A pesar de los avances para la consecución del matrimonio igualitario en toda Europa, el mapa legislativo presenta numerosas disparidades entre países, muchos de los cuales ni siquiera equiparan estos enlaces a los de personas de distinto sexo ni contemplan la posibilidad de que las parejas homosexuales adopten.
Estos son los dos aspectos principales en los que difieren las leyes de uniones igualitarias y, a su vez, las que más controversia generan. Hay legislaciones que sostienen que la palabra matrimonio se refiere a uniones entre un hombre y una mujer y que, por tanto, no se puede denominar así a una unión entre personas del mismo sexo. Este debate tiene su origen en el Convenio Europeo de Derechos Humanos, suscrito por todos los países miembros del Consejo de Europa. En dicho texto, si bien no hay ninguna mención al matrimonio homosexual, sí se contempla como derecho fundamental el de contraer matrimonio entre un hombre y una mujer.
Así las cosas, la equiparación entre matrimonios homosexuales y heterosexuales ni siquiera está contemplada en el convenio europeo, que deja la cuestión en manos de la legislación propia de cada país. Debido a esto, los primeros pasos hacia la legalización de los matrimonios homosexuales fueron las distintas leyes que permitían “uniones entre homosexuales”, en las que fueron pioneros países nórdicos como Dinamarca, Noruega o Suecia, que permitían los registros de parejas del mismo sexo.
El último país europeo en sumarse a la promulgación de una ley que contempla uniones entre personas del mismo sexo fue Italia. La Cámara de los Diputados votó hace dos semanas a favor de la moción de confianza presentada en febrero al Gobierno de Matteo Renzi para aprobar el nuevo proyecto de ley que regula este tipo de uniones. Este texto, sin embargo, no menciona la palabra matrimonio, sino que se limita a hablar de uniones civiles. Además, tampoco permite la adopción.
Italia siguió así el ejemplo de otros dos países: Alemania y Grecia, que permiten uniones civiles entre homosexuales pero no matrimonios. Por su parte, Austria, República Checa, Estonia, Hungría, Malta y Croacia también reconocen las uniones civiles, pero ni ofrecen una equiparación total de derechos con los que disfrutan las parejas heterosexuales ni permiten adoptar.
Holanda, país pionero
La primera ley de matrimonio homosexual verdaderamente igualitaria apareció en el 2000. Holanda fue la pionera, iniciando un camino que, hasta ahora, han seguido casi una veintena de países en todo el mundo, 14 de ellos europeos, aunque únicamente 10 equiparan totalmente estos matrimonios a los de personas de distinto sexo. La ley holandesa, que fue catalogada de “revolucionaria”, autorizaba el matrimonio civil a personas del mismo sexo (siempre que uno de los cónyuges tuviera nacionalidad holandesa o su residencia fija en el país), les permitía adoptar niños de origen holandés y contemplaba el derecho al divorcio de las parejas de gais y lesbianas. Además de ser la primera ley de este tipo, también contempla el derecho a la reproducción asistida para parejas del mismo sexo.
Bélgica, por su parte, se convirtió en 2003 en el segundo país europeo que autorizó las bodas entre personas del mismo sexo, además de equiparar sus derechos a las uniones entre personas de distinto sexo. Sin embargo, no se contempló la adopción hasta tres años después. Actualmente, junto a Holanda, disfruta de una de las leyes de matrimonio igualitario más progresistas de toda Europa.
España, una de las leyes más igualitarias
Ya en 2005, el Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero aprobó la ley que permitía los matrimonios de personas del mismo sexo. Además de la unión, esta ley, aprobada pese a los votos en contra de PP y Unió, legalizaba la adopción. Hubo quienes la cuestionaron e, incluso, plantearon su derogación. En el año 2007, una iniciativa legislativa popular presentada por el Foro de la Familia y avalada por casi un millón y medio de firmas llegó a someterse a votación en el Congreso, donde únicamente se mostraron a favor los diputados del PP, UDC y un diputado del PNV. Posteriormente, el PP presentó un recurso de incontitucionalidad que fue resuelto en 2012, ya durante el Gobierno de Mariano Rajoy, y que se saldó con el voto favorable de ocho de los once magistrados, que calificaron la norma de "plenamente constitucional".
"La ley española sobre matrimonio homosexual es un ejemplo para Europa de lo que es la igualdad total", explica Gabi Aranda, coordinador del área internacional de Federación Estatal de Lesbianas, Gais, Transexuales y Bisexuales (FELGTB). Así, España ocupa el quinto puesto en derechos LGTB en Europa, según el informe Rainbow Europe 2016, elaborado por la asociación International Lesbian, Gay, Bisexual, Trans and Intersex Association (ILGA). “Nuestro país debe consolidarse como uno de los países de referencia a nivel mundial en la defensa del colectivo LGTB, y para ello es urgente la aprobación a nivel estatal de una ley integral de transexualidad y de una ley por la igualdad LGTB, que acaben con la discriminación que todavía recibimos en diversos ámbitos”, explica Jesús Generelo, presidente de FELGTB, en una nota de la asociación.
Tras Holanda, Bélgica y España, el resto de países europeos se lanzaron a promulgar leyes de matrimonio igualitario. Así, Suecia, Dinamarca, Francia, Reino Unido (excepto Irlanda del Norte), Luxemburgo, Eslovenia, Finlandia y Portugal contemplan en su legislación la posibilidad de celebrar bodas entre del mismo sexo. De hecho, la Iglesia Luterana de Suecia y Dinamarca admite estos enlaces e, incluso, los oficia en sus templos. Además, en estos países, salvo en Portugal, también se permite la adopción.
Todas estas diferencias provocan un hecho paradójico: una pareja homosexual europea puede estar casada en una parte de la UE y, en cambio, estar desposeída de sus derechos en otros estados. Por ello, esta es una de las demandas principales exigidas a los gobiernos europeos por parte de colectivos LGTB. “Una de nuestras reivindicaciones principales es la libre circulación de las familias”, asegura Aranda.
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Fuera de Europa, Estados Unidos aprobó el pasado año 2015 la ley que permitía el matrimonio homosexual en todo el país, declarando ilegales las leyes que en 14 Estados prohibían casarse a personas del mismo sexo. Canadá, por su parte, fue otro de los países pioneros en legalizar este tipo de uniones. En 2005, el Parlamento canadiense obvió la oposición de los conservadores y los grupos religiosos y aprobó la ley, ampliada en 2012 para reconocer la unión de parejas homosexuales que viven en el extranjero.
Sin embargo, a día de hoy continúa habiendo numerosos países que no solo no reconocen las uniones entre personas del mismo sexo, sino que además penan, hasta con pena de muerte, pertenecer al colectivo LGTB. Entre ellos, Irán, Irak, Afganistán o Pakistán. Otros, como Rusia, condenan la homosexualidad como movimiento social, castigando hasta con penas de cárcel a quienes se declaren abiertamente homosexuales.
A pesar de los avances para la consecución del matrimonio igualitario en toda Europa, el mapa legislativo presenta numerosas disparidades entre países, muchos de los cuales ni siquiera equiparan estos enlaces a los de personas de distinto sexo ni contemplan la posibilidad de que las parejas homosexuales adopten.