. 

El 24-M, por tanto, se verán los datos desde distintos prismas. Primero, comparándolos con los de 2011: ¿hay más votos, más porcentaje, más ediles, más diputaciones provinciales en manos de los socialistas? Números que habrá que poner en relación con el PP y con Podemos, básicamente. Pero también, según expresan varios dirigentes consultados, habrá que tener a mano el escrutinio de las europeas, los comicios en los que se visualizó un nuevo reparto del tablero. "La equiparación no se puede hacer sólo con 2011, porque entonces el juego era a dos, entre PSOE y PP, y ahora hay un tercer actor en escena, Podemos", subraya una responsable del equipo de Pedro Sánchez, miembro del comité electoral federal. "Un 30% o un 25% de voto puede ser un buen resultado si el PP va a peor y hay un mayor fraccionamiento", convienen fuentes muy próximas a Susana Díaz.

Susana Díaz, el pasado 22 de diciembre en la Moncloa, tras su entrevista con Mariano Rajoy | EFE

Un dirigente manchego lo expresa así: "Como el PP perderá mayorías absolutas, las expectativas son de recuperación. Pero habrá que ver en qué condiciones se recuperan gobiernos. Por ejemplo, la izquierda puede reconquistar Madrid, pero si el alcalde no es socialista...". "En resumidas cuentas –concluye un responsable extremeño–, hay que medir los resultados como siempre: ver el apoyo ciudadano y las administraciones que gobiernas, un polinomio de varias variables. Puedes tener menos apoyo y más acceso a ayuntamientos o comunidades. Y eso es un resultado mejor". 

En el círculo de Sánchez, sostienen que tener éxito significará "ganar más" de lo que ya se tenía, aunque el panorama será "difícil de medir con el anterior", por la irrupción de Podemos. "Es un contexto nuevo que nos traerá nuevos escenarios. Tendremos que optar por gobernar en solitario o dejar que lo hagan otros". 

La responsabilidad de Ferraz

¿Qué parte del 24-M será atribuible a Sánchez? Fuentes de su entorno más próximo insisten en que el líder del partido "se examina todos los días" y va a trabajar "incansablemente" para que las autonómicas y municipales "vayan lo mejor posible". Otra dirigente es algo más explícita: el "desastre supino" fueron las europeas, de modo que todo lo que supere ese listón se interpretará como una victoria "y todo se le achacará a Pedro". "Ha sido valiente y contundente asumiendo errores y siendo tajante con los casos de corrupción que han sucedido con él al mando –prosigue–, valiente por enfrentarse a una nueva forma de acercarse a los ciudadanos que no están por la labor de perdonar así como así". 

En Andalucía advierten de que "todas las direcciones son responsables, a su nivel, de lo que ocurra, y también la dirección federal". "En 2011, perjudicó la gestión de José Luis Rodríguez Zapatero. Y ahora, a las comunidades y ayuntamientos del PP les daña la gestión de Mariano Rajoy. Pues ahora hay que aplicar esa misma regla de tres. Es cierto que habrá que esperar aún, ver qué decisiones se toman en la campaña, ver si todos los actores hacen lo que deben...", avisa un dirigente de la confianza de Díaz. Es decir, que Sánchez se juega buena parte de su pellejo. La presidenta de la Junta, por su parte, "se implicará a fondo" en la campaña, como si fuera ella misma la candidata, pese a que no se celebran autonómicas en Andalucía. Díaz aspira a reeditar el efecto de las europeas: mejores cifras que el resto del PSOE y con diez puntos de ventaja sobre el PP. "Lo dará todo. Nuestro mayor activo se llama Susana", comentan en su equipo.  Una señal: aunque aún no está cerrado, "lo más probable" es que en el periodo caliente, a partir de marzo o abril, la jefa del Ejecutivo regional no saldrá de la comunidad para hacer campaña. 

En Extremadura tienen la visión completamente opuesta. "Quien se examina es quien se presenta. Guillermo [Fernández Vara] tiene claro que estas elecciones de mayo son nuestras, así que no nos vamos a esconder detrás de la responsabilidad de Pedro. Además, él suma, no resta a los candidatos". En otras federaciones de peso, caso de Castilla-La Mancha, hacen una síntesis entre ambas posturas. "Su parte es la que le toca por el tiempo que lleva como secretario general. Su responsabilidad ni de lejos se acerca a la de Zapatero en 2011. Y en municipales y autonómicas hay que hilar más fino, y no es igual la situación del partido en Andalucía que en Madrid o en otros territorios".

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Golpe anímico

Las últimas semanas están siendo un viacrucis para la cúpula federal. El mazazo de la desconfianza de Andalucía ha sorprendido y cabreado a partes iguales, y Sánchez lo somatizó como ningún otro, y así se le ha podido ver estos días: más rígido, con el gesto sombrío, con patentes muestras de "cansancio", explican. "Nos ha afectado a todos. Porque cuestionar el liderazgo de Pedro es cuestionar las posibilidades del partido. Ahora mismo no se puede separar, no ha habido tiempo", le defiende un miembro de su equipo. 

Lo que está claro es que hay "nerviosismo" en buena parte de la dirigencia del PSOE porque las encuestas ni son fiables porque tienen difícil calibrar el efecto Podemos y porque no revelan un repunte clarísimo del partido. La figura del secretario general va pesando pero la marca sigue muy débil. Y ese mal hace prever que la cita del 24-M no será, ni mucho menos, un paseo militar. Sánchez quiere presentarse a las primarias presidenciales ocurra lo que ocurra en mayo, pero si las urnas deparasen una pésima sorpresa, el PSOE volverá a ponerse patas arriba y las antiguas certidumbres se tornarán dudas. 

Si algo ha quedado claro tras la última semana de pasión de los socialistas, es que Pedro Sánchez debe superar su primer examen el 24 de mayo, porque quien le pedirá el boletín de notas en la noche de las elecciones autonómicas y municipales será Susana Díaz. Es una de las ideas que más claramente subyacen bajo la espuma de las declaraciones de la presidenta andaluza, de su número dos, Juan Cornejo, y de miembros de su equipo. Que los resultados en las urnas, los primeros por los que deba responder el secretario general, marcarán en buena medida su carrera a la Moncloa. Es decir, que el apoyo de la influyente y poderosa jefa de la Junta está condicionado a que el PSOE remonte y salga del agujero. De lo contrario, su candidatura peligraría.

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